11.- Problemas.


―¡ Buenas tardes! Busco al doctor Ethan Marson

Las conversaciones se silenciaron cuando aquel hombre de mirada ámbar pronunció el nombre completo del cirujano, cuyos pacientes solo conocían su apellido. La recepcionista alzó una ceja mientras buscaba en el sistema si el mencionado disponía de tiempo en medio de su agenda.

Después de un minuto buscando, la joven respondió.

―el doctor Marson tiene su agenda ocupada todo el día, lo lamento caballero.

―él me conoce señorita, sólo vaya y dígale que Radamanthys Wyert lo quiere ver.

La firmeza del rubio obligó a la recepcionista a dejar su puesto para dirigirse al consultorio de Ethan. El mencionado se hallaba muy ocupado con un joven que realizaba sus prácticas al cual le daba instrucciones.

―ordenaras la base de datos Aioros, toma las muestras que yo te pida y vas a anotar cada consulta y lo que cada paciente quiera asi sea la cirugía mas absurda e innecesaria.

―puedo entrar a ver una cirugía.

―no, aún no eres estudiante de medicina.

Al joven le hubiese encantado presenciar una cirugía, pero él sólo estaba para ejecutar tareas sencillas y aprender algo más.

―bueno doctor.

―Ayúdame con eso Aioros, ordena la base de datos de este año y luego me acompañas a la consulta con la señora Michelin.

―claro, permiso―se retiró dejando a la recepcionista con Ethan.

La pesadilla de sus catorce años regresó.... Al ver a Radamanthys esperando con impaciencia. Se ocultó en el consultorio del psicólogo de la clínica que por suerte no estaba.

Una vez que la recepcionista le informó que el doctor Ethan lo esperaba, salió y se escabulló esperando no volvérselo a encontrar.

Consultorio de Ethan.

―veo que te está yendo bien―comento el de ojos ámbar.

Ethan asintió por respuesta.

―¿ has visto a tu hijo?

―no, hace cinco años que no lo conozco―respondio ordenando unos exámenes―tu plan no funcionó.

―fracasaste por idiota―fue su comentario―te advertí que ese hombre te lo iba a ganar.

―hablas como si el niño fuera un trofeo―replico Ethan visiblemente molesto―si su madre no quiere que lo vea, mejor para mi.

Aioros de casualidad pasó nuevamente por el consultorio de su "jefe", pero la curiosidad mató al arquero quien se quedo escuchando la conversación tras la puerta.

Eso le indicaba que iba a haber problemas, por eso debia avisar a Degel lo que Wyert planeaba en su contra.

―escuchar detrás de la puerta es de mala educación, Aioros―la voz de la recepcionista lo hizo brincar en su sitio.

Sonrió apenado. Abrió la boca para decirle lo que realmente pensaba del visitante pero mejor calló pues su graduación se veria seriamente implicada.

―no te preocupes, no diré nada al señor Marson―dicho esto se fue por donde vino.

El resto de las horas se la pasó pensando en aquello que había oído, tanto así que cuando pasó por Aioria este lo notó distraído porque le estaba comentando lo bien que le fue en las clases pues su hermano respondía con simples " aja" " ah" cosas que molestaron un poco al adolescente.

―¡ oye Aioros!

―ah, disculpa hermano―sacudio la cabeza―estaba distraido...

―se nota―murmuro el menor.

―Aioria―se detuvo abruptamente―vamos a ir a otro lado antes de ir a casa.

El menor vio el reloj de su celular, tenían cuarenta y cinco minutos para llegar a su casa, lo que menos quería era oir el sermón de su padre reprochandoles de llegar por quinta vez en el mes, tarde.

―nos van a ....

―calma yo me haré cargo―saco un billete―si me ayudas, haré que papá te suba tu mesada.

Por la plata baila el mono....

Antes de responder, arrancó el billete de las manos de Aioros.

―si es cierto...¿ cuándo será posible?

―a partir de la otra semana.

―si es mentira, te delato.

Aioros sonrió aceptando el desafío, Aioria oodria decir misa, pero no era más que palabras de adolescente de casi 13 años que a veces creía que tenía el mundo a sus pies.

Siempre le decía que en su curso habían chicas que morían por él, de eso no existían dudas ya que Aioria era un chico muy guapo que no tenía nada que envidiar a otro.

―¿ donde tienes que ir?

―a la casa de Degel.

―¿ a que?

―asunto privado, no te ofendas pero es algo de suma importancia.

―ah bueno si es asi vamos...

Mansión de Degel.

Ordenó que los dejaran solos, mientras él y Aioros charlaban, Aioria debia ser muy bien tratado. Frente a una taza de chocolate para el joven y una copa de vino tinto cosecha 1989 y bocadillos, Degel esperaba muy ansioso lo que venía a decirle.

Aioros tardo diez minutos para decirlo por lo que el inmortal decidió de muy mala gana hurgar en la mente del muchacho, mas este bloqueó su intromisión.

―lo siento pero debo decírtelo como vi las cosas―comento el joven.

El asintio comprendiendolo.

―Radamanthys llegó a la clínica donde realizo mis prácticas―comenzo―se veía muy apremiante.

―¿ porqué él iría a una clínica?

―mi jefe lo conoce.

Alzó ambas cejas.

―¿ entonces?

―hablaron de un niño supongo que es aquel por el que esperaste, dijo que si lo habia ido a visitar.

La aparente tranquilidad de Degel se fue por los suelos expresando su molestia al apretar muy fuerte la copa donde bebía y romperla, sus fragmentos salpicaron hasta los pies de Aioros que alarmado creyó que no fue buena idea ir y decirle eso. Al notar el nerviosismo del joven, Degel se calmó, controló su rabia y prosiguió a seguir escuchando.

―es Ethan Marson, Radamanthys quiere alejarme de Camus usando a ese cobarde.

―eso es evidente, menos mal no me vio

Eso lo alivió un poco, no se perdonaría si Wyert lastimaba a Aioros, Aioria y Sisifo. Tenía que hacerle una visita sorpresa a Ethan.

Los cuarenta y cinco minutos transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos, para evitar que Sisifo se pusiera de cabeza Degel los acompañó hasta la puerta de su casa.

Mientras el inmortal hacia esto, Kardia en su trabajo enfrentaba la mala actitud de una compañera que le hizo preguntas impertinentes corcenientes a su fallido embarazo.

Todo comenzó cuando esa mañana al llegar a su puesto de trabajo, su compañera se le acercó para decirle.

―querida, lamento tanto que el padre de tu bebé te haya despreciado.

Ella la miró con molestia, aquello no era de su incumbencia, puso su bolso sobre la silla y procedió a encender la computadora, la otra mujer al sentirse ignorada continúo atacando.

―¿ no era casado? Dicen que... Te obligó a abortar.

―mira bruja pelos de escoba―Kardia explotó―que chinches te importa mi vida, acaso ando fisgoneando en la tuya, arpía.

―eres una vulgarcita, no sé como el gerente te tiene en este puesto, apuesto que le abriste...

Derribó a la habladora de un puñetazo, la tremenda fuerza que puso al golpe derribó a la mujer que asustada empezó a dar gritos convocando al resto del personal de la empresa que llegó como tromba a la oficina de Kardia.

Uno de los otros jefes de un departamento, intervino para calmar los ánimos.

―¿ Qué está pasando aqui Kardia? ¿ Por qué Caroline está en el suelo gritando?

―esa loca me agredió― la señaló histérica.

―será que.... Que tu me provocaste―contesto ella.

―maldita loca, por eso abortaste.

Para ella era como sin tocaran una fibra sensible, si hacía otra acción saldria perjudicada por escándalo en horas de trabajo. Se calmó y prefirió ignorar a la provocadora sentándose en su silla.

Otro de sus compañeros anunció que iba a reportar esa situación al gerente a lo que ella contestó.

―me parece bien, hazlo.

―¿no te asusta?

―no, si pude sobrellevar una pérdida, sabré manejar al gerente.

Casi a la hora de culminar sus actividades, tanto ella como la provocadora se hallaban en la oficina del afamado gerente quien muy pero muy molesto reprochaba la actitud de su jefa de recursos humano que era Kardia y de la jefa de ventas que era la otra.

Determinó que serían sancionadas con el descuento de una parte de su sueldo y si eso se volvía a repetir, las cambiaba de área o serían despedidas.

Si había algo que detestaba era que creyeran que era pasiva, no lo era, nunca, ella era de sangre caliente, aunque si se cuenta lo de Dégel, bueno esa es otra historia, jamás iba a admitir que lo amaba secretamente.

Cuando salió no se fijó que una mujer muy bien vestida la seguía, al pasar las calles reparó en que era seguida.

—¿ quién diablos eres?

Ella estiró su mano y tocó con delicadeza la mejilla de Kardia.

—tú sabes quién soy, me conociste hace muchos siglos....

—¿ otra vez....?

La mujer asintió con una resplandeciente sonrisa, Kardia sintió el temor de que era su sentencia de muerte. Apretó la mandíbula para luego encararla.

—tu protegido me es indiferente.

—no es de él de quién vengo a hablar, si no de ti....

Hasta aquí.....

Sineramente siento que no fue el mejor, digamos que es una especie de relleno a los capítulos siguientes. Aclaro que lo que hace Aioros en la clínica de Ethan es lo que se hace aquí cuando se está en el colegio, pasantías empresariales para adquirir experiencia, en realidad no se como sea en otros paises pero me baso en el sistema que se maneja aquì.

Cualquier error perdonen.

Saludos :)

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