💋Capítulo 9. No lo celes
—¿Tu exnovio? —La pregunta escapó de los labios de Viktor.
Dorian guardó silencio, concentrando su mirada en el dueño del Mustang anaranjado. Era un petulante presumido, celebrando su victoria al cargar a una chica con un brazo y levantar el dedo medio hacia el perdedor, burlándose con descaro.
Cuando el tipo cruzó su mirada con la de Dorian, soltó a la chica de inmediato y quedó desconcertado. En cuestión de segundos, su sorpresa se transformó en una sonrisa arrogante y pasó la mano por su desordenado cabello. A pesar de los intentos de la chica por abrazarlo de nuevo, él la apartó y, al girarse hacia donde estaba Dorian, ella hizo una mueca de desagrado. Dorian mencionó que solía ser su mejor amiga, y por la reacción de él al verla, quedaba claro que tenían una compleja historia juntos.
El patán del Mustang le dijo algo a la chica y se alejó de ella, abriéndose paso entre la multitud que celebraba la victoria para acercarse a Dorian. Aunque él lo vio aproximarse, no se movió de su posición, solo se mantuvo junto a su coche.
—Dorian —dijo en cuanto se detuvo cerca de él—. No pensé que volvería a verte por aquí.
—Y yo pensé que tú habías renunciado a esto —replicó con una expresión poco aproximable y un tono frío, similar al que utilizó con Viktor cuando se conocieron.
—Los viejos vicios vuelven —justificó y dio otro paso hacia Dorian—. Es difícil superar algo que deja una marca tan profunda en ti.
Viktor no pudo evitar soltar un bufido, atrayendo la mirada de ambos.
—Lo siento, pero eso suena ridículo —se burló, notando un atisbo de sonrisa en los labios de Dorian.
Por otro lado, el ex frunció el ceño y se acercó a Viktor. Eran casi de la misma altura y complexión, aunque quizás el patán era más fornido, pero su rostro... Su rostro solo parecía comparable con un saco de boxeo.
—¿Y tú quién diablos eres? —Lo encaró.
—Lo apropiado sería que tú te presentaras primero, ¿no te parece?
Frunció el entrecejo.
—Morgan Callister.
—Viktor Zalatoris —dijo en respuesta—. ¿Ves? No fue tan difícil.
Morgan lo miró con hostilidad y luego volvió su atención hacia Dorian, quien observaba la escena con diversión.
—¿Es tu amigo? —preguntó, señalando a Viktor con la cabeza.
—Digamos que sí.
—¿Y le permites que se entrometa en tus conversaciones?
Dorian se encogió de hombros y mostró una sonrisa burlona.
—¿Qué conversación? —inquirió mientras abría la puerta del coche, dispuesto a marcharse.
Morgan se apresuró a cerrarla antes de que Dorian pudiera subirse.
—¿Podemos hablar?
—Ya lo estamos haciendo.
Morgan miró a Viktor con el rabillo del ojo.
—A solas.
—No te preocupes por mí, Morgan. —Viktor pronunció su nombre con firmeza—. Solo soy un mero espectador. Lo que quieras decirle a Dorian no me incumbe.
—Claro que no te incumbe.
—Lo que quiero decir es que hables con libertad, chico listo.
Morgan apretó los dientes, parecía dispuesto a lanzarse hacia Viktor, listo para golpearlo con un puño que el vampiro esquivaría con facilidad y disfrutaría viendo cómo se retorcería de dolor al chocar contra el coche de Dorian. Sin embargo, su suerte no fue tan buena y su diversión asegurada se vio interrumpida por la voz de una chica.
—¡Morgan! —exclamó mientras se acercaba a él con pisadas firmes. Era llamativa: alta, con un vestimenta ceñida que realzaba su figura, una larga y rizada cabellera rubia rapada por la mitad y unos ojos castaños que no delataban lo que pasaba por su mente. Viktor siempre se consideró un admirador de la belleza en todas sus formas, y era innegable que aquella desconocida poseía un tipo de atractivo peculiar.
Morgan no le dirigió la mirada hasta que ella lo tomó del brazo y apretó con fuerza, llamando su atención.
—Te dije que me esperaras —dijo él con molestia.
—¿Crees que soy tu perro faldero? No voy a obedecerte, y menos cuando se trata de prevenir que cometas una estupidez. —Escudriñó a Dorian—. O te involucres con el pasado.
Dorian frunció el ceño, molesto por el comentario.
—Tú me citaste aquí —replicó—. Me aseguraste que estarías sola y solo por eso accedí a venir a este sitio.
La rubia se carcajeó por lo bajo y encogió los hombros.
—Hubo un cambio de planes —dijo con evidente condescendencia, sacando un papel arrugado del bolsillo de su ajustado pantalón y mostrándoselo a Dorian antes de arrojárselo—. Es por lo que viniste, ¿no?
Dorian atrapó el papel entre sus manos y extendió la hoja. Viktor alcanzó a leer algunas palabras, las letras de una canción, antes de que Dorian lo volviera a arrugar y confrontara a la rubia.
—¿Dónde está el resto del cuaderno?
—Oh, ¿querías todo? —Chasqueó la lengua—. Lo siento, Dorian, no sé qué pasó con él. Debe estar en algún rincón del departamento, o tal vez en la basura. Cosas que suceden, ¿no? Al menos salvé esto.
Dorian estaba luchando por contenerse frente a esa chica, y Viktor podía sentir su enfado pulsando en las venas como si fuera el suyo propio. Lo entendía; ella era insoportable, con sus sonrisas falsas y su actitud forzada, impregnada de cinismo.
—Oye, Dorian... —empezó Viktor, pero no pudo terminar antes de que el chico aventara el inservible papel al piso y abriera de nuevo la puerta de su coche.
—Está claro que fue una pésima idea venir aquí.
—¡Espera! —Morgan abrió los ojos de par en par, se soltó de la rubia y extendió la mano para hacerse de la muñeca de Dorian.
—Suéltame —masculló Dorian.
En un instante, Viktor apareció a su lado, empujando a Morgan para alejarlo. Sin embargo, él no reaccionó, más concentrado en que Dorian amenazaba con irse del lugar.
—Dorian, por favor —pidió—. Solo quédate y hablemos.
La chica hizo un mohín y volvió a jalar de Morgan.
—Déjalo ir. Ya sabes cómo se pone.
Dorian tensó su cuerpo ante las palabras de ella y se giró en su dirección, apretando los dientes.
—¿Te crees la indicada para hablar? —espetó—. Solo eres una hipócrita, Tara.
La humana, Tara, se apartó de Morgan y se acercó para confrontar a Dorian, sonriendo con una suficiencia enfermiza. Viktor pudo notar con claridad que disfrutaba atormentarlo, no sentía ni un ápice de vergüenza.
—¿Duele, verdad? —inquirió—. Créeme, esto no es nada. Aprende a afrontarlo, Dorian.
Viktor ya no estaba seguro de comprender qué estaba sucediendo entre los tres. Pensaba que el enojo solo era con Morgan, pero parecía que también involucraba a esa chica. Dorian, en cambio, contuvo su ira ante las provocaciones de Tara. No quería perder la compostura y, menos aún, darle la razón de que no había enfrentado su pasado compartido.
—Dorian, escúchame —intervino Morgan entonces, haciendo retroceder a Tara—. Sé que estás enfadado y...
—La subestimación del año —acotó, emitiendo una seca carcajada—. Ambos saben bien lo que hicieron.
—Nadie niega que estuvo mal —añadió Morgan—, pero si me dejaras explicarte, tal vez podríamos, no sé, ¿limar las asperezas?
—¿Limar las asperezas? ¡Deja de hablarme como si esto fuera una simple diferencia! —exclamó Dorian y los señaló—. ¡Me engañaste con mi mejor amiga!
Tara rodó los ojos.
—Por favor, Dorian, no adoptes el rol de la víctima. ¿O acaso olvidas lo que me contaste? —replicó ella, con tono provocativo.
Dorian se tensó.
—Te conté eso porque confiaba en ti, en mi mejor amiga. —Su voz llevaba un rastro de dolor, apenas perceptible, acompañado de un ligero titubeo.
—No vengas a hablar de amistad cuando tú me dejaste de lado.
—No te dejé de lado, tú te distanciaste —refutó y su mirada se desvió hacia Morgan—. Ahora entiendo por qué.
—Bien, es suficiente. —Morgan colocó una mano sobre el hombro de Tara—. No tiene caso que revivamos lo que ya sucedió.
Viktor lo contempló con incredulidad.
—Deberías haberlo pensado antes de provocarlo, fortachón —se burló.
Morgan lo ignoró, pero al cerrar uno de sus puños, Viktor percibió el daño infligido a su frágil orgullo. El vampiro tenía el leve presentimiento de que Dorian, más allá de estar dolido por la traición de su exnovio, sufría la traición de quien alguna vez consideró su mejor amiga, alguien a quien en verdad amó.
—Olvidemos esta incómoda conversación, ¿qué tal una carrera? —propuso Morgan—. Como en los viejos tiempos.
—¿De verdad crees que quiero revivir los viejos tiempos con alguno de ustedes dos? —cuestionó Dorian.
—Entonces hazlo por los premios. —Morgan señaló su Mustang, todavía encendido y estacionado a mitad de la carretera—. Si ganas, es tuyo.
Dorian bufó y sacudió la cabeza.
—No pensarás que voy a caer en esto otra vez, ¿verdad? —inquirió—. Y ni siquiera es por lo ilegal, sino porque ustedes están aquí.
Intrigado, Viktor se acercó al trío.
—¿Y si tú ganas la carrera? —preguntó, mirando a Morgan—. ¿Qué obtienes?
Él esbozó una sonrisa arrogante. Si ya era desagradable de por sí, su carácter prepotente lo llevaba a superarse a sí mismo.
—Hablar con Dorian. —Barrió a Viktor con la mirada—. A solas.
Viktor arqueó una ceja.
—¿No dijiste que dejáramos atrás esta incómoda conversación?
—Quizás solo quiero excluirte a ti.
El vampiro estaba a punto de ridiculizarlo, pero Dorian lo interrumpió cuando dio un paso adelante y asintió con la cabeza.
—De acuerdo, corramos —cedió—. Si yo gano, me quedo con el Mustang; y si tú ganas, escucharé todo lo que tengas que decir.
—Trato hecho.
Morgan volvió a sonreír, mostrando una seguridad excesiva en que su coche ganaría; de hecho, las probabilidades estaban más a su favor. No es que el automóvil de Dorian fuera malo, pero no parecía haber competido en mucho tiempo.
Tara resopló.
—No deberías perder tu tiempo en esto —sentenció, sin quitarle la vista de encima a Dorian.
Viktor también lo miró con los ojos bien abiertos, anonadado por la súbita decisión del chico.
—Pensé que querías marcharte, pero parece que acabas de hacer exactamente lo opuesto.
Dorian lo ignoró, con toda su atención puesta en Morgan.
—¡Que sea a través de la ruta Emery! —exclamó mientras el chico se dirigía a su coche.
—¡Como quieras!
Intercambiaron una última mirada antes de darse la espalda y subir cada uno a su automóvil.
—Dorian, ¿me estás escuchando? —insistió Viktor, deteniendo la puerta antes de que la cerrara—. Ambos sabemos que esto es un terrible error. No solo porque es ilegal, sino porque ese idiota...
—¿Quieres callarte? —pidió en voz baja—. Ya sé que es un error, pero ¿podrías solo confiar?
Viktor notó el serio semblante en el rostro de Dorian, que mostraba una confianza férrea en su decisión, mientras que Morgan parecía muy convencido de su triunfo. Sin embargo, el vampiro sabía que el humano frente a él no era estúpido; debía ser consciente de las escasas probabilidades de ganar y del estado de su coche en comparación con el de su ex. No sonaría tan seguro a menos que tuviera un plan en mente.
Viktor esbozó una sonrisa ladina.
—¿Cuándo he dicho que desconfío de ti?
Dorian le devolvió la sonrisa y con un gesto de cabeza señaló el asiento del pasajero.
—Sube.
—Pensé que las carreras eran en solitario.
—Ya te dije que confíes en mí.
Ambos coches se alinearon en la línea de salida. Frente a ellos, una chica sostenía una bandera a cuadros, mientras que a los costados se encontraba el público, bebiendo y sacando billetes para hacer apuestas apresuradas. Viktor pudo escuchar cómo la mayoría apostaba a favor de Morgan, mientras que unos pocos respaldaban causas perdidas y apostaban pequeñas cantidades a Dorian. Entre la multitud, solo una persona apostó casi todo por Dorian, afirmando que solía ser imparable cuando corría con frecuencia por aquí.
—¿Qué tanta experiencia tienes con la dichosa ruta Emery? —indagó Viktor, buscando una forma de inclinar las probabilidades a su favor.
—Es la más peligrosa de todas, atraviesa una parte muy concurrida de la ciudad —respondió con tono casual mientras ajustaba su asiento.
—¿Y aún así la escogiste?
Dorian volteó a verlo con una sonrisa confiada que apenas lograba ocultar su malicia. Viktor sintió cómo su corazón daba un vuelco en el pecho ante esa expresión, recordándole aquella noche cuando lo vio por primera vez en el escenario, tan seguro, tan vivo, tan malditamente atractivo.
«Hazte un favor y contrólate», pensó, volviendo su mirada al frente.
La chica con la bandera la levantó frente a ella y gritó:
—¡En sus marcas!
Los dos motores rugieron.
—¡¿Listos?!
Dorian y Morgan intercambiaron miradas de coche a coche. Tara y Viktor, ocupando el asiento del copiloto, también se observaron con desagrado.
La chica con la bandera la alzó sobre su cabeza y, tras unos tensos segundos, gritó con euforia:
—¡FUERA!
Cuando la bandera cayó, ambos coches ya habían salido disparados. Dorian pisó el acelerador con fuerza y cambió las velocidades con agilidad practicada. Viktor estaba pegado al asiento, riendo con júbilo por la velocidad y el hecho de que iban adelante por varios metros.
El Mustang luchaba por rebasarlos, y Viktor pudo ver en el retrovisor a un enfurecido Morgan, apretando los dientes con tanta fuerza que parecían a punto de romperse. Dorian iba a la cabeza; incluso sin práctica reciente y con un automóvil sin mantenimiento, lideraba la carrera.
—¿Estas son las ventajas de confiar ciegamente en ti? —preguntó Viktor.
Dorian dio una brusca vuelta que hizo que el coche derrapara, pero pronto lo enderezó y continuó corriendo.
—Esto aún no acaba. —La confianzuda sonrisa volvió a sus labios.
Viktor no pudo evitar sonreír también, sintiendo la adrenalina de Dorian bombear en sus propias venas. ¿Eso era lo que se sentía estar vivo? No es que un vampiro estuviera muerto per se, pero era diferente vivir sin el miedo a morir que vivir con miedo y ser un alma temeraria. Podría salvar a Dorian en caso de un accidente, pero no pudo evitar imaginárselo en el pasado corriendo por la misma ruta, ganando, con la adrenalina al máximo, sin miedo a nada ni nadie, aunque no tuviera nada asegurado; ni la victoria, ni el fracaso, ni siquiera su propia vida. Era fascinante.
El Mustang empezó a acercarse y Viktor divisó a lo lejos una concurrida calle de Core, dándose cuenta de que estaban entrando a la ciudad en lugar de salir de ella. Se volvió hacia Dorian, intrigado por saber qué haría. El motor rugió mientras él aceleraba cada vez más, pasando un semáforo y esquivando otros coches. Morgan los perseguía de cerca y no fue hasta que Dorian dio una brusca vuelta a la izquierda que lograron poner distancia.
—Y ahora viene la mejor parte —aseguró Dorian.
Viktor esperaba que Dorian acelerara más que en cualquier otro tramo del circuito, pero se sorprendió cuando, en lugar de pisar el acelerador, Dorian presionó el freno y estacionó el coche junto a una acera, apagando las luces y el motor.
—¿Qué...?
—Solo observa —acotó.
El estruendoso motor del Mustang se acercó a gran velocidad y pasó volando junto a su coche, haciendo que la carrocería se sacudiera. Viktor miró a Dorian con confusión, a punto de preguntar cuál era su plan, cuando una patrulla emergió de un callejón y comenzó a perseguir a Morgan.
—Más adelante está repleto de patrullas —explicó Dorian—. Saben sobre las carreras ilegales y están atentos a los coches que pasan corriendo por aquí.
Viktor se carcajeó.
—¿Así que lo enviaste a una persecución policial?
—Si es inteligente, se detendrá y aceptará la multa; si no, pasará una buena noche en la estación. —Dorian volvió a arrancar el motor y salió hacia la avenida principal—. Y yo viviré con la satisfacción de saberlo.
—Tu intención nunca fue ganar.
Dorian bufó.
—Claro que no. Ya no soy un mocoso estúpido amante de la adrenalina. Soy un adulto que no tiene dinero para pagar multas —bromeó y sacudió la cabeza—. Además, ¿para qué querría su porquería anaranjada?
Condujeron con serenidad por la ciudad, y Viktor no podía dejar de mirarlo cada pocos segundos. Dorian irradiaba felicidad, con una sonrisa indeleble en su rostro. El vampiro estaba absorto, observándolo con intensidad, reflexionando sobre la brillante ejecución de su plan. Nunca antes se había sentido tan atraído por alguien mientras hacía algo tan trivial como manejar un coche.
—¿Por qué no dejas de mirarme? —inquirió Dorian de pronto.
Viktor ni siquiera se molestó en apartar la mirada de él.
—Te ves bien al volante —confesó—. Y yo soy un ferviente admirador de la belleza.
Dorian frunció el ceño.
—¿Estás insinuando que me veo bello? —Soltó una carcajada—. No seas ridículo.
—Oh, no, jamás me atrevería —replicó Viktor—. Solo soy sincero... cuando me conviene.
—Por supuesto, no me sorprende viniendo de ti.
Quedaron en silencio y Viktor empezó a reflexionar sobre el encuentro entre Dorian, su ex y su ex mejor amiga. Sentía una fuerte curiosidad por desentrañar qué había causado aquel embrollo.
—Supongo que tu ruptura con Morgan fue por lo que ocurrió con Tara, ¿verdad?
Dorian apretó el volante, pero accedió a responder.
—Pensé que era obvio.
—Bueno, sí, lo es, pero francamente no se me ocurrió una forma más sutil de abordar el tema.
Dorian suspiró y redujo un poco la velocidad.
—Conocí a Tara hace casi dos años. Fue algo... fortuito. Elay, Roderick y yo estábamos en busca de un bajista para nuestra banda, y ella simplemente apareció, era ideal y muy talentosa. Hubo una conexión natural entre nosotros, una química que trascendía el romance o la simple afinidad; siempre estábamos juntos, y no tardó en convertirse en mi mejor amiga, incluso nos mudamos juntos —relató—. Después conocí a Morgan en las carreras ilegales cuando apenas estaba comenzando. Apostó una gran cantidad a mi favor, y así fue cómo hablamos por primera vez. Se ofreció a enseñarme todos los trucos de la competencia, me convertí en un experto y empezamos a salir poco después. Aunque teníamos nuestras diferencias, no era un mal novio y yo... Yo lo apreciaba.
—Hasta el engaño.
Asintió.
—Todo se vino abajo cuando descubrí que Morgan me engañaba con Tara, y el resto son detalles de lo que no quiero hablar. —Suspiró—. En resumen, rompí con Morgan y saqué a Tara de mi vida. Lo esperado en una situación así.
—Suena horrendo —dijo Viktor—. En realidad, estoy siendo demasiado amable; suena a que ambos son unos desgraciados de mierda.
Dorian dejó escapar una risa desalmada.
—Supongo que entre vampiros no debe ser tan dramático. No pierden años de sus vidas con personas que no valen la pena.
—Uno podría pensar eso, pero te aseguro que el amor tiene un gran significado para los vampiros. —Se giró hacia Dorian, solo para encontrarse con que él también lo estaba observando—. Es todo para nosotros.
Dorian sostuvo su mirada, pero no profundizó más. Se limitó a asentir y sumirse en el silencio, volviendo su atención a la calle. Cuando llegaron al apartamento, antes de salir del coche, Dorian tomó por sorpresa a Viktor con un agradecimiento.
—Gracias por acompañarme.
—Yo debería agradecerte por mostrarme algo tan fascinante —replicó sin dudarlo.
Dorian solo arqueó una ceja con una sonrisa burlona.
—Si tú lo dices. —Bajó del automóvil y se adelantó por su cuenta hacia el apartamento después de que Viktor le diera la excusa de que necesitaba hacer una llamada.
No hubo ninguna llamada; solo quería un momento para sí mismo. Las últimas horas habían sido un torbellino de emociones. Comenzó con una pesadilla que lo dejó en vilo, experimentó una intensa oleada de diversas emociones y terminó sintiendo una atracción desmedida por Dorian.
Pasó una mano por su rostro, sonriendo al pensar en ello, pero su alegría se vio interrumpida por una punzada de dolor en sus colmillos. Permitió que la sangre brotara, observando cómo formaba un XXIV en su mano.
Le restaban veinticuatro días para conquistar a Dorian, y estaba más decidido que nunca a lograrlo.
Viktor cae más rendido con cada capítulo 😏
Mi intención era hacer unos aesthetic boards de los personajes para mostrarlos por aquí en estos siguientes capítulos, pero como siempre el tiempo no está de mi lado, así que en su lugar les dejo este dibujo en proceso de Viktor y Dorian 👀
¡Muchísimas gracias por leer! 💋
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