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Ivan había llegado al hotel luego de haberse despedido de Tomás cuando ambos tomaron rumbo diferente, aunque por su parte pasó a comprar unas remeras que le gustaron y una que otra cosa de más. Al entrar al cuarto de hotel puede oír ruido en el baño, suponiendo que ahí dentro estaba el ojiverde, entonces se sienta en su cama, luego de dejar las bolsas con el resto de sus pertenencias, y se pone a ver el móvil.
La conversación con el tatuado rondaba aún en su cabeza, seguía muy fresca, lo hacía pensar a profundidad toda la situación y el tema de los sentimientos que habían de por medio. Tomás ya los había aceptado, estaba seguro de ellos, pero Rodrigo… Él era otro asunto totalmente, en ningún momento había hablado o insinuado con claridad que sentía algo por el cantante, y a pesar de haberle hecho bromas no conseguía más.
¿Y sí hablaba con él? No, seguramente lo mandaría a la mierda y evitaría el tema a toda costa, aparte de advertirle que no volviera a sacar ese asunto.
Un quilombo.
Desvía la mirada a la puerta del baño, la cuál oye abrirse, dejando ver al castaño vestido con una remera negra, con un estampado de Kuromi, pantalones cortos rosas, y unas Nike blancas con detalles igualmente rosas. Lucía bien como siempre.
—Eu, amigo, ¿A dónde fuiste? Cuando me desperté no estabas. —lo mira curioso, detallando que ya estaba vestido para salir, pero no le toma importancia, y se mueve a donde está su valija para buscar algo ahí—. ¿Andabas viéndote con una pibita, eh? —lo observa sobre su hombro con una expresión coqueta y divertida, notando al menor rodar sus ojos.
—Mm, salí a comprar unas cosas. —señala las bolsas en el suelo. Y agradece haberse comprado algo para excusarse –a pesar de que lo hizo de forma inconsciente–, no podía decirle que se había visto con Robleis toda la mañana, lo llenaría de interrogantes si sabía.
Y lo que menos quería era tener que hablarle de lo que conversó con el cantante.
—¿Tanto tiempo con solo eso? Yy deja de mentir, pajero, sé que andabas chamuyando. —le habla divertido, con una ceja levantada, girándose en su dirección con una gorra rosa entre las manos.
—Cállate chupapijas.
—Uuh, ya quisieras que te la comiera, Ivan. —Rodrigo le tira un beso de forma divertida, yendo al baño de nuevo para terminar de secar su cabello y ponerse la gorra.
El joven pelinegro negó con su cabeza a la vez que suelta un largo suspiro.
Tomás la tenía difícil. Si Carrera continuaba ignorando, y evitando todo lo que sentía, él mayor nunca tendría el valor para expresarle sus sentimientos.
—¿Ya tenés todo listo? —la voz del ojiverde llama su atención, haciendo que él alcance a ver su entrecejo ligeramente fruncido al igual que sus labios—. ¿Todo bien, Ivan? ¿te pasa algo?
—No, no es nada. —niega, mientras se coloca de pie, y camina hasta su valija para tomar su loción, aplicándose un poco antes de moverse hasta el castaño—. Vamos, no queremos llegar tarde.
Tomando por los hombros al petiso lo lleva fuera de la habitación, siendo él quién cierra la puerta antes de ir hasta el ascensor que los llevaría a la recepción, donde ya un Uber los estaba esperando. En el trayecto dentro de aquel espacio pequeño se tomaron unas fotos, aprovechando el espejo que adornaba una de las paredes, luego Carrera terminó subiendo a sus stories de Instagram aquellas fotografías.
Al llegar a su destino se percatan que el cielo ya se encuentra de colores oscuros y puntos brillantes.
Las luces neón que decoraban la entrada del lugar brillaban intensamente, llamativas junto a la música retumbante, haciendo que toda la atención se fuera hasta allí de forma casi inconsciente.
Una vez dieron sus datos al hombre de la puerta éste mismo los guió hasta el interior del lugar, haciéndolos pasar por el centro de la pista –misma que estaba llena de gente bailando, bebiendo y demás– hasta un área reservada para todos ellos, donde algunos ya estaban esperándolos con una cerveza en mano o un shot.
—¡Wey, pensé que no vendrían! —el joven de cabellos lacios y oscuros se pone de pie para abrazar al castañito por los hombros con una sonrisa amplía en su rostro de niño, luego de que el de seguridad se fuera.
—Yyy viste que no. —ríe bajito, alejándose para luego tomar el shot que el rubio le ofrecía—. ¿Pensás matarme antes de iniciar siquiera?
Rubén se ríe mientras niega, tomando otro chupito de la mesa para chocarlo con el del petiso y beberlo juntos, a la vez.
—¿Y Robleis?
—¿No ha llegado aún? —Ivan pregunta, tomando asiento al lado izquierdo de Juan.
—Pensábamos que vendría con ustedes, desde ayer en la noche no supimos más de él y como se quedó con ustedes pensamos que sabrían. —irrumpió Rivers quien tenía entre sus labios su vape.
Rodrigo frunció el entrecejo, volteando toda la mirada por el lugar en busca del tatuado, siendo extraño que aún no llegará ya que no acostumbraba a llegar tan tarde.
«¿Se habrá quedado dormido?» se preguntó a sí mismo.
—Quizás y no tarde en llegar. —habló el argentino menor. Tomás nunca le dijo que no iría a la reunión, así que solo debía venir tarde o eso esperaba—. Mientras hay que pasarla bien, que el petisito de mierda se nos una después.
Todos estuvieron de acuerdo con él, así que comenzaron a beber entre charlas variadas y amenas, algunos poniéndose de pie para ir hasta la pista y bailar la canción que sonaba en el momento, aunque había un castaño que no paraba de observar el lugar por donde él había entrado hace unas horas, mientras bebía los diferentes licores de la mesa, en espera de alguien en especial y el único que faltaba por llegar.
Ivan y Juan eran los que más se acercaban a él para entablar conversación u ofrecerle un trago nuevo para que bebiera, ya siquiera sabía cuántos shots, vasos de Sidra, Sangría o algunos cócteles –esos siendo ofrecidos por Ari mayormente– ha bebido, pero su cuerpo estaba más aligerado y ya había olvidado la razón por la cual miraba con insistencia la entrada del lugar. Se puso de pie y fue a bailar con los demás, cantando a todo pulmón aquellas canciones del momento.
El ambiente se sentía bien para él; su cuerpo y mente se sentían bien, cómodos, llenos de paz y euforia a la vez, olvidando todo, siendo un cuerpo más entre toda esa multitud, para solo vivir el ahora, el momento, y que nada más sea importante a su alrededor.
Siquiera si el cantante llegaba o no.
Cansado, con sus pies adoloridos de bailar y la garganta seca, se regresa a la mesa para tomar asiento al lado de Ivan, quien hace un rato se sentó para descansar. Tomá entre sus dedos una nueva copa de cristal y bebe de su contenido, no sabe con certeza de qué es, pero solo quería beber, beber hasta que todo fuera confuso, hasta que olvidara qué es lo que lo atormenta de su realidad.
—Amigo, estas bebiendo mucho, bájale un toque. —el pelinegro tomó su muñeca, para detenerlo cuando iba a tomar un nuevo shot. Había notado como Rodrigo estaba tomando sin control, preocupándole que se fuera a malpasar e hiciera cosas de las cuales se podía arrepentir después—. No podés beber así o vas a terminar tirado en el suelo sin recordar nada.
—¡Déjame! —se suelta como puede—. Es lo que quiero. —sentencia con una voz torpe que suena con dolor y tristeza, tomando por sorpresa a su mejor amigo cuando unas lágrimas comienzan a acumularse en sus lindos ojos.
¿Qué era lo que le pasaba?
¿Era por… Tomás?
—Carre…
—Quiero olvidar todo. —dice en un susurró casi imperceptible por el fuerte ruido del lugar, sus labios curvándose en una sonrisa triste mientras baja la mirada—. Solo por una noche… quiero dejar de pensar en él.
Aprovechando el estado de shock al que entró el más alto –a causa de sus palabras– tomó otro shot y lo bebió.
El ardor, y dolor, que quedaba en toda su garganta luego de que el alcohol bajaba por ahí, no se podía comparar al que sentía en su pecho cuando la realidad lo golpeaba, eso era insoportable.
Buhajeruk se recompone al verlo tomar otra copa, quitándosela de las manos para luego sujetarlo de estas a la fuerza para que lo vea así él no quiera. Se sentía preocupado por la forma en que él estaba actuando, su manera de hablar, de cómo no era capaz de verlo a los ojos y sus mejillas calientes se bañan de lágrimas que cada vez bajan más rápido.
Verlo de esa forma causa una presión en su pecho, una sensación de lástima por verlo de esa forma por primera vez, en el tiempo que llevan de conocerse. Nunca se imaginó verlo así por alguien.
Rodrigo comienza a temblar en su sitio, sus labios –los cuales muerde con fuerza– dejan escapar pequeños sollozos inaudibles, al menos para el resto de personas que están a su alrededor, que con la euforia del lugar, solo están disfrutando.
—Carre, respira. —le pide de forma suave, queriendo calmarlo. Suelta sus manos y le acunó el rostro con cuidado, limpiando sus mejillas húmedas con los pulgares. Lo trata lo mejor que puede, aunque no sea el mejor en ello—. No estoy entendiendo nada de lo qué decís, ¿podés ser más claro conmigo?
La mirada del ojiverde divaga en el rostro que tiene al frente a una distancia prudente, pensándose tantas cosas y a la vez en nada.
—Yo, no lo… sé. —suspira, cerrando sus ojos e inclinando el rostro ante el tacto—. No me gustan los hombres, soy hetero… ¿no?
Ivan no le responde. Él antes había bebido con Rodrigo y sabía que en este estado sus pensamientos eran muy desordenados, casi nublados por el alcohol, y que él mismo iría soltando la lengua para continuar hablando,
—Solo me gustan las pibas… —su mirada duda al igual que su voz—. Aunque él… él es más lindo que cualquier pibita, tan dulce y tan… tan él. —murmura entre un hipido, sus ojos destellando de forma inconsciente, sin que él lo sepa, por imaginarse al joven de tatuajes que le apasionaba cantar y realizar streams—. Es un lindo de mierda, lo odio.
—Carre, ¿Estás hablando de To-
—Me gustan las conchas, sí, sí. —afirma con seguridad falsa, mientras asiente repetidas veces y sonríe, interrumpiéndolo cuando iba a nombrar al mayor—. ¿O no? —su sonrisa se desvanece al instante, igual de rápido que su cambio de humor en estado de ebriedad.
—Rodrigo, creo que estaría bueno regresar al hotel, allí podemos hablar sin hacer una escena aquí. Además, ya estás muy ebrio, siquiera sabes lo que decís. —sentencia para luego hacer el amague de ponerse de pie, pero no puede hacerlo ante las manos que se posan sobre sus hombros con fuerza y rapidez—. ¿Pensás hablar de qué mierda tenés aquí?
Un largo suspiro se escapa de los belfos del castaño, soltando a Ivan para limpiarse las lágrimas que amenazan con salir de nuevo y a la vez acomodándose mejor en el sofá. Sus pensamientos son tan desordenados, por el alcohol en su sistema, que apenas y es capaz de conectar una palabra con la otra de forma coherente para crear una frase decentemente larga.
Luego de unos segundos alza su mirada nuevamente para ver al menor quién lo mira en espera de una respuesta, con los brazos cruzados y el entrecejo fruncido.
Estando cuerdo jamás se le hubiera pasado por la mente hablar acerca de lo que pasa en su cabeza, ni con Ivan, ni con nadie, pero ahora no estaba en sus cinco sentidos como para detenerse a pensarlo.
Carrera suspira.
—No sé qué es lo que siento, Ivi. —admite con una sonrisa amarga y triste, jugando con sus propios dedos—. Es con-confuso… él me hace feliz, demasiado, y me da miedo que sea así, ¿qué… pensarán de mí?
—Primero, estás hablando de Tomás, ¿no? —solo quería confirmarlo, aunque era algo muy obvio. Rodrigo asiente lentamente luego de meditarlo unos segundos, como si una pequeña parte, aún, cuerda se preguntará si confesarlo con él—. Okey, ¿tenés miedo de qué te gusten los… hombres? ¿O qué dirán los demás si saben que te gusta otro hombre?
El castaño tomó una fritura del bowl –que se encuentra en la mesa–, la cuál lleva hasta su boca para comerla con lentitud, todo a posta, intentando evitar responder a la pregunta que Ivan le hizo, pero éste no se iba a quedar con eso, no ahora que surgió el tema finalmente.
—Rodrigo, responde.
Esos ojos verdes lo miran en silencio para luego volver a ver el suelo, soltando un lento suspiro antes de responder: —Ambas.
—Amigo, los demás se pueden ir a la mierda si quieren. —le toma una mano y le da un pequeño apretón—. Ellos son los que menos deben importarte, Rodrigo, no son quienes te van a hacer feliz o brindar paz, ¿Entendes? Sí todas aquellas personas de la comunidad pensarán así, nunca serían felices y solo por complacer a terceros, olvidándose de ellos mismos. —el mayor lo mira cuando se detiene un momento, sintiéndose cohibido al instante por la forma tan seria con la que lo mira Ivan—. Y sobre que te gusten los hombres, eso no tiene nada de malo, ni te va a cambiar lo que eres, ¿O acaso Robleis es diferente por ser gay? ¿Es menos hombre?
—No…
—¿Ves? Gustarte los hombres no tiene nada de malo, ni te quitara tu masculinidad, ¡tú más que nadie lo sabe! Nunca antes te importó lo que dijeran de ti, por cómo eres, siquiera cuando te jodian con que eras muy "femenino" al actuar frente a stream. —él sabía que estaba siendo muy duro, pero no quería que por culpa de su tonto miedo e inseguridad ambos terminaran dañados—. Así como te gustan las pibas, te pueden gustar los pibes y eso no te hará una persona diferente a la que todos conocen.
El castaño intenta procesar sus palabras y a la vez comprenderlas, aunque su cabeza no ponía de su parte.
—No tenés que pensar en tus gustos ahora, quizás aún es raro para ti porque no pasaste por eso hasta ahora y tendrás tiempo para aclararte después, pero ahora lo importante en todo esto es: saber con claridad qué es lo que sentís por Tomás, es él quien está involucrado en todo esto y quién podría salir malherido. —su mano vuelve a apretar la ajena, para que lo mire, no le gustaba ser tan serio con él pero la situación lo ameritaba. Y el mismo Rodrigo lo sabía—. ¿Te gusta Tomás?
—Sí… no… no lo sé. —frustrado desvía su mirada, queriendo huir de todo esto, ir con los demás y continuar disfrutando, pero sabía que ya no tenía vuelta atrás.
—¿Por qué dudas de tus sentimientos por él? ¿por qué negarlos? —sus preguntas van directo a la cabeza confusa del mayor, quien no encuentra respuesta entre el revuelo de pensamientos—. Es como cualquier otra posición en la que te ha gustado una pibita, es exactamente lo mismo, solo que con ellas nunca dudaste que te gustaban, ¿Qué hay de diferente con Robleis?
—Porque no me van los hombres. —vuelve a verlo, y en sus ojos se nota la duda de sus propias palabras—. Tú, no me-me provocas, ningún hombre despierta algo en mí, no lo hacen, pero con él… con él no puedo decir lo mismo. —ríe de forma tosca mientras peina sus cabellos húmedos, mirando en dirección de los otros, topándose con la mirada de Juan quien lo veía con curiosidad, pero al ver a Spreen serio no se involucra—. Él… no sé qué tiene.
Ivan quiere reírse con ironía.
¿Rodrigo de verdad era tan ciego y pelotudo para no verlo?
—Boludo, que te atraigan los hombres no significa que todos te van a provocar algo. —suspira pesado, intentando controlarse antes de que termine dándole una piña por su actitud. Entendía que éste tenía miedo, miedo de los nuevos sentimientos, pero no estaba midiendo lo que decía y quizás era a causa del alcohol—. Es como decir que Tom se acuesta con el primer hombre que tenga al frente solo por ser gay, y no, no es así, ¿O acaso por qué te gustan las mujeres, todas a la primera vista te provocan algo?
—No… —niega con su cabeza.
—¿Viste? —sus ojos se ruedan mientras libera una carga pesada de aire, de verdad que no quería reírse de él pero en este momento parecía un crío siendo regañado—. Y bueno, ese no es el punto. —chasquea su lengua—. Quiero que aclares lo que sientes por él, por el bien tuyo y el de él. Aunque si tanto dudas de tus sentimientos es porque no solo lo ves como un amigo, ni lo quieres como tal, Carre.
—Es que… —se muerde fuerte el labio, frustrado—. No puedo creer que me guste… es mi amigo, Ivan.
—¿Y sí lo dialogas con él? —cuestiona—. Quizás y si lo hacen, él podría ayudarte con tus sentimientos, aclararte si te gusta o no.
—Hablarlo con él sería arruinar nuestra amistad.
Sus palabras habían sido como un déjà vu para el menor, haciéndolo recordar toda la conversación que había tenido con Robleis en la mañana, siendo su amistad la misma razón por la que no se declaraba.
Ambos tenían miedo a perder algo que no se iba a perder jamás entre ellos.
—¿Qué decís, mm? Sabes lo atento, amable y comprensivo que es con vos. Las veces que te dejó quedar en su depa porque en el tuyo tenían que reparar algo, cuando él te integraba a sus eventos, como la vez donde te llevo a Barcelona porque tenía un show, o cuando te invitaba a comer lo que él cocinaba. La forma en que te abrazaba, y felicitaba diciendo que eras el mejor, el día que ganaste en los Esland, o esa vez donde se quedo en tu casa toda la noche consolándote luego de que aquella piba te corto, también la forma en que siempre intenta protegerte en cualquier lado que estén juntos, ¿no es eso muestra suficiente de que él te ayudará sin importar qué problema tengas? —sus manos se van a los hombros del ojiverde, haciendo que la mirada de ambos estuviera fija en la ajena mientras el menor hablaba.
Él parece pensarlo, quedándose en silencio mientras lo ve; tenía mucha razón, Tomás nunca sería capaz de hacerle mal, ni siquiera si se trataba de lo más mínimo, pero en esta ocasión las cosas eran tan diferentes, se trataba de sus sentimientos donde él estaba involucrado, no sabía cómo podría actuar o reaccionar y era eso lo que más miedo le causaba. Si tan solo hubiera otra forma de confirmar lo que sentía por Robleis, una donde fuera él mismo quien lo averiguara…
Recorre con su mirada el rostro frente suyo, consciente de lo cerca que se encuentran, y comienza a detallar los labios de Ivan, estos se veían tan suaves y rosáceos, bonitos, casi como los de él.
Divaga, no sabe si es por culpa del alcohol o de su confusión, pero lentamente comienza a inclinarse hacia su rostro hasta tocar sus belfos con los ajenos, en un tacto suave.
Quizás podría averiguarlo así…
Ivan queda en shock, sin poder reaccionar a lo que Rodrigo acaba de hacer, y cuando lo hace y está a punto de alejarse, los dedos del mayor toman su nuca fuerte y firme para profundizar el beso; siente como se mueve sobre su boca, lento, suave, con parsimonia, probándolo y comprobando lo que quería. El olor a alcohol que su boca desprendía era fuerte, mucho más al momento en que deslizó su lengua en medio de los belfos contrarios, llevado de los efectos.
No tiene la intención de alejarse, de terminar con eso y el más alto sigue embobado por lo repentino de la situación, sus ojos viajando por todo el alrededor en busca de ayuda, hasta que al fondo del lugar puede distinguir una cabellera café y lisa.
No, esto no era cierto.
Como puede lo empuja por los hombros, poniéndose de pie para tomar distancia de él, no importándole un poco que Rodrigo casi se caiga de la silla por su brusquedad. Sus labios se sienten húmedos y cosquilleantes, limpiándose los mismos con el dorso de su mano, dejándolos doliendo por lo duro que fue el movimiento.
Busca rápidamente la cabellera oscura entre la gente, y cuando la ve puede reconocerlo a pesar de estar de espaldas, pero cuando va cruzando por un grupo de amigos alcanza a verle parte del rostro, confirmando que era él caminando a prisas hasta la salida del lugar.
Tomás los había visto.
Mierda.
—¿Qué te pasa? —se gira al castaño con el entrecejo fruncido de enojo y molestia, apretando en puños sus manos que caían a los costados de su cuerpo—. ¿¡Por qué me besaste, Rodrigo!?
—Solo… quería comprobar algo.
El menor jadea con ironía mientras niega, toma sus cosas y comienza a alejarse de allí para salir del establecimiento lo más rápido que pueda.
Sabía que eso captó la atención de todos, haciendo una escena, pero no le importaba una mierda si era sincero, en ese momento solo cabía en su cabeza la preocupación por el tatuado y la forma en que había salido huyendo.
—Eres un pelotudo de mierda, Rodrigo.
Pasa entre la multitud acumulada en la pista de baile lo más rápido que se lo permiten, tropesándose con algunas personas ebrias y aunque se libró de unos no pudo evitar que una bebida le fuera tiraba a su ropa, pero a pesar de todo ello no se detuvo hasta salir y sentir la brisa helada de la noche chocar en su cuerpo.
La esperanza de encontrarlo se esfuma al ver las desoladas calles que no tienen ni una persona, apenas cruzando unos pocos taxis, y sin un solo rastro de Tomás.
No sabía a dónde había ido.
—Robleis...
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ઇઉ⠀© HEARTOM.
y bueno, altas ganas de darle unas cuantas piñas a rodrigo, no?
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