Jonathan pasó a la florería, le compró unas rosas a Michael y llevó un par para Lucía, después fue a recoger a Cherry de la escuela, quién se puso feliz de verlo.
La niña se había acostumbrado a que en este mes su papá pasará por ella y sobre todo se adapto a la rutina de las mañanas en la que Michael y Jon la llevaban a clases.

—Hola, cariño ¿Cómo te fue en clases?

—¡Bien! ¿Hoy a dónde iremos? ¿Vamos a pasar por tú novio?

—No, hoy no iremos por él, iremos directo a nuestra casa.

—¿Por qué? ¿Peleaste con él?

—No, cariño, nunca. Es sólo que Michael se ha sentido un poco mal, y lo he llevado a casa antes, él ahora esta descansando en su casa.
Primero llegaremos a nuestra casa para que te pongas cómoda y nos llevaremos a casa de Michael lo que ocupas para hacer la tarea. 

—¿Y nos quedaremos allá?

—Tal vez, no lo sé, depende…

«Depende si se puede parar de la cama».

Jonathan y su hija llegaron a casa, ambos saludaron a April. 
Ella tenía la duda de porque su hijo había salido tan apresurado de casa en la mañana, sin embargo, sabía que de seguro tenía algo que ver con Michael.
La verdad es que ellos últimamente habían estado bastante unidos, por ello, ell contador quería comenzar a llevar su ropa a la casa del abogado, no sólo de él, si no de la niña también.

Después de un rato, Cherry y April fueron a la tienda a comprar un par de cosas que la niña necesitaba para la escuela. 
Así que Jon se quedó un momento a solas, después fue a su habitación y sacó su anillo de bodas, también aprovechó para ponerle las dos rosas que le había comprado a Lucía.

Y estando frente a su urna le habló, esperaba que ella lo escuchará.

—Hola, Lucy. Nuestra niña sigue creciendo, esta por cumplir siete, creo que lo he hecho bien a pesar de no tenerte aquí conmigo.
Yo… he seguido viviendo, tengo que hacerlo, por ello… es que quiero hacerte saber que deseo volverme a casar.
Los dos sabemos que mi madre no vivirá por siempre, también es un hecho que Cherry no va a quedarse a mí lado el resto de su vida, tiene que vivir, algún día se irá, quizás se case, forme su propia familia, no lo sé. La única certeza que tengo es que no puedo retenerla toda la vida.
Necesito calidez en mi vida, no quiero dejar ir el amor, ni la oportunidad de ser feliz, ahora que tengo la posibilidad de obtener todo.
A Michael lo amo, no quiero mentirte, sabes que no podría —murmuró por lo bajo, mientras sostenía su anillo de bodas—, siempre te hablé con la verdad, no tengo razón para no hacerlo ahora.
Él es bueno con nuestra hija, sé que será una parte importante de nuestro día a día.
Cherry se ha estado acostumbrando a su presencia, él le agrada, y a mí también.
Con él me siento tan libre, siento que puedo ser yo mismo, pero sobre todo, me siento apoyado por él. 
Lucy, cariño… perdóname. 
La verdad es que no quiero estar sólo el resto de mi vida, deseo que Michael sea mío, tal como lo seré yo de él. 
Me hace feliz, por éso es que no quiero dejarlo ir, no me lo perdonaría nunca.
Hubo veces en las que creí no merecerlo —expresó con amargura—, he querido alejarme, dejarlo libre, porque él es joven, puede conseguir algo mucho más e iniciar su propia familia, éso lo sé.
Pero yo… seré egoísta, lo quiero para mí, no lo imagino con alguien más, es una idea a la que me rehuso, no lo voy a perder, no quiero hacerlo, aunque suene egoísta, y aunque estemos en diferentes etapas de nuestra vida.
También se que le estoy arrebatando muchas oportunidades, especialmente lazos familiares, las cosas con las que probablemente soñó, quién sabe cuántas otras más.
Aún siendo consciente de ello, he decidido amarlo y sé que él me ama igual.
Estoy seguro de ello porque lo veo en sus ojos, siento su gran amor cuando me besa y cuando me abraza.
Lucy, me quiero comprometer con él, deseo unir mi alma a la suya, necesito hacerlo, mi alma me lo pide.
Sin embargo, quiero que sepas que disfruté mucho mi matrimonio contigo, nos reíamos tanto, eras tan divertida, y tan valiente. 
En tus últimos días, fuiste la mujer de mis sueños más anhelados, te ame hasta el final.
Pero estoy listo para continuar viviendo mi vida, realmente quiero hacerlo, espero tener tu bendición. 

Estuvo con sus cenizas un momento más, le encendió una veladora y siguió mirando su anillo de bodas.

Sí, realmente quería volver a usar un anillo igual, especialmente quería que su novio lo tuviera, así le haría saber al mundo que él estaba ocupado y felizmente casado.

Michael Spencer sería suyo en cuerpo y alma.

April regresó junto con Cherry, la niña le había contado acerca de Michael, parecía que se estaba acostumbrando a él. 
Al entrar a la casa vió a su hijo con la urna de Lucía, observando su fotografía.

Eso llamó la atención de April, suponía que la culpa de nuevo recayó en su hijo.

—Jon ¿Pasó algo?

—No, nada, esta todo de maravilla ¿Qué tienes ganas de comer? 

—Aún no lo sé, pero ya veré en un rato, ustedes apurense a ir con Michael.
La niña quiere verlo, me ha dicho que le has comentado que tu novio se siente mal, así que no lo dejes sólo.

—Ven con nosotros, sirve que conoces la casa y el cuarto de Cherry. 

—Primero avísale a Michael, no quisiera importunarlos. 

—“A tu yerno”. Y no te preocupes, él me ha dicho que también es mi casa.
Él a lo mejor todavía no es consciente de que ya somos más que novios, cuando menos lo espere… y sin darse cuenta estará casado conmigo. 
Michael será mi esposo, dalo por hecho.

April veía en los ojos de su hijo cierta determinación, él estaba más que convencido de que lograría casarse con Michael Spencer.

—Jonathan, siempre has sido la clase de chico de “lo quiero, lo obtengo”, así que te creo —dijo con un suspiro, después miro a su hijo—, sólo ten la cortesía de avisarle.
No seas igual a tu padre, él ni siquiera me preguntó si quería casarme.

—Mi novio se viste tan bien, que cualquier día lo puedo llevar al registro civil.
Es la ventaja de salir con un abogado, siempre estará listo para la ocasión.

Hablando del rey de Roma, el abogado le llamó, recién se había despertado.
Jonathan no tardó en responderle y se fue a su habitación a tomarle la llamada.