Corazones en la pista

Después de la breve conversación con Pato y Gavin, Valentine se quedó observando a la distancia mientras el equipo de Arrow McLaren ajustaba los detalles finales del auto de carreras. Había algo casi hipnótico en la precisión con la que trabajaban; era como si cada miembro del equipo supiera exactamente qué debía hacer, y lo hacía con una dedicación que le recordaba a los ingenieros de Stark Industries.


Sin embargo, había una diferencia clave: aquí, la tecnología no era la protagonista. La pasión, la velocidad y el deseo de ganar lo eran. Para Valentine, esa combinación la intrigaba más de lo que esperaba.

—Veo que estás pensando en algo profundo —comentó Pepper, quien se había acercado en silencio a su lado—. ¿Qué pasa por tu cabeza? 

Valentine dejó escapar una ligera risa antes de responder.—Solo estoy tratando de entender todo esto. Es fascinante, de una manera que nunca me hubiera imaginado. Creo que ahora entiendo por qué papá estaba tan emocionado por este proyecto. 

Pepper asintió con una sonrisa cálida.—Tony tenía una habilidad especial para ver conexiones entre cosas que parecían no estar relacionadas. Veía las carreras no solo como un deporte, sino como una oportunidad para innovar. Y sabía que Arrow McLaren compartía esa misma visión.

Valentine sintió una punzada de nostalgia al escuchar el nombre de su padre, pero también una chispa de orgullo. Había tanto que Tony Stark había dejado detrás, y cada día que pasaba, ella se daba cuenta de lo profundo de su legado. Pero ahora, este era su viaje. Y debía encontrar su propio camino en todo esto. El sonido de pasos rápidos la sacó de sus pensamientos. Un miembro del equipo de Arrow McLaren se acercó, luciendo un poco agitado.

—Perdón por interrumpir, señorita Stark, pero Gavin me pidió que le avisara que la reunión técnica está a punto de comenzar. Si está lista, la esperamos en la sala de reuniones.

Valentine respiró hondo, sabiendo que este era uno de los momentos importantes del día. Esta sería la primera vez que estaría en una reunión técnica de este tipo, y aunque se había preparado lo mejor que pudo, todavía sentía cierta incertidumbre.

—Gracias. Voy para allá —respondió con una sonrisa educada. Antes de que se fuera, Pepper la tomó suavemente del brazo.—Recuerda, Val, no tienes que saberlo todo desde el principio. Solo escúchalos, aprende y, sobre todo, sé tú misma. Eso es lo que siempre ha funcionado.

Valentine asintió, apreciando el apoyo constante de Pepper. Con una última mirada hacia la pista, siguió al miembro del equipo hacia la sala de reuniones. Al entrar, el ambiente cambió drásticamente. Aquí no había el bullicio ni la energía frenética de los pits. En su lugar, todo era más calculado, más técnico. Ingenieros y estrategas estaban sentados alrededor de una larga mesa, rodeados de pantallas que mostraban datos de rendimiento, análisis de carreras pasadas y predicciones para la carrera que se avecinaba.

Gavin Ward ya estaba allí, junto con algunos de los jefes de los departamentos técnicos, y a su lado, en la pantalla principal, estaba el rostro de un hombre que Valentine reconoció de inmediato: Jarvis. O, al menos, la última versión de la IA avanzada que Tony había desarrollado antes de su muerte. Ver la familiar interfaz de Jarvis en medio de esta sala de reuniones le provocó una mezcla de emociones. Por un lado, era reconfortante saber que aún tenía una conexión con su padre a través de esta tecnología. Pero por otro lado, era un recordatorio constante de la ausencia de Tony.

—Valentine, bienvenidos a la reunión técnica —dijo Gavin , interrumpiendo su tren de pensamientos. Él le señaló una silla vacía cerca de la cabeza de la mesa—. Hoy revisaremos las estrategias para la próxima carrera, los análisis de rendimiento del auto, y algunos ajustes propuestos por nuestro equipo de ingeniería, con apoyo de Stark Industries. 

Valentine tomó asiento, sabiendo que este sería uno de esos momentos en los que tendría que absorber toda la información posible. Mientras el equipo discutía sobre aerodinámica, desgaste de neumáticos y eficiencia energética, se dio cuenta de lo mucho que Tony había influido en esta alianza. Gran parte de la tecnología en los autos de Arrow McLaren había sido diseñada o perfeccionada por Stark Industries, y ahora ella era responsable de continuar esa relación. A medida que la reunión avanzaba, Valentine comenzó a hacer preguntas más precisas. Aunque no era experta en carreras, su entrenamiento en ingeniería y tecnología le permitió entender los conceptos básicos. Gavin y los demás miembros del equipo parecían apreciar su interés genuino, y pronto se sentía más cómoda participando en la conversación. Cuando la reunión terminó, Gavin se acercó a ella.

—Estoy impresionado, Valentine. Has captado todo muy rápido. Es evidente que llevas la sangre Stark. Valentine sonrió, aunque sabía que todavía tenía mucho que aprender.

—Gracias, pero aún tengo un largo camino por recorrer. Mi padre dejó un gran legado aquí, y quiero asegurarme de estar a la altura.

Gavin asintió, con una expresión de comprensión.

—Eso es todo lo que cualquiera de nosotros puede hacer, continuar y mejorar. Estoy seguro de que estarás más que a la altura.

Valentine agradeció sus palabras, pero su mente seguía procesando todo lo que había aprendido en esa reunión. El día apenas comenzaba, y todavía había mucho por hacer antes de la carrera. Pero en su corazón, sabía que estaba en el lugar correcto. Con una mirada final hacia la pista, donde Pato estaba por salir a otra ronda de pruebas, Valentine se dio cuenta de que este mundo, aunque nuevo y diferente, era un lugar donde podría encontrar su propio camino. Y, tal vez, ese camino la llevaría a lugares que nunca imaginó, tanto dentro como fuera de la pista.


Valentine salió de la sala de reuniones con una nueva energía. Las palabras de Zak y la cálida aceptación del equipo le habían dado la confianza que tanto necesitaba. Sin embargo, no podía ignorar la curiosidad que le provocaba ver a Pato en la pista. Había algo en la manera en que él y el auto se movían como uno solo, en su concentración y determinación, que resonaba en ella de forma inesperada.


Mientras avanzaba hacia el área de observación, los ruidos de la pista se intensificaban. Los motores rugían, el olor a caucho quemado impregnaba el aire, y las voces de los mecánicos y analistas se cruzaban en un murmullo constante. Valentine se detuvo al borde de la barandilla, apoyando sus manos en el metal frío y dejando que el viento le despeinara el cabello.

De pronto, una figura familiar apareció a su lado. Era Pato, todavía con el casco en la mano y las mejillas sonrojadas por la reciente sesión de pruebas. Sus ojos brillaban con adrenalina y una chispa de entusiasmo que parecía inquebrantable.

—¿Qué te pareció? —preguntó, sacándola de su ensimismamiento.


Valentine sonrió, ligeramente sorprendida por su repentina aparición, pero no dejó que la tomaran desprevenida.


—Impresionante, aunque admito que estoy acostumbrada a ver adrenalina en otro contexto —respondió, pensando en las veces que había visto a su padre manejar trajes de Iron Man en situaciones de alto riesgo.


Pato soltó una risa breve y auténtica, sacudiendo la cabeza como si pudiera imaginar a Tony Stark en un auto de carreras.


—Bueno, dudo que los autos de Fórmula 1 tengan misiles incorporados, así que supongo que es un tipo de emoción diferente —bromeó, y sus ojos se encontraron con los de Valentine por un instante que pareció más largo de lo que realmente fue.


El silencio que siguió no fue incómodo; al contrario, se sintió cargado de algo indefinible, como si ambos supieran que ese momento, aparentemente simple, marcaba el comienzo de algo importante. Valentine, que había crecido rodeada de personas que la veían solo como la hija de Tony Stark, notó que Pato no parecía intimidado ni por su apellido ni por su presencia.


—Así que, ¿ya estás lista para tu primera carrera? —preguntó él, cambiando el peso de un pie al otro, con una sonrisa confiada que parecía natural en su rostro.


—Todavía no lo sé —admitió Valentine, más honesta de lo que habría esperado—. Pero tengo la sensación de que va a ser inolvidable.


Pato asintió, la comprensión en sus ojos era clara.


—Lo será. Este mundo es una locura, pero una vez que estás aquí, no quieres irte. Bienvenida al caos.


Antes de que pudiera responder, un miembro del equipo llamó a Pato desde los pits, señalando que era hora de que regresara al auto para otra vuelta. Él levantó la mano en señal de respuesta y se volvió hacia Valentine una última vez.


—Te veré en la carrera. Asegúrate de tener una buena vista —dijo con un guiño, y en un parpadeo, ya estaba caminando de regreso, su silueta esbelta destacando contra el vibrante paisaje de la pista.


Valentine lo observó marcharse, sintiendo cómo una sonrisa se formaba en sus labios sin proponérselo. No era solo el entorno o el ruido de los motores lo que hacía que su corazón latiera más rápido. Era la sensación de que, después de tanto tiempo, estaba comenzando a encontrar su lugar en una vida que nunca imaginó. Y quizá, solo quizá, ese lugar estaba más cerca de la pista de lo que esperaba.

Las horas que siguieron estuvieron llenas de movimiento. Valentine se quedó en el área de observación mientras los pilotos continuaban sus pruebas. Los mecánicos trabajaban como si fueran parte de una coreografía ensayada, ajustando piezas, revisando datos y comunicándose con gestos rápidos y eficaces. Valentine sentía que estaba presenciando no solo un espectáculo de velocidad, sino un arte en el que cada detalle contaba.


Mientras observaba, se dio cuenta de que su mirada seguía encontrando a Pato en cada oportunidad. Lo veía caminar, interactuar con los ingenieros, gesticular con energía al discutir sobre el rendimiento del auto. Había algo magnético en la manera en que se movía, un aire de confianza y pasión que parecía contagioso.


De pronto, Gavin se acercó a ella, interrumpiendo sus pensamientos.


—Valentine, ¿qué te parece si te presento formalmente a algunos de los pilotos y al resto del equipo? —sugirió, con una sonrisa cómplice.


—Me encantaría —respondió ella, su voz contenía una mezcla de anticipación y nerviosismo.


Gavin la guió por el bullicioso paddock, señalando los diferentes sectores y presentándole a algunos miembros clave del equipo. Valentine estrechó manos y sonrió, absorbiendo la atmósfera profesional y a la vez familiar que se respiraba. Cada persona tenía una historia, una razón por la que estaban allí, y Valentine empezaba a entender que las carreras eran mucho más que autos y velocidad: era una comunidad.


Finalmente, llegaron a la parte del garaje donde Pato estaba revisando una pantalla junto a un ingeniero. Al verla acercarse, levantó la mirada y esbozó una sonrisa fácil, casi traviesa.


—¿Estás lista para conocer los secretos detrás de la velocidad? —dijo, apartándose para que pudiera ver los gráficos y datos en la pantalla.


Valentine alzó una ceja, interesada.—Pensé que los secretos eran cosa de Stark Industries —respondió, manteniendo el tono ligero. Pato soltó una carcajada y, por un momento, toda la tensión que Valentine había sentido desde que pisó la pista se desvaneció. Era un sonido sincero, uno que cortaba cualquier barrera que hubiera entre ellos.


—Bueno, en ese caso, estaré atento a que no nos robes nuestra tecnología secreta —bromeó, antes de volver a centrarse en los datos. Pero antes de que lo hiciera, sus ojos se encontraron de nuevo, y Valentine notó un brillo en ellos, una chispa que reflejaba tanto desafío como curiosidad.


Gavin  observó la interacción con una expresión que sugería que entendía más de lo que dejaba ver. Valentine, por su parte, sintió una mezcla de emociones. La curiosidad por el mundo al que se estaba asomando, la emoción por conocer a alguien tan apasionado como Pato, y la incertidumbre de lo que significaba estar en ese entorno tan distinto al que conocía.


—Este va a ser solo el principio —pensó, sintiendo cómo su corazón aceleraba de una forma que no tenía nada que ver con los autos en la pista.

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