—¡CÁLLATE BASTARDO! —exclama Bakugō hecho una furia andando de un lado para otro después de procesar semejante declaración de hace unas horas.

—Sólo dije que me parecías hermoso... No veo la razón de que sea malo.

—Malo mis narices, ¡esa clase de cosas no se dicen!

—¿Acaso no te gustó que lo dijera? —Katsuki está rojísimo.

Kirishima lo sabía. Era hora de entrar en acción con su mejor amigo, no era nada varonil dejarlo morir a manos de ese romeo bicolor.

—¡Todoroki!

—¡Kirishima!

—La mera verdad no te puedo decir nada, ahí te ves.

Y se marchó. ¿Qué podría decir? Hoy no se sentía tan varonil como otras veces.

—Oh, Bakugō, no es la primera ni la última vez que te lo diré.

Aquello capta su atención. El rostro rojísimo de su mejor amigo es deslumbrante.

—¡Déjame en paz! —Escapa de ahí corriendo.

Kirishima lo sabe. Debe de ir tras él.

Es un breve recorrido por los pasillos hasta las canchas.

Y cuando lo encuentra, él se sienta a su lado.

—¿No te gustaría decirme algo, Kirishima? —pregunta Bakugō tras varios segundos largos en silencio.

—¿Qué debería decirte?

—No sé, algo como que no le haga caso a lo que dice el idiota bicolor o tratar de distraerme.

—¿Te gustan los chicos, Bakugō?

—¿Eh? —El rostro de su mejor amigo enrojece—. Pues... Realmente no me importa. Sólo son presentaciones, sólo importa qué tan fuerte seas.

—Qué respuesta tan masculina... —contesta Kirishima con una sonrisa boba.

—Es sólo que... No sé si me gusta el bastardo. Hay alguien que me gusta, pero...

Oh.

Kirishima no lo entiende, mas le duele haber escuchado eso.

—¿Qué pasa con el que te gusta?

—No se da cuenta que me tiene loco.

—No es para ti.

—Quizá.

—Podrías intentarlo con Todoroki. No es malo.

—Quizá.

Eso no fue tan varonil.

***
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