LXXII - Jonathan Bettley

Frederick escuchó con atención a Sara, sobre todo cuando mencionó a Jonathan Bettley, el nombre que le había dicho su hijo por teléfono.
No podía levantar ningún caso contra él o sería ir en contra de Michael.
La relación con su hijo era de por si complicada, sabía que muy probablemente le costó llamarlo.

Por lo visto el tema era más delicado de lo que pensaba.
Y más cuando su ex nuera le habló del post que hizo en redes sociales.

—Sara —le llamó por su nombre, después hizo una pausa—, no encuentro las palabras para decirte.
Lamento mucho lo sucedido, este chico Jonathan suena terrible, probablemente lo sea, pero...

—¡Lo es! Incluso Patrick desconfía de él, ya también le advirtió a Michael sobre Jonathan.
Es la clase de hombre que solamente busca sexo, nada más usará a Michael, éso se lo puedo asegurar.

—Y te creo totalmente, sólo que... ¿Entiendes qué no puedo ir en contra de los deseos de mí propio hijo?

—Éso lo sé, suegro. Comprendo su situación, únicamente quería que estuviera al tanto de los hechos.
Yo siempre he recurrido a usted cuando se trata de cosas sobre su hijo, para mí no es ninguna molestia mantenerlo informado.
Sólo le pido estar al pendiente de Michael, es seguro que lo necesitará cuando Jonathan se aburra de él.

—Te lo agradezco, Sara.
Quédate tranquila, mandaré a mi secretario a vigilar a Michael.

Frederick saco de su cajón una chequera, lleno los datos junto con una cantidad apropiada, después le dió el cheque a Sara.

—Lo necesitarás, también te daré el contacto de un amigo mío, mencionale que vas de mi parte.
Es probable que recibas una demanda de parte de ése chico llamado Jonathan.
Busca mediar el conflicto fuera de los tribunales, lleguen a un arreglo, es lo mejor para todos.

—¡Gracias, suegro! Le confieso que cuando realicé el post en redes sociales, sabía que Jonathan intentaría desacreditarme, por ello le pedí asesoría a Patrick.
Desde un principio estuve más que conciente de las implicaciones y repercusiones que esto me traería, pero vale la pena con tal de salvar a Michael de un tipo tan ruin como Jonathan Bettley.

—A ti, Sara.

Ella lo abrazó, limpió sus lágrimas y después de unos minutos se marchó.

El padre de Michael pasó un rato mirando el ventanal, le agradaba ver a través del cristal de su despacho.

Desde hace tiempo que se sentía como un pájaro enjaulado en una jaula de oro, por lo que el ver a otras personas ser felices le aliviaba el alma.
También le agradaba sentarse en el parque, escuchando el cantar de las aves. Únicamente podía ir a horas muy tempranas, su parte favorita era ver el amanecer.
El poder sentir la brisa en su rostro, los sonidos de la prenumbra de la mañana, los aromas, cosas tan sencillas le hacían feliz.
Luego era encerrarse aquí de nuevo.

Esta era la vida que eligió vivir, la carrera que decidió llevar, no era momento de arrepentimientos.

Frederick llamó a su secretario después de un rato, quería pedirle un favor en especial.

—¿Me mandó llamar?

—Le encargo lo de Carnaghi, sea útil.
Y de favor le pido que vigile a mi hijo, quiero que me notifique de su estado.

—¿Usted me está despidiendo?

—No, no lo estoy despidiendo, me comunicaré con Andrés para que lo haga pasar como un pasante más, cubriré sus honorarios con un porcentaje extra debido a las inconveniencias que esto le acarree.
Igual es libre de declinar, no lo forzaré a nada.

—Lo haré.

—Le recuerdo que tengo una evento privado a las 08:00 pm, consigame a una acompañante, una mujer trofeo, discreta, guapa y de preferencia que no me dirija palabra alguna.
Agradezco sus servicios, Arnaldi, pero sepa que no lo echaré de menos.

—Ni yo, señor ¿Algo más?

Spencer negó. Luego sonrió, mientras tanto le daba vueltas al vaso de whisky que tenía en las manos, en el reflejo se veían sus ojos aqua, se preguntaba por su hijo ¿Qué estaría haciendo ahora?

Aquello no importaba, ahora debía marcarle a Carnaghi.

Michael por su parte tuvo una mañana ajetreada, su novio no podía evitar tenerle las manos encima, menos cuando ambos estaban en la cama.
Lo tenía con la camisa levantada, las manos atadas, besándolo con pasión, manteniéndose encima.
El abogado no sé creía capaz de seguir con estas sesiones de besos, por qué irremediablemente Jonathan buscaba llegar más lejos.
Se safo como pudo del apretón de su novio hacía sus manos, le siguió con los besos un poco más mientras acariciaba su espalda.

Posteriormente se separó de él en medio de un gruñido de parte del contador, no quería dejarlo de amar.

Michael, mi amor... déjame seguir.

—Tienes la cita con Carnaghi a las 10:00, vamos cariño, por favor.
Tengo que empezar a alistarme para el trabajo, debo llegar un poco antes si quiero salir temprano.
Recuerda que llegan las cosas de la niña a mi casa, llamé a la tienda, las traerán de las 12:00 en adelante, debemos de estar al pendiente.

—Amor, te deseo tanto que me olvidó del mundo a mi alrededor, quiero que estés en mi cama todos los días.
Necesito amarte, besarte, profanarte, dormir a tú lado, yo quiero tenerte a diario conmigo.

—Ya me tienes aquí, Jon.

Michael le dió un profundo beso, luego se levantó de la cama, de lo contrario Jonathan no lo dejaría ir.
Se fue a la ducha, sólo dejo en la cama él saco, se cambiaría dentro del baño, no confiaba en su pareja, alguien debía ser la voz de la razón.

Al salir observó a Jon esperándolo con una taza de café, luego la puso en el buró y lo abrazó por detrás.
Lo llenó de besos, aspiró su aroma, y se quedó un momento abrazado a él, seguido de ello pasó sus manos por todo su pecho, después las deslizó hasta su entrepierna.

Amaba tocarlo.

—Bebé, siempre te ves tan bien, eres tan sexy y jodidamente mío.

—Ah, Jon... te amo. Si sigues tocandome así no iré a trabajar, ni tú irás a la cita con Carnaghi, es importante que seas puntual.

—No es el único abogado del mundo. Y poco me importa lo que digan de mí  en redes sociales. Ya sé que dicen que soy un desgraciado, él cual busca tener solamente sexo con mujeres.
Por qué si es lo que busco, pero con un hombre, contigo —dijo con voz ronca, luego lo besó—, quiero joderte a ti nada más.
Sí mi amor, soy un desgraciado, uno que quiere hacerte el amor a ti.

—Cariño, entonces ven y toma lo que buscas, pero se rápido.
Podrás ser el peor del mundo, aún así te amo, estoy loco por ti, me encanta la forma en la que me tocas, y el modo en el que me lo haces.
Usame, follame tanto como quieras.

—Michael, tú haces que sea tan fácil amarte, te amo mi amor.

Ambos se fundieron en un beso y el abogado fue arrojado a la cama de nuevo, la vista era preciosa.
Su novio sin camisa y en bóxer, no podía creer que Jonathan Bettley Ross fuera suyo, el hombre más odiado de las redes sociales estaba por hacerlo suyo nuevamente.

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