El Duelo (Capítulo 11)



 EL DUELO ( CAPÍTULO 11)



Leo se despertó y se levantó sin hacer mucho ruido, miró por última vez a Jessica y bajó por las escaleras allí estaba Mike en la barra con un vaso de leche.


-Imaginé lo que harías

- No quiero que nadie más sufra. Yo me ocuparé

- Tu solo contra los Tenaglia ¡estás más loco de lo que creía!

-¿Dónde está la casa donde esconden a tú mujer?- preguntó Leo y Mike le explicó exactamente donde tenía que ir y que tuviese cuidado con un pistolero llamado Bob Mackintosh era extremadamente rápido con el gatillo y siempre disparaba al corazón, subió arriba a la habitación otra vez sin hacer ruido y volvió a bajar.

-¡Gracias!- en cuestión de segundos se bebió la sustancia blanquecina y se marchó.



Ando durante 15 minutos y se quedó mirando una gran mansión en el centro del pueblo era lo que antiguamente fue la comisaria del sheriff ahora base general de los mafiosos, se fijó que estaba totalmente remodelado, estaba custodiado por dos hombres que llevaban armas en sus manos uno de ellos era el Sheriff que lo reconoció intentó disparle pero Leo fue más rápido y lo hizo antes hiriéndolos a los dos en las piernas.



El estruendo alertó a la gente que estaba dentro de la mansión y empezaron a salir hombres armados que le rodearon habían unos 15, mientras los dos hombres no paraban de decir tacos entonces apareció un hombre de aspecto grueso, de poco pelo, ojos marrones, vestía con traje de color gris con un pañuelo rojo en el bolsillo de su chaqueta. Le acompañaba otro hombre alto, delgado, ojos verdes tirando azules, pelo castaño vestía también como su jefe pero su ropa era azul oscura.



Leo se dio cuenta que el hombre de aspecto más grueso era el jefe y quien le acompañaba era ese tal Bob del que le habían hablado.


-¿Así que tú eres ese sujeto que hirió a los hombres del señor Tenaglia?

- Si así es.

- Señor me gustaría darle una lección.



El jefe mafioso lo miró aceptó asintiendo. Los dos se batirían en un duelo, llegaron a un pacto si Leo ganaba entregarían a la mujer de Mike y se marcharían de allí. Los 15 hombres empezaron a reírse ya que estaban seguros que su hombre ganaría.



Los primeros rayos de sol aparecían por las montañas los dos tiraron una moneda para elegir lado salió cara cosa que Bob se alegró, poco después eligió la derecha mientras Leo hacía lo mismo con la izquierda. Los dos tomaron posiciones mientras se miraban a la cara, era un duelo al más puro oeste, por primera vez había gente en el pueblo que había salido de sus casas en el pequeño pueblo y estaban observándolo todo con atención.



Leo había oído hablar de un tirador que había en el ejercito que era totalmente excepcional que se convirtió en asesino a sueldo, los dos se miraban a los ojos y los segundos parecían horas, al joven le caía una pequeña gota de sudor estaba realmente nervioso no sabía si lo que tenía pensado haría efecto lo estaba dejando todo a la suerte.



En ese momento dieron la señal de disparar, Bob disparó antes. Leo recibió el impacto de bala y le impulsó un poco hacía atrás pero siguió de pie ante la sorpresa de su rival, y acto seguido disparó en la mano donde Bob sujetaba la pistola y le dio hiriéndolo impulsando su arma unos metros.



Leo se levantó una camisa y enseñó que llevaba un chaleco antibalas. Él lo había dejado todo a la fortuna ya que Mike le contó que normalmente siempre disparaba al corazón así que se lo puso esperando que siguiera con su tradición, si hubiera cambiado y hubiese disparado en la cabeza habría muerto.



Tenaglia enfurecido ordenó a sus hombres que dispararan sobre el chico, cientos de balas salieron de las armas de los 15 hombres pero cuando estaba a punto de atravesar el cuerpo del ex agente de la CIA se pararon en el aire.



Jessica estaba delante de Leo con sus brazos levantados, enfadada se dirigió al chico.



-¿Se puede saber que intentabas?

- ¡Jessica!

- Te dije que te ayudaría a salvar a la mujer.

- ¡Ves a por ella! Yo me encargo de estos.



Los hombres asustados empezaron a correr, Tenaglia se metió dentro de la casa con una pistola dispuesto acabar con Leo. El subió a la habitación donde estaba la mujer de mujer de Mike pero no se encontraba allí , entonces notó que tenía alguien detrás.



-¡No te la llevarás! ¡es mía! ¡yo consigo todo lo que quiero!- gritó enfurecido

-¡Es una persona no quiere estar con usted!

- ¡Despídete de la vida!



En ese mismo instante alguien disparó sobre el jefe mafioso por la espalda, era Rebecah la mujer de Mike que siguió apretando el gatillo hasta cinco veces más aunque Tenaglia ya estaba muerto. Leo la abrazó y la tranquilizó, finalmente salieron de la casa pero encontraron una desagradable sorpresa Bob apuntaba a Jessica este la había pillado desprevenida.



-¡Tira tu arma si no quieres que mate a tu amiguita- dijo Bob riéndose

- ¡No le hagas nada!

-¡Vamos tírala!



Tiró al suelo el arma. Jessica se fijó que Rebecah hacía unos gestos con la cabeza, ella entendió enseguida que el ex agente tenía una pistola de repuesto. Los dos jóvenes se miraron a los ojos mientras Bob estaba apuntando la cabeza del chico. En ese instante la aspirante de actriz pisó el pie de su captor, se agachó rápidamente y Leo apretó el gatillo antes que su enemigo y con un certero disparo acabó con su vida.



La gente salió de sus casas ya sin temor y celebraron que por fin la banda de Tenaglia había desaparecido los pocos que quedaban estaban marchándose asustados o heridos en sus coches. La alegría inundó el ambiente todavía más cuando Rebecah se reunió con marido e hija.



A Jessica comenzó a caerle unas pequeñas lágrimas de sus ojos al ver la reunión, miró a Leo y sonrió. Toda la gente que quedaba en el pueblo estaba allí reunida celebrándolo. Mike le dio las gracias a Leo y a Jessica por salvar a su mujer.



El joven agente fue a la barra y pidió un vaso de leche, al lado de él sentado había un hombre alto, imponente, con barba de tres días, un sombrero de cowboy que le felicitó.



-¡Enhorabuena! ¡Te invitó a un chupito!

- ¡No gracias! Ya he pedido.

- De acuerdo Leo.

- ¿Sabes mí nombre?

-¡Oh no! Lo escuché de esa chica

- ¡Ah vale! ¿eres de por aquí?.

- No estoy de paso, justamente vine cuando vi todo lo que ocurría.

-¡Yo también estoy de paso!

- ¿Cómo te llamas?

- Nadie.- contestó el hombre.

- ¿Nadie?- respondió Leo y se quedó mirándolo durante unos segundos. Hasta que las luces se apagaron y se conectaron unos pequeños focos se giró a verlo pero el hombre  había desaparecido.



Comenzó a sonar una música dulce y la mujer de Mike apareció en el escenario, comenzó a cantar la misma canción que el joven escuchó cuando llegó al pueblo. Jessica fue donde estaba Leo tomándose su vaso leche.



-¿Bailas?- le preguntó ella.

- ¡No se bailar!- contestó él.

- ¡Yo te enseño!



Los dos salieron al centro de la sala de baile, ella le coloco las manos en su cintura mientras le decía lo que tenía que hacer. En pocos minutos el joven se habituó a los pasos de la chica, se miraron a los ojos, ella sonreía.



-¡No lo haces nada mal!- dijo ella divertida

- Eso es porque enseñas bien.

- No es nada.

- ¡Gracias por salvarme!

- ¡No tienes por qué dármelas!.

- Ahora tenemos que marcharnos. ¡Gracias por ser mí amiga!



Entonces la chica paró en seco comenzó a sonreír y lo esperó en la entrada del club mientras Leo se despidió de la familia. Mike les dejó su coche para poder irse del pueblo, la pequeña Lily lo abrazó, entonces le dijo que un día volvería.



Los dos subieron al coche mientras el pueblo se despedía de ellos, Leo miró a Jessica y le preguntó si se encontraba bien.



-¡No has hablado casi desde que hemos salido!. ¿Estás bien?-

- Si claro.

En otro lugar en una oficina un joven de pelo castaño, ojos marrones, de estatura normal y que vestía con una camisa blanca, un pantalón de traje y unos zapatos oscuros se encontraba sentado en un sillón reclinable estaba recibiendo información de Águila.

-¿Cómo que no habéis encontrado el cadáver?. Entonces es que no está muerto

- ¡Hay algo más señor!

-¿Qué ocurre?

- Cinco de nuestros supersoldados escaparon antes que se destruyera la base. Y parece que tienen conciencia propia.

-¿Cómo?. Espero que al menos tengan los radares instalados para localizarlos.

- ¡Si señor!.

- Encontrádlos, yo me encargo del ex agente.



Terminó la conversación y el joven salió de su oficina fuera de ella habían miles de personas y computadores.



-¡Escúchenme máxima prioridad!. Tenemos que localizar y acabar con nuestro agente Leonard Jones.-ordenó a todos sus hombres.



CONTINUARÁ


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