Nimrod

           

A la mañana siguiente Ary estaba como si nada, no recordaba absolutamente nada  de lo sucedido durante el  almuerzo del día anterior.  Se marchó al convento bastante tranquila,    había dormido durante toda la tarde y la noche sin  que sucediera nada extraño.   En clases las cosas también  fueron bastante bien, fue la única que contesto bien todas las preguntas. Se bebió la leche de media mañana con algo de miedo pero para su sorpresa no  la vomito. 
Su jornada  fue bastante buena.

Mientras Ary iba de  regreso a casa, pensaba en el hombre  que vio pasando por fuera del convento,  era idéntico a su padre, se preguntó si en el mundo habría dos personas iguales que no tuvieran relación entre sí.  Deseo que aquello fuera posible, pues podría conocer a ese hombre y contarle lo  mucho que se parecía a su padre, quizás le permitiera  estar cerca de él y algún día la podría considerar su hija.  Meneo la cabeza ante ese absurdo pensamiento,   sin embargo quería hablar con ese hombre y saber quién era.

Le dijo a Niza lo que pensaba y   ella la miro  con ternura y algo de  preocupación.  Al llegar  a casa hablo con Ary durante horas, hasta sacar de ella la promesa de que jamás  iría tras alguien que le recordara a su padre,  pues era muy peligroso,  sin mencionar que era imposible que fuera  él,  pues estaba muerto y debía entenderlo de una vez para poder salir adelante.   Esto último se lo dijo con algo de rudeza en el tono  y esto perturbo a Ary,   no quiso  molestarla   con su  comentario, después de esas palabras, quizo saber si es que ella conocía a ese hombre pero no tuvo valor para preguntarle. 
Niza estaba pendiente del rostro de  la niña y estaba segura que Ary  no le haría caso.  Si llegaba a encontrarse con ese hombre, lo más seguro es que se fuera detrás de él. Se dijo que tendría que tener  más cuidado con La niña.

El  resto del día  ambas estuvieron desgranando arvejas,  luego limpiando porotos  mientras Augusto picaba leña fuera de la cocina.  Cenaron  temprano y se acostaron un rato después.  Ary odiaba las noches,  no importaba a qué hora se acostara, siempre despertaba de madrugada,  no podía sacarse la sensación de que era observada durante las noches cuando  estaba acostada.   A veces le parecía que eran más de una persona las que la observaban, ya le había pasado antes, cuando vivía en Seinaj, en la Hacienda.  Su padre se había empezado a levantar durante  las noches para ir  a su cuarto y asegurarse que ella estuviera bien. Aquí no había nadie que lo hiciera,  estaba sola con sus miedos   y preocupaciones,  cada vez que le decía algo a Niza, ella salía con que era su imaginación o ideas suyas.  Ary estaba harta de oír aquello, la hacía sentir como si ella estuviera loca.

Días después Ary seguía pensando en aquel hombre,  la reacción de Niza hizo que este hombre llamara aún más la atención de Ary, sabía que no debía decirle nada a su cuidadora, ni siquiera estaba segura de que haría si lo llegaba a ver de nuevo, no sabía si sería capaz de seguirlo o no. 
Se acostó pensando en aquello, se durmió con el rostro de su padre y su madre. 

Se preguntó cómo estaría su madre sin ella, o si la extrañaría.

  Despertó de madrugada al oír  golpes   fuera de la casa.  Estaba segura que  venían del establo,   pensó que eran los caballos que estaban inquietos por el viento, aunque esa noche no era tan fuerte como otras veces, se dijo que  quizás  algo más los había asustado.   Se levantó a mirar por la ventana para ver qué pasaba.  No vio nada extraño, miró hacia el cielo en dirección a  la luna llena y se quedó maravillada,  se veía preciosa. 

Percibió movimiento en el establo y miró en esa dirección, uno de los caballos estaba saliendo pero su caminar era extraño, Ary se acercó  más a  la ventana y lo vio desplomarse,  se llevó las manos a la boca y se quedó con la mirada fija en el animal,  estaba segura que era el caballo de Augusto,  era el más fuerte y rápido de los cuatro que había allí. 

Miro por los alrededores y  distinguió la figura de varias personas cerca del establo,   inmediatamente Ary se alejó de la ventana y salió de su habitación en busca de Niza y Augusto.  Entro a su cuarto sin llamar y los despertó enseguida para decirles lo que estaba pasando.   Ambos estaban pálidos y se miraban sin saber qué hacer.  
Augusto se puso  rápidamente las botas mientras Niza se puso  las suyas y se envolvió con un chal.
Ambos sabían  que no tenían  oportunidad alguna  si eran vampiros, cazadores o lobos  los que estaban fuera de la casa en esos momentos.   Ary veía  el miedo en el rostro de sus cuidadores, tiro de la camisa de Augusto y le dijo que debían esconderse en algún lugar.  Niza sujeto  el brazo de  Augusto y le recordó  los sótanos  bajo la cocina.   El hombre tomó la mano de Ary y su esposa y salió con ellas hacia  la cocina.  Una vez que entraron  levantaron una pesada mesa y en silencio la pusieron contra la puerta, luego   entraron al primer sótano.  Cerraron la puerta  y pusieron varias cosas pesadas contra ella,   el farol apenas alumbraba el lugar,  luego bajaron al segundo sótano, pusieron otras cosas contra la entrada y   miraron a su alrededor viendo que podían usar para defenderse.  Encontraron  un  estrecho pasillo y lo siguieron inmediatamente,  bajaron la intensidad de la luz del farol para que  alumbrara lo  mínimo.    Caminaron por varios   minutos antes de encontrar otra puerta,    aguzaron el oído para oír si  había alguien al otro lado.  Decidieron salir después de unos segundos al no oír ningún sonido.  Augusto  salió primero, luego Ary y por último Niza.  Estaban al otro lado de la propiedad, Augusto las guió por la orilla de la gran muralla que separaba las propiedades, y fueron al establo de su vecino.  Ensillaron un caballo y  tiraron de él hasta la salida de la propiedad, Ary iban en  el medio de Niza y Augusto.  El caballo corría a todo lo que daba, el viento los golpeaba violentamente, ninguno de los tres  iba preparado para ese viaje, estaban temblando de Frío, pero no se podían detener hasta encontrar un lugar seguro.    Salieron de la ciudad  y siguieron al galope por el camino que conducía a la ciudad vecina, antes de llegar, Augusto se desvió  y tomo un solitario camino, para ese entonces la densa neblina lo cubría todo y estaban empapados.  Ary se apegaba a  la espalda de Augusto y Niza abrazaba fuertemente a su marido para proteger a Ary  del frío. 
La mujer sentía  temblar y estremecerse a Ary que no llevaba más que un camisón y estaba descalza.   

  Después de casi media hora llegaron a un portón de hierro.    El hombre bajo rápidamente y lo abrió,  Niza apeo el caballo y entro  inmediatamente.  Augusto bajo a Ary  y la llevo al interior de la casa.  Le ayudo a quitarse la ropa húmeda y la abrigo bien, la llevaron a un sótano y   las dos se quedaron ocultas allí.   Augusto  encerró el caballo en el establo y luego fue por una espada  y unos cuchillos,  era lo único que encontró para defenderse.  Aquella casa era de uno de los amigos de sus amos.  Solo en caso de emergencia  podían irrumpir en alguna de las propiedades de otros vampiros del clan de la ciudad  subterránea, y aquello era una verdadera emergencia. 

Nimrod, Bogdan y Blad  habían recorrido  la casa buscando a la hija de Markkus Leppala y a los humanos que la cuidaban.  No dieron con ellos por ningún lado cuando recorrieron la casa la primera vez, después de una nueva búsqueda encontraron los sótanos  y  el pasillo por el que habían huido.  Se enfurecieron al darse cuenta de que ellos los habían burlado y habían escapado.  Siguieron su rastro hasta  la casa del vecino y  encontraron  su olor  de camino al  establo.  Salieron de la propiedad enseguida  tratando de seguir el rastro de su olor antes que se perdiera.  Los otros tres vampiros destrozaron la casa  de los Dávalos y se fueron tras Nimrod y los  demás.

Los seis vampiros de  la ciudad fantasma recorrieron durante horas los caminos, pero no pudieron encontrarlos.  Estaban furiosos  por que tres humanos los hubieran burlado.   Se alejaron de allí antes que alguno de los vampiros de la  ciudad subterránea  supiera lo que habían hecho.   Se suponía que la niña no debía ser lastimada, pues era muy valiosa para  todos los vampiros.  A Nimrod no le importaba en lo más mínimo la niña, solo quería  saber si realmente era capaz de ver el futuro como otros nórdicos que él había conocido, y de los que  se había alimentado esperando que al absorber su sangre, pudiera adjudicarse su don.   Afortunadamente aquello no había sucedido, las habilidades  de aquellos desdichados nórdicos se habían perdido al morir.

Augusto y Niza estuvieron despiertos durante todo lo que quedaba  de la madrugada,  Ary se había dormido un par de horas después de haber llegado allí.  Estaba agotada y seguía helada, la habían abrigado bien pero ella igual temblaba.  Niza la abrazo mientras Augusto se quedó despierto haciendo  guardia,  finalmente  los tres se quedaron profundamente dormidos cuando ya aclaraba, no despertaron sino hasta pasado el mediodía.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top