VIII



—¡Jema!—alguien gritó mi nombre haciendo que abriera los ojos asustada y con mi corazón latiendo demasiado rápido. Vi a mi hermano sentado a un lado mío en la cama observándome con preocupación— , tenías una pesadilla.

No respondí nada y me abalancé para que me abrazara, él sabía de que había sido la pesadilla. Había vuelto a soñar con ellos, viéndolos morir, odiaba cuando sucedía eso y era porque estábamos a poco tiempo de que se cumpliera un año de su muerte. Seguía sin superarlo y jamás lo haría.

Me acosté en la cama y Elliot hizo lo mismo, abrazándome con fuerza soportando las lágrimas para que yo no llorara. Ser el hermano mayor era demasiado complicado, siempre lo había dicho, ellos tenían que aparentar ser fuertes para que los otros sintieran el apoyo, sus deberes eran grandes, agradecía tener a alguien apoyándome siempre.

Cerré los ojos de nuevo intentando conciliar el sueño.

A la mañana siguiente ambos despertamos abrazados, Elliot fue el que me levanto ante de irse a darse una ducha para ir al colegio. No quería ir a estudiar, después de tener esa pesadilla me ponía deprimente y odiaba encontrarme de esa manera.

Traté de arreglarme lo mejor posible, porque en verdad no quería hacer nada, si por mí hubiera sido ni si quiera me iría peinada a la escuela.
En el instante en que escuché el claxon del auto, tomé mi mochila y caminé a subirme arrastrando los pies, tenía una cara de muerta y con ganas de llorar, Johan se percató de eso rápido.

—Trata de sonreír tienes una vida por delante—Me animó tocándome el brazo con delicadeza y dándome una hermosa sonrisa, pero ni si quiera eso pudo alegrarme el día.

Elliot se encontraba del mismo modo que yo, pero él no quería aparentarlo mientras que me encontrara presente y empezaría a platicarle todo a su amigo cuando me encontrara en mi aula, alejada de ellos, sin ninguna oportunidad de escuchar nada. Algunas ocasiones era molesto eso.

Se detuvo el carro haciendo que bajáramos, como era costumbre recibimos miradas, intentando aparentar que nos encontrábamos de maravilla, porque si no hacíamos eso las preguntas se dejarían venir y sería lo peor que podía suceder. Éramos capaces de mentirle a los demás, pero a Johan y Katherine era imposible que no notarán como nos encontrábamos.
Miramos a Kat desde lejos y cuando se percató que caminábamos hasta ella, solo corrió para darme un fuerte abrazo el cual respondí dándolo con más fuerza todavía, me soltó y se fue a hacerle compañía a su novio.

Elliot necesitaba a Katherine, necesitaba platicar con ella y contarle sus problemas, lo entendía a la perfección, así que decidí alejarme para dejarlos platicar solos, tenía en mente llegar a sentarme hasta la banca más sola posible, colocar los audífonos y perderme en mi mundo, en la tristeza. Lo iba hacer, pero sentí como alguien tomó mi mano para después enrollarme en un fuerte abrazo, no era necesario verle la cara para averiguar quién era esa persona, con solo oler su aroma y sentirme protegida tenía la pregunta respondida, pero no quería estar allí, al sentir como me abrazaba provocaba que las lágrimas se asomaran y me soltara en llanto, era lo que menos quería hacer en la escuela.

Intenté separarme, pero Johan no lo permitió, haciendo que las lágrimas salieran y abrazara con muchísima fuerza a mi amigo.

—Los extraño tanto—susurré en su pecho intentando que no se escuchara tanto como lloraba— , los quiero de vuelta, quiero volver a tenerlos a mi lado.

—Lo sé, te entiendo, trato de imaginarme tu dolor y no puedo porque es demasiado grande, pero para eso me tienes, Katherine también está para apoyarte, nosotros estaremos a su lado para que no se rindan en este camino tan difícil—dijo en cuanto alejé mi rostro de su pecho y verlo directo a los ojos.

Era imposible no llorar por lo que acababa de escuchar, esa era de las razones de porque a Johan se le consideraba parte de la familia, siempre estuvo para apoyarnos y mis padres lo amaban, mi mamá siempre decía que algún día yo sería su novia, que ese sueño se me cumpliría, esperaba que no se equivocara.

Volví a meterme en su abrazo. Estábamos llamando la atención de todos los que se encontraban en el pasillo, pero era poco lo que me importaba en esos momentos, tal vez luego me arrepentiría, pero solo quería un gran abrazo. Me soltó y quitó algunas lágrimas de mis mejillas, para que no se notara que lloré y esos eran uno de los privilegios que tenía, si me ponía a llorar no se notaba cuando quitaba las lágrimas del rostro.

Giré mi cabeza hacia la izquierda y visualice a Dante observándome preocupado, le di una sonrisa intentando que se calmara, Johan volteo a ver a donde yo observaba, haciendo que Dante desviara la mirada.

—¿Le hablas al nuevo jugador de fútbol?—preguntó curioso, no se si era mi imaginación, pero noté un poco de celos en sus palabras.

—Si, es mi amigo—dije sorprendida por su pregunta.

—Se ve preocupado por ti, deberías de ir a decirle que todo esta bien—opinó dándome una sonrisa alentadora.

—Está bien, gracias por tus palabras—dije dándole un fuerte abrazo y después un beso en la mejilla.

Me encaminé con mi amigo al cual solo le dije que me encontraba bien, que no había sucedido nada grave, aún no le tenía tanta confianza para platicarte lo que pasaba en verdad. No todas las personas necesitaban saberlo y con él apenas había iniciado la amistad.

El timbre sonó indicando que era momento de que todos entráramos a nuestros salones, me despedí de Dante, para dirigirme a mi aula, donde Kat me esperaba en la última fila apartándome un lugar, le sonreí por eso y llegó la maestra impidiendo que alguna dijera una palabra. Teníamos que trabajar.

Íbamos a tener cuatro clases para poder salir al receso en donde le platicaría todo y podría desahogarme. Amaba a mi amiga.

Agradecí demasiado que la última clase del día el profesor haya faltado, así que nos dejaron salir antes, pero tenía que esperar a mi hermano y su amigo, Katherine tuvo que retirarse porque su papá llegó temprano, así que decidí ir a encerrarme al gimnasio y esperar a que llegara el momento en que entrenarán.

Saqué la carta de la mochila para poder volver a leerla.

Johan:
En estos momentos no me encuentro bien, por eso solo escribiré la razón que sigue, espero la disfrutes.
Razón No. 8
Apoyas a las personas sin importar que y lo mejor de todo es que tu también lo recibes por parte de cualquier persona, la generosidad que tienes es pegadiza haciendo que la escuela sea un mejor lugar para todos, no se que va a suceder cuando te gradúes, nos hará falta tu gran apoyo.
Esa es una cualidad que no toda persona tiene, por eso te amo.

Era sin duda una de las notas más sencillas que había hecho, pero no tenía ganas de escribir nada, mi cerebro se había secado por el sueño que tuve, eso provocaba que se arruinara mi día y esperaba que para el siguiente día todo volviera a la normalidad.

Se terminaron los cincuenta minutos de la última clase, tendría que esperar otros diez para ver como los alumnos se dejaban venir para empezar a entrenar. Esperaban hasta que el entrenador llegara y les diera las indicaciones, así que en esa espera empezaban a platicar.

Miraba todo con normalidad (después de guardar la nota en la mochila de Johan) como era costumbre hasta que el profesor llegó al gimnasio y en cuanto me vio me mando a llamar.

—¿No te gustaría unirte al equipo?—preguntó captando la atención de todos. Tragué saliva nerviosa, no existía ningún problema si me unía porque me llevaba muy bien con todos, pero no sabía que decir.
Volteé a mirar a Elliot y Johan, los cuales tenían la sonrisa más enorme que nunca les vi e indicaban con la cabeza que aceptara.

—Claro—respondí sonriendo y los chicos aplaudieron emocionados por mi respuesta.

—Entonces ve a cambiarte para que entres a calentar. —indicó el hombre.
Por suerte de los pocos casilleros que tenía la escuela yo tenía uno y ahí tenía un cambio de mi deportivo escolar.

Obedecí y salí corriendo a cambiarme.

Tenía una nueva aventura en mi vida, era algo demasiado asombroso que el profesor me invitó a unirme al equipo, era algo que no podía describir por la emoción que sentía.

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