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El día estaba claro, lleno de colores brillantes y vivos, fuera de la ventana se podían oír las aves cantando con alegría, el ambiente era fresco, lleno de brisa para poder rebajar el calor de la luz solar; un día perfecto para ir a caminar por toda la ciudad.

Robleis apenas venía abriendo sus ojos, que aún parpadeaban somnolientos en busca de asimilar la luz que se colaba por la ventana abierta del cuarto, él recordaba haber puesto una alarma para levantarse temprano, pero no sonó, o eso cree, siendo consciente de eso cuando en la cama de al lado no estaba su hermano. Se pone boca arriba, tallando sus ojos mientras estira cada una de sus extremidades, dando un bostezo.

—Umh… que buen sueño. —sonríe dulce, teniendo recuerdos recientes de aquel sueño que tenía mientras dormía, podía recordarlo a la perfección; caminaba por en medio de un lindo jardín de flores, sus fragantes olores eran increíbles y el sol era cálido al golpear contra su cuerpo, tarareaba una canción, no recordaba bien cuál era, pero se sentía tan cómodo allí, cómo si perteneciera en ese lugar—. Tú…

La sonrisa cálida, y amena, en su rostro se mantuvo allí, estando frente a él mientras la suave brisa agitaba sus ondulados cabellos. Entre sus dedos sostenía una linda flor de pétalos blancos, una margarita, esa sí podía recordarla bien, la sostenía suave mientras la llevaba hasta su oreja para ponerla allí de forma delicada y luego le acariciaba la piel de su mejilla diciendo unas últimas palabras antes de que despertara.

«Te amo» fue lo que le dijo, lo tenía muy presente en su cabeza, el tono de su voz fue suave y cariñoso, como una melodía de vals, y sentía que aún podía oírlo cerca de su oído como si acabara de decirlo.

Sus mejillas arden de vergüenza, haciendo que ruede sobre la superficie mullida, dando vuelta a su cuerpo, y esconda el rostro entre las blandas almohadas, ahogando allí un pequeño grito.

—Mierda, mierda, ¿qué tipo de sueño es ese? Dios. —se queja de forma ahogada, por tener el rostro escondido, estaba molesto o eso quería hacerse creer, pero no era así, para nada estaba enojado, al contrario, una felicidad inexplicable se acentuaba en su pecho.

Solo que siquiera sabe la razón de su sueño, ni el sentido del mismo o quizás sí, pero solo deseaba ignorarlo, como todo lo demás.

Oye como una notificación llega a su móvil, captando su atención, despega el rostro para estirarse y tomar el aparato, desbloqueando el mismo para ver WhatsApp.

Tari:
oye bro
te llevamos esperando hace un rato
sí piensas venir?
12:00 p.m.

¿Venir? ¿A dónde?

Oh, mierda, se olvidó que habían quedado en ir a conocer la ciudad.

Observa la bandeja de notificaciones y ve que tiene varias llamadas perdidas de Carre, Daniel e Ivan, también está el aviso de que la alarma había sonado tres veces sin recibir respuesta alguna. Sin darse cuenta se había dormido profundamente, quizás siendo una consecuencia de los días agotadores y las miles de emociones en tan pocos días.

Talla sus ojos un poco, con las manos, para esfumar el sueño que aún tenía y se sienta en la superficie para apoyar su espalda en el respaldar.

Rob:
amigo, me quedé dormido JJAJS
pueden ir andando por ahí
los alcanzaré una vez esté listo
12:05 p.m.

Tari:
seguro, rob?
12:05 p.m.

Rob:
sí amigo
12:06 p.m.

Deja el móvil en la mesa de noche y se pone de pie para dirigirse al baño, quería vestirse lo más rápido posible para alcanzarlos.

La verdad era que él se sentía culpable por hacerlos esperar, no había sido su intención, sabía que todos tenían mucha emoción por recorrer la ciudad, ver y conocer cosas que no vieron la primera vez por el poco tiempo, además de estar juntos como la velada del año anterior. Tan solo recordar la situación su pecho se oprime con enojo consigo, pero no le quedaba más que apresurarse ahora para reunirse con ellos pronto.

Acaba de bañarse en tiempo record y sale a la habitación para poder vestirse con ropa holgada, optando por una remera blanca de estampado de dragones, zapatillas y gorro del mismo color, y un pantalón color negro. Satisfecho con su vestimenta finalmente sale del hotel, llevando consigo el móvil y billetera entre los bolsillos.

Tomi:
che, amigo
podés pasarme la dirección?
12:41 p.m.

Carru:
dirección enviada
ya venís?
12:42 p.m.

Tomi:
sí, estoy tomando un taxi
nos vemos en un rato
12:42 p.m.

Carru:
ten mucho cuidado, sí?
12:42 p.m.

Tomás sonríe ante el sentimiento de calidez que su mensaje le provoca, diciéndole que lo tendría, que llegaría sano y salvo con ellos en unos minutos, antes de subir al taxi.

Desde el otro lado del móvil Carrera se había quedado hasta atrás por estar conversando con el cantante, siendo percibido por Rivers, quién se queda a esperarlo y caminar a la par de este. Nota que el ojiverde está muy concentrado en la pantalla, con una sonrisa pequeña en su rostro, demasiado genuina, algo que desata su curiosidad.

—¿Con quién hablas, man? ¿con tu morrita? —golpea su brazo con juego, sonriéndole de forma coqueta a la vez que ríe.

—Dale, cerrá el orto. —le dice, guardando el móvil mientras borra la sonrisa de su rostro, siendo un cambio bastante obvio, como si lo ocultara.

—Que humor. —bufa mientras rueda los ojos, llevando el vape a su boca para calar un poco del humo de rico sabor—. Sólo quería saber quién te tenía sonriendo como pendejo.

El castaño avanza un par de pasos más, tomando algo de distancia con ella para que el tema de conversación no continúe, claro que un joven chismoso no iba a dejarlo ahí.

—Y, seguro pensá en Robleis. —Ivan quién estaba detrás del grupo alcanza a oírlos, disminuyendo la velocidad de sus pasos para verlo sobre el hombro.

Ante su comentarios los ojos claros de Carre lo fulminan con furia, diciéndole con ésta que se calle de una vez por todas, que no tiene el humor para aguantar sus burlas y luego se adelanta hasta los demás, poniéndose al lado de Osvaldo y unirse a la animada charla que mantienen.

La bajita lo mira curioso y luego se dirige a Spreen.

—¿Qué le sucede a ese? —lo señala con su mirada, comenzando a caminar junto a él.

—Simplemente no quiere abrir los ojos. —en ese momento el castaño se tropieza con sus pies por no ver el desnivel del suelo, siendo ayudado por el azabache a su lado luego de reírse—. Re ciego esta, viste.

Todos continúan el recorrido que guía Pol y Luzu, deteniéndose algunas veces en áreas que se les hacen lindas por sus elegantes y bien estructurados edificios, también para tomarse fotos en forma de recuerdos.

Luego de un rato Carrera recibe una llamada del tatuado, avisando que ya había llegado a aquella plaza monumental y preguntando en dónde estaban ellos para reunirse. Él no sabía bien en qué parte estaban ubicados, así que le paso el móvil a Pol para que lo guiará y después de un par de instrucciones, tuvieron a Tomás frente a ellos, saludando a cada uno con abrazos.

—Casi que no llegas, Rob. —el rubio de estatura alta termina de abrazarlo, riéndose.

—Y bueno, se me pegaron las cobijas. —se rasca con pena su nuca, bajando la mirada para ocultar el color rosa que se acentua en las mejillas.

Algunos se rieron de él –otros quedándose charlando entre ellos–, diciéndole que no se preocupe, que lo entendían y que mejor se dispongan a pasarla bien juntos lo que resta del día.

En ciertos momentos de la caminata se podía ver la distancia entre algunos, ya que no había esa confianza tan fuerte entre todos, haciéndose pequeños grupos como mejor se les acomodaba para charlar más amenamente y luego se volvían a juntar por Rubius, que quería todos la pasarán bien.

—Oye, Tomi. —Carrera tomó la mano del mayor, haciendo que detenga su caminar y este lo mire confundido, junto a la palabra en su boca pues había sido interrumpido ante la charla con Daniel.

—Sí, ¿qué pasa, Carru? —le dice con la mirada al mayor que siga con los demás, y ya luego vuelve a ver al castaño—. ¿Tenés algo? ¿te duele algo?

—No, no, estoy bien. —niega con sus manos mientras ríe, soltando algo apenado a Tomás cuando fue consiente del agarre.

Realmente no sabía con ciencia cierta por qué lo había detenido, sólo había actuado de forma inconsciente al verlo sonreír de forma tan dulce en dirección de Daniel, charlando con él y pareciendo pasarla muy bien a su lado, olvidando lo de su alrededor, hasta de él.

A pesar de que no quisiera admitirlo, en su pecho se acentuo una sensación –y presión– de desagrado, enojo y celos al verlos, siendo la razón "irracional" de su actuar. No tenía el derecho de ponerse celoso, no eran nada más que amigos, además él tenía el derecho de hablar con quien quisiera, pero…

Solo quería que le sonriera así a él.

—¿Entonces qué es? Si querés decirme algo puedes hacerlo, lo sabes, ¿no? —su mano se apoya sobre su hombro, dando un apretón en forma de apoyo. La sonrisa que le brinda es cálida, tan dulce que agita su corazón como la primera vez que lo conoció.

Mierda, intentaba negarlo, ocultarlo, pero su cuerpo y corazón reaccionaba, hablaban con la verdad. Lo odiaba, odiaba no poder dejar de sentir algo más.

Él encoge sus hombros, intentando hacerse más pequeño en su sitio mientras asiente con su cabeza.

—Lo sé, Tomi. —levanta la mirada, y viaja lentamente desde sus labios hasta sus ojos que tienen un destello particular, un destello que Carrera no podía descifrar.

—Entonces… ¿de verdad no tenés nada? —vuelve a preguntarle, bajando las manos y guardándolas dentro de los bolsillos del pantalón.

¿Debería decirle lo que pasa? ¿Lo qué está sintiendo?

—No, ya no es nada, simplemente quería que nos tomáramos una foto. —acaricia su nuca, sonriendo de forma pequeña mientras lo mira apenado.

Tomás sonríe amplió, sacando su móvil del bolsillo para luego llamar a Rubén, el menor cree que va a ir hablar con él pero lo toma por sorpresa el agarre en su muñeca, siendo jalado hasta un área iluminada y bonita.

Cuando se detienen frente a la estatua mira sorprendido al tatuado, saliendo del pequeño shock, quién lo abraza por los hombros de forma cálida, acercándolo a su propio cuerpo mientras mira al frente donde está el rubio con el móvil entre sus manos.

—¿No pensás acomodarte, boludo, mh? —le susurra ante la cercanía, mirándolo de reojo.

Sus ojos marrones lo hacen perderse por un segundo en ellos, sintiendo el calor aumentar en sus mejillas a causa de la cercanía y de su varonil perfume, hasta alcanzaba a sentir el aliento mentolado contra la punta de su nariz, pero estaba cómodo con la calidez que el cuerpo ajeno le daba.

Tomás en silencio también estaba cómodo.

—Eh, eh… sí, sí. —nervioso asiente con su cabeza, acomodándose en alguna pose que se acomode bien a la de Robleis, sonriendo hacia la cámara mientras hace una figura típica en sus fotos, con sus dedos, y la otra mano se posa por detrás, en la espalda del pelicafé.

El rubio sonríe, dando un asentimiento al finalizar la foto, caminando hasta ellos para entregarle el móvil a Tomás, regresando con el resto del grupo que murmura cosas acerca de esos dos, empezando por Ivan y Juan.

Ambos argentinos observan la pantalla del celular, visualizando con detenimiento la foto, como ambos tienen una sonrisa y se les ven bastante felices.

—Me gusta, alta foto. —comenta el cantante, mirando a Rodrigo, quien está cerca suyo, demasiado para sus nervios—. ¿Te gusta?

—Me enca- —se detiene, alejándose rápido por la vergüenza que le inundó ante casi decir que le encantaba la foto. Se toma una pequeña distancia de él, volviendo a sentir sus mejillas acaloradas—. Me gusta, amigo.

—Y bueno, me gusta es poco. —se ríe bajo, guardando el móvil—. Es una de las mejores fotos que tenemos, sí soy sincero.

—Quizás… sí.

El mayor pensaba decir algo pero el grito de Ivan captó la atención de ambos petisos, interrumpiendo y a la vez sacándolos de su realidad donde sólo existían ellos.

—¡Par de tórtolos! ¿Se piensan quedar ahí? —todos se rieron, haciendo avergonzar a los dos argentinos.

—¡Cerrá el orto, Ivan! —Tomás le revulve los cabellos, haciendo que lo mire.

—Déjalo, solo esta boludeando. —sonríe—. Igual a mí no me molesta, ¿a vos? Sí lo hace puedo hablar con-

—No, está bien. —le devuelve la sonrisa y cuando ve a Ivan con la intención de volver a soltar un comentario sobre ambos le toma la mano a Robleis, llevándolos junto los demás para continuar el recorrido.

Los comentarios no se detuvieron a pesar de ir caminando junto a ellos, haciendo que los involucrados constantemente se sientan avergonzados y los manden a la mierda entre risas. Rodrigo solo intentaba tomarlo de la mejor forma, y así no fuera incómodo entre él y Tomás, quien parecía a veces seguirles el juego.

Fue realmente entretenido todo el trayecto, entrando a lugares monumentales que eran característicos del área y aprovechando a seguir tomándose fotos, sobre todo siendo la excusa perfecta para Rodrigo, a veces hasta el mismo Tomás se aprovechaba, para tener más fotos de él con el cantante, siendo selfies y fotos random mientras caminaban por la calle.

Olvidándose a veces de los demás, ambos se pierden en su pequeño mundo donde sus ojos solo ven al otro en su panorama.

—Tórtolos.

Para los otros era divertido, y de cierto modo dulce, ver como el ojiverde hacía cualquier cosa para que Robleis –quien a veces se ponía a grabar–, lo enfocará a él y solo a él, siendo algo que hacía de forma distraída, pero el tatuado no parecía molestarse, al contrario le seguía su juego con una sonrisa tonta y divertida sobre los labios.

Todo era obvio, pero ellos seguían sin querer aceptarlo, ni darse cuenta.

¿Cuándo lo admitirán?

ઇઉ⠀© HEARTOM.

yo en la vida del amor seria igual de pelotudo que ellos JANDNAJAJAJ los amo, viva el amor 😿

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