CV - Conversación
A Sara le sorprendió ver a su “suegro” fuera de su puerta, se quedó sin habla, solamente lo invitó a pasar.
Era demasiado extraño que él la visitará, normalmente ella tenía que ir a buscarlo, suponía que era por lo sucedido con Michael.
Ella lo invitó a pasar, pero él negó, se quedó cerca de la puerta, y le pidió a uno de sus hombres de confianza que lo esperará afuera.
—Sara, esta no es una visita de cortesía, sólo deseo hablar sobre lo sucedido con mi hijo.
—Sí, dígame. Suegro, lamento mucho lo que pasó con él, pero cuénteme, ¿Cómo se encuentra Michael? He estado preocupada por él, quisiera ir a verlo…
—No, no quiero que te acerques a él.
Mi gente reunió los videos del evento, tengo suficientes elementos para pensar que fuiste la autora intelectual del atentado que sufrió mi hijo.
Vi un video en especial; al momento del disparo, el levantamiento de la copa —suscitó con seriedad, luego la miró—, sabes bien de que hablo.
Siempre he sabido que nunca amaste a mi hijo, no soy ningún imbécil para saber que solamente querías la influencia de nuestro apellido.
Debí haber intervenido con antelación, lamento no haberlo hecho, es sólo que nunca he considerado razonable meterme en la vida privada de mi hijo, ni mi mujer quiso hacerlo en su momento, a pesar de desconfiar de ti. Ambos nos equivocamos en dejar que ésa relación escalara.
Ahora, no hay tiempo para lamentaciones, lo hecho, hecho está, no tiene reparación alguna.
—¡Sería incapaz de hacerle daño a Michael! ¡¿Cómo sé le ocurre?! ¡¿Cómo puede creer éso de mí?! ¡Aún después de tantos años!
Los ojos de Frederick se oscurecieron, miró el gato que Sara cargaba, era un gato blanco de cola esponjada, al tratar de tocarlo se alejó. Quizás era debido al aura pesada que se estaba creando en el ambiente.
El hombre miró su reloj, debía irse, pero antes tenía algo más que decir.
—Sara, ¿Tú crees qué solamente soy temido por mí posición económica y laboral?
El dinero no lo es todo, los contactos también lo son, y tengo los recursos para averiguar quién ordenó el ataque hacía mi hijo.
En caso de que me haya equivocado, vendré personalmente a pedirte una disculpa, sin embargo, en llegado caso de no ser así, prepárate, porque las cosas no sé quedarán así.
Me encargaré personalmente de este asunto.
—¿Y por qué está tan seguro de qué he sido yo? Usted esta rodeado completamente de un submundo de mafia.
Tal vez el culpable del ataque de su hijo, este frente a su espejo.
—Es lo que averiguaré. Y otra cosa, a este niño, Jonathan, no lo fastidies más.
O personalmente me encargaré de que te ponga una orden de restricción.
—¡Le han lavado el cerebro! ¡Es a lo que Jonathan Bettley se dedica! Espero que se de cuenta a tiempo.
Aunque lo dudo, porque si sigue averiguando, morirá, Sr. Spencer.
—Moriré por la verdad. Y por salvaguardar la vida de mi hijo.
Sara le sonrió, pasó uno de sus dedos por su mentón y miró aquellos ojos aqua tan enigmáticos, eran iguales a los de Michael, sin duda padre e hijo.
Ambos igual de orgullosos, los odiaba.
—Los Spencer siempre son tan lindos, melodramáticos, problemáticos, atraen la desgracia y aman el drama.
Quizás sí, Jonathan Bettley es el ideal para completar tan buen melodrama.
Es aquella pieza en el ataúd que les falta a los Spencer, buen final.
Seré la primera en aplaudir cuando llegue el momento, espero Frederick, que siga vivo para verlo.
Sería una lástima perder a alguien tan distinguido, ojalá su hijo fuera la mitad de hombre que es usted, aunque la mitad de Italia ya comprobó lo contrario —rio—, una pena, Michael es demasiado lindo ¡Vaya desperdicio!
Es algo hilarante, esto parece una vil comedia, cuatro años tirados a la basura, ¡No, nueve malditos años! Tanto tiempo.
—No estoy para perder el tiempo contigo, lo sucedido con mi hijo se arreglará en un juzgado, caerá quien tenga que caer.
Frederick no caería en provocaciones, simplemente giró hacía la puerta, pero su ex nuera se acercó a él para darle un abrazo.
—Señor Spencer, espere ¿No quiere una copa antes de irse? Por los viejos tiempos.
He sido una parte fundamental en la vida de Michael, gracias a mí, usted tenía información de él ¿No merezco algo de cortesía de su parte? Siempre ha sido un caballero, sé que no me negará una copa.
El hombre de ojos aqua accedió, después le mandó un mensaje a su ex secretario; «venga por mí en diez», para después acomodarse en el sillón, el departamento de su ex nuera era gris y hacía frío.
Dejó de lado todos sus pensamientos, solamente se tomaría la copa, luego saldría de ahí.
Fue cuando el gato blanco se volvió a acercar a él, sus ojos eran azules, era lindo, tanto que le fue inevitable no cargarlo.
No tardó mucho Sara en volver con una copa de vino entre sus manos, y el gato al verla se escondió.
—Frederick, le tengo un gran aprecio, no me gustaría que muriera.
—Es algo que solamente Dios sabrá.
—Mi señor —le dijo con una sonrisa a la vez que levantaba su copa—, en su honor, Sr. Spencer.
Ambos chocaron las copas, y Frederick bebió de la copa.
Fue cuando Sara recordó la intervención de Riley en aquella otra ocasión, ella ya había hecho esto antes con Michael, sólo que no había funcionado gracias a que su ex novio le marcó a Patrick, diciéndole que se sentía mal. Era algo instintivo.
Habló un momento más con el abogado, cuando sintió como la copa de éste caía al piso, ahí se acercó hasta él, quedándose cerca de su cuello.
El aroma del hombre a su lado era embriagador, chocó su nariz con la de él, observó sus ojos aqua antes de cerrarse, estaba desorientado. Finalmente lo besó.
—Espero que no me escuche más, mi señor —mencionó en un susurro a la vez que pasaba sus manos por su pecho—.
Marcela fue un estorbo para mí, ella tenía que morir. No quiero que usted muera, no puede morir —se estremeció y lo besó de vuelta—. Sería un daño irreparable para esta maldita ciudad, una gran pérdida.
Algo le aseguró, esto no sé quedará así, Jonathan pagará por ponerlo en mi contra.
Subió encima de las piernas del abogado y volvió a besarlo, pensaba en que ojalá él pudiera estar despierto.
Adoraba el olor de su perfume, pero más adoraba la posición de ése hombre.
Estuvo un momento abrazada a él, aspirando su aroma, hasta que escuchó la puerta de su departamento.
—Hombre precavido vale por dos, sí que eres perspicaz, igual que tu hijo, eres adorable, Frederick.
Te gusta ir a ésos sitios clandestinos, furtivos de encuentros casuales, una habitación oscura, sin nombre, sin identidad, pero vaya que conozco tu olor.
Soy capaz de reconocerte aún en la oscuridad. Y te he escuchado decir el nombre de tu esposa al hacerlo.
Aún no la olvidas ni después de muerta, Marcela… sigue siendo un fantasma presente, aún la amas, quisiera que la olvidarás.
Ahora escuchó la voz de Arnaldi, suspiró, le dió un beso más a Frederick y bajó de sus piernas. Era todo lo que obtendría.
Camino hasta la puerta, abrió y encontró al secretario personal de su ex suegro.
—Arnaldi, estaba por salir a buscarte —dijo con voz alarmante—.
Mi suegro ha pasado por tanto estrés ¡Qué sé ha desmayado! El tema de Michael lo tiene bastante mal ¡Y cómo no! ¡Sí, él es todo lo que tiene! Después de Marcela, él no ha vuelto a ser el mismo.
—¡Oh Dios mío! ¡Señor, Spencer!
Arnaldi vió a Sara llorar, sin embargo no tenía tiempo para hacer preguntas, debía sacar a su Jefe de ahí.
Trató de reanimarlo y al no verlo reaccionar, le llamó a uno de los guardias para que lo ayudará a llevarlo al coche, debían ver a un médico.
Afortunadamente aún respiraba, así que creyó que probablemente solamente era un desmayo.
—Disculpe, señorita Adams ¿Tendrá alcohol qué me proporcione?
—Sí, desde luego, por favor cuídalo.
Él necesita ir a su casa a descansar, yo enviaré a mi médico personal para que vaya a revisarlo. Frederick estará bien.
Arnaldi se lo llevó de su lado y Sara lamentaba éso, no había más que hacer.
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