LXXXVII - Diferentes

Jonathan cerró la puerta de su habitación, fue ahí cuando le contestó a Michael.
Escuchó su voz un tanto ronca, estaba un tanto adormilado todavía, habría querido que despertará cuando llegará, sin embargo, había despertado más temprano de lo que esperaba.

—Hola, mi amor. Pasé antes a mi casa para que Cherry se pusiera cómoda, también nos llevaremos unas cosas para allá, estoy por salir, no tardaré en llegar.
También quería avisarte que llevaré a mi madre para que conozca el lugar.

—Querido, voy a salir, necesito hablar con mi padre, porque no me ha contestado el teléfono, así que tendré que ir a buscarlo. 
Quiero hablarle de lo nuestro, él tiene que saberlo para que lo conozcas.
Jon, amor, no salgas todavía, iré a tu casa en la camioneta, para que pongas ahí todo lo que traerás. Y de ahí te dejo la camioneta para que te vayas a la casa, yo me iré en el coche, aprovecharé para ir a ver a mi padre.
También dile a April que puede quedarse con nosotros si gusta, hay una habitación para invitados en casa, tú tienes las llaves de todo. 

—Me parece bien, pero voy a esperarte para comer, de ahí nos vamos.  
Mi vida, te recuerdo que mi madre es tu suegra, y sí, se lo diré.
Te estaré esperando, te amo, Michael.

—Lo sé, mi amor, recuerda que no hay nada que no haría por ti, quiero hacerte feliz, necesito verte sonreír todas las mañanas. 
Tócame siempre, Jonathan, porque me gusta como lo haces. Te amo, querido.

Dicho éso y colgó, dejando a Jonathan un tanto anonadado.

El contador sacó del armario aquél abrigo que era de Michael, ese que aún conservaba su perfume, aspiró su aroma y se sentó sobre la cama.
Miró su anillo de bodas, abrió el estuche dónde lo guardaba, ahí vió los anillos de su esposa, el de promesa y el de bodas, eran brillantes. 

Tenía los tres anillos guardados ahí.

Se preguntaba si es que acaso algún día su hija querría los anillos, especialmente los de Lucía.
Aunque la realidad es que Cherry se rehusaba a que le hablara tanto de Lucía, porque era recordar a sus abuelos y asociaba todo ello a algo negativo.
Esperaba que algún día le despertará la curiosidad de saber acerca de su madre.
Había tomado la decisión de darle su propio espacio, en algún momento debía preguntarle. Y él estaría listo para responder cada una de sus preguntas.

Dejó el estuche de los anillos en el cuarto de April, esperaba que ella lo guardará junto con el broche que usó Lucía el día de su boda. No confiaba en dejar ésos objetos en el sótano, al igual que el resto. 

Jonathan regresó a la sala y se quedó un momento ahí, viendo la urna con las cenizas de su esposa. Y su madre se acercó a él.

—¿En qué tanto piensas, Jon?

—¿No le estaré rompiendo el corazón a mi esposa? ¿Cierto? 

—A ver —suspiró—. Jonathan, lamento decirte esto, pero tú no estas casado, eres un hombre viudo.
Nunca avanzarás si sigues aferrado a ésa idea, tienes que dejar de idealizar tu vida de casado, el peor error que puedes cometer es empezar a comparar lo anterior con lo nuevo, no debes hacerlo.
Las personas, ni los amores son iguales, cada uno es distinto y especial. 
El rehacer tu vida no debe ser un motivo de culpabilidad, no tienes por qué sentirlo.

—¿Sabes qué sucede, Mamá? Es sólo que tengo un sentimiento extraño. 
He estado recordando cosas, la primera vez que vi a Michael sentí algo, no sabría explicarte exactamente que fue. 
Cuando lo vi en el festival que se hizo a beneficio del Instituto Alexandria, lo reconocí de inmediato. 
Recuerdo mucho sus ojos aqua cristalizados, luego solamente lo vi marcharse, ahí me fui tras él, lo perseguí hasta alcanzarlo.
He corrido un sin fin de veces, pero en aquella ocasión sentí que mi corazón se saldría de mi pecho, nunca me sentí tan poco saludable. Y al abrazarlo… fue sentir un click. 
Éso es algo que no puedo explicar —dijo con confusión—, porque no lo había sentido con anterioridad.
Pienso en ello a menudo, a veces pienso en ¿Que habría sido de mi vida sí me hubiera quedado aquí en Italia? ¿Habría cambiado algo el ver a Michael en otro momento de mi vida?
Y también pienso en Lucía, en si ella no hubiera muerto ¿Seguiríamos juntos? ¿Estando ella viva habría sentido ésa conexión con Michael?
Le he estado dando vueltas a ése asunto.

—¿Qué sucede con ésa auto-tortura? Olvídate de los “y si hubiera”, no tiene sentido alguno torturarse por el pasado.
No puedes cambiar tu pasado, las personas tienen diferentes amores en su vida, todos son especiales a su modo y nos enseñan diferentes cosas.
Ninguno es mejor que otro, sólo son diferentes a su manera.
Lo que importa es que tienes 38, luces fantástico, tienes una niña hermosa, y tienes un novio que te ama. 
Éso es lo único que tiene valor en el presente, lo demás no importa.
Ni el cómo, ni el porqué, ni en si hubiera llegado antes, nada de ello tiene valor.
Así que por favor, no le crees a Michael una inseguridad que no tiene.
Él no merece sentir que lo pondrás a competir o a llenar el espacio de Lucía.

Jonathan se quedó pensando un momento en ello, y estaba recordando la estadía de Michael aquí, entendía el porqué su novio se sentía más libre en su casa. 
Afuera de su habitación siempre era cauteloso con sus muestras de afecto, sentía que fuera de la habitación le debía un respeto a su difunta esposa.
Y aquello no era algo justo para su pareja.

Había decidido cambiar las cosas.

Jonathan junto con April prepararon algo para comer, solamente estaban esperando a Michael.

El contador reconoció el sonido de la camioneta, así que esperó a su novio en la puerta, fue a abrirle, lo jalo hasta dentro de la casa y le dió un beso. 
Posteriormente lo tomó de la mano para llevarlo a la cocina.

Estaba feliz de verlo otra vez, más que Michael se veía bastante bien, traía un traje azul aqua que combinaba con sus ojos, una corbata negra y un pisacorbata en forma de saxofón que traía la letra «J», junto con una cadena. 

El abogado saludó a su suegra y a la niña, a quién le llamó la atención el pisacorbata.

—¿El saxofón es por papá?  

—Así es.

Cherry quería pedirle prestado el pisa corbatas y mirarlo más de cerca, pero no quería arruinar el atuendo del abogado, porque traía puesto un chaleco. 
Mientras que April quería saber por su estado de salud, así que le preguntó. 

—Michael ¿Y cómo te sientes? ¿Ya te encuentras mucho mejor?

—Sí, bastante mejor, supongo que fue la presión. He tenido algo de estrés. 
El dormir un rato me ayudó bastante.

—Supongo que mi hijo la hace bien de doctor.

Michael bajó la mirada, no tenía nada más que decir al respecto.

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