En la línea de color violeta que va a Constitución, en plena hora añil, el andén estaba lleno de gente azul. Caminé hasta la mitad verde del andén.

En seguida llegó un tren totalmente amarillo. La gente se amontonó en la puerta, justo delante de mí, y cuando ésta se abrió, por un instante, hubo un atascamiento naranja.

El fenómeno duró poco; en seguida, con un poco de rojo presión, pudieron zafarse y sentarse a su gusto.