CVIII - Visitas

Riley había ido a visitar a Michael al hospital. 
Antes de pasar tocó la puerta y lo recibió Jonathan, simplemente ambos se saludaron y el saxofonista se hizo a un lado para salir de la habitación. 

—Hola, lamento tener que quitarte tiempo preciado con Jonathan, tu padre me ha dicho que él ha dado permiso para que te vea, así que se lo agradezco.
Pero dime ¿Cómo has estado?

—Me alegra verte, Riley —respondió con sinceridad—. Y sobre tu pregunta, no sabría exactamente cómo responderte, me encuentro bien, sólo que estoy enojado, frustrado, y estoy sufriendo de pesadillas, no sé si es porque no he dormido con Jonathan o por el shock de haber recibido un disparo. 
He estado tratando de recordar ésa noche, pero solamente recuerdo oscuridad, no vi absolutamente nada y aquello me tiene frustrado, parece que nunca saldré de terapia.
Patrick, tengo una impotencia por no ayudar en la investigación de la policía, aunque sé que mi padre hará hasta lo imposible por averiguarlo. 

—Lo peor que puedes hacer es martirizarte, nada de lo que sucedió ha sido tú culpa, deja a la policía hacer su trabajo, encontrarán algo, ya lo verás.

—Me preocupa la seguridad de Jonathan y de la niña, Patrick.

—¿Crees qué Frederick te dejará sufrir por ello? No los dejará sólos hasta resolver el asunto, si algo admiro de tu padre es su tenacidad de atar cabos sueltos, de seguro está haciendo algo al respecto.

—Mi padre solamente se enfoca en mi seguridad, no en la de ellos. 

—¿Y qué? ¿Tú te piensas qué Frederick es adivino? ¡Díselo, hombre!  

—Se ha ido.

—Y me imagino que no sabes mandar un mensaje, “hola siglo XXI”dijo con ironía—. Te hundes, Michael, solamente mándale un mensaje.
Además por lo poco que he hablado con tu novio, él se está quedando en tu casa con la niña, es un fraccionamiento privado, tienen seguridad. 
Lo sabes mejor que nadie, ahí no dejan pasar ni a los autos de alquiler.

Michael cerró los ojos, suspiró con pesadez y dirigió su mirada hacía Riley.

—Riley, ahora no pienso con claridad, lo único que me calma es cuando tengo a Jonathan cerca y seré lo más insufrible que se pueda hasta salir de aquí, así que perdóname.
Cuéntame, por favor, ¿Cómo va todo en la oficina?

—Nada relevante, no te preocupes por el trabajo, mejor concéntrate en recuperarte. 

Riley le dejó una caja de chocolates, luego de hablar un poco más con él se despidió, en gran parte decidió irse porque veía a Jonathan algo ansioso

Y así era, porque Jon entró de inmediato al irse Patrick, quería aprovechar el tiempo que le quedaba con él, antes de que llegarán su madre e hija.
Le ayudó a su pareja a levantarse de la cama, le quitó la bata y le dió un baño de esponja, mientras que Michael solamente se dedicó a ver sus movimientos.

—No sabes lo feliz que me hace tenerte conmigo, estoy lleno de ilusión de casarme contigo, Jonathan.
A veces todavía no creo que hayas accedido a tan siquiera salir conmigo, ni que me ames, es un sueño tenerte. 

—Para mí es igual, te adoro, Michael.

El abogado le sonrió y rodeó el cuello de su novio con sus brazos, poniendo sus manos sobre su cabello para besarlo.

—Me encanta verte sonreír, Jon.
Haré todo lo que esté en mis manos para verte feliz, te lo prometo, cariño. 
Quiero dormir abrazado a ti todas las noches, necesito despertar con tu voz y ver tus hermosos ojos avellana mirándome en las mañanas, quédate conmigo para toda la vida, mi amor.

—Siempre, mi vida.

Lo besó suavemente, en lo que Jon lo tomaba de la cintura.
Michael comenzó a besarlo de forma lenta y pausada, en lo que pasaba sus manos sobre el pecho de su amado y su espalda. 
Quería demostrarle su amor a base de sus besos, acariciando su cabello y pasando sus manos sobre el rostro del saxofonista. 
Posteriormente el abogado subió arriba de su novio.
El contador entonces lo abrazó de la cintura y lo acomodó mucho mejor entre sus piernas, lo admiró por un rato, luego lo besó, no había nada como sentir la pasión invadir el cuerpo de su pareja. 

Era sencillo amarlo, demasiado fácil caer en la tentación de poseerlo por completo.

—Van a pensar mal de nosotros, mi vida. 

—¿Por qué? ¿Qué tiene de malo qué nos besemos? 

—Una cosa son los besos y otra que estés desnudo encima de mí. 
No me malentiendas, me fascina verte así, sólo que no creo que quieras que mi madre nos encuentre en esta posición. 

—Házme una promesa, cariño.

—La que tú quieras, Michael.

—Prométeme que no le avisarás a nadie sobre mi alta del hospital y que me darás un día completo contigo.
Quiero que me ames a solas, sin temor de que alguien nos escuche o nos vea.

—Te lo prometo, mi amor.

Lo vistió de nuevo y lo llevó hasta la cama, estando ahí le dió un beso.
Ambos continuaron en su sesión de besos, cuando escucharon el sonido de la puerta, así que se separaron.

—No, aún no… Jon —dijo en son de súplica—, ven y dame otro beso. 
Necesito un beso más y estaré bien, dame uno más para regresar a la realidad. 

—Mi amor, hablas como si fuera el último beso del día, claro que te daré los besos que tú quieras.

Le regaló un beso más y posteriormente lo vió ir hacía la puerta. 

Finalmente Michael pudo ver de nuevo a su suegra, al igual que a la niña, quién lo saludó con entusiasmo y le entregó un dibujo, cosa que agradeció el abogado.
Él le ayudó a Cherry a subir a su lado y la abrazó. La hija de Jon llevaba puesto el vestido que él le había comprado, junto con un saquito en dónde tenía el broche de su madre, Marcela.
La visualizó de cerca, sus ojos avellana brillaban igual a los de Jonathan y le fue imposible no mirar a su pareja, Judy sacó sus mismos ojos.

El hombre de ojos aqua también saludó a April, había pasado un tiempo desde la última vez que la vió, era agradable verlas a las dos.
Cherry le preguntó cuando volvía a casa y él no supo que responder, tan sólo esperaba que eso fuera pronto.
Ella extrañaba su rutina diaria, no era un tema sencillo estar viendo a su padre a través de videollamadas. 

Mientras tanto April le pidió un momento a solas a Jonathan para hablar con Michael, por lo que se llevó a la niña un momento.
Le dió un abrazo y se puso un tanto sentimental, este tiempo había sido complicado para ella.

—Gracias por no morir, mi hijo no habría resistido perderte.
Sé que esta no será la primera, ni la última vez que tengas un problema de salud, sólo quisiera pedirte que siempre tengas presente a Jonathan & Judy, ellos te necesitan, Michael.

—Lo sé, era imposible no querer luchar por vivir.
Más que como ve —señaló su anillo—, su hijo acaba de amarrarme. 

—Esta precioso el anillo, espero que sean muy felices, les deseo lo mejor a los dos. 

—Gracias, se lo agradezco. 
Y cuénteme ¿Ya tuvo la oportunidad de hablar con mi padre? 
Puede parecer algo frío, pero sepa que en el fondo es una buena persona, quiero que sepa, que él también esta de acuerdo con mi relación con Jonathan.

—No, lo siento, he estado concentrada en cuidar a Jon, con todo lo que pasó… mi hijo estuvo fuera de sí, creí que moriría del dolor. Él te ama, y te adora con devoción.
Michael, mi nieta te extraña, le haces falta en casa, sobre todo Jonathan. 

—Créame que los he extrañado a todos.
Y a Jonathan le aseguro que lo amo muchísimo, estoy más que feliz de casarme con él. 

April le creía y le hacía feliz que su hijo haya encontrado el amor nuevamente.

Mientras tanto Jon regresaba con Judy, quién ahora notaba el anillo que portaba Michael en su dedo anular.

—¿Ése es un anillo igual al de papá?

—Sí, tu padre acaba de regalármelo y me ha gustado bastante.  

—¡Wow! ¿Papá? —cuestionó y miró a Jon—. Espera.

Jonathan se puso a la altura de su hija y comenzó a hablarle al oído.

—De esta forma no sé me escapará, y es la única manera que conozco para que él se quedé con nosotros de forma permanente.

—Ah, ya veo. Bien hecho.

El saxofonista sonrió y le guiñó el ojo a Cherry, a la vez que le hacía una seña de «silencio», esperaba que guardará el secreto.

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