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El viaje había resultado agotador, haciendo que apenas entro a su cuarto de hotel se tirara sobre la suavidad de las mantas. Tantas horas de viaje no eran algo a lo que se podía acostumbrar a pesar de sus constantes viajes, y ello le hacía preguntar cómo harían los artistas internacionales.

Tremendo dolor de culo deben de tener luego, pensó.

—Hey, wacho, ¿nervioso? —su hermano terminó de acomodar en el pequeño estante su ropa, mirándole sobre el hombro con curiosidad.

Matías había estado con él desde que se anunció su participación en la velada (algo que tomó por sorpresa a muchos), siendo un gran apoyo mientras estuvo en Argentina, su familia desde la distancia también lo animaba —aunque también les preocupaba qué algo malo fuera a pasar—, hasta Thiago había asegurado que haría lo posible para estar presente el gran día sin importar sus estudios.

Siendo sincero, no estaba tan nervioso, su cabeza había estado tan ocupada y ahogada en la dieta que su entrenador le dio que ni en cuenta de que estaba a menos de una semana para pelear en el ring con su amigo.

—Quién debería estar temblando es el pelotudo de Carre, le voy a partir su madre. —aseguró, doblando su brazo, permitiendo que por la camiseta sin mangas se observarán sus fuertes bíceps.

El mayor se rió de forma nasal, negando con la cabeza muy divertido al respecto. Sabía que estaba más ansioso él, por lo que fuera a suceder en el evento, que el mismo Tomás.

Quizás no debería preocuparse tanto y solo animar con constancia a su hermanito, estar para él como siempre lo había hecho.

Llegando la tarde decidieron salir a comer con sus amigos, poniéndose de acuerdo con Spreen, Carrera, Juan, Ari, Cry, Rubius y Quackity, así podría reunirse con ellos, ya que en la velada anterior lastimosamente por su apretado horario no pudo estar presente para disfrutar con ellos. Recuerdaba que se había puesto triste viendo las fotos en Instagram y el montón de videos en TikTok que la gente había hecho de ellos, terminando refugiado en series de Netflix para no sentirse peor.

Embozo una sonrisa grande cuando a lo lejos pudo ver a sus dos amigos de ChupiStream esperando por los demás, así que corriendo se acercó a ellos, saltando para rodearles el cuello en un abrazo. Haciéndolos jadear por la fuerza.

—¡Aaah, los extrañe wachooos! —canturreo.

—Tomi. —el ojiverde le miró de pies a cabeza con sorpresa, sintiendo una inquietud en su abdomen al ver de cerca aquellos cambios de los que todos murmuraban.

Dios, se puso más fuerte… re caliente. Atormentado por su reciente pensamiento negó con la cabeza, sintiendo el calor acumularse en sus mejillas.

—Es un milagro verte por aquí, pelotudo. —bromeó el más alto, golpeando de manera amistosa el brazo del mayor.

—Bueno, no pensaba perderme esta oportunidad de derrotar a Rodrigo Carrera.

Las miradas se viajaron al nombrado, quién frunció las cejas con disgusto mientras cruzaba los brazos contra el pecho.

—Tarado.

—Me amas, boludo. —Tomás le abrazo por el cuello, susurrando con voz ronca contra su oído, antes de alejarse con una amplia sonrisa, dejando bobo al de cabellos ondulados.

Quiso insultarle pero llegaron los demás, solo dedicándole una mirada despectiva, y debieron ir con ellos para buscar un lugar en el cuál cenar, terminando en un restaurante que sugirió Matías de 5 estrellas.

El tema principal dentro de toda la cena se basó en la velada, y en los cambios notables que no solo Robleis había ganado sino Juan, Karchez, Axozer, Barca y Carrera, los que estaban en la mesa diciendo que se sentían listos pero a la vez algo nervios. Los esposos animados con la idea de que Juan se fuera a llevar la victoria como se la llevó Ari en el evento anterior.

—Wey, debo admitir que Robleis esta bien mamado, un puño y me reinicia la vida. —bromeó el joven con su acento ligeramente gringo al hablar en español. Resultando en risas y carcajadas por los demás.

—Sí querés te lo doy. —le siguió su juego, oyendo el bullicio de los presentes por el descaro.

—Bah, apuesto a que en el momento que pise el ring se va a arrepentir, ¿ah qué sí, Rodri? —el alto habló con seguridad, apoyando la mano en el hombro de su mejor amigo.

El ojiverde se cohibio en su lugar al sentir las miradas, sobretodo la de su rival. Golpeó por debajo de la mesa el muslo de su amigo antes de beber de su vaso de Coca-Cola.

—Solo se sabrá en el ring. —aseguró, manteniendo la mirada sobre esos ojos profundos que le miraban con expectativa, casi burla. Él intentaba intimidarlo, lo lograba, pero no iba a demostrarlo, había trabajado mucho y estaba seguro de que sería un buen rival para Tomas Arbillaga.

Al finalizar la cena algunos de los presentes se retiraron a sus lugares de estadía, para poder descansar, solo quedando un pequeño grupo conformado de los tres argentinos y dos españoles quienes planearon recorrer la ciudad, charlando y bromeando.

—Tío, ¿te imaginas qué no haya ningún ganador? Sería épico. —aseguró, mirando a los dos más bajos del grupito. Ambos argentinos bufando al unísono.

—Yo voy a ganarle, ya veras, pelotudo.

—¿Quién dijo que te voy a dejar ganar, eh? —se detuvo a unos pasos, ganando la atención de todos, hasta del joven tatuado.

Robleis levantó su ceja incrédulo por el tono desafiante y seguro en su voz, saliendo de su pequeño shock para acercarse al menor, dejando sus rostros tan cerca que Carrera podía sentir el olor mentolado del aliento de Tomás y su masculina colonia. Internamente sintiendo como quería hacerse pequeño.

—No me ganarás, Rodri, ¿Entende? —apoyó su dedo índice contra su pecho, empujándolo sin mucho esfuerzo antes de dar media vuelta y acercarse a los españoles con una sonrisa muy autosuficiente encima.

Deseo eliminar su sonrisa, golpearle y demostrarle que no era el mismo chico sin fuerza de hace unos meses, pero la mano pesada de su amigo apoyándose sobre sus cabellos lo detuvo, mirando como Iván le sonreía con tranquila.

—Wacho, asegúrate de demostrarle todo en el ring.

Y eso haría.

Terminaron llegando más tarde de lo pensado a sus respectivos cuartos luego de que Cry los convenció de ir a beber un poco, pasándola bien entre alcohol y música, siendo una idea que a nadie pareció disgustarle, hasta habían subido stories cantando alguna canción del momento.

—Hey, pibe, despertá, tenés que entrenar.

La voz gruesa del mayor resonaba con fuerza contra su palpitante cabeza, no queriendo oírlo se ocultó bajo las mantas e intento dormir un poco más, pero claro, sus planes fueron arruinados por su hermano, quien le quitó la cobija y le removió por los hombros.

—Vamoooos, arriba wachooo. —su intento resultó fallido, pues como pudo Tomás lo empujó lejos para que dejara de joderle.

Matías sin rendirse se movió en busca de su celular, tomándolo para entrar a la app de Spotify y buscar en esta una canción en específico, teniéndola lista le subió todo el volumen al dispositivo y le dio play.

—¡Voy por el aire, me siento tan bien! —empezó a cantar con fuerza, molestando a su hermano. Tomás gruñendo con disgusto mientras intentaba amortiguar el ruido tapando su cabeza con la almohada—. ¡Y no me pidan que no voy a bajar, yo no me paro por nadie, mis pies en el aire!

—¡Cierra el puto orto, Matías!

Cansado se sentó en la superficie y le tiró una de las almohadas a la cara, haciendo reír al mayor por el claro cansancio que tenía plasmado en su pálido rostro: allí se veían sus ojeras, los labios secos y los cabellos revueltos.

Matías llegaba a ser un dolor en el culo cuando se lo proponía, y eso era muy seguido si se trataba de él.

Sin tener la oportunidad de pensar siquiera en volver a dormir se colocó de pie para ir directo al baño, tomaría una ducha y luego tomaría alguna pastilla para la resaca, hacer ejercicio en esa condición sería un completo desastre. Posterior a la ducha se cambió con prendas cómodas; camiseta negra, joggers y zapatillas deportivas, no necesitaba mucho más para entrenar.

Tomaron un Uber que los llevó al gimnasio que iban a usar la mayoría de participantes, seguramente durante el entrenamiento se toparía con los demás. En ese trayecto se encargó de revisar sus redes sociales y también charlo con sus editores para poder subir los videos durante estos días que no estaría mucho en stream, había preparado muy buen contenido para YouTube, hasta antes de viajar para la velada se encargó de grabar algunos videos para las próximas canciones que serían lanzadas en su canal de música, todo para mantener viva su carrera durante estos días.

—Che, ¿vamos por unos sandwichitos de queso? —Robleis propuso, gracias a que se levantó tarde no había alcanzado al desayuno y tenía bastante hambre.

—Dale, se re antojan.

Terminaron bajándose antes del automóvil para entrar en algún local a buscar el antojo del pelicafé, comprando los sandwichs y un par de batidos siguieron su camino, topándose con algunos fans, regalando firmas y algunas fotos con gusto, sintiendo la calidez en su pecho por el cariño que le provocaban esas atenciones de sus seguidores. Nunca había imaginado llegar a tanto, pero estaba feliz de lo que se forjó con el tiempo.

Subieron las escaleras de la edificación, logrando escuchar desde el piso anterior los murmullos, reconociendo algunas voces. Entrando al lugar pudo ver las diferentes máquinas de entrenamiento, y en la parte del fondo estaba un pequeño ring, teniendo en las paredes del costado algunos costales para entrenar, en esa zona estaba Carrera con los guantes de boxeo; proporcionaba buenos golpes, eran certeros, y se podía ver el costal deformarse con cada puñetazo.

—Que buena derecha tiene. —comentó Matías, tirando la basura de lo que habían comido.

Chistando con la lengua Tomás no quiso reconocerlo, aunque se sentía hipnotizado al ver esa bandana sosteniendo los cabellos largos y ondulados del joven, despejando su vista. El sudor bajando por su cuello, humedeciendo la parte de atrás de su camiseta azul por el esfuerzo. La vista era hipnótica, no podía negarlo, pero se negó a continuar viéndolo.

—¡Robleis! Hey, pensamos que no vendrías. —el de lentes se acercó con una sonrisa, se notaba agitado por el entrenamiento.

—No iba a faltar. —observó sobre el hombro del colombiano, conectando la mirada con la del ojiverde, quién se había percatado de su presencia por Juan—. ¿Cómo va todo? ¿Listo para el día?

—La verdad estoy nervioso, pero Ari ha sido un muy buen apoyo, ya sabes, paso por todo esto. —levantó los hombros, sonriendo de forma que sus ojos se escondieron un poco al momento de girar a ver a su esposa, quien estaba sentada revisando el celular.

Él admiraba demasiado a la pareja, como ellos congeniaban tan bien y parecían ser perfectos, su complicidad le provocaba envidia, deseando algún día tener ese tipo de relación donde no solo eran esposos, sino amigos, cómplices. Algún día esperaba que llegara ese hombre ideal, que le hiciera muy feliz y le provocará la sensación de estar completo.

—Se te cae la baba como si vieras una pija. —bromeó el menor, quitando los guantes para peinar sus cabellos mojados.

—Sí fuera una pija ya hubiera puesto el orto, pelotudo. —viró los ojos, riéndose en sincronía con Rodrigo, y al terminar se quedaron viendo con una sonrisa tranquila, casi plácida.

Y hubieran continuado en ese silencio cómodo si no fuera por el joven que llegó directo a abrazar por los hombros al pelicafé con mucho aprecio y cariño.

—Robledo, no sabes cuánto haces falta, eh. —Daniel tenía en su rostro una amplia sonrisa, realmente alegre por volver a ver a su argentino favorito.

—Tarifa, wachoo. —se liberó del agarre y le abrazó con el mismo entusiasmo, captando la atención del tercer chico.

Por alguna razón, a Carrera pareció disgustarle mucho tal acto físico a tal punto que se retiró a los lockers del lugar para poder tomar su bolso e irse hacia su casa. Su acto no quedó desapercibido por ninguno de los presentes, pero la mayoría no se sintió en el derecho de decir algo que no les correspondía.

—¿Todo bien con Carrera? —le preguntó al más bajo, curioso.

—Sí, nada importante. —levantó sus hombros con desinterés—. Bueno, debo ponerme a entrenar, ¿te quedas a ver?

—Claro, quiero ver que tan bueno eres.

Daniel acompañó al joven hasta el locker para guardar sus cosas, charlando mientras se reían tranquilos de lo que decían.

Un lindo ojiverde los observaba mientras se alejaba rumbo a la salida del lugar, se sentía disgustado y no sabía la razón exacta: por la actitud tan egocéntrica de Robleis o la cercanía de este con el de Madrid. Bufó por lo bajó, dándose la vuelta para ir a su hotel y descansar.

—He de decir que estás muy raro, Carre.

—No digas boludeces, Ivan.

ઇઉ⠀© HEARTOM.

esta fue la primera historia que se me ocurrió cuando comencé a escribir rodritom, pero hasta ahora termino el primer capítulo JSJSAJ

ojalá y les guste :)

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