CXIII - Pensamientos
Michael le ayudó a April con Cherry, y además la apoyó con el desayuno, ninguno quería demorar a Jonathan en este día.
El abogado se mordió los labios al ver a su prometido salir de la habitación, su prometido llevaba puesta una camisa celeste, un saco crema y un pantalón de mezclilla azul oscuro.
No era tanto por la vestimenta (realmente sí, pero fingía que no), si no que le aterraba que algo malo sucediera y él no pudiera hacer nada al respecto.
Cerró los ojos, aspiró el olor de su perfume, luego abrió los ojos de nuevo y lo miró nuevamente, tragó saliva, para finalmente sentir ése vuelco en el corazón.
Sus pensamientos iban a mil por hora, cerró los ojos y fue de regreso a la habitación, estando ahí se recostó nuevamente en la cama.
No quería que él se fuera sólo, pero no sabía cómo decírselo sin parecer obsesivo e incluso codependiente.
Era la idea de estar con él a solas de nuevo, el tomar su mano por las calles y todas ésas cosas que extrañaba hacer.
Jonathan lo siguió unos momentos después hasta la habitación, le quitó las sábanas de encima y le dió un beso corto.
—Ven a desayunar con nosotros, que ya pronto me voy.
—Quiero ir contigo.
—Sabes que no puedes, aún debes guardar reposo, además de continuar con el tratamiento que te indicaron.
Y yo pasaré primero a las oficinas de L&B, solamente imagina los problemas en los que te meterás si te ven, mientras que yo… seguido de ahí tengo la audiencia.
Mi amor —le llamó con voz dulce—, mírame, no tienes nada de que preocuparte, y de igual forma, Riley irá conmigo. No estaré sólo, te prometo que te contaré todo al regresar.
—¿Riley, con Carnaghi? Ellos no pueden estar juntos en una habitación.
—Laboralmente sí, además que Arnaldi también es profesional, estaré bien con ellos.
—¿Y la barba te la quitaste por…?
—Amor, ven aquí —dijo con voz suave, después lo abrazó—, la respuesta es simple, no quería parecer desarreglado.
Le dió un beso y lo levantó de la cama, mientras su novio se abrazaba a él.
—No quiero estar sólo, Jon.
—Los analgésicos te hacen dormir, ni siquiera notarás que no estoy aquí.
Te aseguro que cuando despiertes, estaré de vuelta contigo.
Ahora mi amor, tú mi vida entera —suscitó melodiosamente—, ven conmigo a desayunar.
Michael lo tomó del saco y lo besó, mordió suavemente su labio inferior, para después bajar hasta su cuello, deslizando su lengua por toda la zona. Quería que Jon lo recordará el resto de la mañana.
El saxofonista sintió una corriente por su espalda, lanzó un leve gemido ahogado, luego apretó a su novio de las caderas.
—Mi vida, te amo con toda mi alma, tú lo sabes mejor que nadie.
Lo que más quiero es terminar con la audiencia rápido y regresar contigo a casa para amarte como te mereces.
—Y yo a ti, cariño. Estaré esperando tu regreso, quiero que cuando regreses me llenes de besos, voy a necesitarte tanto.
—Seré tuyo por el resto del día, bebé.
Más tarde, lejos de ahí… en las oficinas de L&B, se encontraba Carnaghi recogiendo sus últimas cosas, tenía bastantes expectativas de poder irse pronto a su nuevo trabajo.
No creía que Sara, ni su familia quisieran un escándalo mediático.
Estaba reflexionando en ello cuando vió a Riley acercarse a él, «menudo idiota», pensó.
Iba a ponerse a la defensiva cuándo notó que Riley sacó una pequeña bandera blanca, parecía que el hombre no tenía ánimos de discutir con él.
Al contrario de ello, le entregó una figura de un payaso con un maletín, junto con una carta.
—Te deseo suerte, ojalá que el caso pueda cerrarse hoy.
—Gracias, suerte a ti también.
Riley, eres bueno en lo que haces, no decaigas —rodó los ojos, llevó uno de sus dedos al puente de su nariz, luego continuó—, siento que no tengo nada más que decirte —hizo una pausa, pensó por un momento—. No, realmente nada, cuídate y gracias por todo.
Fue un “no” placer convivir contigo.
Sabía que esta probablemente sería la última vez que podría hablarle, así que trato de ser amable, aunque en el fondo no sintiera ni una pizca de algo hacía su persona.
—Oh, una última cosa, espero que cumplas tu promesa ahora que se cierre el caso de Bettley.
—¿No volverme a acercar a ti? Descuida, cumpliré con nuestro acuerdo, Carnaghi.
—Gracias, eres un buen chico, Riley.
Carnaghi fue directo hacía afuera, estando a solas quemó la carta, luego la tumbó al suelo para apagar la llama, y finalmente recogió los restos para tirarlos a la basura.
Suspiró, encendió un cigarrillo, después simplemente se recargó en su auto, quería admirar por última vez las oficinas de la firma L&B.
Al consumirse el cigarrillo, el abogado fue hacía una mercería para comprar papel china, junto con una bolsa de celofán, al regresar metió la figura de payaso ahí, se lo daría a Bettley en cuanto llegará, sabía que Spencer apreciaría el tener algo de Riley… mucho más de lo que él lo haría.
Hablando de Michael, seguía abrazado a Jonathan, no quería dejarlo ir.
Le había dado varias razones del porqué debería de llevarlo, entre una de las razones le habló del pasado de Carnaghi con Riley, cosas que dejó sorprendido al saxofonista.
—Así que es por eso que si ambos están juntos… irremediablemente pelearán y te harán pasar un mal rato.
—Amor mío, no lo creo, ambos estuvieron conmigo al momento de arreglar mi tema laboral, son bastante profesionales en ese ámbito. Y ahora, Riley solamente tendrá la función de demostrar ante el fiscal todas las consecuencias que me trajo la mentira de Sara, entre ellas, la pérdida de mi empleo, Carnaghi sobre el escrache mediático, etcétera, etcétera.
—¿Y quién va cuidarte, cariño?
—La seguridad que envió mi suegro.
Michael, estoy cubierto de todos los ángulos posibles. Y si algo sucede, Riley te avisará, desde luego que yo también te mantendré al tanto, por ahora quiero que descanses, mi vida.
—Te amo muchísimo, Jon —mencionó con voz suave, a la vez que lo abrazaba y lo llenaba de besos—. Te amo, querido.
—Y yo te amo también a ti, cielo.
Al pasar por Cherry, vendré por ti e iremos por un helado, pasaremos juntos el resto del día, lo prometo.
Michael pegó su frente con la de Jonathan, estando así el saxofonista notó los ojos vidriosos de su novio, por lo cual lo besó y le dió un último abrazo.
No podía demorarse más con él por mucho que quisiera, tenía también que pasar a dejar a Cherry a la escuela.
La niña pasó a despedirse del abogado, Michael abrazó de regreso a ambos y luego los vió salir de la habitación.
Tenía demasiado tiempo que no se sentía así de terrible, era una sensación de vacío inminente y fue mucho peor cuando vió a Jon irse en la camioneta junto con Judy.
El saxofonista antes de irse, le pidió a su madre que cuidará de su prometido, Jon sabía bien que su pareja se había quedado un tanto nervioso.
Por lo que April le llevó un té hasta la habitación, se quedaría con él un rato.
—Mi hijo estará bien, no tienes nada de que preocuparte.
Además la seguridad de tu padre ha ido con él, no le pasará nada.
Mejor concéntrate en descansar, tienes que reponerte del todo, Michael.
—Éso espero, y dígame ¿Qué sucedió con el anillo de mi madre?
—Lo he llevado a la joyería como me has pedido. Te aseguro que a Jon le agradará, es un anillo precioso.
—Es el anillo de la familia, tiene muchos años con nosotros. Realmente, no creí que mi padre me lo cediera.
Más que mi madre Marcela, siempre se opuso a cederlo, no quería que cayera en manos de mi ex novia, ella no era de su agrado, ambos la toleraban por mí.
Ellos eran bastante neutros con mi vida personal, especialmente papá.
Y el que ahora él me haya permitido obtener ambos anillos significa mucho para mí.
—Jonathan te hará feliz, nadie como él para corresponder tu amor.
Es un buen muchacho y no lo digo sólo porque sea mi hijo, él es para ti.
April aprovechó el tiempo con él y le mostró un antiguo álbum de fotos en dónde tenía fotos de Jonathan.
A Michael le llamó la atención una foto en especial, parecía ser de un baile de graduación, Jon estaba con una chica evidentemente más mayor que él.
También le llamó la atención las fotos de Lucía, en cada una de ellas tenía escrito la palabra “cita, fecha…”, ambos se veían bien juntos.
Sin embargo las fotos que más predominaban eran las de Jonathan junto con Cherry, si seguías cada una de ellas podías ver el crecimiento de la niña a lo largo de los años.
Aunque el abogado seguía concentrado en la foto de la graduación.
—¿Él siempre…?
—Sí, era muy afortunado con las chicas, en su época de preparatoria especialmente, no hubo baile escolar en el que no fuera acompañado.
—Todo un mujeriego —murmuró—. Y miré con quién terminará casado.
Siguió observando las fotografías y sí, notó a chicas distintas a medida que veía sus fotos escolares. Le pareció irónico.
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