Extraños y visiones
Durante el primer recreo Ary salió corriendo en dirección al baño y vomito absolutamente todo.
Cada vez que vomitaba se sentía fatal, le ardía la garganta y se sentía muy decaída, se lavó el rostro, y bebió un poco de agua. Al salir del baño se encontró con un grupo de niñas que la miraban de reojo y murmuraban, no era la primera vez que Ary se sentía mal.
Ella paso por el lado de las niñas y las ignoró por completo. Se fue a sentar al otro lado del patio cerca de la gruta. Desde allí se podía ver bien hacia la calle aunque la neblina ese día no había disminuido en lo más mínimo y hacia muchísimo frio.
Estaba entrando al salón cuando sintió algo extraño, miró hacia atrás y vio a dos hombres fuera del convento, estaban mirándola fijamente, inmediatamente recordó lo sucedido en Seinaj. Tuvo miedo de estos hombres sabía que no eran buenos. Entro al salón sin más demora y por primera vez no lamento estar sentada en la fila del medio. El resto de la mañana estuvo lejos de las rejas, se quedó cerca de los salones y del resto de las niñas, cada vez que miraba hacia las rejas su corazón se aceleraba. Inconscientemente pensaba en su padre, en Declan y en Nono, rogaba que alguno de ellos estuviera allí para cuidarla. Sabía que no tendría miedo a nada ni a nadie si ellos estuvieran cerca de ella. Se preguntaba qué sería de su madre, estaría sola en casa o Einar ya se había mudado a vivir con ella, se preguntó si se casarían algún día. Sus ojos se llenaron de lágrimas ante ese pensamiento.
Niza estaba dentro del convento cuando Ary salió del salón, la muchacha no se dio cuenta que su cuidadora la estaba esperando y la observaba atentamente.
Ary salió sola del salón mientras que el resto de las niñas salían en grupos conversando, riendo o jugando.
Ary era la comidilla de sus amigas, Niza lamento verla tan sola y triste, ella ni siquiera miraba a sus compañeras, no le interesaban en lo más mínimo aquellas niñas. Ary iba tan distraída que casi pasa por el lado de Niza sin verla, si no es porque ella le hablo, ni siquiera la hubiera visto.
La niña se sorprendió de verla dentro del convento, pero le alegró, no había dejado de pensar en esos hombres, tenía miedo de encontrárselos en la calle.
Niza la abrazo y le pregunto cómo le había ido. Al escucharla hablar Niza supo que había vomitado, siempre quedaba ronca y con malestar, la abrazo más fuerte y le dijo que se fueran rápido a casa para que almorzara y luego descansara.
Augusto tenía la mesa puesta cuando llegaron, se sentaron a almorzar enseguida pero Ary comía casi con miedo, masticaba cada cucharada más de lo normal y bebía un poco de agua después de cada cucharada. Augusto le tomo la mano y le dijo que comiera sin miedo y disfrutara de su comida. Ary Bajo la vista a su plato y al levantar el rostro se vio en un lugar totalmente distinto, miro hacia todos lados y no reconocía nada, llamó a Niza y a Augusto varias veces pero ellos no estaban allí. Sintió a alguien tras ella y se volvió enseguida, una sombra se abalanzó sobre ella y Ary grito de miedo. Augusto la remeció y ella volvió en sí, lo miraba aterrada. Antes de decir algo se desmayó. El hombre la llevo hasta el cuarto mientras Niza caminaba detrás de ellos.
La mujer se preguntaba dónde estaban los amos, habían dicho que llegarían pronto y se harían cargo ellos mismo de la niña.
Niza y Augusto se asustaron muchísimo al verla con los ojos blancos, no sabían porque le había pasado aquello.
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