ODIO


Augusto salió del escondite y fue por algo de comer para Ary y su esposa. Decidieron no salir de allí en todo el día, y para cuando se hizo de noche tuvieron miedo de salir al recordar lo sucedido durante la noche anterior.

Decidieron pasar una noche más donde estaban y al día siguiente ver que hacer. Ary había insistido en ir por las autoridades, pero sus cuidadores se habían negado y las explicaciones que le daban no tenían sentido. Dejó de insistir cuando fue evidente que no tomarían en cuenta nada de lo que ella dijera.

Antes de la media noche, Ary despertó muy asustada, despertó a Niza y Augusto y les dijo que algo pasaba pero no sabía que era. La pareja se miró alarmada, no sabían que hacer. Después de considerarlo unos segundos, acordaron que Augusto saldría a ver si todo estaba bien por los alrededores, ellas se esconderían lo mejor que pudieran y esperarían su regreso.

Augusto salió armado con una pala y las mujeres se quedaron ocultas con un par de escobas para defenderse.

Después de casi media hora regreso Augusto y les dijo que ya era seguro salir de allí.

Tres horas después iban en un carruaje cerrado que parecía volar más que correr.
Ary iba durmiendo profundamente en los brazos de Niza y Augusto sentado frente a ellas. Uno de los hermanos Dávalos guiaba el carruaje hacia otra de sus prioridades, la niña no podía seguir en Balc.

A pesar de los intentos de los vampiros de la ciudad fantasma para ocultar su rastro, los Dávalos sabían que ellos habían atacado su casa, y si habían tenido el coraje de hacerlo una vez, definitivamente lo harían de nuevo.

Por lo que Augusto y Niza les contaron, supieron que si no hubiera sido por Ary las cosas hubieran sido muy diferentes, gracias a ella habían podido huir y salvarse a sí mismos.

Tristán el mayor de los hermanos Dávalos, odiaba a la niña tanto como odiaba a todos los cazadores, su hermano Janosh ya no estaba tan seguro de que la niña fuera cono el resto de los cazadores, y su hermana Carmina estaba dispuesta a jurar que Aryela Leppala era una santa.
Los tres no llegaban a ningún acuerdo respecto a la niña, lo único que tenían claro era que debían protegerla hasta que en la ciudad subterránea decidieran que hacer con ella.

Tristán condujo la carreta sin parar por más de una hora mientras Janosh corría en paralelo para ayudar en caso de que fueran atacados. Carmina estaba preparando para la llegada de Ary y sus cuidadores a otra de sus casas. Estaba claro que la pareja de humanos no era apta para encargase de la niña, una vez que llegaran a su destino, hablarían con ellos para enviarlos a otro lugar, si ellos seguían cerca de la niña sus vidas estarían siempre en peligro.

Para Tristán era una gran molestia tener a Aryela Leppala bajo su cuidado. No hallaba la hora de poder deshacerse de ella, aunque sabía que aquello no sería muy fácil, pues ella tenía una madre que la extrañaba y le escribía a diario para saber cómo estaba y para decirle cuanto se arrepentía de haberla enviado al lugar en el que estaba.

Sonia ya sabía que su hija estaba bajo la protección de vampiros. Einar se lo había confesado un par de semanas después de haberla dejado en Balc pues no quería que hubiera secretos entre ellos. Sonia se puso histérica cuando supo que su hija estaba en la casa de seres inmortales que se alimentaban de sangre humana. Le exigió al nórdico que le devolviera a su hija o que la llevara hasta donde estaba para sacarla de allí y llevarla de vuelta a Seinaj. Einar solo pudo negar con la cabeza en ese momento, recién en ese instante se dio cuenta que ni siquiera podía asegurarle a Sonia que volvería a ver a su hija, o que su vida estaba a salvo.

El nórdico estaba muy arrepentido de haber confiado en los hermanos Dávalos y en todos los vampiros en general. Su padre había sabido de las verdaderas intenciones de los vampiros para con la niña, pero no le había dicho nada.
Einar decidió cortar toda relación con su familia y el resto de su gente. Lo único que quería ahora, era encontrar la manera de recuperar a Ary para darle algo de paz a Sonia y que lo perdonara por lo que había hecho, ella ya había perdido a sus dos bebes, no podía también perder a Ary, jamás se repondría si algo le llegaba a pasar a su hija, o no volvía a verla nunca más.

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