Capítulo III

Me doy vuelta en mi cama y casi me caigo de bruces «de nuevo» pero esta vez logro colocar las manos.

Suspiro y miro el techo de la habitación. Por fin viernes. Sólo quiero dormir. Busco mi teléfono y veo la hora, la alarma aún no ha sonado, pero igual decido levantarme. Me lavo los dientes, me ducho, etc. Luego de mirarme al espejo y estar contenta con mi aspecto decido bajar a desayunar. Mi madre no está, así que supongo que se tuvo que ir de nuevo.

Antes no era así, solían pasar más tiempo conmigo. Pero de un tiempo para acá cada quién vive en su propio mundo «incluyéndome».

Luego de desayunar decido caminar hacia la universidad. No queda tan lejos, pero tampoco tan cerca, algo totalmente planeado por mis padres para darme la oportunidad de ser un poco más puntual. Ellos son todo responsabilidad así que quizá vaya en mis genes pero eso probablemente nunca lo sabré.

Debo pasar primero por la escuela de Química para entregarle a Jessi un vestido que me pidió prestado.

En el camino me tropiezo con una chica un poco más alta que yo o quizá solo sea por sus zapatos. Está vestida un poco formal para estar viendo clases «inclusive en esta universidad tan costosa».

—Lo siento mucho, no te vi —Me disculpo mientras la ayudo a reunir las carpetas que le derribé.

La mujer de cabello gris me observa con intensidad con ese irid azul eléctrico los cuales me resultan un tanto familiares, y ella parece sentir lo mismo pues ladea un poco la cabeza para analizarme.

—No te preocupes, yo tampoco —Sonríe eliminando toda la frialdad de un comienzo, haciendo que su belleza resalte aún más—. ¿Te conozco de algun lado?

—Lo dudo, soy de mecánica. Sólo vine de paso.

Va a decir algo más pero una voz masculina nos interrumpe.

— ¿Qué ocurre? Te estaba esperando —dice el dueño de la voz. Un hombre castaño bastante atractivo toma a la joven por la cintura y le dedica una mirada llena de amor.

«Como de ese del cual se ve muy poco hoy en día.»

Al percatarse de mi presencia me mira por unos segundos con curiosidad. Su mirada es tan profunda que me intimida. Ambos son algo fuera de lo común.

—L-lo siento, es que tropece con ella. Disculpen yo solo... debo irme. Adiós. —Le entrego sus carpetas.

Me despido de ambos y camino un poco más para encontrarme con Jess.

—Vega te estaba buscando —dice apenas me ve—, hoy es el congreso y estoy muy emocionada ¡logré conseguir un cupo en el auditorio! ¿puedes creerlo? Voy a conocer a mi más grande ídola.

—Me alegro por ti. Toma —Le tiendo el vestido el cual está dentro de una bolsa.

— ¡Gracias! —chilla todavía más emocionada.

Luego de su descarga de efusividad nos despedimos. Y me voy a mis clases, todo transcurre como siempre. Y en medio de la clase de Dibujo mecánico uno de mis compañeros se me acerca.

—Hola Ferrer.

—Robert te he dicho que me llames Vega —digo sin dejar de anotar en mi libreta.

—Esta bien, Vega. Vamos a ir en grupo al cine y me preguntaba si nos querías acompañar.

—Mmm ¿cuando?.

—Esta misma tarde.

—Esta es mi última clase, así que sí.

—Perfecto, nos vemos luego —Se despide.

Pasamos una tarde de cine, entre risas, bromas (la mayoría dirigidas a mi), en fin, fue un buen día. Era la única chica en el grupo además de la novia de otro de los chicos «el que me hizo caer de espalda contra el suelo». La única razón por la que no llamé a Jessie para que nos acompañara es que estaba en el dichoso congreso.

Llego a casa, la cual para mi sorpresa no está sola.

—Hola papá, ¿como te fue? —pregunto.

Me quito la mochila y la chaqueta para dejarlas sobre mi brazo.

—Bien, igual que siempre —responde mientras sigue mirando su portátil en la sala de estar.

—Me alegro.

—Vega tu madre quiere hablar contigo sobre algo importante.

— ¿Importante? —cuestiono entre intrigada y sorprendida.

—Si, te espera en el estudio.

Asiento. Dejo mis cosas en mi habitación y me dirijo al estudio.

Mi madre se encuentra sentada en el escritorio mientras revisa su celular.

—Te tengo buenas noticias —dice al percatarse de mi presencia.

— ¿A que te refieres con buenas? —interrogo entornando los ojos.

«Algo no me da buena espina en esa frase...»

Muy buenas... —Sonríe.

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