XCIX - Extrañando
Jonathan se levantó para darle un par de besos a Michael en la frente, luego volvió a arrodillarse ante él a la vez que lo tomaba de las manos.
Estaba conectado con él y podía sentir sus emociones, sabía que algo lo había entristecido, creía saber la razón.
—No me mires así, amor mío.
A mí me encantó la idea de usar este anillo a juego en lo que estamos comprometidos, es sólo que me temo que no te hice la pregunta de manera formal como quería hacerlo.
Así que ahora te pregunto, mi vida ¿Quieres casarte conmigo? ¿Estarías dispuesto a quedarte a mí lado por el resto de nuestros días? Si es así me encantaría que fueras tú el que me volviera a poner el anillo, este será el sí, también el sello de nuestro próximo futuro juntos.
Te amo, eres mi vida entera, Michael.
El abogado sintió mariposas en el estómago, se sentía completamente enamorado de su pareja, así que le puso el anillo. Luego sintió como Jon lo abrazó y le dió un beso en la mejilla.
—Gracias, amor —suspiró, le sonrió y volvió a darle un beso más—. Gracias por decirme a tu manera que sí, porque no visualizó mi vida sin ti.
Quiero llevarte a casa amor mío, así que por favor recuperate pronto.
Michael volvió a escribirle y le puso un; «sí amor, también te amo, no vuelvas a quitarte el anillo, Jon», posteriormente apretó su mano.
Jonathan solamente asintió, para después ponerse cerca de su pecho pero sin tocarlo, quería escuchar su corazón latir.
Y el oírlo con vida, el escuchar su respiración le hizo agradecerle al cielo.
Sin embargo, no pudo evitar derramar un par de lágrimas, a la vez que se aferraba a la bata que portaba su novio.
—No recaigas, tú no puedes dejarme, necesito llevarte a casa conmigo.
Tú y yo tendremos una cita saliendo de aquí, no importa como, pero estaremos juntos, mi amor.
Michael, prométeme que saldrás de aquí, házme saber que saldrás vivo y me amarás como siempre.
Para el abogado escuchar a Jonathan hablar; lo ayudaba a liberar el estrés que sentía por no poder articular palabra alguna, también tenía esa impotencia de no poder besar a su novio y hablarle tanto como quería para poder consolarlo.
Solamente podía escribirle palabras cortas porque se le dificultaba moverse con tantas cosas que tenía a su alrededor.
Así que solamente le escribió un; «sí, cariño», acompañado de un corazón.
—Hay algo que debo contarte, supongo que he hablado tanto de nosotros… que no he tenido tiempo de decirte lo que sucede fuera de aquí.
Tu padre ha estado al pendiente de ti, también Riley, mi madre vino hace poco. Sabes que de poder, ella pasaría más tiempo aquí, pero como comprenderás, tu suegra no puede estar tanto aquí por nuestra niña.
Y hablando de Cherry, ella te mandó una carta, no ha sido sencillo explicarle porque no has estado en casa, te extraña y yo también. Sólo que yo extraño tenerte en mi cama, y también echo de menos el sonido de tu voz, tus besos… todo lo que hacíamos juntos.
Jonathan no leyó la carta, solamente sabía que era un dibujo con unas palabras, así que la abrió, luego se la puso a Michael cerca de su rostro para que pudiera leer lo que estaba escrito.
Y cuando lo vió mirarlo a él, supo que había terminado, así que la guardó.
—No soy el único que te extraña, realmente te echamos de menos a ti, a nuestra rutina, a tu presencia en casa —le dijo con voz suave y lo besó en la frente—, te queremos de vuelta con nosotros.
Aunque te confieso que estoy agradecido de que estés aquí con vida, el escuchar tu corazón, el ver el bonito brillo de tus ojos aqua… es la mejor sensación del mundo.
El contador postró un beso en la mejilla de su novio y luego lo abrazó, sólo que sin apretarlo, no podía abrazarlo con normalidad, tampoco quería lastimarlo.
Lo único que podía hacer era besarlo por el cuello, era otra de sus partes favoritas además de sus labios, le calmaba poder hacerlo, el besarlo justo ahí le provocaba sensaciones indescriptibles.
Y a Michael le gustaba poder sentir los labios de Jonathan sobre su piel, extrañaba demasiado sus besos.
Echaba de menos estar en el auto con él a solas, besándose, sintiendo el sabor del otro, entrelazando sus lenguas, comiéndose a besos durante minutos.
De igual forma extrañaba las manos de su pareja sobre su cuerpo, Jon cada que lo besaba ponía sus manos sobre su trasero, mientras él rodeaba con sus manos su cuello, extrañaba sentir sus dulces labios.
Quería besarlo, tocarlo, poseerlo, pero no podía, así que solamente tenía una frustración terrible por dentro.
—Quédate conmigo, amor.
Cada que duermas escucha mi voz llamándote, nunca olvides que te necesito, no solamente yo, si no la niña también.
Michael, contigo volví a sentir mi corazón, por ti es que volví a enamorarme, tu amor es lo que me mantiene respirando.
El abogado apretó la mano de su novio, quería que lo mirará, después le hizo una seña de que quería escribir, así que Jonathan le pasó la tabla que tenía las hojas y una pluma. En lo que él le escribía… lo ayudaba sosteniendo la tabla.
«Te amo, Jonathan, también me quiero ir de aquí, pero no puedo.
No hables más, solamente trata de hacerme sentir la calidez de tus labios sobre mí.
Quiero tu lengua… bésame como lo estabas haciendo».
Jonathan entendió el mensaje, así que empezó besándolo por el oído, de ahí fue bajando, llenándolo de besos y pasando su lengua debajo de su oído, subiendo y bajando, humedeciendolo por completo justo ahí.
Michael se estremeció al sentir los labios de Jon, éso era lo que quería, volver a sentir el calor al que tan adicto se estaba haciendo, solamente necesitaba sentirlo.
Quería sus manos sobre él, deseaba sus besos, lo extrañaba.
Sabía que su pareja no quería lastimarlo, así que solamente rosaba suavemente sus labios y su lengua por los costados de su cuello, siendo lo más cuidadoso que podía. Y agradeció por completo cuando sintió a Jonathan aflojarle la bata, solamente para besarle los hombros, y después lo sintió recorrer su piel con su lengua.
Jon hizo lo propio y repito el mismo camino de besos, solamente que ahora estaba restregando su rostro con el de Michael, para volver a comenzar lamiendolo tanto como podía, si su novio quería sentir su lengua sobre él, realmente la sentiría. Se dejó llevar tanto que terminó por pasar sus labios por el rostro de su prometido, también moría por besarlo.
Al finalizar, Michael volvió a escribirle.
«Extraño tus besos franceses y tus manos sobre mí».
El abogado amaba a su novio, adoraba la idea de casarse con él, pero tenía una sensación de vacío por no poder besarlo, era una tortura tenerlo cerca y no tocarlo como quisiera.
Volvió a escribirle que se veía sexy, le gustaba su vestimenta, hoy más que nunca lo veía demasiado guapo.
No sabía la razón, solamente que no podía dejar de verlo, notaba lo ajustado de su camisa, sus grandes manos y lo notorio de sus venas, estaba fascinado con él.
Quería amarlo, volver a estar entre sus brazos, tomarlo, besarlo, y perderse en él.
Extrañaba las huellas de sus besos en su cuerpo, no podía conformarse con un par de besos, lo necesitaba por completo.
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