Capítulo 51



HAY UN MONTÓN DE ERRORES EN EL CAPÍTULO PORQUE LO ESCRIBÍ DESDE EL TELÉFONO Y NO LO REVISÉ. EN LA EDICIÓN FINAL -DE SALIR EL LIBRO EN FÍSICO- MEJORARÉ TODO

NUNCA OLVIDAR QUE LO QUE PUBLICO EN WATTPAD ES BORRADOR

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Vanesa

—¿Entonces si estás embarazada? —Asiento con la cabeza y mamá me abraza—. ¡Qué gran noticia! Fue buena idea lo de la prueba.

—Aunque me la quitaran —digo con una mueca.

Maldita Nicole.

—Eso ya no importa. Un embarazo. ¡Wow!

—Y no sólo eso —agrego—. Serán gemelos. Tú podrás cargar uno y papá otro.

La cara de Mamá se ilumina y se queda estupefacta unos segundos: 

—Esto es cada vez más sorprendente —dice—. Vanesa, por Dios. ¿Dos bebés?

Asiento otra vez. —Hay mucha caca de bebé en mi futuro, mamá.

Pensé que mamá diría algo tipo "Pero, Vanesa, tú ni siquiera te despiertas temprano o arreglas tu armario". Sin embargo, según mamá, el instinto maternal brotará y me ayudará a hacer las cosas bien.

Y si no, de igual modo les puedo buscar a mis hijos un psicólogo.

Está bien. Estoy bromeando.

—Sé varias recetas de batidos que te ayudarán a nutrirte —exclama la mar de contenta. 

¿Batidos? Mierda. Pero así es mamá, por lo que trato de no hacer muecas para no decepcionarla. 

—Genial...

Mis padres son diferentes, eso lo tengo más claro ahora, pero a ambos los amo por indudablemente contribuir a lo que ahora soy. 

—Tú siendo mamá —repite dos veces, como si no pudiera creerlo y suspira—. Y yo siendo abuela. ¡Hay que celebrar! ¡HAY QUE CELEBRAR, VANESA!

Saca de su bolsillo su teléfono y pone I'm alive de Celine Dion a todo volumen.  Después corre a la cocina a preparar un batido de mora, fresa y leche. Es su batido especial. ¡Al diablo la champagne, mamá brinda con batidos!

—Mi hija será mamá —salta, orgullosa de mi y de si misma—. Apenas lo creo.

Ya somos dos.

Pero nadie puede decir que no tengo amor para dar. Tal vez confunda la botella de shampoo con la loción para bebé a la hora de meterlos a una bañera. Pero nadie podrá negar que ya los amo.

Carolina sale de mi habitación con la pintura de tela que le pedí traer. ¡Genial! Ya la quiero tener en mis manos. Cuando salimos del lugar en el que almorzamos, busqué una tienda de artículos para bebés y compré dos camisetas pequeñas.

Marco me cuestionó el por qué pero le dije que más tarde le daría una sorpresa.

—Deberíamos buscar a la venta en eBay o entro lugares —dice Carolina—. Seguro hay.

—Pero yo las quiero hacer.

 —¡Carolina, hoy es fresa con mora y leche!  —le cuenta mamá desde la cocina.

Carolina también ha sido nutrida por mamá, aunque eso no le exime de que hacer muecas.

—¡Genial, señora Salcedo!  

Hago espacio en la mesa y después la limpio para colocar una junta a la otra el par de camisetas. Carolina se encarga de abrir el frasco que contiene la pintura que utilizaré.

—Otra mujer se hubiera preocupado por cosas más normales al saber que está embarazada—dice, medio regañándome—, pero tú, Vanesa...

Deja su comentario al aire y me entrega la pintura. Después me observa escribir Ctrl + C en una camiseta, y Ctrl + V en la otra.

De todos modos consigo que se eche a reír.

—Con estás saldrán del hospital —anuncio.

—Tú no cambias —dice Carolina todavía riendo, pero está mirando con ternura las camisetas—. Aunque... qué más da. Me siento tan feliz por ti —agrega y me abraza—. Eso sí, debo admitir que no te imagino como mamá.

Estamos en la etapa de asimilación.

—Yo tampoco —admito, rascando un poco mi cabeza—. ¿Quién me imagina como mamá? Pero ya tengo este par de camisetas. Un buen comienzo para Vanesa Salcedo.

Conocer a Carolina está en el Top de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Somos distintas. Pero eso es lo que hace especial esto. Nosotras nos complementamos.

—Y pensar que hace un año sólo éramos un par de fracasadas —recuerda.

—Ahora también lo somos —devuelvo yo, levantando ambas cejas—. Pero ahora tú tienes un novio escritor y yo seré mamá.   

Mamá. Mamá. Mamá. Me gusta repetir la jodida palabra.

—Novio no —dice Carolina un tanto tímida y me muestra un anillo nuevo en su dedo—. Ahora es mi prometido.    

—Hija de... ¡¿Por qué no me habías dicho?! —salto y la abrazo al punto del estrangulamiento—. ¡Está hermoso! Hora de admitir que Donoso por fin hace algo bueno.

Ojalá sea mejor esposo que escribiendo finales felices. 

—Y ya es hora de que se lleven bien, ¿no crees? 

Carolina se cruza de brazos. No se acostumbra a que viva en guerra con su escritor modelo.

—Nah. Todavía me debe un iPhone. Pero ahora que me quedé sin teléfono es un buen momento para recordárselo. 

Carolina continua cruzada de brazos:

—Sigo sin creer que me vendieras por un iPhone.

¡El más reciente, bebé!

—No era cualquier iPhone —aclaro—. Es el nuevo —Ella pone los ojos en blanco—. Oye, ¿y cuándo tendrán hijos?

La pregunta tiene el efecto deseado. I.N.C.O.M.O.D.I.D.A.D

—Nos estamos comprometiendo y tú ya quieres niños.

Su cara de alarma es lo mejor.

—Marquito 1 y Marquito 2 necesitan primitos. Yo no tengo hermanos, Caro. 

—Tal vez viéndote me den ganas —Ella lo piensa—. En cualquier caso, cuando salgamos a pasear yo puedo cargar a un bebé y tú a otro.

Parece un buen plan.

—Te entrarán ganas de tener uno propio. Ya verás —insisto.

De cualquier manera, mi poder de convencimiento es único.   

—Vanesa...

—Una Carolina o un Danielito.

—Vanesa, basta.

Me detiene y ya no insisto, pero habrá tiempo para convencerle. 

—¿Y qué has hablado con Armando? —pregunta ahora. Y así mi tarde se oscurece un poco.

—No me mates...  

 —¿Qué hiciste, Vanesa?  

—Lo terminé por correo.

Si sirve  de algo, tengo cargo de conciencia. Ella cuenta hasta diez y dice:

—Veamos lo positivo: Al menos ya le hablaste claro. 

—Exacto.

—Daniel está preocupado por él —explica Carolina—.   Está pensando ir a buscarlo a casa de su abuela.   

—¿Han hablando?

—No. Él sigue sin contestar llamadas.

La sensación de culpa me invade otra vez.

—En parte es mi culpa —digo.

—No. Él tenía claro que tú quieres a Marco.

—Pero le prometí intentarlo.

Me prometí a mi misma ser la mujer que él merece tener.

—Él no merece estar triste —añado.

—No. Pero tampoco se merece que lo estén engañando.

Es cierto...

Si me cuesta ser honesta conmigo misma, cuánto más con Armando. Aún tengo mucho por mejorar.

—¿Y qué puedo hacer? —pregunto, buscando cómo reparar mis errores con Armando—. ¿Lo busco para que hablemos? ¿Dejo que pase el tiempo?

—Daniel sugiere darle su espacio.

—Bien.

Carolina se queda el resto de la tarde conmigo y con mamá para ayudarme a acomodar las cosas que ya tengo para los bebés, lo que resultó terapéutico para asimilar mejor todo. Aunque, a decir verdad, entre mejor digiero todo, más ansiosa me siento. 

¿Ya está?

¿Ya pasó?

¿Qué sigue ahora?

Daniel vino por Carolina al final de la tarde... trayendo al importante con él. Muy importante. Por lo que más tarde esa noche recibo mi primero mensaje WA en horas.

Marco: Vnes tnneos q hablr


Lo mataré.


Vanesa: ¡¿ESTÁS BEBIENDO! MARCOOOOOOOOOOOOOOO

Marco: Es broma. 

Vanesa: .-.

Marco: Me contaron que ya tienes teléfono y quise saludar.

Vanesa: Un lindo regalo que me debía el padrino de los bebés \(u-u)/

Marco: Ya veo. ¿Y cómo están?

Vanesa: ???? MMM... Supongo qud me tengo que acostumbrar a que me hables en plural.

Marco: :)

Vanesa: Estoy bien. Aunque un poco confundida con los síntomas... Yo siempre tengo hambre y sueño :/

Marco: Jajajaja

Salgo de mi cama y les tomo fotos a las camisetas que pinté, después se las envío a Marco. Las amará. Tiene que amarlas. 

Vanesa: Mira...

Marco: Adorable.

¡Bien!

Vanesa: Cuando vi tu mensaje estaba entretenida buscando en internet ropa para bebé

Marco: Y creo que podemos conseguir para ti una que diga "Sobrecarga de equipaje"

Vanesa: Menso.

Yo llamándole "menso". Eso es un gran cambio, joder.

Marco: Lástima que son sólo dos. Bien podríamos haberlos disfrazado de Los Vengadores, La liga de la Justicia o algo así :)


¿Lastima que son sólo dos?


Vanesa: Tampoco :) te :) pases :)

Marco: Jajajajjajaja

Vanesa: Pero pueden ser Batman y Robin.

Marco: No. Que ambos sean el héroe principal. Algo tipo Batman Vs. Superman.

Vanesa: Y si hay una fiesta de disfraces pueden ir como Los Tres Mosqueteros.

Marco: ¿Los Tres Mosqueteros?

Vanesa: Porque te tendrás que incluir :)

Mi cara de estúpida mientras hago planes debe ser única. Esto se siente tan malditamente bien.

Marco: Cierto Aunque también podríamos ser Los 4 fantásticos.

Vanesa: Oye, sí!

Marco: Jajajajaja


Nos escribimos durante un largo rato. Ambos queremos hablar y hablar sobre los bebés.
Pero nada de hablar sobre nosotros, creo que en ese caso preferímos hacerlo personalmente. 

...

Hay festejo en la oficina cuando doy la noticia a todos, aunque no aclaro nada sobre Salvador o Nicole. Eso se lo dejo a Marco si lo considera necesario. Tampoco explico que lo del embarazo era "mentira", suficiente caos tengo todavía en redes sociales por el escándalo de la novela.

Daniel tenía razón. Una vez algún otro desafortunado hizo algo, cesó un poco la bulla de querer saber todo sobre la asistente enamorada de su jefe  Sin embargo, agradezco que todo esto me ayudó a darme cuenta de que todavía hay gente buena,

 Gente que no te juzga.

Gente que busca ver el lado bueno de las cosas. 

Gente que te acepta.

—Un programa de televisión quiere entrevistarte —me cuenta Gloria y sin pensarlo le pido que les diga que no.

—No doy entrevistas —aclaro—. No pienso hablar en público sobre mi relación con Marco.

Hacer eso avivaría el escándalo. Aún así, esto no ha acabado, pues ver llegar a Marco a la oficina me recuerda que no he puesto punto final a mi novela. 

 Nuestra novela.

—Buenos días, jefe —lo saluda Constanza y así más compañeros.

Como cosa rara, Marco llegó un poco tarde hoy. 

—Enhorabuena por la doble bendición —lo felicita Gloria.

—Usted es mi héroe, jefe —lo alaba Charlie—. Gemelos —resopla—:   Mis respetos por lograrlo en tan poco tiempo. 

Y eso que no sabe que fue a la primera.

—Usted es poco menos que Ironman —continua, mirando con admiración a Marco—. ¿Cuál es su secreto? Cuente.

Me sienta bien ver la cara sonrojada de Marco. Me pregunto si se acostumbrará a que sus empleados lo traten de forma más familiar. Es como si al saber más de él se hubiera roto una barrera.    

—En un momento le sirvo su café, jefe —aviso.

—Bien, bien... Te espero.

Sin pensarlo dos veces, y evitando más alabos, porque no le sienta bien llamar mucho la atención, Marco se encierra en su oficina. Cuando le sirva su café puede ser el momento idóneo para que por fin hablemos. No obstante, ver a Salvador salir del elevador me sorprende a mí y a todos. Pero nadie le da la cara. Yo porque sé la verdad sobre él, los demás porque algo sospechan. Son pocos los que le saludan, aunque no importa, él mismo los ignora. Lo que aviva las sospechas.

 —Que nadie nos interrumpa —le pide a Gloria. Y comprendo que la indirecta es para mi.

De esa forma se despide. 

Miro el reloj después de un rato, Salvador pasa un largo rato en la oficina de Marco. Yo estoy pendiente porque tengo que servir el café... Pero Salvador no sale... Y no sale.

Y estoy aburrida esperando hasta que de pronto escucho un disparo.


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Estamos a tres capítulos del final.

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