Better in time
VEINTE MILLAS
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel/AU
Parejas: Thorki de principio (sí, terminará en otra cosa).
Derechos: a no ser olvidada.
Advertencias: esta historia es agridulce que inicia con el Thorki y terminará con otras parejas, no comencemos con otras cosas que no vienen al caso. Es un AU sin poderes, solamente mucho angst y drama de por medio. Una historia de encargo.
Gracias por leerme.
*****
BETTER IN TIME.
"A perdonar sólo se aprende en la vida cuando a nuestra vez hemos necesitado que nos perdonen mucho." Jacinto Benavente.
"Nunca vaciles en tender la mano; nunca titubees en aceptar la mano que otro te tiende." Juan XXIII.
"El débil no puede perdonar. El perdón es un atributo de los fuertes." Mahatma Gandhi.
Tony no podía creer la cantidad de gente que había formada en la librería, también que era nada menos que una de las sedes alternas de la casa editorial que trabajaba los libros de Lhoki, a quien vio a lo lejos muy elegante y sonriente firmando o dejándose tomar fotos por sus fans. Miró su reloj, arqueando una ceja porque iba a estar ahí por un buen rato antes de terminar frente a la larga mesa del escritor, a quien sonrió como niño pequeño al tenderle su nuevo libro para que estampara su firma.
-Tony, ¿por qué no le hablaste a Amora?
-También te extraño.
-No tenías por qué formarte.
-Me gusta sentir esto de ser un fan acosador.
-Gracioso -Lhoki se puso de pie, abrazándolo con la mesita de por medio- ¿Cómo estás? ¿Qué tal esa luna de miel?
-Ah... excelente.
-Espera -Lhoki miró a Amora, quien tomó un micrófono para pedir un breve descanso- Ven conmigo.
-Pero...
-Ahora, Tony.
Como niño reprendido, fue encogido de hombros con libro en manos hacia una salita privada donde ambos se sentaron. Tony se miró su nuevo y reluciente anillo de bodas que quiso esconder de la mirada escrutadora de Lhoki, solamente terminando con este atrapando su muñeca para verlo de cerca como si fuese uno de esos expertos en argollas de oro.
-Qué buen gusto.
-Tú los compraste.
-O de lo contrario traerías una de tus tonterías americanas.
-Una bandita de hule no es una tontería.
-Lo es -Lhoki arqueó una ceja- Y no tienes por qué esconderlo, Tony. Creo que a estas alturas del juego deberías saber que no me molesta. ¿A dónde te llevó?
-Santorini.
-¿Y fue buena elección?
Tony sonrió cual idiota, con algo de sonrojo en las mejillas al recordar esa fogosa luna de miel con su ahora esposo Donald Blake.
-La mejor.
-Me alegro mucho por ambos, temía que salieras huyendo de la ceremonia luego de negarte como si fueras una novia en una novela turca de la tarde. Hubiera sido el escándalo del año, con toda la prensa ahí metida transmitiendo tu boda. Sigo sin comprender el por qué tenías que hacerlo tan aparatoso.
-Piensa en grande, si no, mejor vete.
-¿Todo mundo enterándose de que te casabas?
-Seguro, así les dan ganas de casarse también y el negocio de las bodas se va al cielo cortesía del siempre innovador Tony Stark.
-O del idiota Tony Stark.
-¿Por qué siempre piensas lo peor de mí?
-Así te corto la inspiración para hacer cosas malas.
-Te desprecio. Mucho.
-Eso es bueno, ya sabes hacerlo, ahora ya puedes ser un adulto funcional.
-Me parto de la risa.
-No más o ya no quedará más de ti.
-¡Tú...!
Rieron, como buenos amigos. A Tony sí que le había costado el digerir que Lhoki hubiera descubierto su relación con Donald, primero no queriendo saber nada de este y luego recibiendo reprimendas del escritor cuando lo fue a buscar hasta Wakanda a donde fue a huir de nuevo cuando todo se reveló, sintiéndose muy culpable del divorcio de los Blake. Pero como en las buenas historias, con el tiempo fueron resolviendo las cosas, sobre todo porque las palabras -a veces amenazantes- de Lhoki surtieron su efecto y pronto Tony retomó aquello que sentía por el alto rubio quien se encargó de consentirlo de tal suerte que un día se encontró recibiendo un anillo de compromiso mientras veían un partido de béisbol.
Tal fue el milagro que obró Donald en su vida, que también halló la fuerza para volver a Nueva York, sin miedos ni ataques de pánico. Incluso un día andando por la calle, Tony se topó de frente con Steve. Simplemente se miraron, el castaño le observó con calma y un asentimiento de cabeza antes de continuar su camino, no rencores o escenas vergonzosas. Ya no había nada y se alegró enorme por ello, sintiéndose muy orgulloso de su avance, cosa que compartió con Lhoki cuando este fue a la ciudad a promocionar su nuevo libro que había terminado luego de unas semanas de reclusión en esa cosa que llamaba cabaña que estaba cerca del mar congelado.
En esa cena de celebración, es que Lhoki se ofreció para regalarles sus anillos de bodas porque jamás permitiría que Donald usara esas banditas de hule de color chillante que Tony pretendía fueran sus anillos solamente por locura y algo de miedo. Coludido con Pepper, el escritor se encargó de su traje de bodas como de organizar la fiesta, pequeña muy familiar diferente a la ceremonia religiosa donde estuvo presente todo el mundo junto con toda la prensa que el castaño pudo reunir en sus maneras raras de ser así de excéntrico, partiendo al salón de su recepción donde quizá se le escapó una que otra lágrima de felicidad al bailar entre los brazos de su ahora esposo, Donald.
-Ahora eres el esposo de un vikingo -señaló Lhoki- Tómatelo en serio.
-¿Crees que no puedo ser serio? No respondas. ¿Tú cómo estás?
-Bastante ajetreado, pero feliz.
-Escribiste otro libro, me sorprendes.
-De pronto tengo mucho que decir.
-Me alegra, debo tener algo que leer entre mis viajes, así duermo mejor.
-Idiota americano.
-Pero me quieres.
-Todavía no hallo forma de arrancarte de mi corazón.
-Malvado.
-Cosa que ya sabías.
-Pero cuéntame bien, ¿qué has hecho? No creo que solamente te dediques a estar escribiendo.
-Bueno -la sonrisa de Lhoki creció- Yo también he encontrado a alguien.
-¡¿Qué?! ¿Cómo? Quiero detalles.
-Recién estamos comenzando a salir, no es nada formal de momento.
-No me tengas en ascuas, Lhoki.
-De hecho... te lo presentaré ahora mismo.
-¿Ah?
Tony parpadeó confundido y un poco emocionado de que alguien hubiera podido conquistar a ese monstruo de hielo que mantenía a raya al espectro de emociones humanas, solo Donald y él tenían un pase VIP, razón para ponerse de pie cuando el escritor lo hizo, quedándose boquiabierto al ver quién era el dueño de las pasiones de Lhoki.
-¡¿Tú?!
Un flamante Stephen Strange entró en la salida, sonriéndole antes de abrazar a Lhoki por su cintura y darle un corto beso.
-¿Te está dando mucha lata?
-Todavía puedo controlarlo.
-¡Ustedes...! Stephen, ¿qué clase de amigo eres que no me habías contado de esto? Exijo una respuesta.
-Creo que se me olvidó.
-¡Stephen!
Al igual que Tony, a Lhoki le había tomado su tiempo el despedirse de ese matrimonio con Donald, primero dedicándose a su persona, sus escritos y un tanto un descanso que no había tenido. Durante ese tiempo, Stephen Strange había aparecido como un apoyo, un amigo primero cuya relación fue lentamente mutando a una más romántica hasta que fue el doctor quien le propuso que comenzaran a salir con la renuencia de Lhoki pues sentía que ya no servía para esas cosas. Un tanto la voluntad de Strange y otro poco el buscar nuevos horizontes del escritor fue lo que permitió que al fin se animaran a ser una pareja, no casados todavía porque estaban probando qué tan bien se llevaban viviendo juntos.
-Demonios -silbó Tony levantando ambas cejas al enterarse bien- Pero un tache gigante a ustedes por no contarme nada.
-No quería interrumpir tu felicidad por la boda.
-Oh, vamos.
-Para todo hay un momento, Tony, pronto será el nuestro -afirmó el doctor.
-Oh, ¿tan seguro estás, Stephen? -Lhoki ladeó su rostro al mirar a aquel.
-Claro.
-Bueno, pues yo quiero darles un abrazo porque me siento contento.
-Nada te lo impide, Tony.
Donald había decidido mudarse con el castaño a Nueva York, moviendo también la sede de sus negocios para América y así acompañar a su inquieto esposo en sus nuevos proyectos. El apellido Stark permaneció en el nombre de la empresa, Tony prefiriendo quedarse con el Blake de su vikingo para cuestiones más íntimas y legales. No tardó nada en ir a buscarlo una vez que salió de la librería, contándole con suma emoción sobre la nueva relación de Lhoki, sentado en el regazo de Donald, quien le sonrió, cepillando sus cabellos mientras escuchaba.
-Me alegra tanto eso.
-¿No estás ni un poquito celoso?
-Claro, mi tesoro, pero por el tiempo juntos, no porque esté enamorado. A quien amo se sienta cual niño en mi regazo.
-Stephen es buen partido. Yo lo tuve de crush más joven.
-¿Y por qué no floreció ese apego?
-Él se metió a su especialidad, no tuvo tiempo para nada más porque además quería ganar uno de esos premios raros que les dan a los médicos por andar abriendo la cabeza de la gente.
-Comprendo. Lhoki tendrá alguien dedicado, eso es bueno.
-¿Lo dices porque luego se le van las cabras al monte y no regresan?
-Tony...
-Es cierto -este hizo un puchero que Donald besó con una risita- Sí se pone loco de repente.
-Muy de vez en cuando.
Tony suspiró, recostándose en el hombro de su esposo, entrelazando una mano con él.
-¿Sabes? Me gusta que la gente a mi alrededor sea feliz como yo.
-Es un efecto que se contagia, según tengo entendido.
-Pues que bueno, ya tenemos suficientes problemas en el mundo para todavía ser infelices.
-No decías eso cuando nos conocimos, cielo.
-Ese no era yo, era Patricia.
Donald rio, besando la frente del castaño, haciendo círculos en su espalda mirando el paisaje lleno de edificios, letreros luminosos y calles elegantes de Nueva York.
-¿Qué estás tramando, amor mío? -preguntó al notar que Tony estaba muy callado.
-Eso no se vale.
-Dime.
-Pues que nos toca a nosotros preparar la boda de esos dos.
-Primero debe suceder, cariño.
-Confío en Stephen, es un mago con una chistera para eso.
-¿Él sabe que piensas eso de su persona?
-Seguro.
-Travieso.
-¡Ah, demonios! -Tony se puso de pie de un salto, alzando brazos en alto.
-¿Qué sucede?
-¡Olvidé el libro! ¡Espera! Debo llamar a Lhoki, o a Amora, o al dueño de la biblioteca, quizá al conserje, o tal vez...
Tony desapareció por la puerta, bien dispuesto a usar la gente de su esposo como asistentes para que le consiguieran su libro autografiado que había dejado en esa salita distraído por la noticia. La boda esperada sucedería meses más adelante cuando al fin Lhoki dio su brazo a torcer, fue solamente una boda civil sin nadie más que esos pocos que el escritor consideraba dignos de estar en un momento especial para él, ganándose un enorme puchero por parte del castaño quien había planeado todo un evento por internet para dar a conocer la boda, si bien hizo una que otra grabación prohibida que luego mostraría al mundo a costa de ganarse un sermón por teléfono por parte de Lhoki por indiscreto.
Y por supuesto, Tony estuvo más que pendiente del nuevo libro publicado después de la boda dedicado precisamente al tema del matrimonio y las parejas que permanecen juntas por largo tiempo. Sin duda, tal cual le comentara al regresar de su luna de miel, tenía muchas cosas para decir que no le alcanzaría la vida para contarlas todas. Industrias Stark tendría una aportación importante en la promoción de ese nuevo libro, convirtiéndose en un socio de Lhoki para sus nuevas obras, con este siempre apuntando al hecho de que lo hizo más por beneficio económico que por apoyarlo, aunque era todo lo contrario.
Un día, mientras andaba en su librería favorita buscando que nuevo ejemplar no había comprado, Tony vio a lo lejos la figura de Steve frente al anaquel donde se exhibían los libros de Lhoki. Se quedó muy quieto observándolo porque lo notó decaído, incluso algo enfermo, como si algo malo le hubiera sucedido. Ese momento que tanto había deseado tiempo atrás por fin aparecía ante sus ojos, pero no lo hizo sentir nada bien, todo lo contrario, Tony frunció su ceño ante su aspecto descuidado y esa mirada triste. Un brazo pasando alrededor de su cintura lo hizo respingar, volviendo su rostro a tiempo para recibir un cálido beso que hizo desaparecer ese gesto.
-¿Qué pasa, amor?
-Ah, es que vi... -el castaño señaló hacia el anaquel, pero el capitán ya no estaba ahí- Me pareció ver a alguien conocido.
-¿Quieres que lo alcancemos? Debe estar en la acera peleando por un taxi.
-No hace falta, quizá es mejor así.
-¿Estás bien?
-¿Te ha pasado eso de tener un sueño realizado y darte cuenta de que era el deseo más estúpido que pudiste haber formulado?
-Sí, me ha pasado. ¿Qué deseaste, Tony?
-Venganza disfrazada de justicia que me sabe amarga.
Donald besó su frente, apretándolo contra su cuerpo. -Entonces suelta eso si te hace daño.
-Me queda solo una compasión ¿será bueno?
-Mejor, sobre todo si puedes sonreírme.
Tony así lo hizo, besando a su esposo antes de seguir buscando y salir con sus libros. Si llegaba a toparse con Steve, le podría preguntar si estaba bien, o si podría ayudarlo. Probablemente el capitán se sorprendería o lo rechazaría, eso no le iba a importar, para él ese episodio de sus vidas era agua pasada que no tenía ya efecto alguno en su persona. Dado que una vez tuvo un fuerte sentimiento por Steve, sería que le ofrecería esa mano amiga, si es que se presentaba el caso, tampoco estaría esperando por ello pues ahora aparecía frente a él un nuevo desafío.
-¿Lo has pensado, amor mío?
-Con mucho detalle, tiene muchos contras, Don.
-¿Y pros?
-Que estoy lo suficientemente loco para hacerlo. Solo dime porque necesito escucharlo de ti, que puedo ser un buen padre.
-Uno de los mejores.
-¿Aburrido?
-Nunca.
-Bien... hagámoslo.
F I N
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