،⠀007 '⠀ਓ.

Arbillaga jugaba de forma ansiosa con los anillos que decoraban sus largos dedos, sacándolos y rodándolos mientras miraba al frente, donde estaba Rodrigo bebiendo de su malteada a la vez que hablaba con Cry, que estaba a su lado comiendo un sándwich.

Todos habían ido a una bonita cafetería para comer algo luego de que el plan de ir a beber se había arruinado por asuntos exteriores de los mayores, conversando en el lugar todos accedieron a posponer la salida al antro para la noche siguiente, después de todo Ibai les había dicho que podrían disfrutar de una pre-fiesta antes de la Velada, claro que los participantes del evento tenían ciertas notas y restricciones de qué hacer y no hacer, más que por parte del organizador del evento era de los entrenadores, a pesar de que algunos se olvidaban la dieta que llevaban.

—Eu, ¿todo bien, pa? —el menor estaba a su lado, notando como el cantante poco había dicho una palabra y eso no era algo que pasaba por primera vez, el día que fueron a jugar bowling estuvo igual.

Los ojos marrones del tatuado se desviaron a él, permitiendo que viera en ellos las mil y un emociones que reflejan; duda, tristeza, confusión, ilusión, temor, inquietud, siendo la ventana para ver el reflejo de su alma. No estaba bien, podía verlo a pesar de que de su boca no saliera nada.

—¿Es sobre él? —sus ojos se mueven con disimulo al castaño que justamente se ríe de forma escandalosa, haciendo a todos verlo y contagiarse de su risa. Y aunque Tomás no le hubiera respondido, la forma de jugar con la pajita de su bebida, sí lo hizo—. Rob, sí querés hablar sobre lo que pasa, sabes que podés contar conmigo, somos amigos.

—Gracias, Spreen. —susurra, levantando la mirada para sonreírle de forma pequeña.

Quiso decirle algo más, pero se contuvo, no lo veía correcto teniendo en cuenta que él aún no parecía estar listo para hablar del tema, que aunque para él y los demás era obvio, para esos dos, no. Apoyó su mano en el hombro del cantante y dejó un pequeño apretón allí, en una muestra de apoyo.

El resto de la noche transcurrió muy tranquila y agradable, todos terminando de comer sus ricos pedidos antes de despedirse e irse a sus respectivos hoteles y hogares. Aunque algunos se fueron a reunir al hotel donde se hospedaba Mariana para hacer un pequeño stream de IRL para contar las experiencias de esos días, otros se fueron a dar una corta caminata nocturna por la ciudad.

Robleis iba en un taxi de regreso a su hotel, habiéndose despedido de sus dos amigos argentinos, quiénes se quedaron a hacer un stream en las calles de Madrid, lo invitaron a unirse a ellos pero se negó, excusándose con que estaba cansado. Su cabeza no se encontraba del todo con los pies en el suelo, divagaba entre diferentes ideas, sumido con la vista en un punto fijo del vehículo que el mismo conductor fue quien le repitió varias veces que ya había llegado a su destino.

Al llegar dentro de su habitación de hotel, se tiró a la cama, quitándose las zapas a la vez que hundía el rostro entre una almohada para cerrar los ojos e intentar descansar un poco, pero realmente no podía, todo era un caos en su cabeza, como un torbellino. Solo quería callar la voz que le repetía una y otra vez que dejara de negar la verdad, que se diera la oportunidad de intentarlo, porque era errónea su manera de pensar. Su cabeza ya empezaba a doler, teniendo que sacar el rostro de su escondite para ver un rato su móvil y distraerse.

Hermanito:
eu, tomii
te extraño ):
11:34 p.m.

Tomi:
yo también te extraño, thiago
me hacen falta las noches de peli que teníamos los findes :((
11:36 p.m.

Hermanito:
ya no falta mucho para que regreses a casa, aunque nos veremos el domingo, ya con mamá tenemos todo listo para ir a verte :3
cómo te has sentido?
cuéntame todo
11:36 p.m.

Tomi:
tenés clases mañana, no podés andar despierto tan tarde
11:37 p.m.

Hermanito:
aah dalee, contame, tomi
por lo menos un poquitooo
además, mati y abi me dijeron que andas muy rarito estos días, como enamorado 🙊
11:38 p.m.

Tomi:
que chismosos hijos de puta
11:38 p.m.

Hermanito:
así qué es verdad?
quién es?
lo conozco?
cONTAME TOMI
11:38 p.m.

El tatuado mira la pantalla del móvil durante unos segundos, pensando si hablarlo con su hermano o no. Sabía que quizás no era un tema del cual hablar libremente con él, había confianza sí, pero no quería enredarlo en sus confusas emociones, además de que quizás él no sabría cómo aconsejarle, sobre todo cuando Thiago estaría en desacuerdo con sus sentimientos al enterarse que Carrera era el hombre que le aceleraba su corazón, no porque el de Bahía le cayera mal o lo considerara una mala persona, sino porque este era heterosexual y su hermano mayor podría salir muy mal herido.

Si quería hablar realmente con alguien sobre todo esto quizás su mejor opción era Ivan, porque él había visto todas sus actitudes y cambios obvios al estar con Carrera, pero no era fácil hablarlo.

Hermanito:
tomi??
11:40 p.m.

Tomi:
no quiero entrar en detalles…
solo puedo decir que quizás alguien si me esta gustando, aún es confuso lo que siento, pero prometo contarte todo cuando esté todo aclarado, hermanito <3
11:42 p.m.

Hermanito:
está bien, tomi
sabes que así como tú estás para mí, yo lo estoy para ti <33
11:42 p.m.

Una sonrisa tranquila se apoya sobre sus finos labios al leer su mensaje, sintiendo la calidez acentuarse en su pecho por el apoyo incondicional que tanto Thiago como Matías le habían dado siempre. Siempre había tenido a su familia para salir adelante, luchar contra cualquier adversidad y no podía sentirse más feliz por ello.

Metido en sus pensamientos oye la puerta de la habitación siendo abierta, dejando ver a la pareja entrando con un pastel entre sus manos y una sonrisa en sus rostros.

—¿Y eso qué?

—Bueno, Abi insistió en comprarte un pastel para endulzarte la vida un poco. —el mayor se mueve a su cama, buscando aquel regalo que el menor de los hermanos le había enviado y que al final del otro día se habían olvidado de dárselo.

—No puedo comer cosas dulces, menos un pastel, sería salirme de la dieta. —deja el móvil a un lado, cruzando las piernas en posición de indio.

—Oh dale, un poquito, además de que no es como sí fuera la primera vez que te sales de la dieta estando aquí. —la joven de cabellos oscuros se sienta a su lado, sonriéndole a la vez que deja el pequeño pastel sobre la cama—. Y sí el problema son las calorías salimos temprano mañana y el sábado para correr antes de tu entrenamiento.

Su insistencia parece convencerlo al final, aceptando comer un poco de pastel para no hacerle el feo a su cuñada, pues solo era linda y amable con él. Mientras ella cortaba el pastel para los tres, Matías le entregó el pequeño regalo que le envió Thiago envuelto en un papel decorativo de gatitos.

—Dijo que quería lo usarás ese día. —dice la chica mientras le entrega el trozo de pastel.

—¿Lo usará?

Curioso al respecto abre con cuidado el paquete, quitando la tapa para observar unos preciosos guantes personalizados de boxeo dentro de la caja, sus ojos se abren con sorpresa, tomando uno para ver que estos tenían el logo de su canal junto a su nombre artístico en las muñequeras. Las lágrimas, de felicidad pura, se acumulan en la orilla de sus ojos marrones, sonriendo conmovido mientras toma el otro guante.

Nunca esperó recibir este tipo de regalo por parte de su hermano. Observó que en el fondo había una hoja de papel con un corto mensaje: "esta fue mi idea, darte los guantes personalizados, pero todos aportamos un granito de arena para dártelos y que ese día los uses con orgullo, tomi <3", sus ojos suben a ver a su hermano y cuñada.

—Están realmente hermosos, gracias.

Él los abraza y rápidamente le agradece a su hermano pequeño y padres en un mensaje, diciendo que sin duda los usaría para el grandioso día de la velada.

Teniendo un mejor estado de ánimo, donde ya no es tan tormentosa su cabeza, se pone a comer el pastel mientras mira una serie nueva que termina escogiendo Abi. Todo iba bien, pero cuando quedó solo de nuevo en la habitación –la pareja salió para ir a comprar algo– sus ojos viajaron a su móvil con duda, planteándose sí hacerlo o no.

Y en un acto impulsivo de valentía, marca aquel número que tiene registrado entre sus contactos, aunque se queda observando por unos segundos la pantalla antes de llevar el dispositivo a su oreja.

Después de dos tonos el sonido de una reconocida voz lo recibe, preguntando qué sucede.

—¿Podemos vernos en la mañana?


Estaba nervioso, demasiado para su agrado, y era muy evidente su estado gracias a cómo golpeaba continuamente el suelo con su pie, como tronaba sus dedos o como viajaba su mirada por todo el Starbucks, en espera del joven con el que había quedado en el lugar. Había llegado algunos minutos antes de la hora acordada, y lo tenía inquieto la espera, era tortuosa.

Cada minuto era más difícil resistirse a la idea de salir corriendo del lugar y regresar al hotel, evitar todo este tema, pero cuando ese pensamiento se hizo más fuerte, y casi se levanta para irse, ve la cabellera oscura al fondo del lugar, paseando su mirada entre las mesas en su búsqueda.

Ya no había vuelta atrás, él ya se encontraba ahí y ya lo había visto entre las otras mesas, caminando en su dirección.

—Hola. —saluda con una sonrisa mínima, tomando asiento al frente suyo—. ¿Llegaste antes?

—Hola, amigo. —responde al saludo, y luego asiente—. Sólo por unos minutos, no tanto.

En su rostro se reflejaba que no tenía la intención de hablar aún, que no estaba listo, que todavía los pensamientos eran confusos y tormentosos, no había orden. Durante unos segundos –que parecieron eternos– no dijo nada, solo se quedó viendo sus manos sobre la mesa, y el menor se decidió a romper el hielo.

—Bien, ¿querés pedir algo mientras? Digo, aprovechando que andamos aquí. —se ríe, aligerando el ambiente entre ambos, notando como él se muerde los labios de forma ansiosa.

La situación se podía intuir, porque a pesar de que el tatuado nunca le dijo la razón por la que lo había citado a este lugar, antes de la salida en la noche, él sabía bien de qué se trataba todo esto.

El pelicafé asiente con su cabeza, aceptando comer algo para intentar relajarse, pues no había comido nada en el hotel a causa del nudo en su garganta que se formó por la ansiedad de llegar a este momento. Tomá el segundo menú –el otro lo tomó el menor– y revisa las diferentes bebidas que hay para elegir, también la comida, para luego ordenar algo que le pareciera apetitoso de allí, su acompañante hizo lo mismo.

Durante la espera de sus pedidos, ninguno habló; el menor dándole espacio al tatuado y el otro ordenando sus pensamientos.

—Ivan. —llama al menor en un tono suave, alzando su mirada para ver a los ojos negros del menor.

—Mm, ¿sí, Rob?

—¿Sabes por qué… te llamé para vernos? —juega con un anillo en sus dedos, una forma de controlar su ansiedad.

—Bueno, puedo intuir lo qué querés hablar conmigo. —responde tranquilo, cruzando sus brazos sobre la mesa, relajando la expresión de su rostro—. Tiene que ver con tus cambios repentinos de humor por lo que sientes por Carrera, ¿No es así?

Tomás asiente con su cabeza, tomando la pajita de su Latte Macchiato helado para tomar un sorbo y así refrescar su garganta, aclarándose la misma antes de hablar.

—Tu… ¿tu qué pensás de eso? —se toma una pausa entre sus palabras, sonando con duda y ligero miedo.

Un miedo que no entendía bien, porque era irracional; sabía que Spreen ya tenía muy claro todo lo que pasaba con él, era obvio por la forma en que actuaba, y si antes no le había dicho ni hecho un comentario malo o despectivo, no lo iba a hacer ahora. Él es su amigo, lo entendería y no lo juzgaría.

Buhajeruk aplasta sus labios en una línea, pensándose muy bien sus palabras para no cometer alguna imprudencia con las cosas que diga; no quería que quizás sus palabras impidieran, molestaran o confundieran los sentimientos y pensamientos del cantante más de lo que ya parecía.

Luego de unos segundos de meditarlo y tener decentemente ordenadas sus palabras, lo observa a los ojos.

—Bueno, considero que es normal tener ese tipo de cambios y sentimientos por alguien, no tiene nada de malo enamorarse. —pausa un momento para beber de su batido—. Ni tampoco tiene nada de malo sentir algo más por un amigo, no siempre mandamos en nuestro corazón. —observa como el pelicafé se encoge en su sitio, teniendo la mirada sobre su bebida al no ser capaz de verlo a la cara—. Todos hemos pasado por algo como eso, y aunque situaciones anteriores salieran mal, no significa que el resultado siempre sea el mismo.

—Quizás, pero… sus casos no son iguales al mío.

—¿Por qué sos gay y él paki? —le pregunta, notando como asiente lentamente con su cabeza.

El menor sabía que ese asunto era un factor importante, demasiado, pues las situaciones heterosexuales eran mucho más sencillas de lo que lo son las hetero-homosexuales, más que todo por el hecho de que en esta última podrías recibir un rechazo, salir herido por el hecho de gustarte alguien de tu mismo genero que no puede sentir lo mismo que tu, y sabía que ese era el miedo de Tomás; salir lastimado, con su corazón roto y una amistad de mucho tiempo, perdida.

Ivan sabía que ese resultado no llegaría, o al menos no tendría un tragico final, a causa de que los sentimientos del mayor no eran del todo unilaterales, pues Rodrigo también se encontraba actuando muy diferente cuando se trataba del cantante, y eso parecía ser un punto que Tomás se pasaba por alto, siendo ciego. Pero el joven de cabellos negros no se podía tomar el derecho de confesarle que su mejor amigo también mostraba sentir algo por él, no le correspondía.

Suelta un largo suspiro, tomando entre sus manos el Panini clásico para darle un par de mordiscos, antes de volver a poner toda su atención en él.

—Tomi. —traga lo que tiene en la boca antes de continuar—. Sabes que él nunca te herirá, no te hará daño si es lo que piensas. Si no le gustas estoy seguro de que hará lo imposible para que tú estés bien y que nada entre los dos cambie, que siga siendo cómodo. Llevas conociéndolo desde hace tiempo para saber eso, entonces, ¿por qué no decírselo?

—No es sencillo, Ivan. —juega con la pajita de forma distraída, teniendo la mirada baja, sin ánimos.

Nunca antes había sentido algo diferente por Carrera, siempre lo vio como el amigo que era, lo apreciaba y mucho, eso no lo negaba, pero por alguna razón venir a este evento había causado que sentimientos surgieran de la nada por él, aunque no era del todo cierto, pues una acción tenía reacción; y esa acción había sido todo el tiempo que pasaban juntos, pasándola bien, siendo ellos mismos, la forma en que Carrera siempre estaba ahí para animarlo con su música y streams, diciéndole cuánto lo quería siempre que podía, la forma tan cálida con la que lo abrazaba al verlo, preguntando cada día, cada mañana, cómo estaba, si quería ir con él a algún lugar cuando visitara Argentina, estando tan pendiente de su persona como nadie más lo hacía, a excepción de su propia familia. Todo eso trajo como reacción que los sentimientos por él surgieran lento, pero solo despertaron cuando se acercaron más a causa de la Velada.

Suspira cansado, abrumado por todo esto, enderezando su espalda en el asiento.

—Ni siquiera sé si es un cariño más que de solo amigos lo que siento por él. —mira los ojos negros del menor, quienes lo observan atento—. No te "enamoras" de alguien de un día para otro…

—Eso es cierto, Rob, pero ustedes siempre se demostraron mucho cariño, se volvieron cercanos, se notaba a kilómetros el aprecio mutuo que se tenían. —bebe de su batido de nuevo, mirando a su alrededor un instante—. El trato diferente que nos dan siempre va a provocar sentimientos, tarde o temprano será la causa de que las relaciones cambien, avancen para bien o para mal. —suspira—. A lo que quiero llegar, es que, seguramente sentías algo fuerte por él desde hace tiempo, pero nunca pensaste en ello como un afecto romántico.

Y él tenía razón, quizás antes nunca pensó en forma romántica, amorosa, por Carrera, pero ahora que lo hacía los sentimientos eran más obvios y claros en su cabeza.

—¿Imaginaste alguna vez haciendo algo con él? ¿hacer algo que con otra persona no te nace? —le pregunta, buscando ayudarle con el nudo en su cabeza.

—Bueno… —muerde sus labios, pensando una respuesta a esa incognita—, anhelo abrazarlo todo el tiempo, poder tenerlo entre mis brazos y jugar con su lindo cabello, darle besos por su rostro, saborear sus labios… poder contemplar su sonrisa cada día al despertar.

El más alto intenta guardar su sonrisa y el comentario de burla que quiera decirle.

Tan obvio y tan pelotudo.

—Tomás, aún sabiendo todo lo que acabas de contarme, ¿seguís creyendo que solo es un amigo para ti? —su mirada intenta ser suave, analizándolo en silencio. El mayor se le queda viendo, comenzando a analizar lo que él le decía y lo que dijo él mismo hace unos segundos.

Entonces es consciente de lo que había dicho.

—¿Sientes qué con él es todo diferente? ¿nadie se compara a él? ¿Alguien más es capaz de provocarte lo mismo que él? ¿Hay algo qué yo provocó en ti? ¿Cuándo piensas en besar a alguien es él tu única opción? —cada pregunta viene una tras otra, sin pausas, aturdiento al pelicafé quien inmóvil y en silencio solo lo observa, intentando hallar la respuesta de cada cuestión.

Tomás comienza a sentirse inquieto con la mirada que el oji-negro le da, expectante por una respuesta de su parte. Las expresiones de él son rígidas, serias, haciendo que se sienta cohibido en su lugar y sienta que Ivan es capaz de ver a través de su cabeza.

Apreta el vaso entre sus dedos mientras la pajita se pone entre sus labios y bebe dos tragos largos, cerrando los ojos para luego suspirar.

—Yo, no… —se detiene un momento para detallar a Ivan, éste no le causa nada, sabe que es un hombre atractivo, demasiado, lindos ojos decorados con pestañas largas, cabellos suaves y bien ondulados, una altura decente, facciones masculinas, nariz bien perfilada, labios en terminó medio –ni muy gruesos, ni muy delgados– y un cuerpo delgado, en resumen: el tipo ideal, pero aún si tiene cosas que son de su tipo, no le provoca más que una sensación de amistad.

Las respuestas se vuelven claras dentro de su cabeza, y aunque se imagine a cualquiera de sus amigos cercanos, ninguno le causa nada, no remueven nada más que amistad.

—No pienso igual de los demás, con él es diferente todo, él hace que sentimientos florescan y no se comparen con nada más. Todo deja de importar cuando está a mi lado, como si el tiempo se detuviera y desaparecía para verlo solo a él. —mientras hablaba sus mejillas se pintan de un lindo carmín, y sus marrones ojos destellan con ilusión—. No soy capaz de imaginar besando a alguien que no sea Carre, que no sean sus bonitos labios rosas. —de forma inconsciente en su boca se posa una sonrisa tonta, teniendo ahí en su cabeza la imagen del argentino.

Spreen se ríe bajo por lo tonto y tierno que luce al hablar de Rodrigo, conmoviéndolo al ver que realmente lo quiere, y en su cabeza, pide algún día vivir algo así de lindo.

—Sos tan obvio, pero tan ciego a la vez, pelotudito.

Robleis se detiene al escucharlo, siendo al momento, consciente de todo lo que estaba diciendo sobre el ojiverde y el sonrojo en sus mejillas se hace más fuerte, al igual que el temblor en sus manos.

Demasiado avergonzado intenta hacerse lo más pequeño en su sitio, mirando en otra dirección porque no es capaz de sostenerle la mirada

—Ya no podés negar que te gusta. —le avisa con una sonrisa, tarareando mientras come de su Panini—. Realmente no ves a Rodrigo como un amigo más. —luego bebe de su malteada—. Aceptarlo es solo el primer paso que tenés que dar para ir dando solución. —se endereza en su asiento y aclara su garganta, haciendo que el mayor le mire con el entrecejo fruncido por su repentina seriedad de nuevo—. Así que, Tomás, ¿te gusta Rodrigo Carrera?

Sus ojos se mantienen fijos en los ajenos, pensando por unos segundos la respuesta. Era capaz de sentir su corazón galopar con fuerza contra su pecho, en su mente aparece su imagen como un lindo recuerdo; sus ojos preciosos, su sonrisa encantadora y lo largo de sus cabellos ondulados, y allí, en el lugar donde una vez hubo duda, ya no había nada.

Ahora todo era claro, cristalino como el agua del río más puro, él finalmente podría verlo; detrás de tanta tormenta el sol por fin salía.

—Sí, me gusta Carre. —responde seguro, sin ninguna duda, allí en sus labios se posa una sonrisa amplía, tan deslumbrante que nada podría arrebartarsela. Ivan corresponde su expresión con una pequeña sonrisa.

El primer paso ya lo había conseguido con éxito.

—Y ahora, el segundo paso: decírselo. —determina con simpleza, como si fuera lo más sencillo, pero sus palabras provocan un efecto negativo en Tomás, quien comienza a negar con su cabeza y manos en repetidas ocasiones. Su ronrisa desapareciendo—. ¿Por qué no, amigo? Ya tenés claros tus sentimientos por él, ¿entonces?

—Boludo, ¿Crees qué saldrá bien eso? Ir donde él y decirle: "Hola, Carru, yo queria decirte que me re gustas, desde hace unos días no paro de pensar en lo lindo que sos." —habla con ironía, agitando las manos a la vez que interpreta la situación—. Claro que no, no saldrá bien y me mandara a la mierda por c-confesarme. —su voz tropieza al final a causa del nudo que se acentua en su garganta, las lágrimas acumulándose en las orillas de sus ojos mientras suspira frustrado.

El mayor intenta respirar profundo por varias veces, parpadeando con rapidez para quitar la humedad y no comenzar a llorar en aquel lugar, seria demasiado llamativo su estado, siendo una imagen pública.

Además no quería que malinterpretaran la situación con algo como: "Robleis y Spreen fueron vistos en un Starbucks, el mayor se veía devastado, ¿una ruptura amorosa?" Sabía que harían cualquier escándalo para llamar la atención, y no lo necesitaba.

—Robleis, dale, ya te dije que Carre no se va a molestar o enojar contigo, él lo entenderá y ambos podrán sacar una solución. —intenta darle un empujón, animándolo y deseando que en verdad se le confiese a Rodrigo de una vez, porque Ivan sabe que las cosas van a salir mucho mejor de lo que ambos pueden esperar si tan solo hablarán—. No podés vivir en la incertidumbre de qué hubiera dicho él si te confesas.

Vuelve a verlo y la seriedad de su voz solo lo hace dudar, aunque la balanza sigue muy inclinada en no decirle nada a Carrera.

—Ivan, no puedo. —sentencia con la mirada abajo, de nuevo, mientras la mano que está sobre su muslo se aprieta con fuerza—. No quiero arruinar las cosas entre ambos, tirar años de amistad por la borda por decirle que me gusta, además… ¿Cómo podría verlo a la cara después? —muerde su labios, en un intento de callar el sollozo que amenazo con salir—. Sí yo tan solo yo lo hubiera seguido viendo como un amigo más… esto no estaría pasando.

Spreen se siente frustrado por ver como sus palabras entraron por un oído y salieron por el otro, aunque también le daba pena lo mal que parecía pasarlo. Y se ponía en su lugar, lo hacía y podía entenderlo un poco; si no sabias la situación de la otra persona era muy difícil querer arriesgarte, más si eso podía significar perderle todo.

Acaricia el puente de su nariz, intentando mantener la calma y no mandar a la mierda a Tomás por lo ciego que era al no ver que su cariño no era unilateral, pero también quería decirle que Rodrigo lo quería y que corriera a hablar con él, pero se detenía.

No iba a intervenir más de lo necesario.

—Tomás Arbillaga —su tono de voz hace al tatuado levantar la cabeza para verlo—, no te pienso presionar ni insistir que hables con Carre, porque sé que así como aceptaste tus sentimientos por él, podrás confesarte. —los ojos marrones del chico se tornan húmedos de nuevo, por la forma en que le habla, y no porque se sienta herido, al contrario, se sentía conmovido por su compresión—. Pero si quiero que tengas algo en claro: no debes tener miedo a lo que vaya a decirte él.

Ivan sube sus manos y toma las del mayor con suavidad, dándoles un apretón mientras le sonríe con parsimonia.

—Confía en mí.

ઇઉ⠀© HEARTOM.

salió más largo de lo que pensaba, pero era necesario que se aclararan todos los pensamientos y sentimientos de tomi :D

por cierto, ¿qué tal les está pareciendo? ya no falta mucho para que finalice la historia 😿

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