CIX - Sin Ti

Judy volvió a subir al lado de Michael, y después de un rato se quedó dormida justo al lado de él, igual que Jonathan, quién se quedó dormido en sus piernas. 
El abogado sabía que muy probablemente su pareja no había estado durmiendo bien, no sólo por el tema de su salud actual, si no por el bienestar de Cherry. 
Por lo que suponía, que el tenerlos a los dos juntos, lo había relajado lo suficiente como para permitirse dormir un rato.
Michael aprovechó este momento para darle a April el anillo de su madre. 

—Mi padre me ha cedido el anillo de mi madre, y quiero dárselo a Jon.
Quisiera que me ayudará a llevarlo a una joyería para que lo adapten, quiero que mi futuro marido pueda usarlo.

—¿Estás seguro? 

—Lo estoy completamente, suegra.
Las cosas de mi madre son un tesoro para mí, ellos dos —miró a su pareja e hija—, nunca la podrán conocer, pero sé que a ella le hubiera gustado conocerlos a ambos. Quiero honrar éso.
Cherry tiene el broche que era de mi madre, Jon tendrá el anillo, es mi forma de demostrarles lo valiosos que ambos son para mí ahora, al igual como lo fue y sigue siendo mi madre, Marcela.
Estoy seguro que a mi madre no le hubiera gustado que guardará sus cosas en un cajón olvidado, siempre fue una mujer bastante desprendida de lo material.

—Ya veo, entonces cuenta con ello.

—Gracias.

—A ti por hacer feliz a mi hijo.

Mientras tanto Frederick estaba continuando con su investigación, sabía a dónde tenía exactamente que ir, pero Arnaldi estaba algo reacio a discutir sobre ello, a él no le parecía una buena idea que su Jefe se pusiera en peligro. 
El secretario estaba situado en la puerta del despacho de su Jefe, tratando de hacerle entender la situación.

—¡¿Está loco?! ¡Comprenda, señor! ¿Cuánto tiempo hemos estado cuidando de usted? ¿Cuántos años se ha garantizado su seguridad? ¡Y todo para qué termine entregándose en charola de plata a sus enemigos! 

—Apártese de la puerta, Arnaldi.

—¡No! ¡Usted ha perdido el juicio!

—Arnaldi —volvió a llamarle, a la vez que llevaba una de sus manos al puente de su nariz—, escúcheme. 
Esta situación ha escalado demasiado, el tema de esta niña es preocupante, no creo que dejé a mi hijo por la paz, por ello, tengo que hacer algo al respecto.
Sí no lo hago yo, no lo hará nadie, comprenda. 
Sé que usted tiene familia, ha de entender mis sentimientos.

—Sigo pensando que es una locura.

—Y yo quiero mi libertad, al igual que la felicidad de mi hijo.

El pilar de la familia Spencer estaba seguro de que su ex nuera lo había drogado, tenía esa sensación en sus entrañas y le horrorizaba pensar lo que ella podía llegar hacer a futuro.

Frederick, salió de su oficina y pasó al hospital a ver a su hijo, pues había recibido un mensaje de él pidiendo verlo por un tema en específico, le preocupaba su seguridad.
Al entrar a las instalaciones se dirigió de inmediato a la habitación de Michael, ahí lo observó dormido; teniendo a sus costados tanto como a Cherry y Jon. 

«Esta es tu familia ahora».

El hombre sonrió y salió de la habitación, no quería despertar a nadie. 

April lo vió, pero no le habló, solamente pudo constatar que era el padre de Michael por sus ojos aqua y desde luego al verlo rodeado de personas, era un hombre importante, que ciertamente le daba un aura de familiaridad. 
Ella estaba convencida de haberlo visto antes, sin embargo, lo dejó marchar.
Frederick detuvo a su seguridad en la puerta, les pidió quedarse al lado de Michael y seguir sus instrucciones.
Luego él mismo condujo su camioneta, tenía tiempo que no lo hacía, era reconfortante hacer algo común.

Sintió lo mismo al llegar a su nuevo destino, el panteón en dónde estaban los restos de Marcela, le había traído flores.
La brisa del viento, el ver el paisaje en vivo y no a través del cristal de su oficina, le hizo feliz. Se sentía libre.

—Querida, me temo que esta es la última vez que vengo a verte y en la que puedo sentir tu presencia en el aire. Perdóname.
Y descuida, sé que Michael cumplirá la promesa de no unir tus huesos con los míos, no voy a perturbar tu descanso. 
Gracias por tu amor y tú fe en mí, siempre te amaré, Marcela.
También quiero que sepas que nuestro hijo esta haciendo las cosas mejor de lo que creímos, sé que estarías muy orgullosa de él y de la vida que esta llevando actualmente.
En cuanto a mí, me encantaría volver a verte, pero ambos sabemos que no será así.

Observó el cielo, sintió la brisa recorrer su cara, la anhelada libertad estaba en sus manos.
Ahora debía dirigirse a la guarida de Fernando Rizzo, esperaba tener una conversación civilizada con él.

En cuanto a April y Cherry, se habían ido a a casa, por lo que los dos novios estaban sólos de nuevo.
Jonathan aprovechó para besar a su pareja, comenzando desde el cuello, hasta abajo de sus hombros. Así estuvo con él un rato, diciéndole que lo amaba.

—Gracias por no rendirte, mi amor. 
He perdido demasiado en esta vida como para perderte a ti también.
No sé que habría hecho sin ti, sin tu amor. Michael… no podría vivir sin tu presencia.

—Jon…

—No, escúchame. Te amo con una intensidad que no te imaginas y quiero ser tu esposo, me visualizó pasando la eternidad a tu lado, es lo que deseo.

Le dió un beso y lo acercó hacía su pecho, el horario de visitas estaba por terminar, por lo que debía dejar a su pareja dormido.

Michael no quería que Jonathan se fuera de su lado, pero entendía las políticas del hospital y el rígido horario de visitas.

«No quería dormir más sin él».

La noche llegó, Michael volvió a despertar con una pesadilla, se levantó como pudo, caminó lentamente hasta la puerta y observó a Jonathan en el piso, así que le habló para despertarlo. 

—Amor, ven conmigo.

—Mi vida ¿Todo bien? ¿Te ha pasado algo? ¿Necesitas qué llame al médico?

—No, nada de ello, ven a dormir conmigo, necesito sentir tu piel junto a la mía, amor.

—Sabes que no puedo, nos regañaran a ambos y me restringirán las visitas.

—Si te dicen algo diles que eres mi marido, usa mi apellido. 
O llámale a mi padre, él lo resolverá. 

Jonathan le dió un beso, luego le ayudó a volver a la cama, después lo invitó a subir con él, se abrazaron y ambos trataron de dormir.

En otro lugar.

A Frederick lo habían revisado del todo antes de entrar a la guardia de la Familia Rizzo, no puedo evitar sentirse desprotegido y vulnerable.
Entró al sitio que le indicaron, era un gran despacho, ahí se encontraba Fernando Rizzo, esperándolo.
Solamente le hizo una seña de que se sentará, Rizzo observó sus ojos, le recordaban a alguien más.

—Tiene valor, Spencer.

—No planeo quitarle su tiempo, seré breve, quiero que me ayude a aclarar algunas dudas que tengo.
Mi primogénito fue atacado en un evento social, lo hirieron de muerte, sólo quiero saber quién ordenó dicho ataque.
No me importa el precio que tenga que pagar con tal de saber la verdad.

—¿Y por qué recurre a mí? ¿Por qué cree qué tendría interés en atacar a su hijo? Cuando yo he pérdido a mis hijos y sé el dolor que es perderlos.
Spencer, hace años Damián Lombardi arruinó mi vida, dígame ¿Qué ganó yo arruinando la suya? ¿Qué es esto? ¿Un ciclo de dolor sin fin? No soy un Lombardi para actuar de ése modo.
Sepa que no tengo nada en contra de usted, y lo que suceda con los miembros de su familia no es nada personal, únicamente hago favores, pero eso ya lo sabe.

—Quiero que me diga quién lo hizo.

Rizzo rió por lo alto, Frederick Spencer era un enigma, se cruzó de brazos y lo miró.

—¿Qué hará? ¿Levantará un caso en mi contra? Puede hundirme en la miseria —dijo con frialdad—, no tengo nada que perder, es más le ánimo a que lo haga, estaré ansioso de subir al estrado de nuevo.
Es libre de volver a llevarme a prisión.

Esta vez se acercó a él, lo tomó del cuello y volvió a hablarle.

—No me arrepiento de mi vida, ni de lo que he hecho, estoy más que feliz de servir al resto de las personas a base de favores… siempre que pueda obtener algo a cambio. Así es como funciona, dígame ¿Qué hará por mí? Lo escucho.
Vamos, por favor —le apuntó con un arma—, hable, quiero oírlo hablar.

Fue en ése momento mismo momento... que Michael en el hospital despertó al sentir el sonido de un disparo, terminó por abrazarse a su pareja, quién trataba de consolarlo.
El estruendo se escuchó demasiado real, como si hubiera estado presente.

—Dime, mi amor ¿Qué pasa? 

—No sé que me sucede Jon, es sólo que estoy demasiado intranquilo. 
Por favor, quédate conmigo por el resto de la noche, cariño.

—Claro que me quedaré a tu lado, no sería capaz de dejarte, mi vida.
Ven aquí… voy a cuidarte, no tienes nada que temer. 
Pronto te darán de alta, nos iremos a casa y pasaremos un buen rato juntos, te lo prometo.

Michael sonrió y beso a Jonathan, se sentía mucho mejor cuando lo tenía cerca, pero no podía dejar de tener una extraña opresión en el pecho.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top