Bardo
¿Hasta qué punto puede expandirse la locura? ¿Cuáles son los límites que separan la realidad de la imaginación? ¿Dónde se encuentra nuestra cordura cuando nuestra percepción de la realidad se encuentra alterada?
Para Min Yoongi, la guerra no fue simplemente otro episodio en su vida, sino un giro crucial que transformó su percepción entre lo real y lo irreal. Con el paso del tiempo, las cicatrices físicas y emocionales comenzaron a dejar huella en su ser, y Yoongi empezó a ver el mundo desde una nueva perspectiva, una que estaba marcada por las experiencias vividas durante su reclusión. Las largas noches en cautiverio, acompañado solo por la soledad de su celda y el eco distante de las explosiones, lo llevaron a explorar su mente, tratando de proteger cada información vital del resto del mundo.
Fue en esos momentos de reflexión cuando empezó a cuestionar la esencia de su identidad y el propósito de su existencia. La realidad se volvía borrosa entre los recuerdos de su vida antes del conflicto y las visiones distorsionadas que lo asediaban durante el insomnio.
En ocasiones, las fronteras entre lo tangible y lo intangible se desvanecían, permitiéndole vislumbrar un universo paralelo donde reinaban la paz y la tranquilidad. No obstante, al abrir los ojos, la dura verdad del presente lo inundaba haciendo que tratará de manera desesperada de desaparecer de la vida sin gran éxito.
Ser un viajero del tiempo era, en ocasiones, una maldición, ya que te permitía escapar de la realidad, pero tus captores siempre te encontraban. Había explorado numerosos mundos y comprendía que siempre terminaba igual; siendo detenido antes de completar su misión.
Pero esta vez no iba a permitir que fracasara. En su confinamiento, había planeado cada movimiento meticulosamente, como si estuviera jugando una partida de ajedrez, asignando a cada participante un papel específico. Cada acción era una jugada magistral orquestada por él, y cualquier respuesta a su contraataque sería eliminada sin permitir que lo detuvieran. Su objetivo principal era alcanzar a la reina, esa figura escurridiza que controlaba todos los hilos en su deseo de lograr su derrota.
Las partidas eran las mismas; lo único que variaba era el tablero, diferentes escenarios donde debía mover cuidadosamente cada una de sus piezas.
En esta ocasión se encontraba a bordo de un transatlántico que transportaba a los pasajeros más influyentes. Min ya conocía el lugar y sabía que tenía ventaja en los espacios más reducidos; este era ideal. Sus peones habían comenzado a moverse, mientras vigilaba atentamente a sus alfiles y torres por si acaso le llegaba un ataque sorpresa, sus fieles con años estaban ya comenzando el ataque, desde el segundo piso tenía una vista perfecta en tablero podía observar cada movimiento y tener controlados a sus enemigos los cuales aún se daban a conocer.
-¡Por fin lo encuentro, caballero!- la melodiosa voz del chico rubio que se acercaba, controlando su andar de forma seductora, captó rápidamente la atención de todos. Esa figura angelical atraía a todos los pasajeros a bordo. Nadie podía resistirse a los encantos de este joven, ni siquiera Min, quien la primera vez que lo vio en el barco quedó deslumbrada por su belleza singular.
-Señor Park, qué sorpresa verlo por aquí, pensé que estaría en la fiesta con los demás- dijo Yoongi, con un tono grave pero tranquilo, intentando mantener la concentración en el juego.
-No, señor Min, usted me prometió un baile y he venido para que cumpla su palabra; no aceptaré un no por respuesta- respondió el joven, haciendo un adorable puchero, al que Min no pudo resistirse y decidió bajar para bailar juntos.
Descendieron por las grandes escaleras hacia un salón con un suelo de cuadros blancos y negros donde comenzaron a bailar. Yoongi abrazaba al menor por la cintura, mientras este acercaba sus rostros aún más con un agarre en el cuello contrario. La música se desvaneció entre ellos, creando la sensación de que estaban solos bailando. Cuando Min finalmente pudo apartar la mirada del joven rubio, se dio cuenta de que ya no quedaba nada; solo estaba él en una habitación oscura y fría, sin nadie más a su alrededor.Buscó con desesperación hasta que el insistente tic-tac de un reloj comenzó a resonar, llevándolo a gritar. En ese instante, todos se volvieron para mirarlo; había sido un pequeño lapsus. Él continuaba agarrando de la cintura al joven Park aunque ya no bailaban, estaban parados en medio del salón, el joven lo observaba algo confundido por su estado.
Min Yoongi se retiró un poco, disculpándose y alegando que el alcohol había influido en su comportamiento. Era consciente de que las alucinaciones eran consecuencia de la proximidad a su meta; debía ganar la partida. Aunque no podía localizar a la reina, volvió a visualizar el juego desde su privilegiada posición.
Los invitados a su alrededor retomaron sus conversaciones, sumergidos nuevamente en el ambiente festivo que reinaba en la sala.Las luces brillaban intensamente, reflejándose en las baldosas y creando un tablero de ajedrez armonioso donde todos se movían con gracia, sin presión ni preocupación. Sin embargo, para Yoongi, todo parecía ralentizarse, como si el mundo girara a un ritmo diferente al suyo.
Mientras observaba a su alrededor, sus pensamientos regresaban al tablero de ajedrez, donde cada movimiento podía tener un impacto decisivo. Sabía que era esencial mantener la calma y recordar las estrategias que había diseñado. La reina, su pieza más poderosa, seguía siendo un misterio, la clave para desafiar lo convencional.
Justo cuando comenzaba a perderse en sus reflexiones, sintió una suave presión en su mano. Park Jimin lo miraba con una sonrisa comprensiva, como si comprendiera las luchas internas que enfrentaba.
- A veces, la mejor jugada es simplemente detenerse y disfrutar del momento- le susurró Jimin con una voz que irradiaba calidez y coqueteo, invitándolo a trasladarse a un lugar más privado.
Entre besos y caricias, llegaron al camarote de Yoongi. El calor que emanaban sus cuerpos hacía imposible continuar con la ropa; rápidamente se despojaron de la vestimenta del otro. Ambos eran conscientes de su atracción, pero dar el paso hacia lo carnal era un avance significativo para los dos. Con sumo cuidado y amor Yoongi tomó el cuerpo de Jimin debajo suyo lo comenzó a penetrar, sus gemidos inundaron la habitación, durante esa velada la pasaron juntos demostrándose ese amor que se profesaban.
En esa misma cama, comenzó a escuchar de nuevo el eco de las agujas del reloj; su mente revivió la imagen de la habitación vacía, sumida en la penumbra solitaria de la noche, ese espacio que había sido su único compañero durante el tiempo de cautiverio. Intentaba reaccionar y distanciarme de esto, pero no lo conseguía; solo lograba vislumbrar unos destellos blancos que aparecían sin una fuente clara.
Comenzaba a sentirse inestable en ese mundo, como si se acercase el momento de la aparición de la reina ante él; rápidamente cuando la alucinación desapareció decidió seguir moviendo sus piezas en busca de algo claro, el tablero seguía igual, no se había movido desde su desaparición, su oponente no había hecho movimiento alguno tras él, Jimin se acercó a él en el cuarto de baño y lo abrazó, brindándole un reconfortante refugio en medio del caos que sentía.
- A veces, todo lo que necesitamos es un instante de serenidad para lograr claridad- susurró Jimin con dulzura, su voz suave y reconfortante traía un remanso de paz a Yoongi.
Decidido, descendió al gran salón y tomó asiento frente a su oponente, un hombre enmascarado que observaba el tablero y a los asistentes dispersos por la sala de baile.Tomó el alfil y la torre para enrocarse, asegurando el cronómetro a su favor; su oponente, con tranquilidad, movió su caballo en forma de L y se comió el peón que había sido transformado en reina. La amplia sonrisa de Yoongi se volvió evidente, ya había caído en la trampa.
En cuestión de dos movimientos más, su posición se volvía muy comprometida con un jaque en escalera, poniendo todo a su favor para asegurar la victoria. El enmascarado se recostó en el sillón con tranquilidad, observando cómo la jugada del tablero se representaba en el salón de baile. Allí, el rey aparecía solo, acorralado por la torre y el alfil, incapaz de avanzar. La calma del sujeto incomodaba a Yoongi, quien se sentía cada vez más inquieto; el tiempo pasaba y el hombre seguía sin moverse.
- ¿Por qué no haces tu jugada? Necesitamos terminar la partida -dijo Min, ya irritado, levantándose con agitación.
- ¿Para qué? ¿Qué sentido tiene? Si ya sabes que vas a ganar, como siempre -el enmascarado se retiró la máscara, revelando su rostro: era Jimin, siempre había sido él.
- ¿Por qué? De- de- debemos terminar... -Min Yoongi, al sentir un pinchazo en su brazo, volvió a la realidad. Se encontraba en una sala blanca, atado a una camilla, y a su lado, con una bata blanca, su cabello perfectamente peinado y unas gafas, estaba el Doctor Park Jimin, jefe del departamento de psiquiatría del Hospital de Seúl.
Desde su liberación del cautiverio, el contable Min Yoongi fue admitido en un hospital psiquiátrico debido a paranoia persecutoria, esquizofrenia paranoica y demencia.
Su condición clínica lo hacía considerablemente más inestable que cualquier otra persona, lo que explica por qué seguía bajo la vigilancia de alguno de los médicos residentes. Desde hace tres años, está bajo el cuidado del doctor Park Jimin, quien ha estado a cargo de controlar cada uno de sus episodios, llegando a ser el único al que el paciente reconoce como su médico personal.
- No comprendo cómo puedes soportar tanto, Minnie- le comentaba su amigo y compañero de trabajo Taehyung durante la cena de Navidad. Él también había tenido bajo su responsabilidad a Yoongi, pero había decidido renunciar a tratarlo debido a su inestabilidad en las reacciones.
- Tae, él es un buen paciente; no me ha generado ningún problema en nuestras sesiones durante los últimos dos años. Solo había que encontrar la manera de mejorar nuestra interacción. Ha evolucionado considerablemente y ahora es capaz de aceptar un mayor contacto con los demás pacientes- defendió orgullosamente su trabajo el doctor Park.
-Ahora solo deja que tú lo trates; no es sorprendente que se haya creado algún tipo de lazo emocional contigo- comentó Taehyung, cerrando el tema para evitar que su amigo se sintiera incómodo-. Bien, cambiando de tema, ¿ya has decidido qué harás estas vacaciones?
-Estas vacaciones me ha tocado trabajar, así que me quedaré en Seúl- respondió despreocupadamente Jimin.
- No comprendo tu afán por trabajar incluso durante las vacaciones. Deberías salir, divertirte y buscar una pareja con quien compartir un proyecto de futuro. ¿Quién sabe? Tal vez llegue el momento de casarte, tal vez pueda decirle a Jungkook para que te unas a nosotros en nuestro viaje a Tailandia- intentó convencer nuevamente Tae a su mejor amigo.
- No insistas, TaeTae, ya conoces mi respuesta; no siento la necesidad de buscar una pareja o compartir mi vida con otra persona. Prefiero estar comprometido con mi trabajo, que es lo más importante en mi vida. Agradezco tu propuesta, pero prefiero hacer la guardia estas vacaciones para poder disfrutar de más días libres en nuestro calendario, en caso de que los necesite nuevamente en el futuro- el doctor Park sentía que esa discusión no los llevaría a ningún lado.
- Hablando de días libres, nunca me dijiste a dónde fuiste durante esa semana sabática- preguntó curioso su amigo.
- Solo estuve visitando a mi abuela, quien estuvo muy mal de salud, y nos preocupaba que se pudiera ir de este mundo sin poder despedirse de toda la familia- Acortando rápidamente la conversación con una respuesta ambigua, Jimin decidió dar por concluida la cena, consciente de que su amigo no cesaría en sus preguntas y tendría que idear una manera de sostener su mentira- Bueno Tae, debo marcharme porque acordé sustituir a Jin para que pueda tomar su vuelo y ver a su esposo.
- Bueno, Minnie, cuídate mucho. Te enviaré todas las fotos del viaje y te llamaré para felicitarte en el año nuevo. Te quiero, cuídate.
Después de esta breve despedida, el doctor Park tomó un taxi hacia el hospital. En lugar de bajarse por la entrada principal, le pidió al taxista que se detuviera en la puerta de urgencias. Era consciente de que, en ese momento, sus compañeros estarían en la sala de descanso disfrutando de un tentempié, ya que en pocos instantes comenzaría la hora más concurrida de esas festividades. Sin ser visto, continuó su camino hacia el ala de psiquiatría, donde ingresó a una de las habitaciones con una bolsa roja en las manos.
- Doctor Park, pensé que no vendrías a verme - la voz ronca que provenía del sillón oscuro en una esquina de la habitación hizo que la piel de Jimin se erizara.
- Yoon, sabes que nunca faltaría a nuestra cita, te traje un regalo - respondió dulcemente mientras se acercaba al sillón donde estaba el paciente.
- ¿Qué me ha traído mi doctor favorito? - preguntó Yoongi, sacando un par de copas del cajón de la mesa de lectura.
- Aquí tienes, me costó encontrarlo, pero sabes que haría cualquier cosa por ti. Un Burdeos del 97 para disfrutar de la noche y un libro para leer - emocionado, Jimin sacó todo de la bolsa roja que llevaba.
- ¿Qué haría yo sin mi dulce Minnie? ¿Qué historia leeremos hoy? - dijo Min coquetamente, provocando una sonrisa sonrojada en Jimin ante el apodo.
- He traído La Odisea, sé que te encantan las historias de viajes por mar, así que pensé que sería una buena elección para nosotros - dijo Jimin mientras se sentaba, sosteniendo la mano de Yoongi y comenzando a leer el libro. Por su parte, Yoongi empezaba a mover su mano, imaginando que colocaba las piezas en un tablero de ajedrez.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top