LXXXIII - Amor Desatado
Jonathan se sentía mucho más relajado, su novio le había ayudado a mejorar su estado de ánimo.
Aunque la realidad era que a los dos les hacía falta un momento a solas, la casa de Michael era la ideal para ello.
Ambos tenían demasiada tensión acumulada, les estaba costando el hecho de no tener muestras de afecto, era un acuerdo no verbal que ambos tenían.
En presencia de Cherry debían de ser cautelosos, mientras que con April, al abogado le daba cierto pudor besar a Jonathan en su presencia.
Las únicas veces que podían estar a solas era dentro de la habitación de Jon, sólo que a medida que pasaba el día, toda esta carga contenida se iba a acumulando, y en la noche irremediablemente ambos sacaban esa tensión sexual de golpe.
Cosa que por consiguiente les afectaba en el aspecto de ser silenciosos a la hora de estar sólos.
La rutina era la misma, ambos iban a la habitación, ni siquiera alcanzaban a cerrar la puerta y ya estaban besándose.
Después el abogado veía al contador quitarse la camisa, luego este lo recostaba sobre la cama.
Para cuando se daba cuenta, ya tenía a su novio encima en bóxer únicamente o con el pantalón desabrochado.
Y no, no era de piedra como para no sentir nada, no le era sencillo apartar la mirada de Jonathan Bettley.
Para alguien como Michael era una tortura estar en casa de su novio y no poder besarlo o tenerlo abrazado en la sala de estar. Y en la noche, todos ésos sentimientos contenidos a lo largo del día... salían a flote.
—Mi amor, siempre sabes cómo quitarme el estrés, te adoro.
—Me tienes acostumbrado a tantas cosas, sé que te dije que no me tocarás en el coche, pero extraño que me toques, al igual que echo de menos tus besos sobre mi cuerpo.
—Esperame, cielo.
Jonathan lo besó, seguido de ello se levantó para medio vestirse.
—No te vistas, quiero seguir viendo tu cuerpo.
—Siempre puedes desvestirme, ya vuelvo.
El hombre de ojos avellana salió de la casa, tomó sus llaves y metió su auto a la cochera doble, después volvió a entrar a la casa.
Ahí en la habitación se desvistió nuevamente ante la mirada lasciva de su pareja.
Seguido de ello, lo cargó con sumo cuidado y lo llevó hasta el auto.
Estando ahí, lo invitó a subir, después lo puso arriba de sus piernas.
Los dos se fundieron en un beso largo, manteniendo ésa misma posición durante unos minutos, e irremediablemente volvían a buscarse.
—Sin duda me das la calidad que necesito, has cambiado tanto mi vida con tu amor, Jonathan.
Quiero seguirte amando, necesito hacerlo.
—Y tú a mí —confesó con sinceridad, a la vez que lo acomodaba mejor entre sus piernas—. De verdad que me la paso increíble contigo, no creí que alguien volviera a amarme.
Desde que Lucía se fue, estaba seguro de que sería difícil que alguien se involucrará conmigo, no es fácil estar con una persona que tiene hijos, y menos cuando uno de los padres esta ausente.
No puedo darle el tiempo total a nadie, éso lo sabes ¿Cierto? Y lamento que tenga que ser así, pero supongo que entiendes mi posición.
Lo que sí te aseguro, es que voy a amarte, seré incondicional contigo, te daré todas mis noches.
Michael, te juro que nadie podrá alejarme de ti, tú serás mi esposo, te lo prometo.
—Amor, yo sé que es difícil el volver a casarse más siendo viudo, quiero que no te presiones con ello.
Aunque si tú quieres, desde luego que me encantaría casarme contigo.
—Claro que quiero, no me veo con nadie más que no seas tú. A ti es a quien quiero.
Yo te necesito todas las noches a mi lado, deseo dormir contigo a diario, quiero permanecer abrazado a ti toda la noche y despertar con un beso tuyo.
Ven cariño, déjame volverte a profanar.
Te marcaré el cuerpo entero con mis besos, voy a hacer que extrañes tenerme dentro de ti, y que pidas por mí.
—Siempre pediré por ti, querido.
—Michael, házme saber que es lo que te gusta que te haga, cualquier cosa, no importa que sea, dímelo, que yo haré realidad cualquiera de tus fantasías.
—No creo que sea necesario, tú sabes dónde tocarme, mi amor.
¿Quién mejor que tú para conocer mi cuerpo? Además estoy cómodo con las posiciones que he aprendido contigo.
Sígueme mostrando más de ello, hagamos las que sean necesarias, pero no dejes de besarme mientras me lo haces, sígueme sosteniendo entre tus brazos y permíteme seguir abrazándote... mientras te siento en mí.
Me gusta sentirte dentro, la sensación de ello bajando, el escucharte, el tacto de mis manos sobre tu espalda, disfruto de cualquier cosa que me permita besarte y abrazarte a la vez.
A medida que hablaba sentía como aquella parte de su novio volvía a elevarse, se sonrojó por ello, aún así el abogado se levantó un poco, escondió su rostro en el cuello de su pareja y volvió a sentir como volvía a ser invadido.
Jon volvió a besarlo, esta vez yendo más lejos y tocándolo del todo.
—Éso también me gusta.
—Déjame hacerte todo lo que amo hacerte y ve diciéndome que tanto te gusta que te lo haga.
—Jonathan, cariño...
Lo calló con un beso, si ya sabía lo que iba a decir, tenía que volver al trabajo.
Jonathan necesitaba sentir su cuerpo un poco más de tiempo, quería seguir escuchando sus suaves gemidos en su oído.
—Mi vida, no sabes las veces que quise hacerte esto en nuestras citas, si supieras como te he imaginando, lo que he hecho con tus prendas... —se relamió los labios—, es tan impuro, que no puedo decírtelo. Es tan inmoral, corazón.
Ni siquiera te relajes, nos falta ir a la camioneta, dime que aún tienes la colchoneta dónde dormíamos.
—Sí, aún la tengo.
—Ven aquí —le respondió con dulzura—, ven, amor mío.
Jon besó a Michael en la frente, le sonrió, bajó del auto y volvió a cargarlo.
El abogado sentía su corazón latir, hoy estaba sintiéndose como lo que realmente era, el novio de Jonathan Bettley.
Su pareja lo dejó un momento sentado en la parte delantera de la camioneta, porque primero pondría la colchoneta e iría por un par de mantas y almohadas.
Al volver lo cubrió con una manta, acomodó la colchoneta correctamente en la parte trasera de la camioneta, junto con las almohadas y mantas para estar cómodos.
Finalmente regresó por Michael para tomarlo nuevamente entre sus brazos.
Lo recostó sobre la colchoneta, subió arriba de él, ahora estaba listo para volver a profanarlo.
Jonathan cubrió de besos a su pareja, a la vez que le daba embestidas suaves, pero continuas, sin dejarlo de besar.
En lo que Michael lo abrazaba y entrelazaba sus dedos dentro de su cabello, e igualmente de vez en cuando bajaba y lo llenaba de besos.
Ambos ya se habían saciado sexualmente, sólo que querían seguirse amando, una y otra vez, las veces que fueran necesarias, únicamente querían sentir el calor del cuerpo del otro.
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