CXXV - Amarte
Michael ahora había llegado hasta el gimnasio y notó su camioneta estacionada en el gimnasio en el que Jonathan tenía sus prácticas de box, menos mal no se había equivocado de dirección.
Entró al lugar de forma precavida, buscando a su prometido con la mirada y finalmente lo encontró.
Se acercó de forma sigilosa, luego le habló con su voz más melodiosa.
—Que sexy eres.
—¡Amor mío! ¿Qué haces aquí? No te esperaba tan pronto.
Te abrazaría, pero no quiero ensuciarte el traje.
—Me has manchado con cosas más viscosas, descuida, ven aquí, cariño.
—Un beso nada más, que quiero salir contigo a una escapada romántica, y no quiero arruinar tu atuendo.
Por cierto… mi madre, mandó un mensaje, de que ella cuidaría a Judy por un rato, así que tenemos hasta las 08:00 para estar un rato a solas.
—Lo sé, querido —mencionó a medio beso—. Te amo, Jon.
—Me doy una ducha rápida y vuelvo contigo, espérame en la camioneta, ahora mismo te doy las llaves.
Y descuida, bebé —dijo con dulzura al ver la mirada de su novio de reprobación—, las duchas en este gimnasio tienen una puerta para mayor privacidad.
—Menos mal.
—Te amo, mi vida. No tardaré.
Un beso más y lo dejó ir hacía las duchas, mientras tanto él se dirigió hasta la camioneta, estando ahí notó una figura que se le hizo familiar, un adorno de la oficina de Riley.
El hombre la tomó y observó que tenía algo atrapado dentro, así que sacó su contenido con cuidado, que era una pequeña nota que decía: «te mataré si rompes mi adorno favorito», y ahí confirmó que efectivamente pertenecía a Patrick.
Al regreso de Jonathan, el abogado le preguntó por la figura.
—¿Y esto?
—Me la regaló Andrés Carnaghi, debido a que soy su último cliente.
—No sabía que él renunciaría a la firma.
Y podría jurar que esto no es de Carnaghi, si no de Riley.
—Mi vida, yo no…
—No tienes porque explicarte, no estoy celoso, confío en ti.
Creo que es probable que Riley le haya regalado la figura de payaso a Carnaghi, pero este hombre con tal de deshacerse de ella, te la dió a ti.
Conozco a Andrés y sé perfectamente de lo que es capaz.
—Al diablo con ellos, hoy vamos a aprovechar para estar juntos.
Estoy ansioso por oír tu voz en mi oído.
—Tienes toda la razón, querido.
Pero antes, déjame llevarte a una cita.
Jonathan asintió, luego vió como Michael encendió la camioneta, y lo llevó hasta un lugar del que no tenía idea.
En el camino se la pasó con sus manos sobre la entrepierna de su novio, besando su cuello en cada luz roja y entrelazando sus manos con las de él.
Después cuando el abogado detuvo la camioneta, su novio aprovechó para besarlo y meter sus manos dentro del saco.
—Michael, vamos a casa.
—Preparé algo para ti, amor.
Ven, vamos a bajar, tengamos una cita y luego que culmine, nos iremos a casa.
—Sí, amor mío.
Michael le había cubierto los ojos a Jonathan con una venda, y lo abrazó por detrás, amaba la sensación de abrazarlo, y sobre todo de sentirlo.
Ante sus ojos hoy su novio se veía magnífico, igual que todos los días.
Al entrar al salón besó su cuello, a la vez que le rodeaba la cintura con sus manos.
Quería tenerlo así un poco más de tiempo.
El corazón de Michael dió un vuelco al notar la luz baja, también observó de cerca los últimos detalles del lugar: las velas encendidas, los pétalos de rosas sobre el piso, y el resto de decoración seguía en su sitio.
Esperaba que le gustará, aunque seguía sintiendo que no era suficiente, sin embargo finalmente le quitó la venda de los ojos a su prometido.
—Sé que no es perfecto, sin embargo no quería elegir un lugar público, no quiero que te sientas presionado por mí, ni por nadie más.
—Para mí luce bastante bien y el estar acompañado de ti lo hace mucho mejor.
Jonathan le dió un beso, y eso hizo feliz a Michael, pero ahora no podía seguirse perdiendo en medio de sus besos.
Lo invitó a pasar, para llevarlo hasta el centro del salón, estando ahí lo abrazó y le habló al oído.
—Te amo muchísimo, querido mío, mucho más de lo que imaginas.
Amo la forma en la que sonríes, adoro tus ojos, estoy enamorado de tu alma y de tu amor por mí.
Amo mi vida contigo con todo lo que representa estar a tu lado, me encanta dormir contigo, nuestros besos, todo.
Me encanta escucharte tocar el sax, porque sé lo mucho que te has esforzado por tocar mis canciones favoritas.
Te amo a ti encima de mí, amo que me hagas el amor, y que me toques solo como tú sabes hacerlo, te adoro a ti por completo.
Desde el momento que aceptaste ser mi novio, me juré no dejarte ir.
Y te prometo, que me entregaré todos los días a ti en cuerpo y alma… por toda la eternidad.
Necesito amarte entero, besarte, adorarte, envejecer a tu lado, hacerte feliz.
Te quiero amar, ser tu esposo, amante, amigo, compañero de vida, quiero ser todo para ti.
—Siempre lo serás todo, mi vida. Absolutamente todo, Michael.
No hay nadie más a quién pueda amar, tú eres mi amor, mío.
Michael sintió como Jonathan lo besaba profundamente, besándolo dulcemente y perdiendo sus manos entre su anatomía.
La respiración de ambos chocó, por lo que empezaron a besarse suavemente, pausadamente, con más amor que nunca.
Luego el abogado se hincó ante su novio, para abrir el estuche y mostrarle el anillo.
—Amor, sé que ya estamos comprometidos, aún así quiero preguntarte. Jonathan Bettley Ross —mencionó con una sonrisa fugaz—. ¿Aceptarías casarte conmigo? Dejarme usar tu apellido, formar parte de tu vida, y de Judy.
Te quiero amar toda mi vida, quiero que me despiertes todas las mañanas con tu dulce voz, necesito sentirte por las noches y que me ames al despertar.
Yo no puedo vivir sin tu voz, ni sin tu sonrisa, ni tus besos.
Te amo, Jon, te amo, mi amor.
El hombre de ojos avellana le ayudó a su novio a levantarse y le dió un par de besos, después lo abrazó.
—Sabes que sí, mi vida.
Eres parte de mí, amarte es un privilegio, eres mío y yo soy solo tuyo.
Usa mi apellido cuando tú quieras, no necesitas de un papel para hacerlo, mi alma, mi cuerpo, y mi corazón, son todos tuyos. Te daré todo el amor, te amaré como mereces que te amen.
Nadie mejor que tú para recibir mi amor, gracias por elegirme, por aceptarme con mi hija, gracias por darme tu amor.
Eres un encanto, y te amo demasiado, a ti, solamente a ti, amor mío.
Le agradezco al destino, sobre todo a la vida por ponerte en mi camino, es una bendición del cielo el tenerte conmigo, amándome como lo haces.
Michael le puso el anillo de su madre a Jonathan, justo encima del otro que ya tenía, encajaba perfecto en él.
—Cuida mucho el anillo, cariño.
Es una joya familiar muy especial, que ahora pasa a ser tuya.
—Te lo prometo, amor.
Ahora sí tengo el juego de anillos por completo, ya me siento más que tu esposo, Michael.
—Jon, no puedo esperar a que llegue el momento de ir al altar de tu mano.
—Solamente espera un poco más, cielo.
Jonathan lo llevó a un rincón del salón, dónde la oscuridad era total, estando ahí lo besó con frenesí, con una pasión mucho más desbordante que antes.
Atrapando sus labios por completo, subiendo y bajando, cambiando de posición, entrelazando su lengua con la de su amado, uniéndose por completo.
En cuanto a Michael se recargó sobre la pared, con la respiración entrecortada, saboreando los labios de su novio, acariciando su espalda, correspondiendo sus besos, a medida que su respiración aumentaba.
Abrió ligeramente sus labios al sentir a Jon sobre su cuello, gruñendo por lo bajo, desbordándose de placer, sintiendo la humedad de su boca.
—Amor, querido… aún no.
—Te deseo como no tienes idea, nunca había sentido esta pasión por nadie en la vida, ni el amor que siento por ti.
Oh, Michael, estoy más que convencido que tú eres mi otra mitad, amor mío.
No lo dejó responder, por el contrario, lo pego más hacía la pared, levantándolo entre sus brazos para besarlo con pasión absoluta.
—Controlate un poco, cariño.
Solamente vamos a comer, luego nos vamos a casa. ¿Sí, amor?
Y yo, querido… también siento lo mismo.
—Dame un par de besos, luego haremos lo que quieras, es más tengo una buena idea. Sube la luz un poco más, te juro que valdrá la pena.
El abogado accedió e hizo caso a lo que le pidió Jonathan, con la luz en normalidad pudo apreciar mucho mejor el lugar, y le encantaba la decoración.
—Muy bien, bebé. Ahora quiero que cierres los ojos y me acompañes.
—¿Para qué? Dime qué planeas, amor.
—Confía en mí.
Michael accedió, cerró los ojos por un momento y Jonathan lo llevó hasta el arco de flores, ahí le pidió que lo esperará.
El saxofonista, acomodó su celular de forma que quedará quieto sobre la mesa, activo el flash continúo de fotos, aumentó el zoom de la cámara, puso el móvil en temporizador, para finalmente correr hasta su novio, llegando a él lo tomó de la cintura y lo besó. Sabía que esta era la única forma en la que su pareja se sentiría cómodo con el tema de las fotos.
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