CXXX - Conteos

April despertó a las 07:00 a.m, observó a Jonathan durmiendo en el sofá con el celular encima.
Su nieta no tardó en despertar, así que le pidió que no hiciera ruido, quería dejar dormir a Jon un poco más de tiempo.
Ella sabía que su hijo tenía que partirse en dos por Michael y por Judy, pero hacía lo mejor que podía para pasar tiempo con ambos.

Al dar las 10:00 a.m, Cherry despertó a su padre, moviéndolo para que finalmente despertará y cumpliera su promesa.
Jon despertó, después tomó un poco de café que le dió su madre April, así que aprovechó el momento para agradecerle que cuidará de Judy.

—Siempre es un gusto tener a Cherry conmigo, por favor, cuida de mi nieta y de tu prometido, sobre todo de él con el tema de la boda.
Déjalo ilusionarse a su manera, Jonathan.

—Eso es un hecho y eso es porqué estoy igual de emocionado que él.
No te preocupes, haré las cosas bien. 

Jonathan alistó a la niña, juntó sus cosas para echarlas en la camioneta, y se despidió de su madre.
Ahora estaban listos para regresar a casa. 

Al llegar a su hogar, Jonathan puso los globos dorados en la habitación de Cherry, justo en el techo. Luego volvió a la sala, estando ahí comenzó a armar la casa y a leer las instrucciones, por qué la casa de juguete tenía luces, así que debía armarla correctamente.

En cuanto a Michael, despertó a medio día. Al bajar de la habitación, vió a Jon jugar con Judy, saludo a ambos, ahora tenía que hacer el almuerzo.
Fue a la cocina, estando ahí, cerró sus ojos por un momento, y sintió el cuerpo de Jonathan chocar contra el suyo.

—Buenos días. No, sólo días, porque bueno estás tú. ¿Qué tal dormiste, amor? 

—Bien, pero amanecí algo adolorido.

—¿Sigues sintiéndote vacío? 

—No —negó—, me encuentro perfecto.
Estoy estupendamente bien, Jon.
Pero hay algo que si me falta, un bendito beso tuyo. 

—Será un placer darte los besos que quieras, mi amor.

Jon le dió un beso corto, luego volvió con Judy, los Domingos eran los días en los que más podía tener la compañía de su adorada hija.
Almorzaron todos juntos, sin embargo Michael notó como su prometido se quedaba dormido sobre su hombro.
Si el abogado hubiera podido, lo hubiese llevado él mismo a la habitación, pero lamentablemente no podía, su novio no solamente era más alto que él, si no mucho más fuerte en masa corporal, imposible cargarlo, así que lo movió suavemente. 
Después le susurró en el oído: «amor, ve a dormir», a lo que Jon accedió, despidiéndose con un beso en la mejilla de Judy, lo mismo hizo con Michael. 

—Los veo más al rato, amores. 

—Sí, pa’.

Michael solamente le tendió la mano a Jonathan y él se sintió ofendido.
Cómo odiaba que hiciera eso, porque solía tratarlo como si no fuera nada en algunas ocasiones, especialmente cuando estaban en presencia de Judy. 
Claro que entendía el porqué lo hacía, era totalmente comprensible, solamente que le dolía que esto sucediera siempre después de una noche llena de amor, para que al siguiente día fueran dos extraños. 

—Michael —le llamó con seriedad—. 

—Descansa, cariño.

—Así esta mejor.

Les dió un beso en la frente a ambos, para finalmente irse a recostar en la cama, solamente que debió de abrazarse al saco azul de Michael para poder dormir. 

El abogado se quedó con Judy, jugó un rato con ella, pero a las 03:00 p.m, la arrulló para que durmiera su siesta. 
La había tomado entre sus brazos, meciéndola, pasando las yemas de sus dedos por la frente de la niña y parte de su cabello. Observó sus facciones, tenía mucho de Jonathan, la adoraba por ser hija del amor de su vida.
Estando con ella pensó en lo mucho que había llegado a quererla, esperaba que algún día la hija de su prometido lo aceptará del todo como una figura en su vida diaria.
Una vez que Cherry se durmió, la llevó hasta su cuarto para arroparla, posteriormente se marchó con Jon a la habitación.
Michael tenía un aire de añoranza, tenía aquél reloj pidiéndole ser padre, aunque claramente no podía, y en Italia era un crimen el que quisiera pensar tan siquiera en criar un hijo al lado de Jonathan. 

El hombre de ojos aqua entró a su habitación junto con su pareja, estando con él en la cama, se puso encima de su pecho, después le dió un pico en los labios, logrando despertarlo.

—¿Y Judy?

—Dormida, cariño. 

—Gracias por ayudarme, cielo.

Se dieron un beso, Michael unió su frente con la de Jonathan, acarició su mejilla, después le hizo una pregunta un tanto particular. 

—¿Cómo está tú conteo de esperma? 

—¿Perdón? —respondió el saxofonista con sorpresa—. Perdona, no te oí. 

—Me gustaría que te hicieras un seminograma para ver el estado de la calidad de tu semen. 

—¡¿Qué?! No, realmente no estás preguntándome sobre éso. 

—Sí, te lo estoy preguntando, Jonathan.
Quiero un bebé —confesó—, yo quisiera criar un bebé contigo. 
He estado pensando mucho en ello, yo realmente quisiera ser padre algún día.
Cariño, deseo que nuestro hijo tenga tus ojos y que sea hermano de Judy.

—Amor, no sé qué decirte, pero no lo veo tan viable, estoy por llegar a los 40’s, dudo que pueda existir la posibilidad de que siga siendo fértil.

—He probado tu esencia por completo, no tiene mal sabor, además tienes buenos hábitos alimenticios, estoy seguro de que tus espermatozoides siguen siendo fuertes y en masa. Además que cuando eyac… 

Jonathan calló a su novio con una de sus manos.

—¿Podemos dejar de hablar de mis espermas en voz alta? 

—Han recorrido mi garganta durante mucho tiempo, llegando a sitios que… —hizo una pausa y se acomodó en el pecho de su novio—. Sabes de lo que hablo, vamos, no me digas que no puedo hablar de ellos.

—Michael, solamente deja que nos casemos, luego vamos viendo el tema del conteo.

—Sé que serán millones —le sonrió—, estoy seguro porque los he probado.
Lo mejor es su sabor, no saben mal. 

—Mi vida. Ten algo de pudor.

—Nos vamos a casar, no deberíamos tener pudor entre nosotros.
Mejor ven y dame un beso, querido mío.

—¿Blanco?

—Por favor, amor.
Cariño, te hablo en serio. ¿Estarías de acuerdo en ampliar la familia?

—Sinceramente no había pensado en tener más hijos, pero si también me gustaría, realmente no pude disfrutar, ni ser feliz con mi paternidad durante los primeros años de la vida de Judy.
Estuve lidiando con la depresión y el luto.
Así que sería bueno tener una experiencia felizmente paternal al lado de ti.

—Solamente le ruego a Dios que tenga tus ojos. 
Adoro todo lo relacionado contigo.

Se dieron un beso y Jon sacó a Michael de la habitación, llevándolo hasta la sala, ambos sabían lo peligroso que era estar a solas en una habitación.
Así que en la sala encendieron la televisión, estando ahí Jon paso las manos por la espalda baja de su prometido, dándole suaves palmadas en sus posaderas a la vez que lo besaba. 
Al oír la puerta de la habitación de Judy se separaron y Michael optó por acostarse en el sofá, luego puso su cabeza en las piernas de Jonathan.
Mientras que Judy al verlos subió arriba del abogado para que le hiciera espacio en el sofá.
La niña había comenzado a llamar al prometido de su padre: «ap», que para Michael y Jonathan significaba «ab» (abogado), pero no, era «ap» (pa’ al revés), que en la mente de Cherry tenía bastante sentido. 
Podía llamarle «pa’» a su padre biológico y al revés «ap» al no biológico. 
Era algo raro, sin embargo Judy lo había elegido en conversaciones con sus amigas.

Posteriormente de un rato, Jonathan escuchó la puerta, así que se levantó a atender, pensó que era Riley, pero no, se trataba de Frederick, el padre de su prometido, así que al verlo lo saludó de inmediato. 

—Hola, suegro. ¿Cómo ha estado? 

—Bien, Jonathan, agradezco tú interés. ¿Y ustedes cómo han estado? 

—De maravilla, nos va muy bien. Pase, por favor. 

Frederick le agradeció y pasó a su antigua casa, observó a un costado la foto de Marcela y aquello le trajo un cierto aire de nostalgia, una parte de él sentía que no debía de estar ahí. 
Al llegar a la sala saludó a su hijo, luego dirigió su mirada a Cherry, a quién le entregó las muñecas que iban con la casa, le había costado conseguirlas. Menuda porquería con los juguetes, que todo vendían por separado, pensó.
Y Judy al verlo le llamó «abuelo», que para Jonathan había sido una sorpresa total, por lo que pensó: «mis ex suegros no se han ganado a mi hija en seis años, este señor viene en dos días y lo logra»

—¿El regalo es por mi cumpleaños? 

—No, no lo es, no sabía que estabas por cumplir años. 

Cherry asintió y continuó felizmente hablando con Frederick acerca de su próxima fiesta de cumpleaños. Ella lo había invitado, gesto que el padre de Michael agradeció. 
Y el hombre de ojos avellana no pudo sentirse peor, porque de alguna forma sentía que le había fallado a Lucía, su hija Judy apreciaba más a alguien no sanguíneo, que a sus propios abuelos biológicos. Aquello le sentaba mal.
Temía que Cherry hiciera a un lado totalmente el recuerdo de su madre.
Sin embargo, otra parte de él se sentía feliz de saber que su suegro tratará bien a su hija y que la hiciera sentir cómoda. 

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