VI. The plan.

—¿Qué es esto, August?—Repitió, ondeando el papel como para enfatizar su pregunta.

Ahora todo tenía sentido: desde los gritos de desesperación del omega hasta el torrente de lágrimas que salían de sus ojos. Habría sido dolorosamente obvio de no ser por que, de alguna forma, nadie se había dado cuenta hasta ese momento.

Cuando se reencontraron, Gabriel le había contado cada detalle de su tormento a Daniel. Le había explicado cómo el clan Nightshade había usado su poder de ilusionismo contra él, usando las imágenes de sus padres como su tortura personal, obligándolo a manipular a otras personas, a llevarlas hacia la desesperación mientras el miraba sin poder hacer nada. Lo que más odiaba con todas sus fuerzas era que le dijeran que todo lo que hacían era "por el bien de los vampiros", que necesitaban "unificar" a los clanes, aunque en realidad, todo lo que el Conde Velmont deseaba era poder y control, mismo que conseguía a las malas; pero, si no lo conseguía, mataba a todo aquel que se negaba a dárselo. 

Y, ¿quién mejor que un vampiro omega recién convertido y a punto de morir para hacerlo? 

El rostro de Daniel se contorsionó en una expresión de amargura al pensar en ello. Incluso Gabriel era un vampiro poderoso, tan poderoso como para poder entrar en la mente de otras personas, de manipularas a su antojo. Tan ingenuo, pero también tan poderoso como para que uno de los más grandes clanes del pasado pusieran su ojo sobre él y lo utilizaran. No era como si se alegrase por ello, ni tenía envidia del destino que corrió, pero le parecía casi irónico.

Mientras él seguía siendo simplemente un beta marginado y sin poderes vampíricos que trataba de cambiar su posición social entre los clanes, el vampiro a quien él personalmente había convertido había despertado poderes únicos en su clase. Mientras él se pudrió en las sombras por años solo para llegar a ser un poco digno de ser llamado vampiro, Gabriel lograba ser uno perfectamente desde el inicio.

—Es lo que ves.—Respondió el alfa, regresándolo a la realidad.—Planeo hacer a Gabriel mi omega.—Sentenció, con una mirada llena de algo desconocido dirigiéndose hacia el rubio durmiente en los brazos de Daniel, descolocando al beta por completo.

—¿Y por qué lo llamas "plan de unificación"?—Cuestionó el beta, confundido.

—¿Qué no lo leíste ya?—Replicó, con un tono casi burlón, antes de cambiar abruptamente su expresión a una indescifrable, articulando las palabras lentamente, como esperando que el beta lo interrumpiera.—La mejor manera de lidiar con todo el desastre que hay entre los clanes después de la rebelión, es teniendo a alguien que sufrió a manos del clan Nightshade como pareja. Quiero entrenarlo para convertirlo en mi mano derecha y que los clanes se den cuenta de que yo no soy como mi padre. Quiero...

Sus palabras se desvanecieron ante la mirada estupefacta de Daniel.

Quiero hacerlo mío.

—Quiero darle un futuro.—Comentó. La siguiente oración no fue pronunciada, pero el beta las sintió asentarse amargamente en sus oídos: <<Algo que tú no puedes hacer>>.

El castaño permaneció completamente en silencio un par de largos minutos antes de levantar su mirada avellana para encontrarse con los orbes oscuros, iluminándose gradualmente con la escasa luz del amanecer, y algo en su pecho se removió bruscamente, llenándolo con un sentimiento que no se atrevía a admitir, ni en un millón de años.

Acarició suavemente los cabellos rizados del omega en su brazo, un remolino de emociones revolviendo su corazón, sin poder comprender cada uno exactamente. 

Y, en el fondo, no quería comprenderlo. No podría soportarlo. No quería ponerle nombre a nada de lo que estaba sintiendo, porque eso significaba admitirlo.

Solo que, Daniel era demasiado orgulloso para eso.

Suspiró, sin apartar sus ojos avellana del rubio: —No te atrevas a volver a usar esas palabras en frente suyo.—Advirtió con los dientes apretados.—Podrás tener buenas intenciones, o lo que sea, pero jamás se te ocurra usarlo de esa forma.

August parpadeó, entendiendo vagamente lo que su contrario quería decir, sin pronunciar una palabra.

—No mientras yo esté aquí.—Aseguró, más para el omega en sus brazos que para el vampiro frente a sí. Porque aunque no lo admitiría, sus acciones siempre iba guiadas hacia esos sentimientos. Quería proteger a Gabriel de volver a pasar por todo eso. Se lo había prometido.Incluso aunque el beta fuera el más inútil de los vampiros, incluso aunque no tuviera nada con lo que protegerlo.

Usaría su vida como moneda de cambio si fuese necesario.

—Yo tampoco sería capaz de lastimarlo.—Replicó el alfa, perdido entre pensamientos indescriptibles.—Sé que solo quieres protegerlo, y yo también. Pero tú... ¿de verdad podrías hacerlo solo?

La expresión del castaño se congeló.

No, no podía hacerlo solo. Pero quería intentarlo. Quería cuidar a la única persona que dependía de él. Necesitaba saber que era capaz.

Levantó la mirada, encontrándose con ese par de ojos, negros como la misma noche, irradiando determinación sin igual. Su corazón se saltó un par de latidos cuando escucho la voz grave del alfa pronunciar sus siguientes palabras:

—Hablo en serio, Daniel. Solo quiero lo mejor para Gabriel.—Prometió, llevando su mano hacia los rizos rubios, pero de alguna manera, sin saber por qué, terminó colocando su fría palma, con dedos delgados y largos, en la mejilla del beta.—Para ambos.—Susurró.

Mirándolo fijamente, como si de pronto todo alrededor hubiera perdido color, el alfa se sintió extremadamente diferente, como si algún extraño hubiera poseído su cuerpo, obligándolo a hacer cosas que nunca haría.

August no sabía lo que estaba sucediendo con él desde que esos dos llegaron a su vida. Él siempre tenía el control de todo. Siempre tenía un plan, una decisión tomada, una proyección a futuro. Sin embargo, desde que el par de vampiros llegó a su mansión, casi se le habían olvidado los planes, porque todo lo hacía por impulsos que jamás había sentido, porque solo podía pensar con claridad cuando ya no estaban cerca.

Y lo odiaba. Porque alguna voz en su cabeza no lo dejaba en paz, porque sabía que necesitaba control, control sobre sí mismo, y, por sobre todas las cosas, sobre la demás. Por esa misma razón había creado ese "plan": porque necesitaba saber que podía recuperar su control, antes de que eso tomara posesión de él.

Viéndolo perdido en sus pensamientos, Daniel simplemente apartó su rostro, dejando que la mano de su contrario se balanceara un poco antes de volver a su rígida posición pasada. Su mirada se dirigió a ningún lugar en particular, sosteniendo más fuerte al omega y abriendo la puerta para irse.

—Haz lo que quieras.—Dijo en una voz calmada, tratando de mantener su compostura, ignorando todas las sensaciones que se acumulaban en su pecho, haciendo como si no existieran.—Pero... no le hagas daño. Al menos... Explícale.—A pesar de que no dijo qué era lo que tenía que explicar, August lo entendió perfectamente, así que, tomando el dicho 'plan de unificación', asintió un par de veces.

—Lo haré.—Aceptó antes de ver a Daniel saliendo del lugar.

Lo haré, repitió para si mismo.


Aunque... No se refería a eso exactamente.


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