2.

El Lunes, por supuesto, la noticia del asesinato fue el tema principal de los estudiantes. Todo el mundo tenía una versión de cómo había sucedido. Algunos comentaban absurdamente diciendo que, por ejemplo, tenía que ser un vampiro; otros piensan que era un accidente, y los demás culpaban a los extraterrestres. Hay gente bastante estúpida.

Jorge llegó a mi clase diciendo que tenía algo interesante respecto al asunto que contarnos. A Laura no le hizo mucha gracia, y frunció el ceño. Ugh, está enfada.

—¿Podéis dejar de hablar del asesinato?

—Te entiendo Laura, pero ¿no tienes curiosidad de saber qué pasó en realidad?—le digo.

—¡No, no tengo! Disculpa, es que me voy. Voy a encontrar amigos que sean más divertidos.

—Entonces, suerte, Laura.

WHAT? ¿A qué viene eso, Jorge? Le reprendo con la mirada, y él hace una mueca encogiéndose de hombros.

—Vamos, Laura, que no es para tanto. Quédate, no seas un cenizo. — digo yo. Me parece que ella exagera.

—Oh, muchas gracias, Stephanie. Ahora seguro que cambio de opinión.

—Hey, ¿qué pasa con vosotras dos?

—Jorge, cállate por favor—le riño, pero no hace caso.

—Lo siento. Laura, quédate por favor. ¿De verdad no te gustaria saber lo que he descubierto? Vas a flipar.

—¡Blah, blah, blah! ¡Adiós!

Hago una mueca de asco a espaldas de Laura, la cual se va de la clase refunfuñando. ¿Qué coño le pasa?
Decido olvidarla.

—Jorge, ¿de qué estás hablando?

—Sabes que mi tío es policía. Vino a visitar a mis padres anoche y los oí hablar.

—¿Qué escuchaste?

—La víctima tenía mordiscos en el cuello.

—¿Qué? ¿Te estás quedando conmigo? ¿Estás diciendo que en realidad crees en los vampiros?

—Bueno...Todo parece verdad. Nunca lo han hecho público para evitar el pánico en el pueblo. No creo que sea una una broma, pero si lo es, se ha salido de control.

—Alguien ha muerto, ¿cómo pueden gastar bromas así? Que fuerte...Mordiscos en el cuello...Pero, ¿podría haber sido un lobo, un perro o algo, no?

—No lo sé Stephanie, pero no digas nada sobre esto. Mi tío podría perder su trabajo.

—Te preocupas con razón. Además, ¿quién nos creería?

—Exactamente. Sabía que podía confiar en ti, cariño.

Después de la charla, me quedé recostada entre los brazos de Jorge. Apoyé la cabeza en su hombro mientras él pasaba suavemente sus dedos por mi cabello. Lo miré a los ojos y me perdí en ellos. Él sonrió y me besó.

El sonido de la campana me devolvió a la realidad.
Al levantarme y darme la vuelta, vi una libreta en el suelo. La hojeé, y podía reconocer esos característicos dibujos de calaveras con tatuajes de estrellas en cualquier parte. Le pertenecía a Laura.

—Mira aquí, Jorge. Laura ha perdío su libreta.

—Mejor que la hayas encontrado tú.

—Casi la piso. La voy a coger y ya se la daré mañana. Laura no tiene esta clase.

—Yo tengo que volver a la mía. Nos vemos más tarde, corazón— antes de desaparecer, se volvió y añadió—: Y no seas excusada.

—No voy a leer naaada. ¡Hasta luego!

               ✝             

Estaba tumbada en la cama, pensando en lo que Jorge había confesado. Miré a través de la ventana y me fijé en que ya era de noche. Se me ha pasado la tarde rápido, a pesar de no haber hecho nada más que estar tirada en la cama viendo vídeos de Youtube.
El viento sopla suavemente y las bocanadas de aire frío balanceaban la cortina.

—Uf, qué frío...

Voy a la ventana para cerrarla. Me paré enfrente y no pude evitar echar un vistazo a la oscura y vacía calle.
¿Vacía? No, veo a una persona de pie en la esquina, paseando de arriba y abajo impaciente. En un momento dado, la persona miró directamente hacia mí, y yo cerré rápidamente la ventana para volver a la cama.
Ahora creo que voy a tener problemas para dormir.

Poco después, cuando volví de cenar y estaba a punto de acostarme, oí golpecitos en la ventana y pensé que había podido ser la lluvia.
Entonces, los golpecitos se hicieron más ruidosos...
Mi corazón se volcó.

—Así no me voy a quedar dormida. Tengo que ver quién hay afuera— me convenzo en voz alta.

Voy, y veo a alguien tirando piedras a mi ventana. ¡Es Laura!

Uf, que alivio.

—¡Ven ahora mismo!—le grito.

Dejo que entre en casa, y las dos subimos a mi cuarto. Empiezo a rebuscar en uno de mis cajones.

—¿Qué te pasa? Pareces nerviosa—me nota.

Yo le tiro la toalla que acababa se sacar, la cual le impacta en la cara, para que se secara.

—¿Estás loca o que?—le reprendo con el ceño fruncido.

—¿Por qué? Estaba paseando y quería ver si estás sola.

— Están habiendo asesinatos y después de lo que me ha contado Jorge, no se te ocurra hacerlo más. Yo se que a ti el cielo nocturno te gusta mucho, pero no camines más sola por la noche, y encima lloviendo. ¿Y qué querías?

—Wow, chica, tómate una tila. Te preocupas demasiado. No quería nada, solo disculparme y tal vez despejarme hablando con una amiga, ya está.

Las dos nos sentamos en la cama y pasamos la mayor parte del tiempo jugando con buen humor a un juego para dos del móvil. Cuando ya me podía el sueño, la invité a dormir y las dos nos acostamos en mi cama.

No sé que le pasaría ese día, pero espero haberle proporcionado un tiempo de desconexión con lo que sea que tenga. Yo siempre estaré ahí para ella, porque es mi amiga.

                               ✝

No he visto a Laura desde hace unos días. Ni va al instituto, ni me contesta al teléfono.
Los profesores dijeron que estaba enferma y que su primo les avisó. Eso me da más calma, pero hoy es Jueves, y estoy preocupada.
Es mejor que me prepare y vaya a su casa.

Cuando vino a mi casa la otra noche, a la mañana siguiente de ese día, descubrí que Laura ya se había marchado sin decirme nada. El pijama que le presté estaba doblado en mi escritorio y toda su ropa ya no estaba. Desconozco si se fue por la noche o por la mañana temprano, pero gracias a que su primo avisó al centro, estoy tranquila de que nada malo le pasó por la calle.
Tambien cogeré su diario (no lo abrí, pero lo ponía en su portada), el cual se me olvidó que tenía, así que me lo llevaré para dárselo.

Lo saqué de la bolsa y lo abrí sin pensar. Fue como un impulso invisible. Que pedazo de idiota soy. No obstante, pude averigüar algo.
Leí su última página. En ella escribió:

"No puedo luchar más contra lo que siento por ti. Me dejaré llevar y haré que el destino haga su trabajo. Esta noche es mi noche..."

—No se referirá a Jorge aquí, ¿no?

                             ✝

Estaba caminando rápido y tenía millones de pensamientos atrapados en mi mente. Perdida en ellos, casi me olvido de la dirección.
Miré hacia la ventana del cuarto de Laura, tenía cerradas las cortinas.
Llamé a la puerta esperando a que alguien estuviera en casa.
Estoy esperando, cuando de pronto la puerta se abre y me hace estremecer.

—Hola Stephanie.

Laura portaba una bufanda y parecía congelada.

—Hola, ¿estás bien? ¿puedo entrar?— quería abrazarla, pero sentí que no debía hacerlo.

—Lo siento, pero ahora no es un buen momento, no me siento bien.

—¿Por qué no respondiste a mis llamadas y a mis mensajes?— pregunto tristemente, mirando al suelo.

—¿Para qué estás aquí, Stephanie?

Jo, pero ¿qué le pasa? Está bien, momento de ser directa.

—Laura, sé que estas escondiendo algo de mí. Dime, por favor. Aunque sea Jorge, lo voy a superar.

—Ahora no...Vete...Te lo ruego.

Frunzo el ceño, y acepto que no vale la pena insistir.

—Aquí tienes tu diario— le digo de mala gana, entregándole lo que era suyo.— Ah, y he leído algo en la última página que no me gusta para nada.

—Creéme, lo que leíste no tiene nada que ver con Jorge.

En el momento en el que extendió la mano para coger su diario, la bufanda se le cayó al suelo. Entonces, me fijé en su cuello por acto reflejo y...¡tenía dos perforaciones! ¡Como las que hace un vampiro! Omaigad.

Abrí la boca y los ojos a la vez, y antes de que pudiese decir nada, alguien apareció detrás de Laura. ¡Me quedé sin palabras! Podía escuchar su voz, pero no de lo que estaba hablando, porque mis oídos no respondían ahora mismo por la impresión.
Laura me devolvió a la realidad.

—Está bien, Diego, vuelve dentro.

—¿No me vas a presentar a tu amiga?

—Ay, si insistes. Stephanie, este es Diego, mi primo. Diego, ella es mi mejor amiga, Stephanie. Y mira, paso de todo porque estoy más mala que la hostia. Disculpad, pero me vuelvo a la cama, ahí os quedáis.

Me quedé a solas con Diego. Vestido de negro, de media melena oscura.
Me quedé a solas con el tipo del centro comercial.

Fue él quien habló primero, sonriente.

—Me alegro conocerte por fin. Laura me señaló en tu dirección en el centro comercial, por eso miré hacia ti. Sé que te diste cuenta, espero que no te hubiera incomodado.

—No, no...Bueno, sí. Tenía un poco de miedo, debo admitir.

—¿Tienes miedo ahora?

Whathefac

—Por supuesto que no, ahora que ya se quien eres. Aunque sí estoy un poco sorprendida y confundida...Desde la semana pasada, han pasado muchas cosas— intento con esto, averigüar más sobre los mordiscos del cuello. Por ahora, todas mis sospechas van a él. A ver si puedo sacarle algo.

—No hay por qué estar mal—responde solo.

Nuestros ojos se encontraron, y al mismo tiempo tuve una sensación de impotencia, pero su mirada me hacía querer satisfascerlo de cualquier manera posible.

—Laura me habló mucho sobre ti. Mencionó que te gustaría ver la casa donde me alojé.

—Ah, ¿sí?— esta Laura siempre chivateando todo.

—Sí...Dejaremos que Laura descanse. Ven conmigo.

Ese "ven conmigo" fue como una orden silenciosa. Y así, como si me hubiera hipnotizado, fui con él sin decir nada.

Diego me dejo entrar en su sala de estar y me mostró dónde podía sentarme.
Miré rapidamente por la habitación...Una estantería llena de libros antiguos, un piano, muebles viejos pero relucientes...

Él estaba parado junto a la ventana, mirándome. Estoy segura de que estaba sintiendo mi ansiedad.

—Stephanie, ¿estás cómoda?— me pregunta.

—Sí...Diseñaste la sala de estar justo como lo haría yo— digo, porque no se me ocurría otra cosa, provocando una disimulada risa en él.

—Me alegro mucho, Stephanie— ¿Por qué no para de nombrarme? Se está volviendo molesto.— Lo siento, no puedo ofrecerte nada, no bebo café.

—No hay problema, si yo tengo que irme ya mismo.

—Por favor, Stephanie. Querría hablar más contigo. Confieso que no tengo muchas amistades.

Me quedo quieta unos segundos en los que no sabía qué decir.

—No te preocupes, Laura y yo te visitaremos juntas cuando se recupere, como habíamos planeado—le digo, levantándome del asiento.

—Por favor, espera Stephanie. Quiero mostrarte algo antes de que te marches.

Fue como si solo hubiesen pasado unos segundos desde que Diego salió de la habitación y volvió a entrar, con una foto en su mano.
Me la dio sin decir una palabra.

La foto era vieja y amarillenta, pero podía reconocer a la persona en ella.
Era Diego.

—¿Cuántos años tiene esta foto?— exclamo sorprendida.

—Casi un siglo. Quería que la vieras, para poder explicarte con más facilidad lo que soy.

—No puede ser...¿Eres un vampiro?

Mi mayor deseo era que Diego se echara a reír, tomando por disparatada mi pregunta. Pero no fue así.

—Así es — respondió, como si fuese lo más normal del mundo. Es entonces cuando puedo atisbar sus caninos creciendo en cuestión de segundos, como si quisiese mostrármelos sutilmente.

Me quedó unos segundos en estado de shock, haciéndome mil preguntas, mientras un escalofrío recorre mi espalda. ¿Por qué lo estaba confesando? ¿Ahora me hará daño? ¿Laura también es un vampiro? ¿Esto es...real...?

—Vi los mordiscos en el cuello de Laura...

—Nuestra especie también tiene que alimentarse, Stephanie.— Hizo una pausa.— Laura es nueva en todo esto, así que metió la pata. No podía calmar su sed, y por desgracia mató a un hombre.

Me tapo la boca con una mano y ahogo una exclamación.

—La convertiste tú...Ella fue...Y...Existen...los vampiros...

Un segundo después, caigo inconsciente en los brazos de Diego, quien me atrapó a tiempo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top