Capítulo 1: Nuevo mundo.
♤♤♤
Hace mucho tiempo había sido una doncella con esperanzas.
Esperanzas de amor, de devoción, libertad y aventuras. Su mente había sido simple. Solo deseando cosas sencillas, baratas y brillantes, algo que ahora le parecían absurdas, obsoletas.
Una vida que se le fue arrebatada cuando su hermano Stefan la obligó a beber de un humano inocente, y antes de eso, cuando Katherine le robó su voluntad y libre albedrío para volverla, junto con sus hermanos, su amante.
Nunca se había vuelto a sentir tan débil y desprotegida desde que se volvió vampiro, jamás en más de ciento cincuenta años, había vuelto a sentirse tan débil como aquel día que la devastó y fue convertida en algo más, algo diferente a quien conocía.
Cuando abrió sus ojos por primera vez, siendo recibida por una luz sofocante y una frialdad en sus huesos, fue como volver al pasado. Era esa niña asustada, sin conciencia de que pasaba. Estaba confundida, pero no lo suficiente como para ignorar que estaba en un círculo de personas vestidas de forma extraña que la miraban fijamente, con curiosidad y temor bailando en sus ojos.
Exhaló como si fuera la primera vez en su vida vampírica, pero la verdad es que no necesitaba hacerlo.
Estaba muerta, no necesitaba aire en sus pulmones, ni nada más que no fuera el elixir que la mantenía funcionando.
Sangre.
Para su público debió parecer confundida, porque uno de ellos, aunque temeroso, dio un paso en su dirección.
Sus ojos lo siguieron en cuanto lo notó.
El hombre levantó una mano, como queriendo apaciguar la furia de una bestia.
No estaba muy lejos de la realidad. Era un animal observando a su presa, lista para atacar y alimentarse de su cuerpo que se desvanecería en sus labios, para después descomponerse en el olvido.
-Mi nombre es Obi-Wan -dijo con voz baja y controlada, era una voz atractiva en un hombre; varonil-. No debes temer, no te haremos daño.
Alguien se movió por el rabillo del ojo, pero lo ignoró mientras observaba al hombre.
Obi-Wan era apuesto, con cabello pelirrojo como una manzana y ojos azules y atractivos, traía lo que parecía una túnica clara y botas marrones, en su cinturón llevaba un artefacto extraño que decidió que no debía ignorar. Parecía fuerte y normalmente, eso significaba peligro.
-¿Dónde estoy? -a pesar de que llevaba mucho tiempo sin hablar, y mucho más tiempo sin alimentarse, su naturaleza vampírica le impidió sonar débil. Su voz se oía aterciopelada, sedosa al oído humano.
Un depredador siempre intentaría seducir a su presa.
Pareció funcionar, porque los hombros ajenos parecieron relajarse y el tal Obi-Wan le regaló una sonrisa. Fue pequeña, pero suficiente para saber que lo tenía controlado.
-Estás en el planeta Coruscant, te hemos invocado aquí con ayuda del Consejo Jedi.
Sus ojos se dilataron y sus brillantes ojos azules se clavaron en los suyos. Pareció sentirse incómodo por un momento, pero después respondió a su batalla con la misma intensidad y no parecía querer terminar con ella.
-Coruscant -delineó el nombre con lentitud y sus colmillos sobresalieron como dos dagas, por el rabillo del ojo más sombras parecieron removerse en su visión periférica, inalterables-. Dices que me invocaron, ¿no es así?
No esperó una respuesta para después apartar la mirada de él, dejándolo respirar con tranquilidad.
Había al menos una docena de personas, algunas más extrañas que otras.
No todos eran humanos, notó.
Una mujer alta, con piel rojiza y en donde debería estar su cabello, un par de extremidades puntiagudas, casi como cuernos, tintadas de rayas azules y blancas.
Ladeó la cabeza, observando con más curiosidad al resto de individuos. Había un hombre, o más bien un ser masculino que medía casi dos metros, con una espesa barba que lo habría hecho parecer humano si no fuera porque su cráneo era mucho más alargado que el resto de su rostro.
Al lado, había un rostro humano, de tes oscura y mirada tensa, recta. Sus ojos la estudiaban como si fuera un raro espécimen, y en cierta parte, no estaba equivocado. Era una especie diferente a la suya, pero mucho más fuerte de lo que jamás llegaría a creer.
Su piel era como el adamantium, indestructible y duro como nada que antes hubiera existido. Era una amenaza por donde la vieras, vestida como un cordero indefenso y pantalones de cuero sintético.
Un hombrecillo diminuto, con piel verde y un bastón acorde a su tamaño, aguardaba que terminara con su inspección, y cuando por fin se cansó de observar los rostros extraños, clavó su mirada en él.
Le pareció mirar como algunas sombras se disolvían detrás de los pilares, pero prefirió ignorar los corazones palpitantes que tan obviamente se ocultaban de ella. Les daría cierta seguridad de control, no quería asustarlos de sus tan evidentes habilidades sobrenaturales.
-Deber confundida estar.
Lo observó con curiosidad, temiendo que al parpadear el hombre se disolviera en un sueño extraño. Parecía que el idioma no era su mayor fuerte, o tal vez simplemente era su forma de hablar. En cualquier caso, solo se preguntaba como no había enloquecido con la idea de estar en otro planeta, rodeada de extraterrestres y al mismo tiempo, tener el mismo idioma.
Había tantas preguntas, pero primero debía responder las que le parecían más importantes.
-¿Qué es lo que quieren conmigo? -preguntó, sin importarle su discurso en el que la intentaría hacer sentir mejor. Prefería ir al grano, sin vueltas ni confusiones- ¿Y por qué me han traído aquí?
Las personas a su alrededor se miraron entre sí, dándose cuenta que esta situación, por más extraña que pareciera, no le era desconocida.
Y era cierto, no era la primera vez que despertaba sin recordar que sucedió, o porque estaba en un sitio completamente diferente al que recordaba.
Después de todo, no por ello era la ex-esposa del híbrido original. Ser secuestrada no era algo ajeno a su vida.
-Te hemos traído aquí porque necesitamos tu ayuda.
-Ayuda -ronroneó seductoramente y sus colmillos sobresalieron de nuevo, pero esta vez siendo notorios para todos en la sala-. Muchos necesitan mi ayuda, ¿por qué debería escucharlos?
Algunos contuvieron la respiración, sin esperar su respuesta o porque tampoco habían notado sus incísivos diabólicos, anormales.
Su sonrisa y su mirada se volvió más afilada.
-Les dije que esto fue un error -el hombre de tez oscura entrecerró los ojos, claramente disgustado-. No cabe duda de que es una usuaria de la fuerza oscura.
-No nos precipitemos -se lanzó el hombre que le recordaba a una suculenta manzana, queriendo defenderla-. Ni siquiera podemos sentir la fuerza en ella.
-Mucha mayor razón para devolverla de donde vino -dijo duramente.
El hombre pareció querer discutir, pero el hombrecillo verde los cayó con un golpe de su bastón. Fue tal, que todos centraron su entera atención en él.
Así que él manda aquí.
-Indicada, ella ser. En la fuerza, creer -la miró con ojos curiosos, analizándola. Una extraña calma parecía rodearlo, algo que la relajó un poco, pero no lo suficiente como para bajar la guardia.
Le sonrió, mostrando sus colmillos.
-Traerte del pasado, hecho hemos.
Alzó una ceja. Parecía que entendía su predilección por no irse con rodeos, o tal vez era su forma de ser.
Me agrada, pensó.
Era una criaturita curiosa.
Al ver que nadie decía nada más, esperando su respuesta. Se limitó a estirarse mientras notaba porque es que tenía tanto frío.
Estaba desnuda.
Una de sus perfectas cejas se arqueó al notar como algunos de los presentes apartaban la mirada cuando sus pechos quedaron a la vista de todos, le agradó ver como su manzanita apartaba la mirada apenado y sus mejillas tomaban el mismo tono que su cabello.
Interesante.
-¿Y eso incluía traerme desnuda?
Los caballeros presentes tuvieron reacciones diferentes, algunos bajaron la mirada apenados y sonrojados, otros solo la miraron con calma y unos pocos parecieron divertidos por su elección de palabras. No parecía impresionada.
No es como si estuviera avergonzada de su desnudez. Había tenido muchos años para deshacerse de algo tan mundano, era un vampiro, no se dejaría llevar por algo tan humano.
-Temo que traerla del pasado, no involucraba traer nada más de su época.
Suspiró, un poco cansada de que nadie en esa sala la mirara a los ojos.
Se puso de pie, ignorando las exclamaciones de parte de algunos presentes. No pasó por alto el del tal Obi-Wan, quien levantó la mirada ante las exclamaciones y agrandó sus ojos como platos, sin apartar la mirada en ningún segundo.
Le guiñó un ojo, disfrutando la reacción colectiva.
El hombre que tan amablemente la había hecho quedar como una débil humana, se aclaró la garganta, ocasionando que nadie más en esa sala se atreviera a mirarla más de la cuenta.
Buen hombre.
Entre todos esos hombres, la única mujer presente parecía estar disfrutando del comportamiento insulso de sus compañeros, pero no por ello evitó que se acercara, quitándose su capa para cubrir su desnudez; adelantándose a cualquiera en esa sala.
Hizo un ademán de manos, quitándole importancia a la situación. Como si no hubiera estado desnuda ante centenares de amantes en un pasado.
Confundida, la humanoide femenina retrocedió.
Con un chasquido, hizo aparecer un nuevo conjunto que habitualmente usaba.
Pantalón de cuero, corsé ajustado con un gran escote que llevaba mangas ajustadas del mismo material y plumas de cuervo en las muñecas, botas largas de tacón de aguja, y una falda que se abría entre sus muslos, simulando ser una capa desde la altura de su cintura. Por supuesto, esto hizo retroceder a todos un paso, porque aunque no lo dijeran, era bastante obvio que las sombras que la rodeaban los tomó por sorpresa.
Se veía deslumbrante, como siempre. No por nada enamoró al Rey de los Híbridos, y no por nada era la Reina del Inframundo.
Sonrió, esta vez una sonrisa completa que mostraba el inicio de sus dientes y la hacía ver más diabólica, las exclamaciones de asombro no se hicieron esperar.
-¿Qué tal si hablamos de por qué me sacaron de mí Reino?
♤♤♤
Atte.
Nix Snow.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top