BALC
Tres semanas pasaron y Ary no conocía nada ni a nadie y lo cierto es que no le interesaba. Con suerte sabía que la ciudad en la que estaba se llamaba Balc, lo había oído por accidente solo un par de días atrás.
Había dormido mejor durante los últimos dos días, y esto parecía traer algo de paz y claridad a su mente. Pensaba en su pobre madre que lo había pasado tan mal como ella pero no entendía como el mandarla a vivir a una ciudad que no conocía, y más encima con extraños fuera a solucionar algo o a ayudarla a superar lo ocurrido.
No tenía sentido.
No podía dejar de pensar en su antigua vida y en aquella casa en la que había vivido los momentos más felices de los que tenía recuerdo. Al cerrar los ojos podía ver a su madre pintando esos bellos cuadros que adornaban el segundo piso y a su padre que jugaba con ella y le permitía correr por toda la casa.
Ary pasaba horas reviviendo los años que había vivido en Seinaj. No podía evitar llorar cada vez que pensaba en su padre y en la falta que le hacía. Ahora tampoco tenía a su madre, estaba sola y lejos de todo lo que conocía.
Le escribía diariamente a su madre y le preguntaba por todos, incluso si había ido a la hacienda a hablar con las personas que estaban viviendo allí. Su madre no le había dicho nada respecto a Eleazar y su familia, solo le hablaba de sus amigos, el convento, Remy y su familia y de cualquier otra cosa. Opto por dejar de preguntar por la hacienda después de un par de semanas, estaba claro que su madre no le diría nada.
Sin darse cuenta una vez más ya era de madrugada, Ary escuchaba a Niza andar por la casa todos los días a la mima hora, la mujer tenía una puntualidad asombrosa.
Al igual que tantas otras noches, Ary no había dormido nada. Se ponía su bata y se sentaba en la mesita cerca de la ventana a esperar a Niza que traía puntualmente todos los días el desayuno.
Niza ya no se sorprendía de verla en pie a esa hora y sin nada de sueño, solo un evidente cansancio.
Almorzaba y cenaba obligada por Niza, pues si de ella dependiera no comería nada. Había perdido el apetito desde que dejara Seinaj. A veces vomitaba toda la cena y otras el desayuno y llegaba al convento pálida y cansada sin haber hecho nada.
Niza había empezado a darle unas vitaminas y esto pareció funcionar pues el sueño de Ary mejoró considerablemente en los días siguientes.
Algunas noches dormía sin ningún problema e incluso era capaz de desayunar, almorzar y cenar sin vomitar nada. Fue claro que las vitaminas que le había empezado a dar estaban funcionando.
A pesar de estas leves mejorías, las cosas en el convento no siempre iban bien. Seguía sin tener amigas pero esto no le importaba. Lo que le afectaba era ver a sus amigas con sus padres a la salida del convento, otras veces las veía pasear con ellos o en familia. Era en estas ocasiones cuando el vómito y las noches sin dormir volvían, gracias a dios no era seguido.
Uno de esos días Ary miraba por la ventana sin prestar ninguna atención a la hermana que dictaba la materia. Se paró de súbito en medio de la clase mientras la hermana hablaba, estaba segura de haber visto a su padre pasar por fuera del convento. Ary miraba hacia afuera pero ya no veía a nadie.
_" ¡Ary pon atención!" Grito una enfurecida monja.
Ese grito la trajo a la realidad.
Ary reacciono en seguida y miro a la monja que la observaba roja de rabia, se preguntó cuántas veces la hermana la había hablado, miro a sus compañeras y estas la miraban con cara de burla.
_"Lo siento hermana" dijo Ary avergonzada.
_ "¿sabes cuánto rato llevo hablándote?" Le pregunto molesta la monja.
Ary se disculpó y le dijo que nunca más volvería a suceder.
_ "Claro que no" contesto la hermana.
Le ordeno tomar todas sus cosas y cambiarse de lugar con Laura en ese mismo instante y de forma permanente, ella hablaría con las demás hermanas para que ellas también la dejaran en el nuevo puesto.
_ "¡Vamos... qué esperas!" le dijo la monja.
_"Si hermana" contesto Ary muy apenada.
La ventana era lo único que había hecho soportable aquel lugar, ahora estaba sentada en la fila del medio y en el primer puesto.
_"¡Ary!... ¡Ariela Leppala!"
_" Si hermana" contesto Ary muy avergonzada y casi a punto de llorar.
_" Pon atención, es la última advertencia o te saco del salón... ¿me oíste?, ponte de pie y continúa la lectura desde donde quedo Ana... de pie... "
_"No estaba atenta hermana, disculpe".
_" Toma asiento, te quedarás después de clases".
__ Si hermana" contesto apenada Ary.
Jamás le habían llamado la atención, que terrible fue aquella situación para ella. Puso todo su empeño en poner atención para que no la volvieran a retar. Ya saldré de clases y tendré tiempo para pensar tranquilamente, se dijo.
Ary sabía que si tuviera una amiga, quizás las cosas serían diferentes, si esas niñas o las monjas supieran todo lo que había en su cabeza probablemente entenderían porque era tan distraída o porque no sociabilizaba con nadie.
Oía a esas niñas hablar y sus vidas eran muy diferentes a la suya. Ellas jamás sabrían lo que le pasaba, no tenía interés en conocer a esas niñas ni que ellas supieran nada de ella. Ya tenía amigos, no quería otros.
Apenas salió pensó en recorrer la ciudad, le gustaba estar sola, pero no tenía oportunidad con Niza siempre vigilándola. Lo pensó mejor y decidió no hacerlo, no quería problemas con su cuidadora, apuró el paso y se fue a casa de Niza. Era la primera vez que la mujer no la estaba esperando a la salida del convento, y estaba muy segura que era la primera vez sentía mucha hambre, seguramente se debía al frío que hacía.
Al llegar a casa Niza le dio un gigantesco plato de comida, era como si la hubiera premiado después de contarle lo que había sucedido en el convento, además tendría que enviar una nota en donde dijera que tenía conocimiento de lo sucedido.
La reacción de Niza había sido extraña cuando Ary le contó lo que había pasado, era como si ella supiera lo sucedido antes de que ella se lo hubiera contado.
Augusto se rió de buena gana cuando supo lo que había pasado. Le dijo a Ary que no se preocupara de nada. La niña los miro sorprendida y se dijo que ellos serían unos muy buenos abuelos, estaba feliz de conocerlos.
Ary se empezó a reír y ellos le preguntaron que le causaba tanta gracia. Ella les confeso que cuando llego a vivir con ellos tenía miedo y mucha pena, creía tener la peor de las suertes por estar allí, pero ahora pensaba diferente, ellos eran muy simpáticos, alegres y muy generosos. Ary agradecía todos los días por las cosas que le habían regalado.
Toda su ropa había tenido que ser reemplazada pues en Balc hacía mucho frío y sus ropas eran muy delgadas para ese clima, no le servían para la época en la que estaban. Niza le había entregado una Maleta llena de ropa, toda le había quedado bien, era como si la hubieran hecho a su medida, estaba impecable, no parecía ser de segunda mano como le había dicho Niza. Incluso las botas le habían quedado perfectas. Siempre estaba recibiendo algo nuevo.
Ary fue al patio a darle las gracias por el hermoso abrigo que había dejado para ella en la cama. Le quedaba perfecto.
Se encontró con Niza trabajando en el jardín, se ofreció a ayudarle enseguida y ella aceptó feliz.
Recién era otoño en Balc pero parecía que llovería en cualquier momento. La ciudad era tan helada y silenciosa más parecía un pueblo que una ciudad grande. Una vez más la niebla lo cubría todo y hacia el día aún más triste. Cuando se ocultaba el sol era aún peor, empezaba a correr un viento que parecía que arrancaría el techo de la casa, Ary no salía más de la casa cuando empezaba el temporal de viento. Ni siquiera se atrevía a mirar por la ventana, se acostaba y se tapaba hasta la cabeza. Más de una vez desde que llegara a vivir con Niza y Augusto, despertó con el corazón agitado y mirando hacia todos lados, en aquellas oportunidades estaba segura de que alguien la había estado observando mientras dormía, no había estado sola en la habitación. Miraba hacia todos lados pero no veía nada, todo estaba sumido en la oscuridad. Ella se acurrucaba en la cama y se quedaba mirando hacia el vacío, a veces se volvía a dormir, otras veces se quedaba despierta hasta que era hora de levantarse. Aquellos días eran terribles, andaba tan cansada y agotada que no comía nada a ninguna hora, solo quería dormir donde fuera.
En uno de esos helados días pensó como nunca en sus padres y se acostó con la mente inundada de recuerdos de su vida junto a ellos. Lloró hasta que el sueño y el cansancio la vencieron. Se durmió profundamente rogando una vez más, que todo lo sucedido hasta ese momento no hubiese sido más que una pesadilla.
Se durmió y al despertar se sintió más feliz y alegre que nunca, instantes despues se puso a llorar, pues todo había sido un sueño. El viento que corría era tan fuerte, que no la dejaría volver a dormir. Se sentó en la oscuridad a pensar en lo que había soñado. Recordaba el cálido sol, y a su padre y su madre paseando por el jardín mientras ella corría y se volvía a ratos a observarlos. Sus padres se veían muy bien juntos. Como quería que aquello sucediera. Se puso de pie y se cubrió con el chal. Se acercó temerosa a la ventana y miro como los árboles se movían de un lado a otro con el fuerte viento. Se sentó en el alfeizar y se cubrió bien. Se quedó dormida un par de horas después.
_"Ary, vamos a almorzar"
Ella levanto el rostro y vio a su padre caminando hacia el comedor.
_" ¡papá! " Exclamo Ary confundida.
_"Que pasa, no tienes hambre, Mamá preparó tu comida favorita, Vamos hija" El corazón de Ary bailaba de felicidad.
_" ¡Espérame!" Grito ella algo desesperada.
_"Aquí estaré" le contesto su padre. Una vez que llegó a su lado él la cargo en brazos y ella lo abrazo. Su padre tomo un mechón de su cabello y lo retiro de su rostro. Ary vio el rubio mechón de cabello entre los dedos de su padre.
Despertó en aquel momento. Pensó inmediatamente en la niña pequeña que había visto en los brazos de aquel hombre, que ella seguía diciendo era su padre. Había soñado con la misma niña que había visto aquel día. No sabía porque soñaría con una extraña cerca de su padre.
Se volvió a acurrucar y vio la claridad que estaba entrando por la ventana, ya estaba amaneciendo. Un movimiento llamo su atención y al mirar en esa dirección vio a una persona sobre el techo del establo, se acercó más a la ventana sin apartar la mirada de aquel lugar, estaba segura que había una persona allá arriba y la estaba observando. Quiso llamar a Niza pero no sabía bien qué hora era. Siguió observando a aquella persona hasta que esta salto del techo. Se acercó más a la ventana para ver si la veía caminando cerca de la casa, pero no lo vio más. Cuando Niza llego un par de horas después con el desayuno, Ary estaba pálida y no apartaba la vista de la ventana. La mujer se acercó a ella y le pregunto qué le pasaba, Ary le contó y Niza le dijo que debía haberlo imaginado. Ary miró hacia la ventana y se tragó lo que iba a decir. Ella no estaba loca, no imaginaba cosas y no le importaba lo que dijeran los demás, sabía lo que había visto.
Tomo desayuno en silencio mientras Niza hacia la cama, Ary tragaba sin ganas y miraba a ratos hacia la ventana. Niza no decía nada, todo lo hacía en silencio como si no tuviera permitido hacer ruido o hablar. Lo mismo pasaba con Augusto.
Ese día había mucha neblina. Ary caminaba sujeta del brazo de Niza y apretaba su chal. Varias veces miro hacia atrás pues le pareció que alguien las iba siguiendo. Se lo dijo un par de veces a Niza, pero ella le dijo que eran ideas suyas, no había nadie siguiéndolas.
Niza caminaba lo más rápido que podía hacia el convento, había dos hombres siguiéndolas, le había contado a Augusto acerca del hombre sobre el tejado del establo y no le había gustado para nada, se suponía que solo los hermanos Dávalos sabían que ella estaba allí, nadie más lo sabía. Augusto salió de la ciudad inmediatamente después de saber que un desconocido había estado tan cerca de ellos. Debía avisarles a sus amos que Ary ya no estaba segura allí. Además estaba el hecho de que Ary estaba segura de haber visto a su padre fuera del convento unos días atrás, aquello tampoco podía ignorarse, el problema era que no sabían qué o quién estaba tras ella, podían ser los lobos, vampiros, cazadores o humanos enviados por vampiros o cazadores. Muchos querían apoderarse de Ary y ella seguía sin tener idea de nada.
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