03| El rescate del libro perdido.

Capítulo 3: El rescate del libro perdido.




Han pasado más de dos semanas del suceso en el cual Terry me llevó a la enfermería. Eso sí, luego de que me trajera a casa no ha vuelto a hablarme desde ese día; a veces se verlo en el pasillo, o en el aula de Español donde desgraciadamente se convirtió en mi compañero de asiento puesto que el chico "cabeza hueca" cuyo nombre es Hardin se adueñó de mi asiento a la par de Jazmín y no me quedó más de otra que sentarme con el chico que me salvó la vida.

No intercambiamos palabras en clase, ni en los pasillos, ni en el almuerzo. Ni tampoco cuando nos encontramos en el parque corriendo, desde ese día se ha limitado a mirarme de manera recelosa tal cual, me da la sensación de que soy vigilada por un felino.

Su hermana, el chico de ojos cafés —Que al parecer no comparte grado de consanguinidad con Terry— y él, no son muy sociables que digamos. La capitana del equipo de porristas se armó de valor un día y se dirigió hacia la pequeña y frágil Ashley, la hermana de Terrence, a preguntarle si quería formar parte del equipo y Ashley le respondió que no, aunque se le ha visto muchas veces viendo las practicas que realizan y puede notarse cierta nostalgia en sus ojos.

A Christopher, el novio de Ashley, le visitó uno de los jugadores de soccer, invitándole también a que formara parte del equipo, pero como se imaginarán también lo rechazó. Terrence, bueno él parece alejar a todos con la seriedad que desborda, por lo que nadie se le ha acercado a ofrecerle algo, aunque claro, la población femenina de todo el segundo año siempre que tienen la oportunidad de verle cuchichean acerca de su apariencia física.

Sí bueno, ellos son la diferencia en este instituto.

No he terminado de leer mi libro "Firelight" Pues el día que me enfermé lo perdí. Creo que Terrence olvidó echarlo en mi bolsón pues ya no lo encontré, lo que me meterá en graves problemas con la biblioteca si no lo llego a encontrar.

Jazmín ni siquiera se enteró de que yo tenía hipotermia ese día, ya que, se encontraba tan enfrascada conversando con Hardin que lo que a mí me pasara no le importó.

El timbre resuena por todos los pasillos del instituto y yo me levanto de mi asiento y salgo disparada del aula de historia. No espero a Jazmín, ya que ella viene con Hardin y no quiero ser mal tercio ahí.

Desde ese día que enfermé no he vuelto a olvidar el suéter, ya que no quiero pasar por eso otra vez. Me dirijo hacia mi casillero para guardar algunos libros y veo una suave cosita azul dentro de una bolsa, la abro y veo que es la sudadera que Terry me prestó aquel día. La vuelvo a meter al casillero ya que tengo que devolvérsela... pero será un día que no ande de mal humor.

Me suelto el cabello y me lo hago a un lado, camino apresuradamente pues se vislumbra algunas nubes que anuncian tormenta y no quiero mojarme en el trayecto a casa. Voy casi corriendo cuando choco con alguien provocando que bote un libro que el sujeto llevaba.

—Lo siento —mascullo agachándome para levantar el libro y dárselo a su dueño, pero es la portada del libro que me impide levantarme.

Levanto la mirada y veo a un Terrence sonriéndome con algo de malicia.

— ¡Tú! —siseo con rabia— ¡Qué haces con MI libro!

¡Casi me da un infarto! De tan preocupada que estaba por el.

—Pues creí que era de la biblioteca —responde parpadeando sorprendido.

—Sí, pero estaba bajo mi responsabilidad —mascullo levantándome y apresando el libro entre mis brazos.

El blanquea los ojos.

— ¿Sabes que iba a devolvértelo, no?

—Pues no sé, no soy adivina, señor bipolar —Empiezo a caminar rápido para alejarme lo suficiente de él.

—Deberías de leer otras cosas —Camina a mi par tranquilamente—, eso de dragones y mitología no hacen más que enfermarte la cabeza.

Me sorprendo un poco por dos razones:

Número uno, creí que lo había dejado bastante lejos.

Y número dos, esta es la primera vez que entablamos una conversación así de larga.

—Pues no es de tu incumbencia si me enfermo la cabeza o no con la literatura.

—Te crea falsas expectativas, eso de dragones mitad humanos es algo irrelevante ¿Qué sigue? ¿Osos mitad humano también?

—A ellos se les llama cambia forma —digo defendiendo mis libros.

Parece que la respuesta que le he dado le afecta pues se para de súbito y me mira nuevamente como lo ha hecho estos días anteriores: me mira de esa forma recelosa que hace que mis vellos se ericen y los escalofríos recorran mi cuerpo. Un aura peligrosa parece emanar del cuerpo de Terrence, su rostro cambia, puedo verlo en sus ojos la forma en que me mira, como si yo fuera un peligro para él y está listo para deshacerse de mí.

— ¿Cómo sabes tú de los cambia formas? —pregunta acercándose sigilosamente hacia mí y aprisionándome contra la pared.

—Pues he leído de ellos en los libros —Trato de mantener mi voz seria.

— ¿Qué mas sabes de ellos? —La furia invade su voz— ¿Qué más sabes de mitos?

Lo miro y en su rostro pasan mil emociones, desde la furia hasta el nerviosismo. Sé que algo oculta, su reacción me dice que el esconde algo que no quiere que nadie sepa y yo... como la curiosa que soy, pienso en tratar de descubrirlo.  

—Pues sé muchas cosas —miento—, y no sé porque te interesa tanto o sea ¿Es ficción? ¿No?—Le reto alzando una ceja.

El parece obviar lo que he dicho pues me topa más contra la pared y acerca su boca a mi oído susurrándome:

—Aleja tu mente de esas cosas Kiara, son caminos, secretos y mentiras que no querrás descubrir.

—Tus amenazas no me dan miedo —Le siseo apartándolo de un manotazo.

—No son amenazas —replica apoyándose en la pared—. Solo quiero que no enfermes tu mente con esas tonterías. Porque eso ¡No existe!

— ¿Y por qué te empeñas tanto en que no lea esas cosas? ¿Qué tanto ocultas para que quieras que me aleje?

Su rostro cambia de la furia a la estupefacción.

—Y-Yo no oculto nada.

— ¿Ah no?—Le desafío alzando una ceja.

Su rostro se contorsiona y parece como si estuviese luchando con algo dentro de su boca.

— ¿Qué tienes?

Él sacude la cabeza y se tapa la boca con sus manos para luego dar la vuelta y alejarse corriendo ágilmente no sin antes escuchar un:

—Aléjate de esas cosas, Kiara.

Okey. Eso fue condenadamente extraño.

🌹🌹🌹

Cuando llego a mi casa, el sol brilla al máximo de su esplendor —al parecer el clima está un poco bipolar hoy—. Cambio mis vaqueros por unos short y mis zapatillas por unas vans. Cojo una mochila y deposito algunos libros; sobre mi cama yace "Firelight", me siento sobre el suave colchón y cojo el libro entre mis manos mientras las palabras de Terry resuenan en el interior de mi cabeza.

“Aleja tu mente de esas cosas Kiara, son caminos, secretos y mentiras que no querrás descubrir.”

Mi pregunta es: ¿Qué será lo que Terry no quiere que descubra?

Sacudo mi cabeza y deposito Firelight en mi mochila también. No permitiré que tonterías dichas por un chico que se aleja de todos calen en mi cerebro.

Agarro mi Mp3 junto con mis audífonos y salgo de casa. Cruzo de un salto la valla del jardín que separa mi casa del bosque y me adentro en sus extraños y misteriosos senderos.

Con la canción "Animals" De Maroon 5 de fondo, voy trotando por todo el bosque; antes salía a correr al parque, ya que siempre me ha gustado hacer un poco de ejercicio para mantener mi cuerpo en forma, pero desde que Terrence Sullivan apareció y sale a correr al parque también, mis ganas de hacer ejercicio disminuyeron y por eso mejor prefiero hacerlo en el bosque donde todo es paz y tranquilidad; claro que siempre me mantengo alejada de las zonas de donde probablemente vivan depredadores como pumas o algún que otro gato salvaje.

La canción termina y "Heroes" de Alesso invade mis oídos, salto alguna que otra rama caída y cada vez más me alejo de casa. No me preocupo, pues me conozco bien el camino. Subo una pequeña cuesta y llego a mi destino: El gran lago que se encuentra dentro de las profundidades de este misterioso bosque.

Sus aguas cristalinas brillan y algunos cisnes blancos nadan en el centro, seguido de las hermosas melodías que cantan los pájaros que se encuentran alrededor. Sonrío, porque este lago trae buenos recuerdos de mi infancia a mi memoria. Aquí fue donde por primera vez di mis primeros pasos, según cuenta mi madre, donde mi hermano me enseñó a nadar, donde mi padre y mi madre solían hacer picnics los días soleados como este en las orillas del lago, y ambos se mostraban un amor infinito. Un amor que yo creía nunca iba a acabar.

Escalo un árbol y me acomodo en una de las ramas, saco uno de los tantos libros que ando en mi mochila y me sorprendo cuando tengo entre mis manos "Firelight".

—Bueno el libro quiere que termine de leerlo —Pienso sonriendo.

Continúo leyendo por donde me había quedado semanas atrás y me sumerjo en el mundo de los drakis y humanos.

🌹🌹🌹

Fin.

Leo y releo la palabra fin, cierro el libro mientras miro el horizonte tratando de asimilar el final.

Un final un tanto peculiar y que me ha dejado con ganas de más.

Sonrío y guardo el libro en mi mochila; estoy impaciente por llegar a mi casa y continuar con la segunda entrega del libro: "Vanish". Al guardar mi libro reparo en una pequeña bolsa hermética donde se encuentran algunos sándwich que preparé para mi excursión. Sonrío y me dispongo a abrir la bolsa pues leer tanto ha provocado que mi estómago quiera comida, saco también una botella con jugo de fresa y me dispongo a comer.

Ya está atardeciendo, el sol tiñe de naranja todo a su alrededor, algunos patos que nadaban en el lago emprendieron vuelo y sobre el cielo forman una especie de V mientras se alejan graznando hacia el horizonte. Sigo comiendo mientras veo a las ardillas correteando de un lado a otro con algunas bellotas en sus bocas, a las mariposas escondiéndose entre las hojas y las abejas volviendo a sus colmenas.

Todo es tan hermoso y pacífico que da la sensación de estar en algún cuento de hadas.

Termino de comer, guardo el envoltorio dentro de la mochila y me la cuelgo al hombro. Bajo con cuidado del árbol y me dirijo hacia el lago para lavarme el rostro y las manos; mientras mojo mis manos veo mi reflejo en las aguas del lago, pero mi rostro es distorsionado cuando unas gotas de agua se hacen presente haciendo que el agua cree pequeñas ondas como si hubiese tirado una piedra.

La llovizna empieza a hacerse más fuerte y yo aún sigo agachada en el suelo. Sujeto bien las correas de mi mochila y empiezo a correr esperando que la lluvia no se vuelva más fuerte porque si no, no podré ver el camino a casa.

Sigo corriendo mientras la lluvia se convierte en una tormenta que impide que vea lo que tengo delante hasta el punto en el cual ya no sé ni por donde voy.

Y es ahí cuando me doy cuenta que estoy perdida.






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