XCVII - Tus Besos

April había visto lo sucedido en las noticias, luego llamó a Jonathan y él le informó en dónde estaba.
Ella sabía que su hijo lo necesitaba, por éso tuvo que dejar a Cherry en casa de una amiga de ella, que era mamá de una amiga de su nieta. Y éso se lo hizo saber a Jon, quién agradecía que su hija no lo hubiera visto así.
Lo único que ahora sabía April es que Michael había entrado en un paro cardiorrespiratorio, estaban tratando de reanimarlo, pero escuchó que era probable que tuviera una muerte súbita, esperaba que no fuera así o dejaría a su hijo con el corazón roto.

Estaba consolando a su hijo, cuando le pareció ver un rostro familiar, se trataba de Sara, quién había venido a acompañar a Frederick, al que aún denominaba como su “suegro”.
La mujer suspiró, soltó a su hijo y se levantó de su asiento.
Camino hasta ella, la jaló del brazo y la sacó fuera de la vista de Jonathan, estando ahí le soltó dos cachetadas.

—Esta es por mi hijo, y la otra por usar el nombre de Marcela para dañar a mi yerno.
Quiero que te atrevas a acércate a Jonathan, vamos házlo, así tendré un motivo para darte una arrastrada.
Mi hijo no podrá hacerlo, pero yo sí, mientras tenga vida voy a defenderlo de arpías como tú.

—Usted es...

Estaba por regresarle el golpe, pero April fue lo suficientemente ágil para detenerla antes de que la tocará.

—Atrévete y te quedas sin ojos.

April vió a Sara irse, entonces volvió al lado de Jonathan que aún estaba desconsolado, habría querido arrastrar a la ex de Michael por todo el hospital, pero no podía dejar que la sacarán, hoy era cuánto más su hijo la necesitaba a su lado, así que solamente lo abrazó.
Jon vió al médico salir y se refugió más en su madre como si fuera un niño pequeño, no quería oírlo, luego escuchó a su madre decir; «él va a estar bien»

Michael otra vez estuvo en el mismo sitio, nuevamente vió a su madre, así que al verla corrió a abrazarla, no le importó si era solamente un sueño, porque tenía a su madre devuelta con él.
Le hizo tan feliz el verla de nuevo, el sentir sus dedos sobre su cabello y sobre todo el oír nuevamente su voz.
Era tan linda y cálida como recordaba, después la escuchó decir; «…aún no puedes irte, tienes a una linda niña que te necesita y a un novio con un pie en el altar», del mismo le pareció oír otra voz diciéndole algo similar. 
Sin embargo prefería hacer oídos sordos, nadie le arrebataría la oportunidad de estar cerca de su madre Marcela.

Y de nuevo aquella voz volvió a llamarle, sólo que repitiendo el nombre de «Judy…», pero Michael no quería soltar a su madre.
Luego escuchó el nombre de «Jonathan», y el escuchar el nombre de su pareja se sintió como recibir un choque eléctrico por todo su sistema.
Y fue cuando escuchó a Jonathan a desgarrarse la garganta.

Lo que lo hizo volver fue el nombre de Jon, no podía romperle el corazón.

No sabía cuántos días había pasado inconsciente, solamente se dió una idea del tiempo por la barba de días que tenía Jonathan, parecía que no se había querido ir de su lado, porque traía puesta la misma camisa ensangrentada.
Le tendió su mano para llevarla hasta su rostro, ahí pudo ver de cerca sus ojos hinchados, y sus ojeras, su novio no había dormido tampoco.
Después sintió como le dió un beso en la mejilla, moría por tener uno de sus besos habituales en los labios. 

Michael se sentía fatal, no sólo por el estado de su novio, si no también por el dolor y el malestar que le provocaba la sonda, el tubo que traía encima, los cables, todo aquello que lo mantenía alejado de sentir a su novio para consolarlo.
Así que se le ocurrió una idea, pedirle a su novio un papel y una pluma.
Cosa que él obedeció y enseguida le trajo lo que pidió, una tabla que tenía varias hojas con una pluma.

Al momento de tener el papel y la pluma le escribió un; «¡te amo!», después se lo dió.

Jonathan lo leyó, así que le respondió.

—También te amo, amor mío, demasiado.
No sabes las ganas que tengo de que te den de alta para irnos a nuestra casa.
Ya no recaigas, cielo —le dijo con la voz entrecortada mientras acariciaba su cabello—, no quiero seguir viéndote sufrir.
Michael, tu amor es todo lo que tengo, te necesito a mí lado por siempre. 
No seas necio, no dejaré que te apartes de mí, no puedes dejarme plantado, aún te queda mucho por vivir a mi lado. 
Quiero que salgas de aquí, vendrás a casa conmigo, dormiremos juntos y nos amaremos igual que siempre.

Le escribió un «sí», después encerró la palabra «te amo» nuevamente. 
Quería que lo supiera, no quería que olvidará lo mucho que lo amaba. 
Jonathan lo tomó de su cabeza y lo acercó a él para darle un beso en la frente, por lo que Michael aprovechó para escribirle un mensaje más.

«Nunca te dejaría plantado en el altar. Te amo, Jon».

—Y te creo, mi vida. Ahora descansa. 
Bebé, te acompañaré en tus sueños, no planeo dejarte sólo, voy a estar aquí cada que despiertes. 
Michael —le llamó con una sonrisa fugaz—, amor, me encantan tus ojos, no quiero dejarlos de ver brillar. 
Sigue teniendo ésa bonita luz propia que tienes, por favor… continúa maravillándome con tu existencia.
Tú, mi amor, eres parte de mi alma, no vivo sin ti, no vale la pena si tú no estas. 

Michael solamente le apretó la mano, a la vez que veía su anillo de compromiso, el verlo en su dedo anular le hizo feliz, realmente Jonathan quería casarse con él.
Le agradaba tanto la sensación de sentir los besos de su pareja, que incluso su cuerpo se estremeció cuando le dió un beso en el cuello. 

Y se fascinó al sentir sus brazos rodearlo.

—Mi vida, he estado siendo tan egoísta, no he querido que nadie más te vea. 
Tengo temor de que vengan a hacerte daño, no me separaré de ti, me quedaré aquí, aunque sea atado a tu cama.

Ahí fue cuando le escribo otro mensaje; «puedes confiar en tu suegro ¡ve a casa y ponte guapo! ¡te amo!», seguido de ello le dibujo un corazón.

—Descansa, corazón. Necesito que pongas de tu parte para que salgas pronto de aquí, te quiero en casa de vuelta.

Llevó una de sus manos al rostro, volvió a sentarse y tomó a su novio de la mano. Ahí se quedó visualizando el anillo de compromiso y aferrándose a él, pasando sus dedos por la estructura del anillo. 

Después volvió a llorar, no sabía qué haría si él volvía a entrar a cirugía, porque estaba ése riesgo de no verlo salir de ahí. 
Sabía que la bala le había dañado algunos órganos internos y ahora necesitaba esa sonda que empezaba entrando por su nariz atravesando su garganta y esófago hasta llegar a su estómago; para tratar de remover toda la sangre que tenía en el estómago. 
Lo tenían en cirugía para tratar de revertir el daño interno, no solamente en sus órganos, si no en su vasos sanguíneos y constantemente estaba siendo sometido a ecografías para notar su estado. 
Por fortuna su suegro se había encargado que tuvieran bien vigilado el estado de salud de Michael, así que por ése lado estaba más que tranquilo. 

Aún así no podía evitar sentir miedo.

—Aférrate a mí, por favor aferrarte a nuestra vida juntos y ten presente el amor que siento por ti cada que cierres los ojos.
Recuerda que te amo, Michael —y al decir su nombre se le quebró la voz—, recuerda que no vivo sin ti.
No puedes llegar a darle luz a mi vida… para después dejarme, piensa en mí, amor mío. 
Voy a adorarte, a amarte por el resto de mi vida, tú eres la razón de mi existir. 
Te amo demasiado, cariño —suscitó con una débil voz, después le dió un beso en las manos—. Siempre te amaré.

Después de decirle éso, se levantó para darle un par de besos en el cuello, era lo único que le ayudaba a liberar el estrés acumulado porque no podía besarlo. 
Y realmente Michael también extrañaba sus besos y el poder besar su pecho.

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