IX




    Ver aceptado estar en el equipo de fútbol era cansado, era mucho más de lo que imaginaba y no sólo por todo el ejercicio que nos ponían sino por la sencilla razón de que era demasiada responsabilidad, solo llevaba un día y ya me había dado cuenta de todo,  yo era una dramática o era cierto.

En cuanto me desperté y quise sentarme en la cama el estómago me dolió, me confundí al principio, pensando en porque sucedía aquello, pero luego recordé todas las abdominales que hice.

—Jema muévete que Johan está por llegar—asomó la cabeza Elliot cuando abrió la puerta y se empezó a burlar de mí al ver mi cara de dolor.

—Ni se te ocurra decir una palabra—amenacé levantándome de la cama para darme una ducha. El cerró la boca y se retiró riéndose entre dientes.

Como era normal en mi vida llegó Johan a recogernos a nuestra casa y en el momento en que subí a su auto empezó a preguntarme como me había parecido el entrenamiento, cosa que al ver mi rostro de dolor al recordarlo solo se reía de mi junto a Elliot.

Estacionó el auto en el mismo lugar que siempre, bajamos los tres juntos y caminamos a la entrada del instituto.
Iba en medio de los dos y hasta ese momento me di cuenta que parecíamos los chicos súper populares que aparecían en las películas estadounidenses, me salió una risa al pensar eso, captando la atención de los chicos.

—Habrá una gran fiesta el Viernes, así que hoy tenemos que ir de compras—dijo Katherine cuando llegó a nuestro lado y saludó a su novio. Se encontraba muy emocionada.

Me iba a matar en cuanto le dijera que estaba castigada y no saldría ese fin de semana.

—No puedo—susurré esperando el grito de mi amiga pidiendo una explicación, pero nunca llegó, volteé a verla y solté una gran carcajada al ver su rostro.
Tenía la boca abierta, perdida en un mundo donde estaba matándome.

—¿Qué? ¿Por qué?—preguntó alterada, solo apunté a mi hermano y ella se giró para verlo, al parecer ya no iba a matarme a mí, sino a él.

—Ella tuvo la culpa, la enviaron a dirección—intentó defenderse Elliot, pero Kat no le dijo nada, solo se encaminó a ir a su salón con mi hermano pisándole los talones

Me encantaba cuando ellos se iban y me dejaban a solas con Johan, aunque llevara demasiado tiempo conociéndolo jamás habíamos platicado solos, eso por la culpa de mi gran hermano, era un desconfiado total.

Lo miré, por primera vez ninguno tenía nada que decir, solo estábamos en silencio observándonos a los ojos, pero lo más extraño de esa situación era que no existía incomodidad alguna.

—¿Te quedaras en tu casa encerrada el Viernes, mientras los demás se van de fiesta?—pregunta Johan queriendo reírse al ver mi cara de sufrimiento, me gustaba quedarme en casa, ver unas películas y comer frituras, pero desde la muerte de mis padres no podía quedarme sola en ningún lugar y eso no lo sabía Elliot, decidí ocultárselo para no provocarle más problemas.

—No me queda otra opción, estaré bien—intenté convencerlo, él negó con la cabeza.

Emprendimos camino a mi salón porque ya estaba por escucharse la campana, indicando que era momento de que todos se fueran a estudiar. En algunas ocasiones ese sonido era la gloria, como cuando la clase era demasiado aburrida, pero en esa ocasión significaba que era el momento de entrar a la mismísima pesadilla.

—Me quedaré contigo el Viernes, veremos unas películas en Netflix y comeremos hasta vomitar—habló Johan tomándome por sorpresa, lo miré con la boca abierta y con el corazón queriéndose salir.

—Pero te perderás la gran fiesta y no quiero que sea por mí culpa—dije intentando que no se percatara de mi nerviosismo.

Negó con la cabeza y se despidió de mí dándome un beso en la mejilla para irse directo a su salón, caminé hasta donde siempre me sentaba, pero sentía la mirada de todas las chicas, era normal eso, me juntaba con los dos chicos más deseados de toda la escuela, pero esta vez eran distintas o yo me estaba volviendo loca.

No pude concentrarme en ninguna clase, aunque mi cuerpo estuviera aplastado en la silla, mis pensamientos no lo estaban. Se encontraban perdidos en los últimos días que había convivido con Johan y en lo que sucedió cuando me dejó en la primera clase.
Estaba dispuesto a abandonar sus días de fiesta para quedarse conmigo a ver películas, sin duda era el sueño que cualquier chica quería tener.

Johan llevaba siendo mi amigo desde que tenía memoria, él y Elliot se conocieron en Preescolar y desde ese momento jamás se volvieron a alejar, hasta este último año en que entraran a la universidad, mi hermano por supuesto que no se mudará a otra ciudad, pero Johan lo hará, no se como soportaré ya no tenerlo cerca, que ya no nos lleve a la escuela o que solo quedemos Elliot y yo.

Sacudí mi cabeza intentando volver a la realidad y poner atención a la clase de matemáticas, lo único que logré fue que me metiera a pensar acerca del chico de mis sueños.
Conocí a Johan cuando él era el niño más inocente de todos, pero eso no impidió para que me gustara en cuanto sus padres lo trajeron a mi casa para que pasara la noche. Mis ojos no se despegaron de él hasta que se fue a encerrar a la habitación de mi hermano para jugar, pero claro que yo quería seguir con ellos, así que me permitieron unirme, logrando que me diera cuenta que ese niño en verdad me gustaba.

Escuché la campana sonar, colgué mi mochila en ambos hombros y salí del aula acompañada de Kat observándome para averiguar que era lo que me había tenido tan pensativa en clases.

—Es Johan ¿si?—dije fastidiada de sentir su mirada sobre mí.

No quería entrar a la penúltima hora que teníamos antes de salir al almuerzo, así que íbamos avanzando con una lentitud, no existía problema en llegar tarde y preocuparnos por no encontrar lugar ya que todos sabían cuales eran nuestros lugares.

—¿En serio? Jamás me lo imaginé—habló con sarcasmos haciendo que rodara los ojos y ella se riera un poco— . Ahora ¿cuál es el gran problema?

Bajé la mirada para observar mis uñas y poner una sonrisa tonta.

—Se quiere quedar conmigo el Viernes viendo películas mientras ustedes se van de fiesta—dije enamorada, perdiéndome en el pensamiento de su rostro.

Llegamos al aula cuando todos ya se encontraban en sus lugares, la profesora nos permitió entrar sin ningún problema a causa de que éramos buenas alumnas y fuimos a sentarnos a nuestros lugares de siempre. Hasta el fondo del aula.

—No veo ningún problema a eso—susurró para que no la atraparan hablando— , de hecho es algo maravilloso, tal vez y hasta te declare el amor que siempre te ha tenido.

Suspiré con tristeza.

—Si, el de hermanos—murmuré deprimida e intenté poner atención a la clase.

• • • •

Lo mejor de ir a la escuela era que escribía las cartas al chico, pero me tocaba la clase de informática y no estaba dentro del salón utilizando la computadora, sino en el comedor pensando como iba a crear la carta si el profesor faltó, quería darme contra la mesa para pensar una buena opción, pero no se me ocurría nada, a menos de que la hiciera a mano y esa idea estaba en la papelera, no podía hacerlo porque me descubriría.

Pregunté por enésima vez a la secretaria si tendríamos la hora libre a lo cual su respuesta fue afirmativa y jamás en mi vida había sentido tanta decepción al escuchar esa palabra.

Solo tenía dos opciones, seria no entregar la nota número nueve o hacerla a mano, aunque era lo peor que podría hacer.

Katherine se encontraba platicando con otras chicas acerca de la gran fiesta que se haría. Saqué la hoja blanca, pedí un plumón azul claro (porque sería un color de pluma que yo jamás utilizaría en mi vida) y puse manos a la obra.

Johan:
Se que esto es demasiado raro... De las ocho notas que te he enviado ninguna a estado escrito a mano, pero siempre hay una primera vez ¿no?
En fin, lo hago porque mi computadora se daño y era hacerla así o no entregarte nada.
Razón No. 9
Sacrificas tus cosas preferidas por los demás, no conozco a nadie (mas que tú) que llegue a hacer eso, creo que ni si quiera yo lo haría a excepción de algunas personas.
Prefieres que las cosas de tus amigos sean primeras antes que las tuyas y eso es algo asombroso, se la razón de porque lo haces y te entiendo a la perfección, pero simplemente es algo digno de admirar, al igual que todas las cosas qué haces.

Puse el punto final y doble la hoja por la mitad para luego guardarla en un sobre que traía en la mochila, era el procedimiento que hacía todos los días a excepción de que ese día no imprimí nada.

No quería entregar esa carta, era la primera vez en que no deseaba que la tuviera, aún así pensar en su rostro iluminado cada vez que las leía hacía que no me importara que sospechara de mí, negaría todo sin importar que.

Los alumnos empezaron a llegar al comedor y vi a los chicos entrar directos a devorar la comida, me localizaron en cuanto tuvieron sus alimentos y se sentaron en la misma mesa, Katherine ya se encontraba al lado de su novio y Johan junto a mí. Eso era lo fabuloso de que mi mejor amiga y Elliot anduvieran.

Como era costumbre la media hora que nos daban para descanso pasó entre risas y platica de lo que había sucedido en las cuatro clases que tuvimos.
Era mi momento favorito de todos los que pasaba con ellos, solo reíamos y platicábamos entre todos los alumnos de la escuela gritando, era algo especial que sucedía entre los cuatro, nos encontrábamos en nuestra burbuja hasta que el sonido de la campana la rompía con tanta intensidad que la tristeza llegaba y se iba de inmediato dándonos sonrisas de aliento para seguir en la tortura.

Los novios iban delante, mientras que platicaba con Johan de una película que había visto la noche anterior, estaba emocionado prestándome toda la atención.

—¿Entonces si me quedaré mañana en tu casa viendo unas películas?—preguntó ansioso por mi respuesta, tragué saliva recordando ese tema— . Podríamos ver la película que me estás platicando.

No tenía nada que perder si se quedaba a hacerme compañía, de hecho me haría muy bien.

—Está bien, creo que será divertido—sonreí de oreja a oreja, parecía una niña pequeña a la cual le dieron el regalo que siempre había pedido.

Me tomó de sorpresa cuando las manos de Johan se colocaron en mis mejillas para luego sentir los labios del chico en mi frente. Quedé congelada ante ese acto, pero intenté actuar como si no hubiera importado para nada, cuando era todo lo contrario y todas las chicas que se encontraban en el pasillo se percataron de ello.
Un chisme estaba por correr por toda la escuela y creo que ese no me molestaría tanto.

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