11| Te amo y no quiero perderte II
Capítulo 11: Te amo y no quiero perderte II.
Cuando me ve, su rostro pasa de la angustia a la alegría. Deja caer el rifle y corre hacia mí. Desmonto de Nieve para abrazarla y ella sumerge su rostro en mi cabello mientras solloza, me mira y besa mi sien volviendo a sollozar.
-Estoy bien mami, estoy bien -Le digo abrazándola con más fuerza.
Mi madre para de gimotear y levanta su rostro. La miro y veo que sus ojos están cristalizados y por un momento, veo pasar una chispa de furia en ellos. Levanta su mano y en un abrir y cerrar de ojos, esta se estampa con fuerza sobre mi mejilla derecha, resonando un fuerte "Clap" en todo el lugar.
La miro atónita por lo que acaba de hacer. Típico, te reencuentras con tu madre luego de estar perdida casi todo el día y esta te abraza para luego abofetearte, Típico.
- ¡Niña estúpida! -exclama furiosa-, ¡Cómo te atreves a hacernos pasar esta angustia, desapareciéndote casi por ocho horas! ¿Dónde estabas?
No respondo, sino que, volteo mi rostro hacia un lado mirando hacia el suelo. Mi madre suspira exasperada y dice:
-Ve a dejar a Nieve a su compartimiento, subes a tu habitación y no saldrás hasta que yo te diga ¿Vale? ¡Estás castigada!
Me encojo de hombros y halo de la rienda de la yegua en dirección a los establos.
-Mira en el lío que me has metido Nieve -mascullo malhumorada.
La yegua solo relincha y empieza a trotar como si estuviera feliz.
Blanqueo los ojos.
Yegua estúpida.
Le doy a nieve al chico pelirrojo y me dirijo hacia la casa con la mirada cabizbaja. Encuentro a la Nona sentada en la sala, con lo que parece un plato con un trozo de pastel.
¡Ah! Así que era eso lo que cocinaba antes de que me fuera.
- ¿Cómo te fue, cariño? -pregunta, haciéndome espacio para que me siente con ella.
Suspiro, pensando en narrarle absolutamente todo lo que sucedió, pero decido mejor callar.
- ¿Algo anda mal? -pregunta escudriñando mi rostro.
Niego con la cabeza.
-No, Nona. Solo me siento cansada.
- ¿A dónde te llevo Nieve?
Sonrío.
-Pues, al principio me dio un tour por todo el contorno de la granja -Ella asiente emocionada-. Luego, nos internamos en el bosque y cruzamos muchos senderos, atravesamos un arroyo y... -Un nudo se forma en mi garganta. No quiero decirle lo del accidente, ella me mira preocupada y yo finjo una sonrisa- y me tomé un momento para descansar.
El rostro de la Nona se relaja.
-Luego, Nieve estaba impaciente y monté de nuevo en ella y me llevo a un prado, muy alejado de aquí -digo, consciente de que estoy diciendo la verdad, agregándole partes inexistentes. En otras palabras, le estoy mintiendo y eso duele peor que golpearte el dedo meñique del pie.
- ¿Prado?
Asiento.
-Descríbelo, por favor. ¿Qué había ahí?
-Habían muchos caballos salvajes, Nona ese lugar fue increíble. Nieve se apartó de mí y corrió colándose entre los demás caballos. Por eso nos tardamos un poco... -La Nona no me deja terminar pues me interrumpe.
-Ese prado -Sus ojos se cristalizan.
- ¿Estás bien? -La alarma tiñe mi voz.
-Tranquila, cariño. Es solo que ese prado me trae muchos recuerdos de mi adolescencia.
Alzo una ceja.
-En ese prado encontré a la madre de Nieve. Pero no es solo por eso -responde sonriendo nostálgicamente-, cuando me sentía triste o debía tomar decisiones drásticas, siempre iba ahí. Ese lugar es relajante y silencioso, me ayudaba a pensar. Y escuchar que tú -sonríe, acariciando mi cabello- has encontrado el lugar, me recuerda mucho a esa época.
Sonrío sin saber que decir.
-Entiendo que hayas tardado mucho, esos viajes son muy agotadores.
- ¿Has vuelto a ir? -pregunto.
Ella niega con la cabeza y luego emite un suspiro muy nostálgico.
-Mi madre se ha enfadado -Cambio de tema.
- ¿Por el viaje?
Asiento.
-No te preocupes, hablaré con ella -Me guiña un ojo, y no puedo evitar reír.
-Me ha prohibido salir de mi habitación y creo que también comer -Hago un puchero y mi estomago ruge.
- ¡Oh, por eso no te preocupes! -exclama- En tu habitación hay un plato con un trozo de pastel y... -Relamo mis labios al escuchar eso- algo de estofado que quedo del almuerzo.
- ¡Dios, Gracias! -Me paro de un salto y la abrazo- No sé qué haría sin ti Nona.
-No podrías vivir, claro está. -exclama- Anda, ve a tu habitación y come. Yo hablaré con tu madre.
Asiento efusivamente y me dirijo hacia las escaleras. Cuando piso el primer escalón, me detengo y doy media vuelta.
- ¿Nona?
- ¿Sí, mi vida?
- ¿Hay algún vecino con el apellido Sullivan en los alrededores?
La nona lleva sus dedos a su mentón y se queda pensativa.
- ¿Nona? -hablo al ver que no obtengo respuesta por su parte.
-Ehh -Sale del trance-. Creo que sí, hace poco compraron uno de los terrenos de al lado. Nadie conoce al dueño pero los trabajadores están más que contentos con él, porque les regala todas las cosechas de sus diferentes actividades agropecuarias.
- ¿Y no se sabe el nombre? -pregunto frunciendo el ceño.
-Creo que se llama William.
¡William! ¿Sera algún familiar de él?
-Y dices que nadie lo ha visto...
-Así corren los rumores -Se da la vuelta y me mira fijamente-. ¿Por qué Alexandra?
Me encojo de hombros. -Escuché a unos mozos hablar de ello y me dio curiosidad.
-Okey.
No dice nada más y yo me apresuro a subir a mi habitación. Abro la puerta y tal como lo dijo la Nona, en la mesita de noche se encuentran dos platos a rebosar de comida.
¡Te quiero tanto, abuela!
Tomo asiento en la cama y empiezo a comer, relamiéndome los labios de probar tanta exquisitez. Cuando termino, hago a un lado los platos y me acuesto, pensando en todas las cosas que viví hoy.
- ¡Hey, Kiara! ¡Kiara! ¿Kiara?
- ¿Qué -bostezo- quieres?
-Solo quería asegurarme de que estuvieras bien -Se encoge de hombros.
Me incorporo hasta quedar sentada y parpadeo hasta que mi vista se aclara y puedo ver quién es. Abro mi boca para gritar pero su mano rápidamente es puesta sobre ella.
- ¡¿Qué rayos haces aquí?! -balbuceo contra su mano.
-Ya te lo he dicho -susurra.
Achino mis ojos y furiosa le muerdo la mano para que me suelte. Este emite un quejido a la vez que suelta un par de maldiciones mirando su mano, levanta su vista y puedo ver la furia destellando en sus ojos; no puedo evitar reír por la mueca que tiene su rostro, él me observa receloso pero al final su enojo se va aplacando poco a poco.
-Gracias -Suelto de súbito, acariciando el borde de la cama.
- ¿Gracias? ¿Por qué?
-Por ayudarme a encontrar a Nieve.
-Ah, eso. No es nada
Un incómodo silencio se hace presente. Hasta que decido romperlo soltando lo primero que se me viene a la mente.
-Eres raro.
Terrence parpadea sorprendido. - ¿Perdón?
-Eres raro -Vuelvo a repetir y quiero darme un zape segundos después de haberlo dicho.
Empieza a reír mientras niega con su cabeza. -Si lo sé, no soy normal.
-Por favor -Bufo mientras blanqueo los ojos-. Dime algo que no sepa.
-Tu madre está por abrir la puerta de tu habitación. Así que será mejor que despiertes -dice.
¡Qué! ¿Despertar?
- ¡Qué! -exclamo.
-Ya no hay tiempo que perder -responde-, la otra vez no pude decirte lo que pasó en el parque, ni del porque no quiero amigos humanos -Desvía su mirada-. Por lo que lee toda la literatura mítica que puedas encontrar, ahí lo descubrirás.
- ¿Descubrir?
-Ahí descubrirás lo que soy.
De repente, todo a mí alrededor se vuelve borroso y cuando abro los ojos veo a mi madre sentada en una orilla de la cama. Ella parece estar susurrándome algunas cosas pero no la escucho porque mi mente se encuentra asimilando que todo lo que me dijo Sullivan, solamente era un sueño.
Cierro nuevamente los ojos y me concentro en escuchar lo que mi madre dice:
-Perdóname Kiara -Acaricia mi pierna-, hoy actué demasiado dura contigo, pero debes entender -Solloza- que me preocupé al no verte por los alrededores.
»Ya sé que fue mi madre la que te incitó a cabalgar, pero me hubiera sentido más aliviada si también me hubieses dicho a mí. No sabes la angustia que pase, pensé... pensé que algo te había sucedido ahí en el bosque.
-Pues tus instintos no andaban tan mal -Pienso, recordando el accidente.
»Pero no puedo culparte -dice con una extraña añoranza en su voz-. Yo también salía a cabalgar cuando era joven. Disfrutaba el golpe del viento en mi rostro, ese ambiente donde te relajas y liberas todo el estrés... No quiero que pienses que soy un ogro por no dejarte salir a todos lados, pero es que... eres la única hija que tengo -Empieza a gemir y mis alertas se disparan- Ya perdí un hijo, y no quiero perderte a ti. ¿Escuchaste? Te amo y no quiero perderte... -Su voz se corta y es porque ella empieza a llorar.
-Has estado muy cerca de perderme muchas veces, mamá -musito en mi interior-. Pero seguiré luchando por no dejarte sola.
Me incorporo y acaricio su espalda.
-Mamá, sé que te lo he dicho muchas veces pero quiero que sepas que... nunca me perderás.
Ella se abalanza hacia mí y llora en mi hombro.
No me perderás Shailene.
No me perderás...
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