[♡] And shoot the Sun | WildTenShipping

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Pareja: WildTenShipping - Sapphire & Emerald.

Canción: And shoot the Sun - The Brobecks.

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«¡Bienvenida al club de los despechados! Tenemos todo lo que puedas desear: ¡galletas, películas, mantas, kilos de helado, chocolate y muchos pañuelos para que puedas llorar por él!» había dicho muchas veces Emerald, cada vez que iba a la cabaña secreta de Sapphire mientras ella lloraba por algún desamor que solía ser Ruby. «¡Bienvenida al club de los despechados!» decía siempre, lo que le sacaba una pequeña sonrisa a Sapphire por la irrisoria idea y el tono ridículo en el que su amigo le hablaba. Así que ella se reía y le pegaba de manera suave alegando que ella no era una despechada. A decir verdad, para Emerald eso se volvió una rutina, hubiera un corazón roto ese día o no, siempre iba a ver a Sapphire a la cabaña cuando daban las seis de la tarde. Los años que estuvieron yendo a clases hacían las tareas juntos, si eran vacaciones siempre llevaba algunas golosinas y Sapphire ponía refrescos. A veces se unía Ruby, pero entonces no bromeaban con el club así que lo contaban como reuniones clandestinas.

     Esa rutina era algo que era solo de ellos dos, dos jóvenes enamorados de Ruby en secreto que se habían ido uniendo por el peso de ese amor que nunca sería correspondido. Sapphire era la que lo llevaba peor, Emerald creía que era porque ella era más valiente y tenía esperanzas, al contrario que él. Así que, a pesar de que ambos eran unos despechados por Ruby, quién casi siempre acababa rompiendo en llanto era Sapphire. Sin embargo llegó un día en que fue el corazón de Emerald el roto y entonces fue Sapphire quién le esperó, con una manta y golosinas, a las seis de la tarde. Con los ojos rojos e hinchados, Emerald llegó a la cabaña y recibió un abrazo de Sapphire seguido de un susurro:

     —Bienvenido al club de los despechados, tenemos todo lo que puedas desear.

     Así pues, en un abrazo que nunca podría ser suficiente consuelo para Emerald, lloraron la pérdida de una chica que para él fue como su hermana, la única familia que pudo tener y Sapphire, con vergüenza, se unió a él. Tal vez ese fue el instante en que dejó de ser una broma y el club de los despechados se volvió una realidad.

     Poco a poco, mientras las heridas sanaban y Sapphire prefería darle consuelo a su amigo antes que llorar por un amor no correspondido, Ruby se fue alejando de ellos. Dejó de hablar con ellos por mensaje, dejaron de quedar e incluso fueron borrados de sus redes sociales y Emerald no recibió ninguna mirada que le dijera lo mucho que lo sentía por Crystal. Esa actitud fue lo que, definitivamente, rompió el corazón de los dos jóvenes enamorados. Una cosa era no ser correspondidos, soñar con un romance que nunca llegaría a nada, y otra era perder una amistad de años y la confianza de miles de secretos compartidos en una cabaña a la luz de las estrellas. A pesar de todo, siguieron enamorados, viendo como Ruby se alejaba de ellos y se mostraba obnubilado por la presencia de Blue.

     Era como si el mundo a su alrededor no existiera, como si esa mujer de ojos azules le hubiera devorado con un hechizo. Así que Emerald y Sapphire se miraron en una de esas tardes tan perdidas de verano, y comprendieron que a eso le iban a seguir muchas tardes en las que necesitaran al club de los despechados.

☀☀☀

Fue una tarde de verano varios años después, las reuniones del club seguían pero tuvieron una visita sorpresa de Ruby y al fin comprendieron lo que estaba pasando. Trataron de decirle lo tóxico que era ese romance que había iniciado con Blue pero Ruby hizo oídos sordos alegando que la amaba por mucho que sus amigos le replicaban que no. Sapphire nunca supo cómo consiguieron sacar el tema de las aplicaciones de citas, pero fue un éxito. Ruby les mentía a ellos y a sí mismo diciendo que así se cercioraría que Blue era la mujer de su vida, pero todo el mundo podía ver el cansancio de esos ojos rubí y el miedo que aparecía en ellos cuando la mencionaba.

     Ruby y Emerald quedaron a la tarde siguiente para ayudarle a crear un perfil, Sapphire explicó tener un examen aunque en realidad llamó por teléfono a Gold y le comentó la idea de crearse un perfil en la aplicación de citas. Sabía que las cosas le estaban yendo de mal en peor con Silver, habían hecho muchas veces vodeollamadas Emerald, Gold y ella para quejarse de Blue y lo cegado que estaba Silver con ella. Con el paso de los meses se pudieron dar cuenta del bien que Ruby hacía a Gold, quién había vuelto a la crianza y a abrir su negocio en Johto, un negocio que fue en picado desde los problemas con Silver y el suicidio de Crystal, y también podían ver la felicidad de Ruby cuando hablaba de ese misterioso chico y las bromas internas que tenían.

     —Vaya mierda de club somos—musitó Emerald, en una de esas tardes.

     —Ya te digo, nos gusta el mismo chico y en vez de competir entre nosotros le buscamos un novio.

     Se sentaron al borde de la entrada con los pies balanceando al vacío y no pudieron evitar reír.

     —Ya...

     —Pero, hey, eso son buenas noticias—dijo Sapphire ofreciéndole un refresco con una enorme sonrisa—. Significa que tienes oportunidad con él, no es tan hetero como se presentaba—bromeó, aunque, en seguida, llevando la lata a los labios suspiró—. Ya me da igual que pase, solo espero que esto le haga darse cuenta de todo lo mal que está con Blue.

     Emerald asintió, aunque no pudo una expresión muy agradada. Era cierto, el club se les estaba dando fatal, hasta el punto que él se había enamorado del otro único miembro. Sapphire no se dio cuenta de su expresión apenada y se puso en pie emocionada por la relación de Ruby y Gold mientras hablaba y hablaba sin parar de lo feliz que podría ser ese chico que le estaba rompiendo el corazón. Tras dar varias vueltas por la cabaña se dio cuenta de que Emerald seguía sentado, compungido mirando la puesta de Sol y le tendió una mano con una enorme sonrisa enérgica:

     —¡Vamos, ánimos, Rald! Superaremos el nuevo romance de Ruby, como siempre lo hemos hecho, ¿no? Para eso somos el mejor club de los despechados.

     Emerald soltó una carcajada, tomó su mano con fuerza y se unió a ella a ver ese programa de batallas pokémon que tanto les apasionada. Mientras Sapphire se pagaba más y más a la pantalla, Emerald la miró de reojo. De todo lo que podía partir el corazón a Emerald, de todo lo que podía causar desamor y lágrimas sin fin, el detonante había sido la amabilidad. Cuando Sapphire era amable con él se daba cuenta de lo mucho que le gustaba y de lo solo que se iba a quedar. No sabía cómo sentirse al respecto, es complicado amar a alguien que no te ama, pero Emerald sentía envidia de Sapphire porque, si ya de por sí es complicado, ¿cómo afrontas que ese alguien nunca te va a amar? El corazón de Sapphire había sido roto, pero al menos pudo experimentar el amor y el desamor como sabor distinto, para Emerald, ambos estaban mezclados. Sabía que Ruby nunca querría a alguien como él y cuando el tiempo pasó y las heridas sanaron su corazón latía de vuelta volvía a sentir lo mismo por Sapphire.

     Porque, ¿cómo alguien como ella iba a poder quererle?

☀☀☀

Tras el pasar de los años Sapphire esperó que su corazón pudiera recomponerse. Sin embargo, desde la tarde en la que sintió que le arrancaban la mano cuando Ruby se la apartó de un manotazo y le dijo que se fuera, no había podido volver a sentirse igual. Eran jóvenes, Ruby acaba de iniciar su relación con Blue y ella estaba siendo algo pesada, pero ni el peso de los años le pudo quitar la humillación que tuvo encima y el dolor del desprecio de Ruby. Solo el club de los despechados pudo sanar un poco esas heridas, sin embargo en seguida Sapphire se dio cuenta del dolor que le estaba causando a Emerald. Le dolía más no poder corresponderle que el manotazo de Ruby.

     Con el paso del tiempo, Sapphire aprendió a fingir normalidad, cuando Ruby y Gold comenzaron con ese noviazgo secreto pudo bromear con fuerza y emocionarse, aunque sabía que su corazón se rompía una vez más y que cada vez que Ruby le rompía el corazón ella se lo rompía a Emerald. Al menos pudo estar feliz de que así dejaría a Blue. Hasta que un día, poco a poco, toda esquina de Internet, los noticiaros, las redes sociales... todo rincón del que Sapphire no podía esconderse estaba repleto del rostro de Ruby y su esposa. Estaba muerto, eso era lo único que pudo leer Sapphire antes de romperse de vuelta.

     Alegaban que Ruby, al ver que su esposa no estaba dispuesta a firmar los papeles de divorcio se suicidó y que Blue, con el corazón roto por la pérdida de su marido y su infidelidad, había tratado de quitarse la vida. Unos vecinos habían escuchado gritos en la madrugada y llamaron a la policía, por lo que Blue pudo salvarse, pero para Ruby era muy tarde. No especificaron nada más aunque Sapphire tampoco fue capaz de escuchar la siguiente noticia. Todo el romance de su vida, todo llanto, toda preocupación, dejó de tener sentido e importancia, solo podía pensar en que Ruby estaba muerto. En que Ruby había muerto por su culpa. Hiperventilando, tanteó por el sofá tu teléfono y marcó el número de Emerald.

     Hiperventilando buscó su teléfono y marcó el número de Emerald. Al responder ninguno pudo decir nada, ambos se quedaron en silencio, escuchando los fuertes latidos del otro y como los sollozos se hacían ensordecedores.

     —Lo hemos matado, de manera indirecta... lo hemos matado—fue lo único que pudo añadir Emerald con un hilo de voz rota.

     —Sí. Lo hemos matado—contestó Sapphire, en un llanto desconsolado.

     Ese día el club de los despechados dejó de existir. Solo pudieron correr a las seis de la tarde hacia la cabaña para refugiarse en los brazos del otro, estallando de dolor. Y a medida que lloraban más y más, que sus cuerpos se secaban de la pena dejando solo las semillas del miedo y la rabia, para sendos enamorados se fue haciendo cada vez más obvio que Ruby no se había podido suicidar. Tal vez por eso Sapphire comenzó un camino sin retorno hacia el odio a Blue en vez de la historia de amor que se había pasado toda su vida ensoñando.

     Compró una pistola, para defenderse, a pesar de que Emerald le dijo que no era buena idea y gastó todos sus ahorros en boletos de viajes por todo Johto y Teselia. Era lo mínimo que podía hacer.

      —Sapphire no nos podemos permitir hacer tantos viajes...

      —¡Tenemos que hacerlos!

      —¡No podemos resolver el misterio! Deja que se encargue Norman, el mismo nos explicó que al tener que ir a reconocer a su hijo alegó que su rostro desfigurado era muestra de ensañamiento y odio. Ya abrirá un caso en contra de Blue—explicó Emerald, tratando de disuadirla—. No te involucres y enredes más esto, por amor a Arceus. ¡Ya viste lo que pasó cuando metimos las narices! ¡Ahora Ruby está muerto!

     Sapphire le dio la espalda y comenzó a hacer la maleta. Para ella no se trataba de resolver un misterio, no le importaba que hubiera miles de historias de corazones rotos enredados entre sí, no le importaba que remover el pasado de Blue sacara dudas sobre el fallecimiento de Crystal. Para Sapphire, nada de eso importaba, lo único que podía hacer era tratar de arreglar ese romance unidireccional que se había vuelto la triste historia de un chico no volvería jamás, transformar esa triste historia de amor en un simple cuento más. Una historia, sin más. Así que removería cielo y tierra en su honor, removería hasta el mismísimo infierno para enmendar sus errores. Si tenía que ser sin el club de los despechados, lo haría.

     Pero Emerald no fue capaz de abandonarla. Por mucho que estuvieran vendiéndole su alma al diablo no era capaz de abandonarla. La siguió hasta Teselia, siguiendo la pista de los últimos pasos que dio Crystal, pasos a los que se aferraban pensando que darían la clave de lo que pasó a Blue. Mas, solo a uno de ellos dos le importaba esa historia, solo a uno de ellos le importó las desgarradoras palabras que salieron de los labios de Lack-Two. Lack-Two era, sin dudas, la última persona que supo de los planes de Crystal, así que él les explicó anclado a su silla de ruedas, con una sonrisa afable en el rostro y una máquina que traducía sus inaudibles palabras, palabras que solo Emerald pudo escuchar. Lack-Two les contó historias que no importaban, cuentos de un corazón de hielo por el que quedó en ese estado, y Emerald se sintió que el club de los despechados ya había muerto en definitiva, porque, ¿de qué se trataba ese club, sino de escuchar? Con una expresión apenada observó la brusquedad con la que Sapphire exigió el número de Red, y casi arrebatándole el teléfono de las manos al joven de cabello revuelto, marcó el número de inmediato.

     Emerald le entregó el teléfono de vuelta a Lack-Two y se disculpó mientras Sapphire llamaba una y otra vez, ansiosa de que poder poner un punto final.

     —Sapphire, por favor, cálmate.

     —¡Red es el único que nos puede llevar a Blue! ¡Quiero ver a esa perra pudriéndose en la cárcel!

     —Tenemos pistas, podemos ayudar a Norman con su denuncia. Dale tiempo a Red, date tiempo... a ti.

     Sapphire le miró con los ojos muy abiertos, y al escuchar eso solo pudo bajar la vista al suelo.

     —Sapphire, entiendo tu dolor pero...

     La tomó de las manos con delicadeza, notaba su calidez nerviosa mientras sus pequeños dedos envolvían sus manos rasposas. Era un tacto que hería a Sapphire porque sabía que nunca le iba a poder querer como Emerald le quería. Así que, con cuidado de no romper ese último contacto, se secó las lágrimas y asintió.

     —No puedo darme tiempo, Emerald. Ruby ya murió y...

     —No te obsesiones, no te vuelvas como Blue. Haz eso por mí, por favor, volvamos a Hoenn, olvidemos todo esto, dejemos que nuestras heridas sanen y que nuestros corazones vuelvan a latir con normalidad, no me seas idiota, ¿eh?

     Sapphire se zafó de su agarre y con una leve sonrisa negó con la cabeza.

     —Tal vez soy más parecida a Blue de lo que me gusta admitir. Lo siento, Rald.

     —¡No lo eres! ¿No escuchaste a Lack-Two? ¡A ti te late el corazón!

     —Sí, pero... ¿para qué?

     Eso hizo que Emerald se quedara helado y no pudo decir nada más. Con esas últimas palabras, Sapphire se marchó. Aunque se aferró a la esperanza de recibir una llamada de Red que nunca podría responder al final. Llegó de vuelta a su hogar, cansada, triste, sin saber que era el túmulo de cosas que estaba sintiendo, preguntándose en qué punto las cosas habían ido mal. Miró a Ruby en la foto que tenían de cuando jóvenes en la pared y lloró. Lloró durante meses sin ningún club de los despechados que pudiera darle consuelo. Ni siquiera quería que Ruby le quisiera, eso era algo que dejó atrás hace muchos años, solo quería que pudiera seguir vivo. Abrazó la foto, pensando en todo lo que Blue les había arrebatado; tarde de risa, clases juntos, juegos, charlas, tareas copiadas... una vida el uno junto al otro, una vida de los tres juntos. Emerald, Ruby y ella, sin necesidad de romances complicados, sin necesidad de lloros.

     Pensando en esos tiempos pretéritos no fue capaz de dormir. Salió a la calle y se tiró toda la tarde dando vueltas por Hoenn, buscando a Blue. Cuando le viera iba a disparar, era lo único que sentía que podría otorgar un poco de paz. Ese sería su punto final a la historia.

     No obstante, cuando la noche ya había caído y las estrellas tintineaban en esa noche tan oscura, la figura frágil de Blue, aun en bata del hospital, casi reptando de vuelta a su hogar. Volvía al lugar del crimen, como si estuviera desesperada por volver ver a Ruby. Sapphire, de manera lenta, se acercó a ella y se sentó a su lado, con calma.

     —¿Por qué lo hiciste?

     Blue solo suspiró.

     —¿Por qué me harás tú esto?

     —Esto es justicia—gruñó Sapphire, 
colocando la pistola en la sien de Blue.

     —Repítete eso cuanto quieras, el día que te des cuenta de la verdad lo entenderás.

     Sapphire solo pudo fruncir los labios, tal vez dispararla devolviera el Sol que ella misma le arrebató o tal vez no. Tal vez así pudiera amar a Emerald, pero eso sería algo que Sapphire nunca podría saber. Con una leve sonrisa, Blue no dijo nada, se quedó quieta, esperándolo, sintiendo y degustando los latidos de su corazón por última vez. Se miraron, la una a otra, con esos ojos azules tan rotos y decir nada Sapphire disparó. Un disparo que puso fin a historias de amor nunca correspondidas, historias de corazones rotos.

     A pesar de eso, no volvió a salir el Sol y Emerald solo pudo llorar viendo el rostro de su amiga en las noticias.

     —B-bienvenido al club de los despechados, tenemos to-todo lo que puedas desear—fue lo único que pudo gimotear Emerald, notando como Sapphire le rompía el corazón.

FIN

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