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El día estaba opaco, nublado, sin los mismos colores cálidos que los habían recibido estos días, las nubes grises reposaban encima de toda la ciudad, la brisa era fría, avisando que pronto vendría la lluvia, era como si el clima ese día viniera acorde al estado de ánimo del joven de cabellos lacios quien miraba por el balcón hacia la calle, perdido en sí mismo, en los tormentos de su cabeza.

En aquellas insoportables voces que lo atormentaban.

Intentaba calmarse, cambiar todo su centro de atención en otra cosa que no fuera aquel acontecimiento de la noche anterior, pero sin importar qué, volvía a lo mismo.

Las lágrimas fluían, bañando su rostro pálido hasta perderse en el hoddie que llevaba, ese era su estado desde que llegó hasta el hotel corriendo sin siquiera mirar atrás, daba igual que lo hiciera, ¿qué esperaba ver? ¿a Carre buscándolo para intentar explicarle algo que estaba más que claro que sucedió? Patético. Matias y Abi no estaban esa noche para su suerte, teniendo la libertad de meterse bajo las mantas para llorar todo lo que quería sin tener que dar respuestas, aunque al otro día era evidente el hinchamiento en sus ojos por haber llorado hasta quedarse profundamente dormido, y no tuvo una excusa que dar más que contarles la verdad.

—Quizás viste mal. —intentó convencerlo, aunque parecía convencerse más así misma con sus palabras.

Ninguno tenía una razón para excusar lo que había hecho Rodrigo, porque no sabían sus intenciones, ni la razón por la que lo hizo.

Y es que tampoco lo entendían.

—Deberías hablar con él, podría explicarte. —el mayor decidió sugerir luego de un largo silencio, intentando dar una solución.

—¿Qué me va a explicar, Mati? No tiene que hacerlo… no tiene que explicarme nada cuando él y yo solo somos amigos. —los iris marrones, que denotan cansancio, giran a verlo—. Yo soy el pelotudo que no entendió eso y ahora está llorando como un imbécil...

—Tomi…

El cantante niega con su cabeza, poniendo una sonrisa triste mientras se pone de pie.

—Es la verdad, Carrera es heterosexual, le gustan las mujeres y desde un principio supe que ese era el riesgo. —suspira, intentando que su voz no se rompiera por el llanto ni el nudo que se posaba en su garganta—. Y sí no lo es, quizás de quién está enamorado es de Ivan, no de mí, como lo decían.

—Tomás, pero es que él… demostraba que de verdad le interesabas, ¡nos contaste que hasta Ivan te molestaba con eso! —ella mira al mayor de los hermanos, haciendo que él asienta ante sus palabras.

—Sí, lo hacía, pero con quien se beso Carre fue con Spreen. —les recuerda con un tono duro, limpiando las lágrimas que empañan sus ojos y mojaban sus mejillas—. Solo era joda, Abi.

Se mueve hasta su valija, buscando algo ahí para luego tirarlo a la cama, retirándose su hoddie para cambiarse por la remera sin mangas, luego volvió a ponerse la prenda anterior encima para que el calor corporal no disminuyera por el frío. Él podía sentir las miradas de los otros dos puestas en él, en un silencio que resultaba inquietante y que alguno de los mayores quería romper dando consuelo al tatuado, pero no tenían palabras.

¿Qué podrían decirle? Sus palabras eran la realidad, aunque también podían cegarlo a lo que realmente era real.

Todos habían visto cosas, pistas de que el joven ojiverde de verdad sentía un interés más allá de amigos hacía Tomás durante los últimos días, pero no se podían creer que él simplemente parecía ser otro, según lo que el tatuado les había dicho que paso.

Un beso.

Un beso fue lo que vio entre ambos amigos, no sabía cómo llegaron a esa situación, y tampoco quería saberlo, por miedo a resultar más herido.

—Tomás, ¿a dónde vas? —cuestiona con preocupación, viéndolo ir hasta la puerta que daba a la salida de la habitación. Así que se levanta con las intenciones de detenerlo.

Matías estaba realmente preocupado, pocas veces lo había visto con un corazón herido y  de verdad le daba miedo que su hermano hiciera algo estúpido, más en aquel estado tan… roto y vulnerable.

Dejarlo solo, sin el apoyo de alguien, sonaba a una mala, muy mala idea.

—Iré a entrenar, no haré nada sí es lo que te preocupa. Mañana es el evento… no quiero decepcionar a mi chat en algo tan importante como esto. —es la única respuesta que da, saliendo del lugar, dejando con la palabra en la boca a su hermano.

Si era sincero consigo mismo, él no quería seguir ahí con su hermano y Abi, no porque le molestara su presencia o compañía, más bien era porque una parte de él sentía ira al dejarse llevar de lo que todos ellos suponían, de sus especulaciones sobre que Rodrigo Carrera sentía algo por él. Había sido idiota, uno muy grande, por dejarse llevar de una tonta ilusión, una que su raciocinio sabía –en el fondo de él– que era falsa, pero que fue derrocada por sus más puros sentimientos, dejándose llevar de estos.

Dentro del ascensor se quedó sumido en sus pensamientos, ignorando por completo a los dos jóvenes que indiscretamente lo graban, y es que no tenía ganas de decirles que paren. Una vez llegó al último piso se fue hasta la salida de la edificación, tomando un taxi que lo llevará hasta el gimnasio alquilado, sabía que no muchos irían al lugar por beber el día anterior, más que todo por la cruda, así que anhelaba tener el lugar para sí solo. No tenía ganas de ver a nadie.

Jugueteo entre las apps de su móvil, viendo entre las notificaciones las doce llamadas de Spreen, de las cuales ninguna contestó.

Ivan sabía sobre sus sentimientos, se los dijo en la mañana anterior, y no debía de guardar fidelidad a sus sentimientos sí él gustaba de Rodrigo y él de Ivan, estaba en su derecho, pero por la amistad que tenían sí se la debía, debió decírselo en el momento, ser sincero y no darle consejos de qué hablará con Carre sobre lo que sentía, había sido hipócrita. Era la razón por la que no quería responderle; se sentía enojado, traicionado por su amigo.

Quizás estaba siendo muy duro, cegándose por sus emociones fuertes, sin dejar que él le dé una explicación, lo cual sería lo correcto, pero simplemente no podía, no ahora.

Luego de unos minutos el taxi se detuvo al frente del edificio, pagando por el servicio se adentro al lugar hasta el último piso. Para su suerte el gimnasio estaba vacío, siquiera su entrenador había llegado luego de avisarle que iría a entrenar ese día. Guardó su bolso y su hoddie en los casilleros, dejando fuera únicamente una botella de agua y una toalla, de ahí se fue a la máquina de caminar para hacer un poco de cardio y calentar.

Su plan era entrenar hasta que el dolor físico fuera más grande que el emocional, aunque eso significará tener percusiones el siguiente día, pero eso no era de su importancia en el momento.

Antes de subirse a la máquina se coloca los earpods a todo volumen, poniendo en el móvil su playlist en aleatorio, encerrándose en su propio mundo para no oír nada y huir.

Huir de sus emociones.

Gotas de sudor deslizaban por la orilla de su rostro, pegando los cabellos en su frente, por el esfuerzo que ejercía al empujar la barra de arriba hacia abajo sobre su pecho, siguiendo la rutina que su instructor le puso al llegar; se suponía que debía realizar cuatro series de mínimo cuarenta repeticiones para que al día siguiente no amaneciera adolorido, pero iba por la sesenta, sobre esforzándose.

Los brazos le dolían y le temblaban cada que subían, más bien todo su cuerpo lo hacía por hacer el doble en cada una de las máquinas, su cuerpo no estaba listo para eso, y es que le daba totalmente igual al tatuado, siquiera le importaba la humedad salada que caía por sus mejillas con más insistencia, delatando quizá su dolor físico y sentimental.

Cuando ya no pudo resistirlo más, y estuvo a punto de dejar caer la barra sobre su cuerpo, algo que pudo llegar a herirlo, dejó el tubo en el reposador con todas sus últimas fuerzas, quedándose acostado y con los brazos abajo cerró sus ojos. Sentía náuseas, las ganas de salir corriendo al baño para devolver lo poco que había comido en el día se hacen fuertes al escuchar una voz muy familiar diciendo su nombre. Entre prisas se sienta en la máquina y se pone de pie, tomando la toalla para así limpiarse el sudor mientras sale huyendo del lugar.

—Espera, Tomás. —los dedos largos rodean su muñeca, deteniéndolo con ligera fuerza, y a pesar de eso no gira a verlo.

Arbillaga intenta liberarse, girando y jalando su mano, torciendo los labios en una mueca de dolor, porque aunque su acto no lo hiciera para herirlo, lo hacía al fin y al cabo.

—Déjame, tengo que irme.

—No, por favor, déjame explicarte. —le pide, y Tomás se burla con ironía, amargamente.

—Oh… ¿enserio? —se da la vuelta, jalando su brazo para liberarse con fuerza para enfrentarlo con una expresión seria y hablar en tono frío—. ¿Qué puedes decirme, mh? Vi muy bien qué fue lo que sucedió anoche, Buhajeruk. No hay nada que explicar, está más que claro.

Los ojos del oji-negro observan con sorpresa el estado rojo e hinchado de los ajenos, junto a las bolsas negras que descansaban debajo de estos, shockeado por su estado agotado y por sus palabras que se sienten como unos filosos cuchillos enterrándose en su pecho. Es incapaz de articular alguna palabra hacia él, bloqueándose su pensamiento cuando ve las lágrimas acumularse en él. Tomás usa su estado para dar la vuelta de nuevo e irse a los casilleros, huyendo lo más rápido que su cuerpo cansado se lo permite, toma su bolso luego de guardar a prisas sus pertenencias y sale del lugar evitando reencontrarse con él.

Éste era el momento perfecto para hablar de lo qué sucedió, aclarar la situación, pero no quería, se negaba –aún– a oír la verdad por el miedo que controlaba sus emociones.

Asegurándose de que no está siguiéndolo se sube al ascensor del edificio para presionar el botón de la recepción, mirando impaciente los números disminuir en el tablero, sintiendo las lágrimas bajar por sus mejillas calientes en silencio. Sale del lugar mientras se limpia la humedad con las manos que le tiemblan, sin llegar a percatarse –hasta que siente las gotas chocar contra sí– que está lloviendo.

Las gotas pesadas lo bañan mientras más se mantiene ahí de pie, sintiendo como su ropa se pega a su cuerpo por la lluvia, y esta por regresar adentro para colocarse su hoddie antes de enfermarse, sabe que no es bueno el clima luego de estar acalorado y haciendo ejercicio, pero sus ojos se conectan con los negros del menor.

—¡Robleis, espera! —grita, llamando toda la atención de los de su alrededor, y comienza a correr en su dirección para alcanzarlo.

«Mierda» piensa Arbillaga, dándose la vuelta para comenzar a correr en dirección opuesta del pelinegro.

Sus piernas le tiemblan, dispuestas a hacerlo caer entre cada paso que da, oyendo como chapotea entre los charcos que él provoca y que también hace el joven que lo sigue muy de cerca. Lo oye gritar que pare, pero no lo hace por su propia voluntad, solo corre, corre sin ninguna dirección, viendo borroso por las lágrimas que desbordan, que acentúan una calor en sus mejillas entre las frías gotas.

Cruza la calle, aprovechando que los pocos autos se detienen por el semáforo que está por cambiar para él, esquivando torpemente las personas que transitan por ahí, aunque se enreda con sus propios pies cuando estos no le responden, cayendo de rodillas al suelo húmedo, duro y frío.

Es patético, se siente patético, actuando de esta forma como si fuera un pibe inmaduro de quince años; huyendo como si le debiera algo a alguien.

—T-Tomás… —le llama agitado, respirando profundamente mientras se detiene detrás suyo—. ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? —sus manos frías presionan el hombro mientras se agacha a su lado, viendo como el mayor le evita la mirada—. Tomi… por favor.

Buhajeruk suspira, aplastando sus labios en una línea recta. Sin decir nada toma el bolso del mayor con cuidado y busca entre esté algo para que Tomás se pueda cubrir del frío, estaba preocupado por su salud y no podía arriesgarse así cuando mañana era un día muy importante para él. Encuentra el hoddie en el fondo, sacándolo rápido para colgarse el bolso en sus hombros y ponerse de pie.

—Déjame ayudarte. —estira su mano hacia él, pero es ignorado—. Robleis, por favor, no podes quedarte aquí.

—Qué te importa…

El pelinegro suspiró, una vez más: —Tomás, lo siento. Nunca quise que esto pasará, me tomó de imprevisto y reaccioné tarde, muy… tarde y sé que no es una excusa justa, pero es cierta, nunca fue mi intención herirte, si sintiera algo por Carre nunca te hubiera dado aquel consejo en la cafetería, de verdad.

Manteniendo la cabeza abajo, para no verlo, el mayor lo escucha atentamente, sorbiendo su nariz mientras se sienta en sus tobillos y aprieta las manos hechas puño a cada lado de su cuerpo. Sus palabras causan un largo río de lágrimas por sus mejillas, sintiendo el pecho contraerse con culpabilidad por haber actuado de tal forma, porque sabía que Ivan estaba siendo sincero, su seriedad al hablar –cosa que poco hacía con él– se lo podía decir con demasiada certeza.

Entre ambos se forma un silencio cubierto en el ruido de la lluvia y los autos, Ivan sin decir nada más al respecto, no porque no tuviera nada más que decirle, sino porque estaba mucho más preocupado por su salud. Hasta que finalmente decide actuar, sin importarle sí Tomás quería su ayuda o no.

—Tomi, déjame ayudarte. Hablaremos en el hotel con más calma si vos querés. —sus palabras son ignoradas, y sabe que no habrá respuesta, entonces se inclina para tomarlo por las axilas, rodeándolo fuerte y ayudarlo a ponerse de pie, así esté haya forcejeado en su contra para evitarlo, cuando lo consigue lo libera, sin alejarse demasiado de él para que si siente sus piernas fallar, se sostenga—. Alza tus brazos, por favor. —le pide suave, mostrándole el hoddie para que obedezca y le permita ayudarle a cubrirse mejor con esa prenda, y se deja, desviando la mirada a otro lado.

Acomoda mejor el hoddie cuando ya lo tiene puesto, y le coloca el gorro de la prenda con suavidad, inclinándose después en busca de tomar su paraguas que había tirado al lado, pero cuando está por levantarse puede ver la pequeña mancha de sangre que traspasa la tela del pantalón deportivo, tela desgastada y rota por el roce contra el pavimento al caer.

Rápido se reincorpora, preocupado.

—Tus rodillas… —murmura en tono bajito, notando como el mayor mira al suelo.

—Estoy bien. —responde luego de un rato, viendo como se le acerca con el objeto para cubrirlos a ambos de la lluvia, el calor que libera es reconfortante y por inercia inclina su cuerpo hacia él.

Realmente no se siente bien, aunque intente negarlo su estado lo delata: le tiemblan sus extremidades, su cuerpo se siente débil, su estómago ruge por un poco de comida y sus rodillas arden, pero no iba a admitirlo en voz alta.

—¿De verdad? ¿podés caminar así…?

—Dije que estoy bien, solo… quiero regresar al hotel… Me siento muy cansado. Por favor. —pide, levantando la mirada para verlo con súplica, insistiendo en silencio que se fueran pronto—. P-podemos hablar luego.

El pelinegro quiere volverle a insistir, pero se contiene a hacerlo, asintiendo lento antes de acercarse más y rodearlo por la cintura.

—Ivan…

—Aunque te negues sé que te duele, déjame ayudarte por lo menos. —le mira tranquilo y en silencio, notando como asiente luego de un rato, sin negarse esta vez a su ayuda.

Sujetándolo firme con el brazo y afirmando el paraguas sobretodo hacía Tomás, caminan a la avenida, deteniendo un taxi libre para que los llevará hasta el hotel pronto, pues ir a pie con esta lluvia no sería conveniente.

Tenían mucho de qué hablar cuando llegarán pero durante el trayecto no lo hicieron, solo se quedaron en silencio, Ivan permitiendo al mayor apoyar la cabeza en su hombro para descansar un poco. Quizás ahora la cabeza de Arbillaga no estaba tan enredada, todo lo contrario, estaba más tranquila luego de las pocas palabras que dijo Spreen, y agradecía que la presión en su pecho disminuyera por haberlo "hablado", aunque aún faltaba más y tendrían tiempo para hacerlo antes de que el día del evento llegara.

Eso era lo que debían haber hecho desde el principio: hablar. Nunca habrían llegado en primer lugar a esta situación si lo hubieran hecho, pero ahora –de nuevo– podría existir una pequeña y mínima posibilidad de que todo saliera mejor.

ઇઉ⠀© HEARTOM.

capítulo medio pete, perdón :(

igual espero les haya gustado un toque después de tanto tiempo sin actualizar <3

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