CXXII - Nupcial
Andrés Carnaghi escuchó el relato de Riley acerca de la insinuación de Sara, el abogado de lo familiar quería un consejo suyo al respecto.
Aunque la realidad es que a Andrés el tema no le importaba demasiado, solamente se dedicó a escucharlo y a entrelazar sus dedos en el cabello de su compañero de trabajo, el cual estaba encima suyo, contándole acerca de su problema sobre salir con Sara.
—Eres soltero, al igual que ella, tú puedes salir con quién quieras, y Sara tiene la misma libertad. Ambos son adultos, pueden iniciar una relación.
—Creo que si salgo con ella, estaría traicionando a un amigo.
—No tienes porque sentirte así, estás haciendo un problema por nada.
Simplemente ten la cortesía de contarle a Spencer acerca de ello, aunque intuyendo… —pensó por un momento—, no creo que tenga problema alguno.
—Supongo.
—Bien, ahora va siendo hora de que te vayas.
—Mañana, lo prometo, no le diré a nadie que he hablado contigo.
Confía en mí por un día, después aceptaré las consecuencias. No quiero estar sólo.
A veces creo que no hay nada para mí afuera, y siento que nada de lo que he hecho ha valido la pena.
Estoy en un punto de mi vida en el que me siento insignificante, el mundo gira, todo esta cambiando a mi alrededor, y yo sigo igual.
Veo a las personas unidas, siendo felices, eso es grandioso, y a veces me preguntó porque no hay nada para mí.
Tal vez no soy lo suficientemente bueno para que alguien me de su amor.
—Algún día lo tendrás, eso es seguro.
El mundo cambia constantemente, pero el amor sigue prevaleciendo, hay amor en todo el mundo. Y llegará el momento en el que alguien te dará todo su amor.
Por ahora, sé paciente, el universo sabrá recompensarte con la persona ideal.
—[...]
Una vez que vió a Riley un poco menos melancólico lo apartó de su lado, era de madrugada, tenía que irse a dormir.
—Hueles a alcohol, espero que no hayas manejado hasta acá.
—¿Y qué más da? No es como que alguien me espere en casa.
Estoy pasando cada día, esperando que sea el último.
—Ya veo —murmuró—.
Carnaghi se levantó y buscó sus lentes, aprovecharía el tiempo para revisar unos documentos, luego se acomodó nuevamente en el sofá, cruzando las piernas. Y sintió como Riley se acomodó nuevamente, por lo que tapó su rostro con los documentos.
—¿Qué es éso? ¿Tiene algo qué ver con Jonathan Bettley?
—No, para nada.
Esto es un acuerdo prenupcial, no quiero que los padres de mi mujer crean que me uno a ella por el dinero.
Andrés suspiró con cierto aire de fastidio, se quitó los lentes, dejó los papeles a un lado y apagó la lámpara de noche.
—Mojas mis papeles.
—Lo lamento, pero realmente no me encuentro en mi mejor noche.
El abogado de lo familiar sentía las manos de su compañero limpiar su rostro, alcanzando a dibujar el resto del contorno.
Andrés al ver a dar el reloj dar las 03:00 a.m. se fue directo a dormir, dejando a Riley sólo en la sala, esperaba que al día siguiente estuviera menos melancólico.
En cuanto a Michael había despertado al oír a Judy, por lo que se levantó de la cama y se puso una bata, luego despertó a su novio, para pedirle que se vistiera.
El saxofonista lo que menos quería era ponerse ropa, pero al escuchar la voz de Judy llamarle fue a vestirse al baño.
Luego de unos momentos, el abogado escuchó el sonido de la puerta, abrió y vió a la niña que le pedía que la cargará. Así lo hizo, la cargó y trató de arrullarla.
Al regresar Jon se la entregó, después tomó una almohada, junto con una sábana, iría a dormir al sofá.
Cherry había tenido una pesadilla, por lo que no quería dormir sola, así que la dejaría quedarse con Jon.
Spencer volvió a la habitación, cubrió a padre e hija con una manta, y finalmente salió de ahí.
El abogado despertó más temprano de lo usual, extrañaba a Jonathan rodearlo entre sus brazos, realmente le hacía falta su amado novio para dormir. Necesitaba un café, se preparó uno y aprovecho para hacer el desayuno.
Escuchó la televisión encenderse y supo que Judy se había despertado, entonces se acercó a ella para saludarla.
—Hola, buenos días.
—Hola, —le sonrió—. Tengo hambre.
—Ya te sirvo el desayuno, linda.
Michael le acercó una pequeña mesa y después le trajo el desayuno a Cherry, cosa que ella agradeció.
Seguido de ello, el hombre de ojos aqua fue hasta la habitación con Jon.
También él había despertado, olía a menta, por lo que se acercó y le dió un beso.
Estuvieron abrazados por un momento, uniéndose en un beso intenso, Michael mantenía sus manos sobre la espalda de su pareja y mientras tanto Jon subía y bajaba sus manos por la espalda baja del abogado, hasta deslizar sus manos un poco más allá, levantándole la bata en el proceso, metiéndole mano por debajo.
Se separaron por un momento por la falta de aire, aún así Jonathan aprovechó para seguir moviendo sus manos, a la vez que besaba el cuello de su prometido.
—Te amo, mi vida. ¿Me extrañaste?
—Te amo mucho más, querido. Y sí por supuesto Jon, claro que te extrañe, estoy acostumbrado a sentir algo más que tus manos a la hora de dormir.
Todas las mañanas que me separó de ti, siento que pierdo una extensión de mí.
Me gusta sentirte, amor mío.
—Entonces ven aquí, mi vida.
—Se me hará tarde, cariño. Mejor ve con Judy a desayunar, en un momento te alcanzo, solamente dejá me arreglo para ir al trabajo.
—Es el primer fin de semana que no estarás todo el día conmigo, ni con Judy. Me harás falta, Michael.
—Me llevaré lonche, y agarraré el horario corrido para llegar más temprano a casa.
El ex contador asintió, le dió un beso más a su novio y salió de la habitación para reunirse con su hija.
Jonathan ahora estaba viendo televisión con Cherry, luego de un rato sintió el olor del perfume de Michael embriagarlo, lo miró de abajo hacía arriba y notó lo bien que se veía.
El hombre de ojos aqua traía puesto un traje azul en tono medio (que hacía juego con sus ojos), una camisa blanca de vestir, una corbata roja, y un broche colgante al lado del saco.
—¿A dónde vamos? —preguntó la niña—.
—Lo mismo digo —secundó el saxofonista—. Por favor, ilustranos.
—¿Yo? Al trabajo. Y de ahí tal vez me pase rápido a la sastrería, necesito que me arreglen los trajes, porque este es el último traje que me queda bien.
He perdido algo de peso, este es uno de los pocos que aún están a la medida de mi cuerpo.
Jon se levantó del sofá y llevó a Michael nuevamente a la habitación para hablar en privado.
—Sé que te has estado cuidando por nosotros, pero no tienes que cuidar que comer todo el tiempo.
Tal vez podamos empezar a planear nuestros encuentros íntimos y así no tengas que preocuparte por qué comer, ni por la limpieza, de igual forma podemos usar condón.
Y sabes que no tengo problema en ayudarte a mantener el “campo” limpio, la zona es de quién la trabaja, y yo encantado de servirte a ti.
Además, cielo, te ves encantador con cualquier prenda encima, siempre luces precioso, amor mío.
—Lo sé, amor. La verdad es que iré a ver lo del traje nupcial, y estaba pensando en pedirte que me des chance de invitar a April y a Judy para que me ayuden con su opinión.
—Claro, solamente dime a qué hora para alistar a la niña e ir a buscarte.
—Querido mío, no puedes ir, es de mala suerte.
—Oh, vamos. ¿Por qué no puedo verte con el traje nupcial? Bebé te he visto hasta las anginas, no me digas que todavía hay cosas que no puedo ver de ti.
—Tradición.
—Eres mío, te he visto con todo tu guardarropa, incluidas las prendas que te compre para dormir.
Te he desnudado un sin fin de veces, no hay sitio en el que no te haya besado. Michael, no me niegues verte con algo nuevo.
—Quiero sorprenderte, Jon.
El saxofonista accedió finalmente, no sin antes postrar a su prometido sobre la cama, besarlo y pasar sus manos por toda su anatomía, reclamandolo como suyo.
Michael tenía que irse, pero no se fue limpio, Jonathan lo había manoseado lo suficiente como para desarreglarle el traje.
—Tú, mi amor, sabes que amo verte con el color azul, espero que lo que cubre tu tesoro sea rojo. Estaré esperando tu regreso para desenterrarlo, no mentira, enterrartelo.
—Será un placer abrirme ante ti, cariño.
Hoy pelearé el tema de mis vacaciones, me muero por ser tu esposo.
—Michael, será una formalidad, tú ya eres más que mi esposo, porque incluso vivimos juntos, y tenemos una niña, somos una familia, mi vida.
El hombre de ojos aqua se sentía más que enamorado, se había abalanzado nuevamente a los brazos de su novio, volviéndolo a besar y apretando su cuerpo contra el suyo.
Ambos empezaron a sentir su respiración dispararse, por lo que se dieron un beso corto, para separarse de forma definitiva o Michael se quedaría en casa. Hoy era el primer fin de semana después de mucho tiempo, que no estarían juntos como familia.
Ahora le tocaba al abogado decirle adiós a la hija de su prometido, salió de la habitación y se despidió de ella.
—¿Por qué te irás sin nosotros?
—Debo de ir al trabajo, pero más tarde me reuniré con ustedes.
—¿Lo prometes?
—Sí.
Michael se despidió nuevamente de Judy, tomó su maletín, el termo, lonche, etcétera. Y salió por la puerta detrás de Jonathan.
El abogado estaba por darle un beso a su novio, pero lo detuvo, sin embargo le dió un fugaz beso en el cuello y un abrazo.
—No, no nos besemos de nuevo, porque no me importará tu trabajo y te meteré de nuevo a la cama.
—Ah, mi rey, te adoro. Nos vemos.
—Te amo, Michael.
—Y yo a ti, querido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top