05| Discusiones.

Maratón 1/3

Capítulo 5: Discusiones.


—Y bien…—Arranco puños de césped como una forma para evitar el nerviosismo.

Jazmín roza levemente mi brazo: — ¿Por qué tienes esas heridas?

Guardo silencio por unos segundos pensando en qué darle como respuesta, y al final suelto lo más creíble: —Me caí.

Excelente Kiara. Apláudete a ti misma por poner esa excusa tan estúpida.

— ¿Y esa es la causa de tu herida? —pregunta escéptica.

Me encojo de hombros y respondo: —Tenía en mis manos un vaso de cristal, por algún motivo... no sé, de seguro había algo derramado en el piso y...—Alza una ceja y cruza sus brazos, finjo que no la he visto y continúo: —resbalé y caí al suelo, el vaso se hizo añicos y algunas esquirlas quisieron explorar mi piel —finalizo esbozando una sonrisa.

—Sabes que no te creo nada ¿Verdad? —deja a entrever enfadada.

No si, pero era lo más creíble.

Me levanto del suelo y aliso mis jeans, acomodo mi cabello y la miro con desdén.

—Mira Jazmín, sinceramente es muy tu problema si no me crees. Desde que te has juntado con Hardin, parece que tu mundo solamente gira alrededor de él.

» Me has ignorado todos estos días, me suceden cosas y tú ni siquiera te das cuenta. ¿Sabías que estuve a punto de morir de hipotermia? No, claro que no. Seguramente no lo sabías porque estabas con “Hardin”. Odio que me dejes ignorada por un chico el cual apenas conoces, ayer estuve a punto de morir pero pareciera que a ti no te importa esto —hablo tan rápido que me quedo sin aire y siento mis ojos escocer debido a las lágrimas que amenazan con salir.

Jazz me mira con una pizca de tristeza y culpabilidad, doy un fuerte suspiro y continúo hablando: —Ahora ni siquiera te habías dado cuenta que había venido tarde, de seguro ni me extrañaste —río con falsedad—. Tuve un enfrentamiento con el raro de Terrence Sullivan ¿Sabes lo incómodo que se siente estar a la par de un chico que no te dirige la palabra? ¿Sabes que se siente horrible, que éste te mire fijamente como si fueras alguna especie de alíen? No, de seguro no lo sabes. Porque claro, Hardin te ve con ojos ensoñadores —Blanqueo los ojos—. Tuve un mal día ayer y hoy en la mañana también —gimoteo—, no sabes lo que se siente querer ver y hablar con tu mejor amiga y ver que ésta te ignora y sobre todo ¡Ver, que un maldito chico estúpido está sentado a la par de ella! —No puedo suprimir las lágrimas y comienzo a llorar, sus ojos se cristalizan y hace ademán de querer acercarse—. Pero lo que más me duele es que hayas saltado en su defensa y no en la mía…

No espero su respuesta y echo a correr. Y mientras lo hago, pienso que, en definitiva este es un mal día.

—No debiste haber venido, Kiara —reprocha mi consciencia y yo le doy la razón.

No guardo los libros que había sacado para recibir clases. No, no pienso volver al puñetero casillero para guardarlos. Sigo corriendo hasta llegar al aparcamiento y veo aquel lugar sumamente solitario. Resoplo y me limito a caminar para salir de aquí. No veo ninguna alma en el transcurso de mi camino, por lo cual me es más fácil salir, sin ojos inquisidores.

No quiero llegar a casa aún, porque sé que mi madre ya ha de estar ahí y me preguntará el motivo del por qué llego demasiado temprano. Me desvío del camino y me dirijo hacia el parque. Ya puesta ahí, camino hasta encontrar un árbol frondoso en el cual pueda sentarme y observar a las personas. Me descuelgo la mochila, saco
mi celular, me coloco los auriculares y cierro los ojos dejándome llevar por la música sonando en mis oídos.

🌹🌹🌹

El sonido de un mensaje en whatsapp me despierta, aún sigo recostada en el árbol y solamente con un audífono en mi oído.

Suspiro.

Desbloqueo mi celular y veo que el mensaje es de Jazmín. Blanqueo los ojos y archivo el imbox. Sinceramente no quiero hablar con ella.  

Observo la hora en el celular, y éste marca las doce del mediodía, ¡Por Dios! ¿Tanto he dormido?

Me desperezo y me levanto para caminar un poco y así poder despertarme del todo. Comienzo a caminar y luego sin saber cómo, empiezo a trotar. ¡Diablos! Extrañaba trotar.  Siento como la brisa acaricia mi rostro, cierro los ojos y en el momento en el que los cierro, colisiono contra alguien.

Esto de impactar contra objetos y personas, como que ya se me hizo costumbre.

Aturdida abro los ojos y me encuentro con lo que choqué. Creí que era un árbol o un poste, pero no, para mi mala suerte he colisionado contra Terrence Sullivan.

—Lo siento —mascullo entre dientes.

Él baja la mirada y esboza una sonrisa.

— ¿Qué haces aquí?—Ignora mis disculpas— ¿No deberías estar en clase?

Me remuevo incómoda sin saber que responderle. Su mirada se detiene en mi brazo vendado y por inercia me lo cubro con la mano derecha, él alza una ceja y cuando quito mi mano veo que está manchada de sangre.

— ¡Ay no! ¡Otra vez no!—exclamo con cansancio.

Terrence parece enfermo, su mirada cambia drásticamente y parece que lucha contra algo dentro de su boca.

— ¿Qué te pasó? —habla cubriendo sus labios.

—Me herí.

—Déjame ver —trata de agarrar mi brazo pero logro evadirlo— ¿Por qué no me dejas? —Me reprocha.

—No es necesario —respondo tajante.

—Claro que sí. Si no lo tratas ahora podrá infectarse.

Levanto la vista y veo su rostro con el temor invadiendo mis venas. Sus ojos despiden un leve tono azulado y por fin parecen haber adquirido una tonalidad en concreto. Pero a su vez, transmiten una advertencia de peligro, lo cual hace que mis vellos se ericen. Su rostro está más pálido de lo normal y su mano sigue cubriendo sus labios.

Su cuerpo está tenso, como si estuviera a punto de salir corriendo con el más mínimo ruido. No parece el chico malhumorado de hoy en la mañana. Parece frágil y ansioso.

— ¿No deberías estar en clase? —Trato de cambiar el tema.

— ¿No deberías estarlo tú?

—No hagas eso —Cierro mis ojos sonriendo.

— ¿Hacer qué?

—Responder a una pregunta con otra pregunta.

Terrence  aún con su mano sobre la boca, alza sus comisuras y puedo percibir que está sonriendo.

— ¿Y bien?—insisto, pues tengo la leve sospecha de que Sullivan me ha estado siguiendo.

—Hago lo mismo que tú —sonríe—: Novillos.

Una sonrisa se extiende por mi rostro y creo que es la primera después de lo sucedido con Jazmín.

Jazmín…

—No hago novillos —refunfuño en un intento de ocultar la sonrisa que quiere extenderse por mi rostro.

Alza una de sus perfectas cejas y cuestiona escéptico: — ¿Entonces porque estás aquí?

Dirijo mi mirada hacia mi brazo y me encojo de hombros.

— ¿Y tú?

—Simplemente no quería entrar a clases —contesta.

Me río pues no le creo absolutamente nada. Pero sé que si le contradigo, es posible y vuelva a ser el malhumorado Sullivan y no estoy de humor para poder soportar otra discusión de nuevo.

Me siento en el césped y Terrence hace lo mismo. Observa mi rostro, quizás tratando de descifrar lo que pasa por mi cabeza y sonríe. Ha dejado de tapar sus labios, y ahora puedo observarlos. Son rosados, carnosos y deseables. Tanto que me dan deseos de posar los míos sobre los suyos para poder saborearlos…

—Tierra llamando a Kiara —Una mano se mueve en frente de mis ojos y parpadeo. Al regresar nuevamente a la realidad, me sonrojo al darme cuenta las cosas que estaba pensando.

— ¿Estás bien? —pregunta al ver que estoy más roja que un tomate.

—Mmm s-sí —tartamudeo.

Terrence suelta una carcajada y yo aún no me atrevo a mirarle. De pronto, siento una mano que acaricia mi barbilla y yo me sobresalto. Levanto mi rostro y lo observo, pareciera como si tuviera la mirada perdida en mí. Suelto una risa por mis desbaratados pensamientos y me remuevo incómoda logrando que aparte su mano de un tirón.

Me levanto, dispuesta a irme a mi casa pues no quiero estar cerca de Sullivan. No después de lo que acaba de suceder.

Un momento un tanto extraño e incómodo.

—Adiós Sullivan —Me despido haciendo un ademán con mi mano.

Terry me mira con una angustia palpable en sus ojos y súbitamente, me agarra bruscamente del brazo presionando la herida que empieza a sangrar.

—No te vayas Liz.

¿Liz? ¿Quién rayos es Liz?

—Terry,  suéltame —digo jadeando—. Estás lastimando mi herida.

Terry parpadea y afloja su agarre poco a poco. Me mira asustado y de pronto siento que algo gotea en mi mano, miro hacia abajo y veo que la sangre de mi brazo es abundante. La mirada asustada de Terrence cambia drásticamente a una mirada de deseo. Me mira fijamente y sus ojos vuelven a ser de aquel azul intenso que provoca que me maree, sus manos cambian y su boca se ensancha en una sonrisa siniestra. Se relame los labios y se lanza hacia mí haciendo que caiga al suelo y él quede encima de mí.

No me puedo mover, el miedo ha invadido mi cerebro. ¿Qué le pasa a Sullivan? ¿Por qué está actuando de esta manera?

Terrence posa su boca sobre mi herida y lame. Me estremezco del dolor.

— ¡Terrence, quítate! —Le grito.

Él parece no escucharme y se dirige hacia mi cuello lamiendo mientras siento como algo picudo quiere traspasarme la piel, algo así como una aguja queriendo pincharme.

— ¡Terry! —chillo al borde de la histeria.

Él se sobresalta y levanta su cabeza desorientado. Las comisuras de sus labios están llenas de mi sangre, su cabello está alborotado y su respiración está agitada. Posa su mirada en mí, y todo su rostro cambia.

— ¡Oh Dios! —susurra asustado— ¿Qué he hecho?







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