VII




En cuanto llegamos a la casa, Elliot me castigó. Solo lo hizo porque me enviaron a la dirección.

Decidió no quitarme mi celular (por suerte), pero no podía salir a ningún lugar durante toda esa semana. El fin de semana en vez de ir a divertirme con ellos me quedaría a aburrida en mi casa, viendo en Netflix alguna película interesante que encontrara.

El claxon del auto de Johan logró hacer que mi hermano se asustará y derramara un poco de leche en su camisa, me burlé de él cuando iba caminando para subirme al transporte.

—Hola Jema—saludó alegre el chico observándome por el retrovisor.

—Odio que presiones el claxon, siempre me asustas—dijo Elliot un poco enfadado cerrando la puerta.

Johan me miró pidiendo una explicación para el mal carácter de mi hermano, solo subí los hombros sin más que decir, no lo sabía.

Cuando llegamos a la escuela Elliot se bajó sin decir ninguna palabra y cerró la puerta con mucha fuerza.
Johan bajó al mismo tiempo que yo, observándome para ver si estaba enterada de lo que sucedía.
Sin decirnos alguna palabra empezamos a caminar a la entrada del colegio, la entrada del infierno, la manera de la cual otros le llamarían, incluyéndome.

Me separé de él en cuanto localicé a mi amiga platicando con otro chico, fui hasta donde estaban y un poco de emoción llegó a mí cuando vi que el chico era Dante.

—Hola—Lo saludé dándole un abrazo después de hacerlo con Katherine.

—Hola Jema ¿cómo haz estado?—preguntó iniciando una plática.

—Creo que bien, aunque Elliot anda muy molesto y no tengo la menor idea de que sucede—hablé pensando en el día anterior algo que le haya molestado.

Miré a mi amiga para ver si sabía algo y solo desvío la mirada, dándome a entender que tenía que ver con ella el problema e iba a tener que platicarme todo. Si ambos habían terminado un gran problema empezaría, solo por la razón de que los cuatro éramos muy amigos y ellos no iban a querer estar juntos, ni si quiera verse. Esa era una de la sencillas razones por las cuales Johan y yo no podíamos tener nada y por lo cual no le había dicho nada, tal vez se lo contaba por medio de las notas, pero el no tenía idea de quién era la remitente y esperaba que así siguiera. No me llegaba a imaginar que sucedería si él se enterara o que toda la escuela lo hiciera (los chismes corrían rápido), estaría muerta.

Nos quedamos solas gracias que Dante tuvo que retirarse por que su profesor había llegado temprano a clases. Ambas caminamos a nuestra aula en silencio, estaba esperando a que ella abriera la boca y dijera algo, que contara lo que sucedió con mi hermano. Bufé al saber que ella no diría nada hasta que yo la obligará y antes de entrar al salón, donde algunos ya se encontraban sentados en sus lugares y otros se movían de un lugar a otro platicando con sus amigos, la detuve a un lado de la puerta, crucé mis brazos decidida a no moverme de ahí hasta que me diera una explicación.

—Ayer cuando Elliot llegó a mi casa vio que yo estaba afuera peleando con Arturo—La miré sin recordar quién era— el chico que quiere conmigo—explicó cansada de que se me olvidara todo— , bueno, Elliot llegó y se molestó al ver como estaba hablándome Arturo, así que le gritó que no me hablara así y empezaron a pelearse, hasta que llegaron los amigos de Arturo y los separaron, dejándonos a Elliot y a mí solos, me enojé de que haya echo eso y él se molestó peor—explicó y salió corriendo para entrar al salón sin decir nada. Estaba confundida de que hiciera eso, pero logré ver que el profesor estaba casi por llegar y entré corriendo a sentarme.

Típicas peleas de novios, me encontraba segura que si Johan y yo lo fuéramos no existirían así, él no era tan idiota como mi hermano y las peleas que tendríamos serían muy absurdas por mi culpa.

Estar pensando en como sería mi vida con mi propio amigo logró hacer que el profesor me regañara cinco veces en la clase y al salir solo me diera una mirada asesina la cual respondí con una sonrisa angelical.

Transcurrieron las grandes clases de aburrimiento, hasta que llegó la última, donde quise lanzarme de la ventana porque a la profesora se le ocurrió ponernos examen sorpresa. Observé por la ventana para ver que sucedería si en verdad me lanzaba, pero me arrepentí, no quería tener huesos rotos.

Releí la prueba por quinta vez, dándome cuenta que no comprendía nada, la química no me entraba ni aunque quisiera. Me hice más para adelante intentado copiar lo que escribía una compañera, parecía que ella si sabía todo porque escribía con gran rapidez y no se detenía a pensar ninguna respuesta.

No tenía otra opción más que copiar ese examen, si llegaba a reprobarlo adiós vida social de por vida.

El timbre indicó la libertad, todos respiramos con alivio y me senté bien. Un chico pasó a recogerlos y salí de esa horrible clase huyendo.

—Ahí está Elliot—Se lo apunté a mi amiga, esta se puso pálida—, así que vete a arreglar con él porque no quiero estar incomoda.

Le di un pequeño empujón para que caminara, Johan vio lo que trataba de hacer y se alejó dejando a mi hermano solo con los reproches que le daba a su amigo por dejarlo solo.

—Espero que se arreglen—dijo Johan poniéndose a mi lado y entramos juntos al comedor.

—Si no lo hacen los encerraré en un cuarto y no los sacaré hasta que lo hagan—sonreí diabólicamente y solté una carcajada captando la atención de unas personas.

—Hablando de reconciliación—guardó silencio unos segundos para sentarse frente a mí—, decidí que ya no quiero nada con Sonia, sino que quiero averiguar quién es la chica que me envía las notas, ver si en verdad piensa eso de mí y conocernos para intentar algo.

No podía gritar y bailar como loca frente a él, porque le parecería raro y sospechoso, pero si que lo hice en mi interior, el corazón estaba latiendo demasiado rápido, gritaba y bailaba en mi interior como nunca en la vida lo había hecho.

Luchaba para que mi boca no se abriera y en ese mismo momento le dijera que yo era la escritora, que tenía que intentarlo conmigo.

—¿En serio le darías una oportunidad a la chica sin importar quién es?—pregunté temblando, intentando que no lo notara, pero estaba fallando, él me veía preocupado.

—Claro, debe de ser una chica maravillosa para que piense así de mí ¿te sientes bien Jema?—preguntó alarmado levantándose y sentándose a un lado mío para tocarme la frente y ver si estaba caliente. Me alejé un poco en cuanto quitó su mano, un tacto más de él y hablaría.

—Si, sí, muy bien—hablé intentando quitarle importancia, tomé un largo trago de agua para poder tener saliva— . Espero que algún día la encuentres.

—Se que la encontraré, no siempre puede estar escondida—y lo peor que dijera eso fue que esa chica no estaba escondida, sino que se encontraba frente a él.

—Uno nunca sabe—Le dije cuando me tranquilicé un poco y me dispuse a comer mi lonche con toda la tranquilidad que intentaba aparentar.

Pocos minutos después de esa hermosa platica llegó Katherine tomada de la mano con Elliot, algunas chicas la mataban con la mirad, pero parecía que ninguno de los dos se percataban de eso, solo caminaban hacia nosotros dentro de su burbuja.

Yo tenía la mía con Johan y era hermoso cuando ambos entrábamos, deseaba que hubiera un momento en que permaneciéramos ahí más de unos minutos, sino días, meses y si se podía hasta años.
Estaba enamorada de Johan.

El entrenamiento se canceló logrando hacer que me asustara porque no sabía cómo guardaría la carta en su mochila. Él pensaba que la guardaban cuando se encontraba en clases, iba todo emocionado a manejando a mi casa, ansioso de llegar y poder leer la nueva nota, para verificar la razón siete. La cual no se encontraría porque no sabía como guardarla.

Entramos y este caminó hasta la sala abriendo su mochila. Parecía un niño pequeño que iba abrir su regalo de Navidad.
Tragué saliva asustada.

—Estás loco Johan, no se como te emocionas tanto por eso—dijo mi hermano caminando a la cocina por un vaso de agua.

—¡Eso es por que a ti no te llegan!—gritó su amigo para que lo escuchara.

Tenía que pensar rápido para guardarla sin que él se diera cuenta de ello en ese momento.

—Johan—Lo llamé cuando estaba por terminar de abrir la mochila—, compré un nuevo disco, pero está en mi cuarto ¿no lo quieres ver?

Supliqué que accediera a ir en ese momento para guardarlo.
Me miró y sonrió.

—En cuanto lo te tenga en mis manos y me enamoré más de el, buscaré la nota—aceptó dejando la mochila a un lado y subiendo las escaleras para llegar a mi recámara.

Saqué el papel de la mochila con la adrenalina al cien y la eche.

Johan:
Ya casi voy a llegar a la mitad de las razones, espero llegar antes de que descubras quién soy.
Razón No. 7
Tu sonrisa y carcajadas son como canciones perfectas para mí. En cuanto lo haces lo hago yo también. Esa sonrisa se la das a cualquiera y déjame decirte que me la haz dado varias veces a mí, logrando que casi me desmaye cada vez que lo haces. Transmiten tantas cosas, no son solo sonrisas cualquiera, cada una tienen un significado y creo que ya se que significan. Te ríes demasiado perfecto, cuando sonríes solo se forma un hoyuelo del lado derecho y aunque intentes hacerlo también en la mejilla izquierda no lo logras (es gracioso verte intentándolo), simplemente por eso es una de las muchas razones por las cuales te amo.

—¿Dónde lo conseguiste es demasiado grandioso?—preguntó curioso.

Suspiré tranquila y emocionada cuando lo vi bajar.
Opinó sobre el disco y platicamos un poco acerca de él, hasta que le recordé acerca de su nota. Su perfecta sonrisa apareció y en cuanto la encontró empezó a leerla en silencio.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top