VIII

La peor parte de pelear con un Tony Stark es que, pese a tener la razón, eres tú el que termina destrozado. 


Tony, con la vista fija en el arma estudia de lado los ojos algo desorbitados, algo fríos e incrédulos, que se posan en él y lo recorren una y otra vez. Se abstiene de sonreír como idiota, pues eso suele poner a la gente de un humor bastante ambivalente. Alza más las manos cuando ve que separa los labios y carraspea, listo para aquello ahora que la impresión por el primer encuentro se disuelve.

Hay que decir que se lo toma mucho mejor que Parker. Este tipo parece realmente incrédulo, pero nada de llanto, nada de histeria o algo más que el vago jadeo cuando Tony se relame los labios y alza las cejas expectantes.

—Muy bien —dice el sujeto con voz firme y gruesa, sin un mínimo titubeo—. Sé que no te llamas Issac Noel Real, como pone en el registro de alquiler de este apartamento. También sé que pasaste un tiempo metiéndote en diferentes viviendas que pertenecen a la señora Potts, y sé que lo pudiste hacer porque la clave de acceso dactilar del señor Anthony Stark no fue desactivada —prosigue, empujando más el arma a su cabeza—. Entonces, pese a que es imposible, no me quedó más remedio que deducir que eres Tony Stark.

Tony le sonríe con timidez, como si acabara de pillarlo haciendo una travesura.

—Una idea bastante inverosímil —responde Tony dudando.

No tenía sentido fingir que solo se parece mucho a su versión multiversal, pero no está mal ver qué hace Hogan con algo tan absurdo.

—En especial porque estás muerto —reconoce sin inmutarse—. Así que, si fueras tan amable, y me refiero con amable a que no me obligues a dispararte y ensuciar mi traje, quiero una explicación.

Intentando parecer todo lo inofensivo que se pueda, vuelve a alzar las manos, enfatizando su sumisión. Una vez que Hoggan asiente, retrocede medio paso y despega de su piel el arma. Tony, a diferencia de su versión alterna, jamás dejó el negocio de las armas. Y tú no eres el señor que fabrica las armas más letales del mundo y no pones cuidado de aprender todo lo que se pueda de defensa personal.

Sonríe pensando en que, si hubiera ido a buscarlo el señor Rhodes, quizá la cosa hubiera sido muy diferente. Si es que podía darse el lujo de creer que la versión de ese universo era tan letal como la que tenía en el suyo.

Se mueve con rapidez, tal como practicó mil veces con su entrenador, y antes de que el pobre idiota la vea venir, Tony tiene el arma entre sus manos, la arroja al suelo y el cargador rebota estrepitosamente contra el piso, justo entre los lustrosos zapatos del pobre.

—Si hubiera apostado, diría que el que me encontraría primero, sería el Coronel. No el tío gordito de seguridad —se mofa, estirando la mano para ayudarlo a enderezarse.

Hogan le lanza una mirada llena de odio, que lentamente se convierte en una mueca resignada.

—Ya, él se encarga de ver otras cosas, yo de cuidar los intereses de la señora Potts y la señorita Morgan.

Esquivando su mano, el sujeto se pone de pie con una torpeza que le arranca una sonrisa, pero la misma se le borra al instante cuando el maldito se estira, con mucha más agilidad de la previsible, y le propina un golpe tan fuerte en la mandíbula que le hace retroceder y escupir sangre.

—Y no soy gordito, soy robusto —le gruñe sobándose la mano—. Estás muerto, maldita sea. ¡¿Quién demonios eres?!

Lanzándole una mirada encolerizada, Tony señala la puerta con un movimiento de cabeza. Se soba la jodida boca y traga la amarga sangre que brota desde el interior de sus mejillas.

—Pasa —gruñe insultado por su estupidez—. Lo importante no es quién, es de dónde.

Hogan no entra hasta que Tony lo hace, y con los ojos aún en blanco se dirige directamente a la cocina, de donde saca el maldito botiquín, un whisky y dos vasos.

—¿Qué se supone que significa eso?

—Que no soy de este jodido universo.

El sujeto se queda petrificado en la zona de los sillones donde Parker la última vez se desplomó y Tony frunce el ceño cuando ve cómo el color se le va de la cara.

Dios, que no se desmaye; piensa sabiendo de sobra que le dejará una hernia intentar cargarlo.

—Sí, sí. Ya —se queja rodando los ojos—. Lo mismo va para ti, ¿sabes? No pienses en vomitar, te tocará a ti juntarlo.

—Uni-Universo...

Llenando los dos vasos, Tony sujeta uno y se encamina donde el jefe de seguridad de su versión alterna parece a punto de perder el conocimiento.

—Siéntate y toma esto —le dice dejando el vaso en su mano—. Coraje líquido, gratis el primero...

—Con recargo el segundo —musita débilmente su no invitado, y Tony se queda muy quieto viéndolo ponerse de un tono verde, en esa ocasión.

—Bueno, ¿quién tiene una nueva historia escalofriante que contar en Halloween? —se ríe, sacudiéndose el estremecimiento que le causó aquella situación.

Volviendo a donde el botiquín lo espera, Tony se deja caer en una de las altas banquetas y se limpia metódicamente el rostro mientras escucha los pequeños balbuceos que suelta el sujeto en el sillón.

Los minutos se extienden y Tony se termina su vaso para cuando el tipo le da el primer sorbo al suyo.

—¿Listo para seguir, señor robusto? O necesita que le de unos minutos más.

—Có-cómo...

—Ya quisiera yo darte esa respuesta —suspira teatralmente—. Pero no la tengo. Antes de que vinieras a.... hacer lo que sea que tengas en mente, estaba por ir a sonsacarle la información al culpable.

—¿Sabes quién fue?

Tony abre la boca y la cierra cuando el nombre de Peter se le está por escapar. No debería sentir lealtad hacia ese chico que no para de remarcarle su lugar como variante, llamándolo así cada que se pone demasiado sentimental, pero, aunque quisiera, no puede hacerlo.

Conteniendo un suspiro, decide ir por la parte más honesta y menos detallada de aquella mierda, reservando para sí la información de más valor. Podría ser que no pudiera venderlo, pero claro que piensa sacarle partido si es que puede.

—¿Ubicas a Spider-Man? —pregunta con interés medido—. Entiendo que trabajó conmigo, digo, para... eh... bueno me entiendes.

—¿El hombre araña? ¿El de Queens?

—¿Hay más de uno acaso?

El ceño de Hogan se frunce con fuerza, pero agita con la cabeza al cabo de unos segundos.

—Sí, sé quién es... —musita, y si Tony no estuviera viéndolo tan detenidamente, quizá se le hubiera escapado la ligera expresión que acababa de poner.

Duró un destello, casi como un segundo, pero Tony pudo ver el momento exacto en que algo vino y se fue de su mente.

Una picazón extraña se extiende por su cuerpo. Había hecho su tarea a conciencia y sabía bien que Harold Hogan había trabajado por casi treinta años con su variante. Constaba en todos los registros la amistad que tenían y con que celo el hombre en su sillón veló por los intereses de su "jefe" a lo largo de su vida.

Dicho trabajo lo arrojó a los pies de la muerte una vez y solo le bastó ver unos segundos de la grabación que hicieron los medios del momento en que su variante salía del hospital para entender el nivel de reciprocidad que había en la relación con el Tony Stark de ese universo.

No había forma, no que pudiera comprender, de que, si su variante estuvo involucrada con Peter, ese hombre no estuviera al tanto. Peter actuaba como si él y su variante fueran bastante íntimos. Claro que había algo que seguía dando vueltas en su mente. Fue un detalle pequeño, pero que ahí estaba jodiendo en los momentos menos oportunos.

¿Había posibilidad de que Peter, este Peter, al igual que el suyo, hubiera ocultado su identidad a ese Tony Stark? Porque una vez que le arrancó la máscara y lo nombró, por unos segundos pareció impactado de ello.

Sería una especie retorcida de paralelismo, pues que su Peter hubiera hecho eso tenía lógica, o tal vez no. Peter y él eran mejores amigos, si aún así se lo escondió, qué impedía que este Peter se lo escondiera a un hombre que andaba haciendo quién sabe qué cosas mientras el otro nacía.

Claro que para ser cercanos, ese Tony y ese Peter tenía que conocerse sin las máscaras.

Tony podía haber desarrollado una especie de aprecio por su compañero. Camarería en el mejor de las cosas. Pero si era capaz de ver a Peter entre sus sueños, si era capaz de escuchar su voz con tal claridad que casi parecía una manifestación física, era porque lo conocía en todos sus aspectos.

Y la defensa de Parker sobre la honradez de su variante era mucho más firme que su explicación sobre que Tony Stark solo era su "mentor". Sí, claro.

—Entonces, lo conoces. —musita, ladrando con interés la cabeza.

Hogan, un poco más convencido, asiente.

—Sí, una vez... hace mucho lo... Tú... eh... digo, Tony. Bueno, mi Tony lo necesitaba, así que lo fuimos a buscar.

—¿Lo fueron a buscar? ¿Dónde? —pregunta, extrañado.

Una vez más Hogan se queda quieto, pensándolo bien.

—Queens —musita al cabo de unos segundos, como si le costara un poco recordar eso.

Tony vuelve a notar, ahora muchísimo más intrigado que antes, como esta información parece ser difícil de procesar para él. ¿Era el correr de los años? Que él sepa, su variante y toda su familia en lo que fuera que fuese el blip no desapareció, así que tocaba suponer que ellos tuvieron más años para procesar y olvidar ciertas cosas; pero algo en el fondo de su mente le decía que no. Sus instintos se sentían completamente alertas, como si le gritaran que el meollo de la cuestión estaba ahí para que lo atrape.

—Tony sabía que actuaba en esa zona, así que fue a buscarlo allí.

—¿Y lo encontró en...?

—Un edificio en Queens. Una mujer, May, ella lo conocía. Así que fue a buscarla a ella.

Tony, pasmado, se queda viéndolo sin entender exactamente eso.

—¿May? ¿May Parker?

—¿La conociste? —murmura, alzando de golpe la vista y Tony se queda ligeramente desconcertado al oír el dolor en su voz.

—Sí. No, bueno. En mi universo sí.

El rostro de Hogan se derrumba un poco y Tony entiende más de lo que le gustaría de esa tristeza.

—¿Eras muy amigo de ella? Sé que aquí murió hace cinco años.

—Sí, bueno, era una gran mujer.

—Ya lo creo, en mi universo sigue siéndolo, solo que es mucho mayor.

El rostro se le ilumina con ese conocido pesar y Tony no puede evitar seguir indagando, así debe hacerlo. Era claro que hablar de ella era remover un profundo dolor. Y él como nadie lo entendía, pero no había forma de que conociera a May y no hubiera reconocido al chico que persiguió hace dos noches.

—¿Ella vivía sola aquí? Eso no pude averiguarlo... La información sobre ella no era muy amplia, ni siquiera describían bien su muerte...

El sujeto en el sillón se estremece y sacude ligeramente la cabeza.

—Vino un par de días a mi apartamento, hubo un ataque en el suyo. Cuando estaba allí... bueno, a veces las cosas simplemente salen mal cuando eres amigo de un superhéroe. En el caso de ella, eso la mató.

Tony, por un segundo y pese a ser continuamente este maldito desgraciado sin corazón, sintió un dolor tremendo por May. Lo siguiente que piensa es en Parker y en el maldito comentario que hizo en el auto. No tenía ni idea de que de esa forma murió May.

De no estar tan jodidamente furioso con ese malnacido, incluso se sentiría peor por haberse atrevido a decir lo que dijo en aquella ocasión.

Diablos, la May de su universo definitivamente le daría unos buenos bastonazos si se llegara a enterar de la bestialidad que soltó sin tener todos los malditos datos.

Mantiene su expresión quieta e imperturbable, pero de golpe el rostro pálido de Parker diciéndole que no sabe quién es ni las cosas que hizo, tiene mucho sentido.

—¿En tu universo ella vivía con alguien? —Y Tony siente una especie de entumecimiento al escuchar esa pregunta.

Sus pensamientos detienen completamente su marcha y fija los ojos en Hogan, cuando la curiosidad de este se refleja en todo su rostro.

—¿Perdón? —musita tenso, esperando haber escuchado mal, porque si no lo hizo...

—Preguntas si aquí vivía con alguien.

—Oh, claro. Sí, tenía un sobrino. Hijo del hermano de su esposo.

Hogan lo mira y asiente ausente, repentinamente desinteresado en el asunto.

—No, aquí estaba sola. Estuvo casada, pero su marido falleció en un...

Tony siente que el estómago se le hunde, y por más que intenta parecer despreocupado, el palpitar de su corazón se cuadriplica. No podía no conocerlo. Mucho menos si había conocido a May de la forma en la que Tony se imaginaba que alcanzó a conocerla.

Por la partida de nacimiento de aquella May las fechas cuadraban en que eran más o menos contemporáneos ese hombre y la tía de ese Peter. Y sí lucía así de abatido al hablar de ella... Bueno, Tony vio fotos de May joven en el pequeño apartamento de los Parker, era una mujer hermosa en sus años, y no dudaba que alguien como Hogan se hubiera resistido a una mujer tan vibrante.

Y no es que necesitara preguntar, bastaba conocer a cualquier versión de May para saber que irradiaba vida y seguridad. Tenía una fortaleza dentro de ella que hacía de ella un espécimen único. Y viendo como le salió el Peter de ese universo... Tony podía afirmar que había sido igual de tenaz y regia en aquel universo.

—Murió de un... eh... —Hogan frunce el ceño, buscando la respuesta, pero agita la cabeza como si recordarlo bien fuera imposible.

—Asalto —finaliza Tony, con el corazón apretándosele contra sus costillas—. Sí, en el mío sucedió de esa manera.

Ambos se quedan sumidos en sus pensamientos, pero Tony no puede decir que le agraden por dónde van los suyos. Lo único en lo que puede pensar es que algo muy raro está pasando allí. Él sabía que May tenía un sobrino. Y no únicamente eso, los registros de ese mismo universo decían que May lo tenía. ¿Cómo podía ser que ese tipo no tuviera idea?

La única opción que se le ocurría, si es que era posible, es que Peter hubiera hecho con esta May, lo que había hecho con él. Desaparecer de su vida y solo mantener contacto con ella vía Spider-Man. Le costaba horrores imaginar cosa semejante. El amor que May y Peter se tenían era una fuente constante de envidia para Tony. Se rehúsa a creer que el Peter Parker que conoció fuera capaz de alejarse de su tía de una manera tan abrupta.

Sí, Peter pudo alejarse de él, pero eran amigos. Era completamente diferente y digamos que Tony hizo el 90% del trabajo. Peter, en cuanto pudo, volvió a acercarse a él, en el instante en que quedó claro que iba a ser un maldito idiota resentido y se aproximó de la única manera que le quedó. No había modo de que Peter hiciera aquello con May. No había forma de que ningún Peter Parker le diera la espalda a May. Porque bueno, básicamente porque a Tony se le antojaba más antinatural que el hecho de que los Peter Parker del maldito universo eran un dolor de pelotas descomunal.

Pero entonces, estaba la opción de que May podía haber abandonado al chico. La idea vino y se fue con rapidez. Eso era aún más imposible. May jamás podría hacer eso, ni negarlo tan siquiera. No había modo. Ninguna May de ningún maldito mundo sería capaz de abandonar a Peter, ni siquiera por omisión.

—Y eh... ¿Piensas quedarte? Digo, aquí.

Tony alza la vista y niega con sumo cuidado. Este era su apartamento, de ahí no podía forzarlo a irse, pero lo cierto es que no le interesaba en lo absoluto que decidiera que Tony no podía estar en ese universo. Podría desaparecer si eventualmente ese hombre se decidía a darle problemas, pero no le apetecía. Más que nunca necesitaba quedarse y no era la cercanía a la torre de Fisk lo que en ese momento movía aquella necesidad. Maldita sea, era el jodido saltarín de edificios el que le hacía necesitar aquello.

—No, la idea es volver a mi universo.

—¿Sabes cómo?

Inclinándose sobre la mesada, Tony lo escruta atentamente.

—Tengo algunas ideas, sí. ¿Supone eso un problema?

El sujeto le alza una ceja y la baja meneando la cabeza sin entenderlo.

—No quiero traer problemas a la familia de mi variante. Por eso me mantuve lejos, pero, tampoco quiero que me los den a mí. Así que...

—El trabajo de mi vida fue ayudarte —se ríe con pesar dejando el vaso en la mesita frente a él—. Eras mi mejor amigo y un gran jefe.

—Lo siento por ti. Tener que lidiar con todo eso no debió ser fácil. En mi universo no tengo uno de esos, pero mi jefe de seguridad sin dudas está feliz de que no esté ahí para atormentarlo.

Hogan suelta una risa ronca y se pasa la mano por los rulos entrecanos.

—Me imagino, me recuerdas a Tony cuando... cuando era más joven. Solo que eres diferente...

—¿Mucho más atractivo?

—Mucho menos irónico.

—Aún no despliego mis encantos.

Esta vez la risa le sale más suave y afectiva.

—Imagino que sí. Pero digo, eres más parecido a él cuando era adolescente.

—Imagino que eso significa a que cuando consumía menos.

—Pero eres igual de cabrón.

—Te dije que aún no mostraba mi mejor lado.

—Pues deberás esforzarte si lo que intentas es impresionarme.

—Cuidado Hogan, no deberías provocar a la fiera.

—Happy.

Con una sonrisa, Tony asiente. Antes de que pueda volver a abrir la boca, el timbre de la puerta los deja mudos a los dos. Tony y Happy giran los rostros y ambos se quedan viendo la puerta cuando esta empieza a sacudirse por culpa de unos golpes poco sutiles.

—¿Tony? ¿Tony estás bien? Hay sangre y un cargador aquí fuera.

Sin siquiera dudar un segundo, tragándose la sorpresa que la voz que se filtra tras la puerta le produce, clava la vista en Happy, que aún estudia la puerta con interés.

—¡Tony! —grita la voz fuera y antes de que pueda decir nada, Happy se levanta.

—¿Sabes quién es?

Un sentimiento de extraña gratitud se apodera de él al ver como el hombre se endereza de repente y se interpone entre la puerta y él. La mirada cargada de suspicacia que le lanza a la puerta que se empieza a zarandear al ritmo que los gritos se elevan lo hace tensarse ligeramente.

—¿Cómo encontraste mi casa? —pregunta, omitiendo por unos segundos más la puerta, disfrutando internamente el tinte desesperado que la voz del maldito mocoso va adquiriendo.

Eso quizá le enseñe un par de cosas y lo fuerce a dejar de llamarlo variante cada que se caga en los pantalones. Una voz, nada sutil pero fácil de omitir, le dice que, si sigue regodeándose de estar destrozando las murallas que Parker insistía en erguir entre ellos, iba a pagarlo caro.

—El chico que mandaste a estudiar las empresas Stark —comenta Happy, omitiendo con magistral destreza el griterío al otro lado, dándose el lujo de sonreír de lado con arrogancia—. Pude rastrearlo hasta la torre de Fisk y vi que se subía a tu auto. Cuando di con la patente conseguí tu nombre y tu rostro. —Tony asiente, pues era algo que había deducido por sí mismo que pasaría una vez que notó que habían estado persiguiendo al chico—. Cuando vi tu rostro en la cédula, puse a F.R.I.D.A.Y. a investigar y así hallamos esta dirección y las anteriores donde estuviste. También me enteré de tu respetable empresa y la forma en la que obtienes tus ingresos. —Esta vez le sonríe enseñándole los dientes y Happy menea la cabeza como si le pareciera de lo más normal que se hubiera vuelto un delincuente—. Como estuve dos días haciendo guardia y no saliste nunca, decidí subir. Siempre podrías haberte ahogado con tu vómito. No sería la primera vez. Va a tirar la puerta si no abrimos ya —añade retrocediendo, cuando Parker informó a voz pelada que, si estaba cerca de la puerta y no podía hablar, intentara correrse, pues la iba a tumbar.

—Abre —dice escuetamente, diciendo para sí un será interesante pues se moría por ver la reacción que pondría al abrirle al sobrino de la mujer que amaba—, es el mismo chico que viste la otra noche.

El rostro de Happy se tuerce un poco, pero Tony le quita interés sacudiendo la mano.

—Es un poco temperamental. No le pongas mucho cuidado.

Parker, casi cayéndose sobre Happy se precipita en su departamento una vez que la puerta se abre y la escena le hubiera causado mucha gracia de no ser porque una vez que Peter vio quien fue el que le abrió, retrocedió de golpe como si le hubieran propinado una paliza. Su rostro pierde completamente el color y eso que había estado absurdamente rojo hacía un segundo cuando casi caía de frente en el recibidor.

—¿Ha-Happy?

Hogan se gira para verlo a él, pero Tony no llega a decir nada, pues estaba demasiado concentrado en escuchar el dolor desgarrador con el que Parker nombró al hombre que, a todas luces, no lo reconocía de nada.

Por un segundo toda la diversión del mundo se apaga. La mirada herida de Peter se posa en él y ve en sus ojos el mismo miedo salvaje que cruzó la mirada de su amigo cuando comprendió que iba a morir y no había nada que hacer al respecto. El mismo dolor incontenible saturó el café cuando a las corridas empezó a decirle las últimas cosas que quería decirles a las personas que amaba y le pedía que se haga cargo de Miles.

Bien, aquello no era algo que él entendiera, pero sin poder controlar sus piernas, se endereza y camina hacia el chico para cogerlo del brazo y ponerlo tras su espalda. Cada fragmento de su ADN estaba programado para convertirse en el escudo de esa mirada. Sin más, sin menos. En su cabeza crece la certeza de que lo que sea que lo llevó allí era mucho más turbio de lo que había supuesto. Y Tony tenía varias ideas bien retorcidas.

Se endereza y mira con renovado interés al señor Hogan. Se convence de que Peter está seguro, que no importa qué, no dejará que lo toquen. Aplasta bajo su yugo a la parte salvaje y temperamental que intenta ponerlo en alerta. Ya no había peligro alguno. Se recuerda que está en medio de algo y que sus emociones no tienen permitido interferir.

Aparentemente, la llave para sacar la verdad de Parker estaba mucho más cerca de lo que había supuesto, y no siempre el destino obraba en su contra. Tony mira por encima del hombro a Parker y, pese a que lucha por recuperarse, la forma en que sus hombros caídos tiemblan le hace darse una bofetada mental. Sus dientes se aprietan tanto que duelen, pero está demasiado comprometido con todo aquello como para ser capaz de retroceder.

Quiere gritarle a la jodida cara que debió decirle la verdad mientras le dio la oportunidad de hacerlo sin lastimarlo, pero Tony le advirtió claramente que no debía, por nada del mundo, buscarlo. Encontrarlo no era nada difícil y Dios sabía bien que era Peter el humanitario del grupo. Tony solo sabía desangrar a sus presas.

—Bueno, creo que a todos nos vendría bien un par de presentaciones, ¿no? —murmura, volviendo a ver uno y al otro, a la espera de que alguno dijera algo de interés.

Happy alza las manos, desentendiéndose completamente del asunto, como si la presentación le viniera dándole lo mismo. Parker, en cambio, se tensó incluso más, pero mantuvo la boca firmemente cerrada. Bien, si así lo quería...

—Aquí el señor Hogan era muy amigo de May...

Happy lo mira sin entender muy bien y la mano de Peter se aferra a la parte posterior de su camisa temblando.

—To-Tony, po-por favor no.

Pero Tony, por favor sí, gana la partida. Por desgracia para el chico, Tony "me cago en todos", estaba al mando del timón. Le da una patada a la puerta para cerrarla y gira para a ver al chico con la misma cólera fría que lo envolvió cuando le terminó de arrancar la máscara a su homónimo.

—Pues sabes qué, Peter; opino que es hora de que empieces a decirme la verdad, porque mi amigo Happy dijo unas cosas muy curiosas que necesitas explicarme antes de que vuelvas a pensar en alejarte de mí.

Peter le lanza una mirada completamente colérica, se aleja un paso y niega con la cabeza.

—Necesito hablar contigo a solas.

—Resulta que Happy pareciera poder ser parte vital de esta charla, dado que me encontró a mí, gracias a que fuiste demasiado desprolijo con la tarea que te di.

La mirada algo desorbitada de Parker vuela al hombre tras Tony, y la quita tan rápido que cualquiera diría que el señor Hogan era un desagradable adefesio.

—No me... no puedo si él está aquí —susurra entre dientes. No se molesta en ver si Hoggan se enteró de aquella declaración. La hizo tan bajo que solo alguien con super oído, o firmemente concentrado (como él) en la boca de Parker se hubiera enterado.

—Arréglatelas —masculla en el mismo tono, lanzándole una sonrisa angelical.

—No entiendes lo que estás haciendo —advierte, y Tony se siente ligeramente culpable al oír el tono quebrado con el que habla.

—Presiento que te sentirás más propenso a decir la verdad, y dado que llevo cinco años esperando que tengas el mínimo detalle de ser honesto...

—Me lo prometiste —gruñe bajando aún más la voz, negándose a mirar al sujeto que estaba demostrando un entrenamiento impresionante en el arte de ser una estatua—. Me prometiste que no destruirías mi vida.

Y oh, como quisiera Tony ser capaz de retroceder. Quizá la vida hubiera sido más justa si tan solo él no fuera este... este monstruo. Pero Tony pago caro y seguiría haciéndolo, pues este era quien era. No cede. Lo mira impasible y a la espera.

El chico suelta una maldición y se despeina al pasar una mano sobre su cabello. Un aluvión de emociones se pelean en su rostro, pero cuando alza el mentón, Tony tiene que luchar por no sentirse insignificante. La mirada café desborda dureza y determinación. Es un jodido luchador y puede ser que esos sean los que más le gustan, pero en el fondo, puede sentir la mirada gélida que su mejor amigo le estaría lanzando. Nadie debería empujar de esa manera a otro ser humano. Nadie tiene el derecho a ser así de egoísta. Pero Peter siempre supo quién era él. Siempre supo que Tony venía averiado de fábrica. Él jamás sería una buena persona. No tenía madera de héroe.

—Encanto, dije que no tenía ganas de hacerlo a menos que me empujaras.

El chico inspira con fuerza, enderezando la espalda. Con furia, se acerca hasta quedar a escasos centímetros de su rostro.

—¡No tienes derecho a hacerme esto, Stark! —escupe al fin, abandonando totalmente su papel de pobre santo—. No tienes idea... ¡No te debo nada!

—¡Claro que me lo debes maldito infeliz! —le gruñe lleno de odio—. ¿A quién más podrías deberle?

—¡Y ya pagué! Llevo años pagando. No tienes idea de lo que pasé, de todo lo que perdí. No te atrevas a creer que eres el único que salió perjudicado cuando esto pasó —grita, echándose a temblar tan descontroladamente que costaba creer que hubiera un solo músculo en su cuerpo no intentando atacarlo—. Esta es mi vida, no es un juego para que vengas a hacer lo que quieras, ¿entiendes? Ya he pasado un jodido infierno. Llevo cinco años pagando el precio por lo que pasó. No tienes ni la menor idea de todo lo que perdí. ¿Crees que perdiste tu vida? Pues yo perdí todo lo que tenía, perdí cada pedazo del hombre que fui, a quienes amaba a quienes podría haber amado. Así que deja de llorar de una vez, deja de quejarte como si yo no pudiera entender lo que es sentirse vació. Llevo años en este infierno, llevo años viviendo con esto. Cada maldito día cuando me miro al rostro tengo que aceptar la miseria en la que vivo por mi propia mano. No pienso dejar que destruyas... que destruyas todo lo que he logrado recuperar... ¿Quieres la verdad? Sácalo. Sácalo de aquí y diré lo que quieras.

—Puedo esperar en el auto —ofrece la voz tras él y Parker da un respingo, apretando con fuerza los ojos—. No sería la primera vez, pero me gustaría dejar en claro que, pese a todo, no me iré hasta entender qué harás y asegurarme de que no son perjudiciales para Morgan y Pepper.

Los dos nombres le arrancan una mueca al chico, y Tony se siente demasiado mareado por toda aquella mierda como para darse el lujo de ponerse a hacer malabares con esos dos.

—Ve —dice girándose para verlo—. Cuando aclare un par de cosas con mi amigo, iré a buscarte. O puedes coger la otra arma que seguramente tengas guardada y esperar en la puerta del elevador a que alguno de nosotros intente huir.

Happy le lanza una mirada sobradora y le guiña un ojo antes de inclinar la cabeza a Peter y girar sobre sus talones.

—La opción A no suena correcta para mí —dice con un encogimiento de hombros, mientras se estira y saca un arma de la cintura trasera de sus pantalones.

Parker hace una mueca mortificada, pero no añade nada. Apenas sostiene su mirada cuando Hoggan clava en él sus ojos. Seguro como el demonio tiene unas cuantas preguntas sobre qué quería decir Peter con todo ese discurso. Tony tenía un millar por hacerle, pero el hombre solo se desliza tras la puerta y no les regala ni la más mínima mirada al cerrar.

El silencio en la sala se extiende hasta que el sonido del elevador cerrándose los alcanza.

—Bien, Parker, es hora de hablar y esta vez, para ser claros, quiero que me expliques exactamente qué está pasando.

El chico se aleja tambaleándose ligeramente y se sienta en el sillón donde, para disgusto personal de Tony, mete la cabeza entre sus piernas y empieza a hiperventilar. Antes de que pueda hacer nada, la mirada angustiada se levanta y una telaraña le alcanza el cuerpo. Sin un mínimo instante de alerta, termina tirado en el piso por la fuerza con la que lo arrastra. El puñetazo le pega de lleno en la boca, pero a diferencia del que hace casi seis años le dio su amigo, ese no le fractura la mandíbula, solo lo deja dormido.

*****

Estaba en shock. Eso era. Muchas y muy increíbles revelaciones en un lapso demasiado corto. Peter era un pobre humano como cualquier otro. Había un límite para su mente que, si bien era difícil de encontrar, allí estaba.

Una máquina multiversal que tenía al menos cuatro años funcionando, una asociación encubierta que posiblemente tenía conexiones ilegales con el gobierno, su universo en completo peligro dado que estaban jugando a abrirlo y cerrarlo como si fuera una mera maya de velcro. Y eso solo en la superficie, porque después todo esto implicaba cosas como: el tener que volver a buscar a aquella variante, enfrentarse al dolor extraño que lo sobrecogió al entender que hacerla volver sería incluso más fácil y rápido de lo que pensó.

Y como si Peter ya no tuviera demasiado en su plato, hallar a Happy de frente, junto a Tony, recordándole con crueldad la vida que perdió.

Un mar de emociones desbocadas que finalmente se colapsaron unas con otras. No podía culparse, pese a que no se sentía precisamente orgulloso.

Pone a Tony en el sillón, con cuidado de que entre cómodo, y lo mira unos largos minutos antes de decidir qué hacer a continuación. Se pregunta si llevarlo a la cama, pero la idea la descarta por peligrosa. Con el corazón latiéndole erráticamente en el pecho y una ansiedad que no le aguanta bajo la piel, es claro que cama + Tony + Peter no es una opción. La diferencia sustancial que sintió al sujetar el cuerpo entre sus brazos para cargarlo y la forma en la que se sintió que Colin lo abrace eran evidencia empírica de la irrefutable.

Bien, como si ya no tuviera problemas más que suficientes, ahora andaba poniéndose cachondo con un tío que básicamente acaba de amenazarlo con joderle la vida. Excelente. Nadie podía decir que Peter no se buscaba lo que tenía.

Mira su reloj y sabe que podría irse. Podría irse y dejarle una nota. Es una buena idea, puede dejarle escrito que Fisk tiene una máquina funcional y que anda haciendo incursiones por el multiverso sin problema aparente desde hace al menos cuatro años. Incluso podría dejarle buenos deseos: ojalá salga todo bien para ti y para Miles, y escapar. Esperaría hasta asegurarse de que se fuera y destrozaría la máquina.

Tendría que planear muy bien eso, la forma correcta y segura. Primero necesitaría asegurarse de que no quedaran registros, nada que les permitiera replicarla rápidamente. Traducido a su idioma: meses de trabajo de investigación y mucho allanamiento de morada. Podría intentar contactarse con alguno de los Vengadores, pese a que la idea no lo sedujera. Incluso hacer contacto con Strange; él seguro que estaría en contra de aquella máquina infernal...

Y sin Happy, sin el maldito Happy en la ecuación, sería eso lo que haría. Pero Happy, dios sabe cómo, encontró a Tony y sus ilusiones de escapar de aquella mierda se terminaron de destruir.

Por no mencionar que Tony tenía justa razón en pedirle una explicación. Peter a conciencia esquivó darle una respuesta cada que formuló esa pregunta. Y ahora se daba cuenta de que llevaba tantos años aferrándose a que no lo hizo apropósito, que aquello no era algo que buscó, viéndose como la víctima, que olvidó por completo que había quienes sufrían más que él. Y ya no podía escudarse en que fueran malas personas, eso no eliminaba de la ecuación que estaban encerrados en un Universo que no los conocía, condenados al olvido y al anonimato. Peter se hizo eso a sí mismo y dolía como nada le dolió en la vida, pero, esas personas... esas personas como Tony, que no eran santos, se merecían algo más que su rechazo.

Con un suspiro roto mira el cuerpo de Tony y vuelve sobre sus pasos. Coge de la heladera un puñado de hielos y los acomoda en un paño limpio que haya pulcramente guardado en un cajón. Dirigiéndose con calma hacia el tipo que ronca suavemente, completamente despatarrado en el sillón, se sienta en el suelo junto a su rostro y le apoya con cuidado el paño helado en la boca.

El moretón es bastante considerable y Peter aprieta los ojos con culpa. No sentía que pudiera hacer nada bien por esos días. Ni siquiera se molestó en usar el cerebro y apuntar a un lugar donde no hubiera una herida preexistente. Seguramente ese golpe se lo dio Happy, a juzgar por la precisión del gancho. Una risa triste y añeja se escurre por su cuerpo. Happy era bueno en el boxeo. Aprendió bien. Graciosamente, no era tan buen maestro. Peter podía recordar cómo se ponía cuando le quería enseñar "sus movimientos" y lo fácil que se desesperaba cuando Peter no entendía la pose correcta de sus piernas o sus caderas.

—Es tu culpa, ¿sabes? —farfulla retirándole los mechones más largos de cabello de la frente—. Te encanta empujar y empujar a la gente... —desliza con cuidado el paño y lo acomoda con delicadeza sobre el mentón—. Solo tenías que sacarlo de aquí la primera vez que te lo pedí. Solo eso. Hubiera hablado de todos modos... —con los ojos fijos en su rostro, Peter desliza la mano libre por su frente y el contorno de sus cejas.

Jamás había estado tan cerca de su Tony. Y como habían pasado algo así como tres existencias desde ese momento al presente, Peter no estaba seguro de si habría pensado que su piel sería tan tersa y cálida. Creía que esa cosa extraña que se contorsiona en su abdomen sí lo imaginó, pero quién podía estar seguro.

Sin dudas, y eso sí lo puede aseverar, no esperó para nada (pues un crío de quince años no tiene idea de ciertas cosas) del calor que sus propios pensamientos le producían. Cuando era chico seguro que hubiera considerado que algo como inclinarse y depositar un beso en la herida estaría bien. Sería arriesgado, atrevido e inesperado. Pero Peter no era un chico de quince años y en ese momento el calibre de alto voltaje que tenían sus fantasías lo dejan petrificado unos segundos.

Era incluso más guapo con la boca cerrada y su mierda dentro. Podía ver cada diferencia con su menor y apreciarlas con más detalle. Este Tony se parecía a Tony, pero no al Tony correspondiente a aquella edad. Era sumamente extraño, pero no era igual a las fotos que encontró de su mentor. No tenía bien en claro la edad de esa variante, pues hábilmente eludió el asunto, pero el Tony de 37/38 años que él halló tenía un tono distinto de piel. También una forma más caída de los párpados se mostraba más reacio a las fotos y menos feliz. Siempre llevaba gafas negras y Peter, que lo vio en su plenitud, podía reconocer su rostro consumido por las adicciones.

En cambio, este hombre tenía una piel mucho más sana y saludable. Con un color menos acaramelado y más pálido. Inclusive, a esa distancia, Peter podía apreciar un pequeño salpicado de pecas que le cubrían la nariz y la parte baja de los ojos. Se veía como quizá se hubiera tenido que ver alguien que jamás sufrió la dejadez. Pero a su vez, se parecía al Tony que él conoció.

Por no mencionar, claro está, que sus cuerpos eran la mayor distinción que pudiera hacerse. No es que su Tony fuera gordo, ni mucho menos, pero no tenía un cuerpo tonificado de gimnasio. Algo que esa variante claramente sí lucía. Peter no alcanza a imaginárselo con los abdominales marcados; suponía que Tony les hizo un favor a todos en ese universo ahorrándoles (encima de todo) tener un cuerpo de ensueño; pero este Tony no parecía tomarse la molestia de no insultar a los mortales que iban a rodearlo. Aparentemente, no consideraba que fuese un acto muy ambicioso y desleal para el resto de la competencia masculina que él fuera deslumbrantemente inteligente, dolorosamente entretenido y escandalosamente sexy.

Es decir, qué cosa podían hacer todos los mortales a su lado si no lamentar su existencia...

Sus dedos temblorosos le recorren los pómulos y el puente de la nariz. El paño con hielo le impide recorrer la línea de la mandíbula y labios y Peter experimenta un ligero desasosiego cuando se da cuenta de eso. Pero una voz en el fondo de su mente le dice que la recuerde. Puede recordar su forma, su calor, su sabor...

—Ya me has atrapado, Stark... —musita, algo perdido en su propio cuerpo y como este se estremecía cada que toca el rostro de Tony—. No necesitabas nada más que esto para hacer que te diga la verdad... —susurra inclinándose ligeramente en dirección a su rostro—. Maldita sea, Tony —gime algo desesperado.

Ni siquiera puede recordar que se suponía que iba a poner punto final a todo aquello. Ni siquiera. Solo puede pensar en su boca, en lo bien que se sintió cuando lo abrazó y lo apretó contra su cuerpo... Peter ya no tenía recuerdo de sentirse tan bien en los brazos de otro ser humano, si es que alguna vez alguien le hizo sentir aquel caudal inexplicable de necesidad y deseo....

—Sigues culpando a la víctima, encanto. Eres la peor especie de superhéroe que he visto.

Peter da un brinco y casi se cae sobre la nueva mesita, pero Tony se gira rápidamente en el sillón y le sujeta el brazo para impedir que se vaya hacia atrás, dejando caer el paño. Lamentablemente para Peter, por hacer la fuerza opuesta, su cuerpo sale despedido al pecho de Tony y aterriza con ambas manos en sus hombros, impidiendo por unos pobres centímetros que sus bocas choquen.

Tony inspira hondo y Peter se derrite ligeramente cuando este estira el rostro y acaricia con el puente de la nariz la suya. El movimiento se siente tan íntimo, tan cálido que tiene que alejarse con los ojos apretados y una mueca de dolor.

—N-o, n-no juegues conmigo —suspira, separando con cuidado los párpados.

—Tú empezaste, yo solo te seguía la corriente, Parker —se defiende con la vista fija en sus labios.

—No seas malo y pórtate bien —se queja intentando empujarlo—. ¿Vas a alguna vez a tomarte algo de esto en serio? —bromea de forma poco lograda al poder escuchar él mismo el tinte desesperado en su voz.

La mirada verde y fría sigue fija en su rostro, como si acabara de ser insultado antes de volver a separar los labios con algo más parecido a la fría furia que cubría sus ojos cuando entró.

—Tú me pegas y yo soy el malo —se queja con ironía y Peter se achica arrepentido.

—Te lo ganaste, te dije muchas veces que no siguieras buscándome.

Esta vez una sonrisa inmensa y diabólica se extiende por sus labios.

—Y estoy a nada de encontrarte, encanto.

Peter pasa saliva y no dice nada. No tenía sentido considerando la evidencia.

—Bien, encanto. Si ya vas a dejar de usar la fuerza física para incapacitarme... —Peter suelta un gemido débil, pero Tony no le hace caso—. Quiero una explicación. Y cómo siquiera pienses en ment-

—Hace cinco años un tío llamado Misterio reveló a todo el mundo mi identidad —escupe de sopetón, antes de que pueda volver a amenazarlo—. Mi vida y la de todos mis amigos se arruinó, así que le pedí ayuda a un hechicero, pero el hechizo salió mal; quizá debería decir que fue un poco mi culpa eso.

»Vinieron personas de otros universos, malas personas. O bueno, no todas. Dios, May, ella estaba segura de que era responsabilidad mía ayudarlas y de todos modos iban a morir. No podía dejarlos morir sin intentar...

»Digo, en retrospectiva, de manera clara no pensé exactamente lo que estaba haciendo o hubiera tomado mejores recaudos, como no dejar que ella estuviera ahí, pero era... fue estúpido, ahora lo pienso y había al menos mil formas de hacerlo, no tenía... no tenía que ser de esa forma, pero bueno, yo... solo era muy estúpido para verlo.

»Estábamos buscando una cura para ellos, para poder enviarlos de nuevo a su universo y que no tuvieran que morir y todo se fue al demonio y uno de ellos... uno de ellos mató a May.

Su corazón palpita tan fuerte que Peter siente las palabras saltar alborotadas de su mente a su boca sin filtro o dirección. La cara de estupefacción de Tony es tal que no pareciera que fuera capaz de volver a hablar en su vida. Se plantea por un segundo parar, pero sus pulmones volvieron a hincharse de aire y antes de poder controlarse una vez más, vuelve a vomitar una retahíla de palabras que lentamente lo vacían y lo desinflan como una piñata vieja y olvidada.

—Y entonces aparecieron otros dos Peter Parker y yo bueno, ellos también fueron atraídos por el hechizo y ellos... bueno, ellos me ayudaron a atraparlos y curarlos a.... todos. Ellos impidieron que me olvidara de lo que May me enseñó.

Con una vacilante mirada a la expresión perdida de Tony, Peter junta aire por última vez y se lanza de lleno al acto final de esa tragedia.

—En la pelea la caja que contenía el hechizo mal hecho se rompió y... y ya no había nada para hacer porque todas las personas que venían de otros universos venían al nuestro y... y lo único que se me ocurrió es que, nadie podría venir a buscarme si nadie sabía quién soy. El hechizo nuevo tenía que reparar el anterior y.... y solo... hoy me pregunto por qué no hice las cosas de otra forma...

»Pero, obviamente, eso no salió como esperábamos. Porque, pese a que parecía que sí se olvidaron... aparentemente el hechizo no alcanzó a todos los universos y solo algunos cuantos se vieron afectados. Visto que muchas variantes aún han seguido apareciendo, es claro que alguna maldita parte de esa brecha no se cerró. Llevo años buscando una explicación, y hasta que no apareciste no logré entenderlo... Supongo que las variantes donde Peter Parker se parece a mí no han olvidado exactamente quién soy, porque el hechizo no se lanzó en sus universos y los parecidos eran suficientes para que este no lograra borrar del todo la existencia plena de ese Peter Parker.

»O yo qué demonios sé —gruñe exasperado—. Quizá el problema fue que en los otros universos donde no me parecía a mis variantes fue muy fácil solo hacer que se olviden de mí, pero en universos como el tuyo, se requería mucha más fuerza para que nos olviden, al original y a mí. No entiendo qué es lo que salió mal. Strange dijo que la magia y el multiverso eran muy difíciles de entender y es claro que tenía razón, porque las cosas solo siguen pasando.

Tony, tieso como estaba en el sillón apoyado con el codo para no caerse, parece una estatua y Peter, que únicamente se lo queda mirando a la espera, siente una ligera tibieza extenderse por su cuerpo. Algo mareado se vuelve a dejar caer sobre su trasero y abraza sus rodillas esperando que termine de procesar aquello.

Es cuestión de tiempo de que llegué a la misma conclusión de Stephen y le recriminé lo idiota e irresponsable que fue. Lo infantil y descuidado de su accionar al intentar remediar todo con un hechizo en lugar de solamente enfrentar las cosas con madurez y resignación.

*****

Tony, enderezándose muy lentamente, se tambalea hasta su vaso en la barra y lo hace a un lado. Cogiendo la botella por el cuello, le da un trago largo y duro.

Los pensamientos se le revuelven y casi que lo único en lo que puede pensar es que alguien jodió muy feo a Peter Parker, porque una cosa era tener mala suerte y otra era aquella ridiculez.

—Ne-neceisto —susurra tomando otro largo sorbo—. Que lo vu-vuelvas a decir —musita dejándose caer en el taburete, con los ojos firmemente clavados en la espalda del chico que se tensa con la vista fija en el sillón—. Por el principio. Con lentitud y sin ahorrar ningún maldito detalle. No entendí ni la mitad y Dios sabe que necesito entenderlo.

Con un suspiro extraño, el chico vuelve a empezar, pero esta vez desde más atrás. Le cuenta a cómo lo picó una araña, como Ben murió y como a las pocas semanas su variante lo esperaba en el sillón de May. Escucha sin poder creer que lo reclutó para una misión, sin poder entender por qué demonios le dejaría un traje que era demasiado para cualquier crío y cómo luego todo lentamente se fue a la mismísima mierda.

Le cuenta sobre el padre de una noviecita de la escuela que resultó ser un maldito delincuente, le cuenta sobre Thanos, sobre el blip y sobre cómo murió. Tony sigue bebiendo whisky y no cree que la botella alcance cuando le menciona un viaje a Europa y la pelea con uno de sus ex-empleados que termina por contarle al mundo su identidad.

La voz se le quiebra tantas veces a lo largo del relato que piensa no puede salirle más herida o monótona, pero cobra un tinte desgarrador cuando le cuenta lo que vino después. Su voz nunca deja ese tono, pero se ahoga cuando empieza a hablar de May y cómo lo persuadió para que ayudara a los bastardos de otros universos. Tony no puede evitar notar cuánta culpa carga, como sus hombros se caen al decir que murió en sus brazos, al relatar cómo en el tejado de la escuela se encuentra con otras versiones de él mismo y no duda al reflexionar que si su Peter Parker hubiera estado allí, habría hecho lo mismo que ese par de estúpidos le aconsejaron: curar al malnacido que mató a May.

También siente una extraña y lejana conmoción al pensar en más y más variantes de Peter, con otros rostros, otras vidas y la misma esencia. No pregunta si se enteró de más variantes suyas. Curiosamente, no tiene voz y algo le dice que saber si en otros universos estaban íntimamente relacionados no ayudará en nada.

Entonces es cuando el relato se torna decididamente insoportable. Le cuenta que solo había una forma de arreglar ese desastre, eliminar su existencia de aquel universo. Y ahí es cuando todo lo que Tony sabe de ese Peter cobra sentido. Que viva en Brooklyn, que no tenga un solo y maldito amigo, que haya dejado misteriosamente la universidad. No pregunta, lo sabe: Ned y MJ se graduaron del MIT años atrás, entraron el mismo año que Peter, pero ellos no tuvieron que escapar. No tuvieron motivos para huir. No tenían que soportar no ser nada para una persona que los amo.

Entonces puede verlo, puede verlo solo, sin nadie, sin nada, olvidado y abandonado por todos los que debieron estar ahí para ayudarlo. Entonces lo ve escapando de Queens. Casi como si caminara a su lado lo ve alejarse de un barrio que ve a través de su rostro. El dolor de la pérdida, el desconsuelo de la soledad. Puede entender ese vacío imposible de llenar, ese sentimiento de inexistencia que hace que tu propio reflejo se vuelva difuso en el espejo.

Dicen que somos una recopilación de nuestras vivencias, pero solo los olvidados pueden asegurarte de que eso no es exactamente cierto. Si nadie te recuerda, rápidamente tus propias memorias se sienten como una farsa.

Peter vuelve a intentar explicarle el tema de los hechizos, y por qué supone que funcionaron mal con él y las otras variantes que tiempo después fueron apareciendo. Tony siente un dolor visceral de pensar que alguien en otro universo le podría haber arrebatado el recuerdo de su mejor amigo. Por un segundo el vértigo le aprieta el estómago, pero inmediatamente puede sentir como se relaja al entender que había una falla fundamental en esa lógica.

—No puede ser —dice al cabo de un rato, cuando Peter se quedó tan en silencio que la habitación pareció crecer—. No puede... no puede ser como dices. Encontraste a otras variantes en el súper, si ellos... si ellos como yo hubieran conocido tu rostro, ellos te hubieran atacado allí mismo.

—Ellos no me vieron —dice al fin, girando lentamente para verlo, con los ojos completamente muertos—. Yo los podía sentir, pero me iba antes de que pudieran verme. No sé si lo sabía o solo era cosa de mi instinto... nunca dejé que me vieran el rostro. Solo tú me agarraste desprevenido y si no hice nada fue porque... porque...

—Soy Tony Stark —susurra, recordando ver cómo se quedó paralizado al oír su voz.

La sonrisa tirante y triste que le regala no hace nada por aplacar la furia que empieza a bullir por su cuerpo.

—¿Por qué no me lo dijiste? —dice apenas conteniéndose para no enderezarse y cogerlo del pescuezo—. ¿Por qué no me dijiste todo esto la noche que despertaste en mi apartamento?

Negando sin saber qué decir, Peter aprieta los labios y agacha la cabeza. No es que experimentara esa sensación, Tony jamás se avergonzó de sus actos. Quizá se ha arrepentido de algunos de ellos, Dios sabía que en ese momento el noventa por ciento del odio que quema sus entrañas era arrepentimiento, pero jamás vergüenza.

Ahora, Peter Benjamín Parker le enseñó de vergüenza en sus días de universidad. Peter vivía apenándose de tener pensamientos desagradables de algunos de sus profesores o le avergonzaba terriblemente sentir envidia y antipatía por personas que no merecían dos pensamientos seguidos. Por eso puede reconocer en el color que inunda sus mejillas y le hace apretar los labios.

—¡Maldición! —grita, rabioso, enderezándose de golpe— ¡Maldita sea!

Y ahí se abre el dique. Simplemente se rompe. Los años que tiene atrapado allí, el odio, el miedo, la angustia y la furia que tenía firmemente encerrados en su interior salen en forma de insultos y gritos incoherentes. Parker se hace ínfimo en su sala, mascullando una y otra que lo siente mucho, pero Tony no lo escucha y si lo hace, solo siente una ira renovada. Mientras Tony se pone en ello y empieza a romper sus propios muebles atestando patadas furiosas o arrojándoles cosas más contundentes como una de las banquetas, el chico más bajo gime y se lamenta.

Veía jodidamente rojo. Todo rojo. Un pesado sentimiento de desprecio le llena hasta que puede saborearlo en los malditos labios.

—¡Lo si-siento! —gime Peter, enderezándose de repente, intentando cogerlo para que Tony no rompa la maldita puerta del bajo mesada que se niega a cooperar y ser arrancada. Se estremece cuando Tony se voltea y lo encara con el rostro desencajado.

Tony maldice más fuerte cuando se da cuenta de que se tensa a la espera de un golpe. Dando unos pocos pasos se acerca a él y lo coge con fuerza del brazo, aplastándolo firmemente contra él. Es claro que no se esperaba un abrazo, porque cuando Tony lo sujeta tan duramente contra su pecho, el chico se tensa con la misma fuerza que lo aprieta.

—Maldita sea, deja de pedir jodido perdón —gruñe rabioso, apretando con firmeza la parte posterior de su cuello para evitar que se escurra—. ¡Eras un maldito niño! ¿Cómo puede ser que no hallarás un solo y maldito adulto que cuidara debidamente de ti?

La rapidez con la que Peter alza el rostro y lo mira no es nada contra la sorpresa que inunda cada uno de sus rasgos, y Tony, que definitivamente se siente más miserable que nunca en su vida, le coge el rostro con una furia que no puede verbalizar.

—No hicis- No hiciste nada —insiste detestando al mundo y a todos en ese universo.

Todos ellos. Ninguno se merece ni una pizca de compasión, porque como a su Peter, no merecen que Peter los ame y los proteja.

Tony, después de quitarle la máscara a su mejor amigo, supo que su universo no se merecía que Peter muriera por ellos; y ahora podía confirmarlo, esa partida de hijos de puta no se merecían el dolor que Peter cargaba por ellos.

—¿Me escuchas? —le espeta con fervor al ver la completa perplejidad en su rostro—. Nada. No tienes nada por lo que disculparte. Tenías solamente diecisiete años —gime, pensando en su mejor amigo, pensando en su Peter, ya no tan escuálido, pero igual de inocente, de bueno, de ingenuo y abnegado—. ¡Y no, Parker —ladra al verlo abrir la boca—, no tenías por qué ser el maldito adulto! No tenías por qué saber que ese hechizo de mierda iba a joderse, porque tú no eras el jodido adulto hechicero de pacotilla que estaba haciendo un maldito hechizo en presencia de un crío que podía joderla —gruñe apretando los dientes a un punto doloroso—. Eras un maldito niño y te juro que si alguna vez yo pongo las manos en el cuello de ese condenado hijo de la gran-

—No... no estás... —apretando los ojos, sacude la cabeza y, aún con los brazos vencidos a los costados de su cuerpo, se nota el esfuerzo que hace por contenerse—. ¿No estás enojado conmigo? —musita apenas audible

Y si Tony ya estaba completamente fuera de sí, escuchar la misma pregunta que le hizo su mejor amigo solo hecha sal en la herida. El mismo miedo, la misma incredulidad, el mismo dolor. Tony pasa saliva y le hace alzar el rostro, pues de repente la idea de verlo con la frente baja le hace sentir náuseas.

La mirada café se clava renuente en él y Tony siente que la crisálida donde había empujado su corazón para sobrevivir a aquel infierno los primeros días en ese universo se hace añicos. Se siente torpe e indigno, pero en todo su cuerpo reverberaba una necesidad de sostenerlo cerca, de cuidarlo. ¿Cómo pudo pasar aquello? ¿Cómo? ¿Cómo podía el universo odiar tanto a unas personas tan buenas como lo eran todos los jodidos Peter Parker? No era ni mínimamente justo.

Tony tenía dos vidas en dos universos y en ambos podía dar fe y testimonio de que esos hombres eran los mejores, más honestos y abnegados que pudieran existir. Dos héroes que, sin importar cuánto se empeñara la vida en herirlos, en hacerlos miserables y en quitarles todo, siempre se levantaban y volvían a empezar.

Claro que Parker encontraba insultante que Tony fuera un criminal. Si a él lo borraron del maldito universo y en lugar de dedicarse a robarle a los ladrones sus botines, se consiguió una cadena nada agradable de trabajos de mierda solo para vivir honradamente... Maldita sea, que indigno que era, que despreciable que era. No le apenaba serlo, estaba acostumbrado, pero que cachetazo de humildad era. Sabía que él y su mejor amigo estaban cortados por tipos diferentes de tijeras, ahora, más que nunca en esos días, podía dar testimonio que ese chico, ese pobre y miserable chico, estaba cortado por la misma que su amigo.

—Oh, créeme, estoy tan enojado, que como ese Dr. Inútil se me cruce enfrente, sería capaz de... —con un gruñido bajo y amenazante vuelve a posar sus ojos en los de Peter e intenta controlarse, porque es evidente que el chico no sabe qué hacer o esperar con él en ese estado.

Para ser justos, Tony tampoco sabe qué hacer consigo mismo. Una voz en el fondo de su mente susurra que ir a buscar a ese bueno para nada y darle una tunda. Jodió su vida, por descarte, jodió (potencialmente) la vida de Miles y jodió la vida de Peter.

—No sabes lo que dices, el señor...

—Ahórrame escucharte defender a ese idiota, ¿quieres?

Peter aprieta los labios, pero se deshace del agarre de sus manos retrocediendo unos pocos pasos y recién en ese instante se da cuenta de que aún lo sostenía. Con un suspiro, el propio Tony se retira hacia atrás y mira el desastre de su sala.

Igual estaba harto de la decoración.

—No necesito que me excuses —dice el chico con firmeza y determinación, a lo que Tony solo resopla—. ¡Te estoy hablando en serio! No te conté nada de esto para que me compadecieras, tú querías una explicación y eso es lo que pasó.

—Cuidado, Peter —murmura, viendo sobre su hombro—. Puede que ahora seamos amigos, pero aún no me gusta que nadie me grite en mi propia casa.

—¿A-amigos?

Soltando un pesado suspiro, Tony se gira y vuelve a estudiar al chico. Otra vez luce esa cosa desgastada y vieja que traía la noche que lo llevó a Lux y eso le arranca una mueca de disgusto. Lo que hizo... oh maldita sea. Cómo le encantaría, si no puede conseguir volver a su universo, si retroceder el maldito tiempo.

Un sentimiento desagradable se extiende por sus entrañas y viaja por todo su cuerpo. Oh, por favor, que cosa más desagradable y molesta. Una especie de picor caliente que le hace querer esconder los ojos del chico y temblar las rodillas. Vergüenza. Un sentimiento tan incompatible con su propia humanidad que por un violento segundo quiere vomitar.

El recuento de cosas que hizo mal, que entendió mal y supuso mal era... abrumadoramente insólito. No tenía ni principio ni fin.

Se plantea por unos instantes disculparse, intentar explicarle que no era bueno lidiando de forma adulta con su frustración y mierda que tenía mucha de ella acumulada; era incluso peor lidiando con sus miedos y pensar que algo le podría haber pasado a Miles en todo este tiempo era algo que lo perseguía en sueños más veces de las que quisiera admitir en voz alta. Estaba acostumbrado a la soledad, vivía en un Penthouse en su universo, en uno tan inmenso que se imaginaba una familia de diez viviría allí sin molestarse, pero él era el único que lo habitaba y no fue hasta que Miles empezó a meter su trasero por el balcón que se dio cuenta de cuán solo estaba.

Nada lo preparó para volver a encontrarse con su soledad y lo que esta le traía. Tony se había acostumbrado muy rápido a que la voz ligeramente aguda de Miles penetrara su cabeza y acallara a sus demonios. En ese universo nadie los calló cuando empezaron a susurrar, pero rápidamente se decide por no hacerlo. No tiene sentido pedir perdón.

La sola idea de pensar en lo que hizo en aquel maldito bar le repugna. ¡Maldición! Y nada de lo que siguió fue mejor. Dando un respingo, Tony desliza la mirada a la puerta y maldice por lo bajo.

—¡Tienes que salir de aquí! —gruñe, volviendo a caminar hacia el chico para cogerlo del brazo y jalar de él en dirección al amplio balcón que bordeaba todo el piso.

—¿Qué? ¿No se suponía que ahora éramos amigos? —se queja trastabillando a su espalda, y Tony se detiene sin poder evitarlo para soltar una ligera carcajada antes de girar la cabeza y quedárselo viendo con una sonrisa traviesa.

—Aparentemente supones que eso es algo bueno —se burla alzando una ceja—. No te confundas Peter, no tienes idea de cómo esto empeora notablemente tu situación.

Peter se sonroja ligeramente y mira en otra dirección.

—Tengo que solucionar lo de ese sujeto —explica con cuidado, deseando que hubiera una forma de decirle aquello sin traerle dolor.

La mirada café se dispara inmediatamente a la puerta y todo el cuerpo se le estremece al comprender de qué habla.

—No necesito irme —dice, alzando el mentón, intentando quien sabe por qué hacerle creer a Tony que era un jodido refrigerador—. No necesitas compadecerte de mí, estoy acostumbrado. Solo... solo me dio mucha impresión volver a verlo tan derrepen-

—Deja el show, Parker —se queja, rodándole los ojos—. Y solo para evitar que en un futuro próximo te equivoques, yo no siento compasión por las personas. —Asegurándose de tener bien conectadas sus miradas, alza la mano y le sujeta el mentón para que no pueda rehuir de él—. No siento pena, respeto tu dolor, Peter. Es muy diferente, ¿entiendes? No tienes por qué pasar por esto. No es necesario martirizarte.

Ahora es turno de Peter de alzar una de sus cejas con completo escepticismo, mientras Tony le guiña un ojo con picardía.

—Bien, bien... correcto. —Juntando aire con una violenta inspiración se prepara para sacar eso de su sistema—. Yo... jamás debí hacer lo que hice. Y no, antes de que pienses que lo repetiré, esa es la única vez que escucharas que me dis-... que te explique algo —se corrige, demasiado apenado para encima usar la palabra en voz alta—. Ahora, vete. Cuando termine con él iré a buscarte.

Peter intenta pelear un poco, pero Tony continúa empujándolo hasta que finalmente llegan al balcón y el chico se gira para verlo haciendo que de un manotón le suelte el brazo.

—¡Deja de empujar! He venido a decirte algo importante.

—Puede esperar.

—Hasta donde entiendo, para ti, no —le suelta con fastidio.

Un espasmo de intriga lo recorre, pero antes de tratar con él necesita volver a poner todo en perspectiva (incluyendo sus muebles) y con ese maldito chico en su casa no puede. Necesita llamar a Riri y enviarle unos cuantos encargos, así como mover unos pocos de sus contactos para asegurarse de determinadas cosas. Había mucho que hacer, aquella mierda había cambiado por completo el panorama de acción y necesitaba arreglar todo antes de volver a verlo a la cara.

—Salgo de esto e iré a buscarte. ¿Bien?

—¿Cuándo?

—Señor Parker, le sugiero que mueva su trasero y salga de aquí —gruñe entre dientes—, antes de que me vea obligado a tirarlo de un empujón.

El chico le regala una mirada colérica, pero se gira y salta por la barandilla sin siquiera despedirse.

Pasando ambas manos por su rostro, suelta un suspiro y una maldición. Oh, maldito sea el señor. ¿Cuándo será que en ese maldito universo las cosas salgan como esperaba?

Sin siquiera molestarse en enderezar los muebles, se dirige a la puerta y la abre de un tirón. Happy Hogan, recargado en la pared del palier, lo mira con una sonrisa entretenida y lo saluda con la pistola firmemente cogida.

—¿Redecorando? —musita, estirándose para ver ligeramente el interior del departamento.

—Me apetecía un cambio —sonríe, encogiéndose ligeramente de hombros.

—Si puedo brindar mi opinión, diría que el estilo anterior era mejor.

—Aparentemente, ese ya no va conmigo.

Happy se endereza y suelta una carcajada tan reverberante y llena de nostalgia que incluso Tony tiene que sonreír.

—Dios, me había olvidado cuán entretenido podías ser.

—¿Seguro que te quieres quedar en este universo? —pregunta con sorna, un hombre podría acostumbrarse a eso.

Juraría que parte de la rabieta la escuchó, porque las puertas no eran nada gruesas y sin dudas al menos diez mil preguntas debían de estar acudiendo a su mente. Tony las tendría, pero Hogan no las formula y parece que sinceramente no le interesa.

Tony al menos querría saber dónde se metió el chico medio loco que casi había tirado abajo la puerta y lo había acusado de ser parte importante de "algo" que le jodió la vida y ese hombre ni siquiera escruta disimuladamente el piso para buscarlo. Era claro que sabía bien qué cosas no debía preguntar. Y era también una pista de lo parecidos que debían ser él y su variante. Su propio jefe de seguridad al menos le habría preguntado si había un cadáver de cuál hacerse cargo.

—Tengo pasaje para dos —explica, mirándolo con interés—. Mi jefe de seguridad actual sueña con ahogarme y no de una forma que podría interesarme —añade con un mohín juguetón.

Tony se ríe cuando Hogan niega fervientemente.

—Tengo que ocuparme de las chicas —es la única respuesta que da, caminando al interior cuando él se hace a un lado—. Lo que me lleva de nuevo a ti.

Sí, sí, piensa Tony con pesadez.

Deshacerse del sujeto, misión que creyó fácil, no lo es tanto y solo después de comentarle con largas y poca precisión el plan consigue hacer que vuelva a guardar el arma en la cintura trasera de sus pantalones.

—¿Y ese chico? ¿Se va contigo? —pregunta sin siquiera mencionar lo extraño que es que lo hubiera desaparecido como por arte de magia.

Tony, que ni por un segundo se planteó algo así, se queda mudo. La idea es tan descabellada que no sabe si reír o considerarlo.

—No, él es de aquí.

—¿Y estás seguro de que no es un problema? —ciertamente escuchó algo que no debía, y Tony no puede sino volver a maldecirse.

—Sin dudas lo es, pero no para ti o tu familia —confirma y eso es lo único seguro que puede decir en aquel momento.

Happy Hogan lo mira largamente y luego de un tiempo prudencial asiente.

—Sí, son mi familia.

—Ya. No te preocupes por él. Dejaré resuelto eso antes de irme. Ahora, si me disculpas, tengo que ojear un par de catálogos. —Señalando con la cabeza el caos integral de su casa, suelta un pequeño lamento.

Hogan se ríe ligeramente, pero se levanta del taburete y deja el vaso de whisky a un lado. Rebusca algo en su bolsillo y desliza por la barra blanca una tarjeta.

—Si necesitan una mano, llama.

Tony la mira con cuidado y se imagina que no la usará para nada. Peter, que ahora está seguro seguirá allí para él, no necesitaba pasar por más de eso.

—Lo tendré en cuenta.

—Bien. Adiós. Fue un curioso gusto... conocerte. No necesitas levantarte, sé dónde está la puerta.

Tony asiente y lo ve girar para irse.

—Oh, eh... ¿Happy?

—¿Sí?

Es infantil, el pensamiento y las palabras lo son, pero en esas pocas horas le quedó en claro que si alguien podía darle la respuesta que estaba buscando hace años, era ese sujeto.

—¿Por qué lo hizo?

La mirada se le oscurece y sabe que no tendrá que explicarse mucho, solo especificar bien qué parte de esa historia necesitaba entender.

—Tenía todo. ¿Por qué hacerlo?

—Bueno, era uno de los Vengadores originales, era su trabajo.

—Y una mierda. No somos así. Puede que Pe- puede que cualquiera creyera eso, pero sabes que no somos eso. No está en nuestra esencia.

Hogan menea la cabeza y les lanza una mirada a los muebles desordenados, claramente queriendo escapar de sus preguntas.

—Yo tampoco lo entiendo —admite con un cansancio que se refleja en sus hombros al caer—. Por años lo único que quiso fue lo que tenía, pero imagino que... imagino que cambió al final. Supongo que no podría vivir consigo mismo si no lo intentaba —suspira encogiéndose un poco—. Quizá únicamente fue arrogante y quiso ver si podría lograrlo o quizá había algo que no me contó —murmura con una mueca.

—O algo que no estaba dispuesto a perder.

—Dudo mucho eso —se ríe por lo bajo—. Tenía todo lo que amaba con él.

Tony asiente ligeramente ausente y Hogan se termina de ir sin decir más. Con una mirada cargada de discrepancia, Tony se mira en el reflejo del espejo que estaba al otro lado de la sala y suspira.

—No todo —musita clavando en sus ojos verdes la mirada, buscando en las notas marrones para hablar con su variante—. Él estaba muerto. ¿No es así? Y tú tenías la culpa —le espeta a su reflejo—. Lo entiendo —dice al fin, poniéndose en movimiento—. Tenías que arreglarlo, no hay forma de que pudieras vivir contigo mismo si no lo hacías. Al fin eso somos: incapaces de tolerar vivir en un jodido Universo dónde Peter no exista.

Tomando uno de los auriculares de su estudio, coge el celular y empieza a hacer las llamadas que sobre la marcha iba necesitando. Pone a Riri a hacer algo que ella ama: gastar su dinero. Le da un par de recomendaciones, pero ella se alegra tanto de que le dé la oportunidad de pasearse por las grandes tiendas para amueblar todo su living y cocina, que una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios cuando corta.

Sin querer se topa una vez más con su reflejo y se mira fijamente.

—Ahora me encargaré de él, como no pudiste hacerlo —promete. Y esta vez no sabe si habla consigo mismo, o con quién. 

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