capítulo 32

Lo despertaron gritos. Gritos desconsolados, gritos de rabia, gritos de desesperación.

Le dolía la cabeza.

Jimin apenas podía registrar lo que estaba sucediendo o dónde estaba. Una luz colgaba del techo. Las paredes grises resultaban familiares. Incluso la puerta a unos metros de distancia.

Los gritos no cesaban. Provenían de un lugar externo, lejos de aquel cuarto. Las palabras eran ininteligibles, sobre todo imposibles de comprender con el dolor punzante que torturaba su cabeza y que lo mantenía aturdido.

Levantó una mano para tocar el sector que le dolía tanto. Estaba húmedo. Parpadeó para acostumbrarse a la luz y cuando vio su mano empapada en sangre, se cubrió la boca para ahogar un chillido.

Se le cortó la respiración.

Convirtiendo su mano en un puño, se decidió a levantarse. Con dificultad se encuclilló en el piso, apenas notando que un objeto pesado rodeaba ambos de sus tobillos. Una cadena que se unía a la pared, imposibilitándole moverse de su respectivo sitio.

El miedo comenzó a burbujear en su pecho.

Apoyó su espalda contra el muro, jadeante. Aún no entendía muy bien qué estaba ocurriendo. Ya no se escuchaban los gritos, mas aún habían voces de fondo. Una sonaba extremadamente familiar.

Con el corazón desembocado, recordó lo sucedido instantes antes de haber perdido la consciencia.

Yongsun.

Les había recibido en su casa. Les había llevado al sótano. A él y a Taehyung. Había dicho que estaban los de la organización. Había dicho que eran los últimos para que la reunión diera inicio. Y luego...

Luego...

¿Dónde están los otros?

Taehyung. Taehyung... Examinó el cuarto, con la mirada desamparada, sintiéndose cada vez más agitado y sobrepasado por las circunstancias. Segundos después descubrió que estaba completamente solo en aquel sótano. No había rastro de Taehyung.

Jimin tenía ganas de llorar.

No entendía cómo esto le estaba pasando. No entendía por qué.

Inhaló hondo para intentar mantener la calma. Pero sentía que ya estaba muy lejos de esa fase. La desesperación haciéndose lugar en su cuerpo; el miedo, el no saber qué venía después, ni dónde estaba Taehyung.

La puerta se abrió.

Jimin brincó por la sorpresa. El sonido inquietante de los pasos contra las escaleras, empeorando su estado. Jimin estaba temblando. Temblando y teniendo la esperanza de que esto se tratara de un malentendido. Un extraño, incomprensible y horrible malentendido. De que después de conversado, él podría irse.

Los seres humanos tenían esa mala manía de aferrarse a la más mínima gota de esperanza, aún cuando todo estaba perdido.

Yongsun sonrió al verle.

—Buenos días, Bella Durmiente.

Le fue imposible saber si lo decía de una manera sarcástica o si en realidad ya era de día. Aunque la puerta que conectaba el exterior del sótano fuese visible, la luz no atravesaba las delgadas rendijas.

—¿Cómo estás? Moonbyul te dejó una herida fea allá arriba ¿no es así? ¿Duele mucho?

Jimin parpadeó, notando que se estaba refiriendo al golpe en su cabeza. ¿Moonbyul se lo había hecho?

—Le dije que no se excediera, pero a veces hace lo que se le da la gana... —Suspiró sacudiendo la cabeza. Volviendo a esbozar una sonrisa, señaló un armario—. ¿Y? ¿Tienes sed?

No estaba muy seguro sobre si contestar sería una buena idea.

—No seas tímido —dijo dirigiéndose al armario y sacando de éste una botella de agua—. Puedes decirme lo que quieras.

Extendiéndole la botella de agua, la mirada de Jimin se posó en su rostro.

—¿Lo que quiera? —susurró.

Yongsun asintió.

—Por supuesto.

Dándole una última mirada, recibió la botella, abriéndola sin mayor dificultad y bebiendo largos sorbos de líquido, para que su garganta se aliviara.

A pesar del comportamiento amable y educado, que era usual de Yongsun, Jimin sentía que estaba frente a un depredador engañosamente inofensivo.

Yongsun siempre usaba ropa blanca, o de colores claros. Le daban una apariencia suave, tierna, delicada. Yongsun siempre le había parecido dulce, siempre acompañaba sus palabras con una adorable sonrisa. Sus ojos eran sinceros. A Jimin le agradaba. Siempre le había agradado.

Ahora sentía que estaba viendo una máscara.

—¿Por qué estoy encadenado? —se atrevió a preguntar.

La sonrisa de Yongsun se mantuvo grande y radiante, sin perder por un momento su expresión inocente.

—Esa es una buena pregunta —dijo con tranquilidad—. Pero creo que si la respondo, vas a asustarte.

Jimin frunció el ceño.

—¿Por qué Moonbyul me dejó inconsciente?

—¡Ah! Pues bueno, Moonbyul es más fuerte de lo que parece. Es delgada, por lo que podrías subestimarla. Supongo que usó demasiada fuerza esta vez y, pues, te noqueó —dijo sonando apenada.

Pero no sentía que estuviera apenada por tenerlo encadenado en su sótano.

—Yo... no me refería a eso.

—¿Mm? Oh, te referías al motivo. Si te lo digo, te vas a asustar. Es mejor que no.

—Yongsun...

—Mejor te cuento una historia. ¿Eso te mantendría entretenido? —Se dirigió a otro armario, uno que siempre había estado vacío. Sus compañeros usualmente lo utilizaban para dejar sus pertenencias durante las reuniones.

Cuando las puertas se abrieron, no estaba vacío.

Los ojos de Jimin se agrandaron.

—Todo empezó muchos años atrás —relató Yongsun, ignorando las reacciones del castaño, la cara horrorizada que tenía pintada y el miedo que bañaba sus ojos.

Todo empezó... cuando naciste, Jimin.

—Venga, preciosa —la llamó su madre, sosteniendo al bebé. Yongsun se acercó—. Despídete de tu hermanito.

—Mamá, no quiero que se vaya —dijo Yongsun en voz bajita, tirando de la chaqueta de su progenitora—. Es muy pequeñito. Le puede pasar algo...

—Amor... Tú sabes que ese es un riesgo que consideramos desde el principio —le explicó acariciando su mejilla—. Pero es algo que tenemos que hacer, para que todo sea mejor.

—No lo mandes a él, mamá... Llévame a mí. Déjame a mí en el bosque —sollozó Yongsun. Lágrimas inundaron los ojitos de la pequeña y un suspiro frustrado abandonó la boca de su padre.

—Por eso no queríamos que te encariñaras con él...

—Preciosa, no podemos dejar que reemplaces a Jimin. Tú ya tienes una tarea y es continuar nuestros pasos, seguir con nuestro legado... Te hemos estado preparando para esto. Tú naciste para esto... Y él nació para ser sacrificado —Yongsun miró a su hermano, pequeño e indefenso, sin entender nada—. El sacrificio de tu hermano, hará de este mundo un lugar mejor.

—Pero no quiero que le pase algo malo...

—Lo sé, cariño. Pero es algo que ninguno de nosotros puede evitar. El destino de Jimin no depende de nosotros.

Con una última sonrisa, los padres de Yongsun abandonaron la casa, dejando a la pequeña sola, en medio de la sala de estar sumida en la oscuridad, sollozando por temor de lo que le pudiese ocurrir al pequeño bebé indefenso que su madre llevaba a las garras de un animal.

—Lloré mucho esa noche, por supuesto. Pero eventualmente comprendí que para eso habías nacido, para que el experimento prosperara —explicó Yongsun, examinando el reluciente bisturí—. Y resultó un éxito.

Jimin contuvo las ganas de vomitar. Sus padres... el motivo por el cual lo habían abandonado... el hecho de que encontrar a Jungkook no hubiese sido una coincidencia...

—Los vigilaron por un tiempo. Papá y mamá estaban felices de saber que el híbrido te acogió en vez de alimentarse de ti. Eso indicaba que, a pesar de ser un natural depredador, podía controlar sus instintos y sentir empatía. El híbrido te salvó y te cuidó, a pesar de que quería alimentarse de ti. Eso es algo que los vampiros no pueden hacer— Su mano alcanzó las tijeras y sus yemas acariciaron las cuchillas—. Los vampiros no pueden evitarlo. Prefieren a los humanos por sobre otras especies. El híbrido no se había alimentado de humanos por una cantidad considerable de tiempo y aún así... Es realmente fascinante.

—Mis padres me dejaron ahí sabiendo que podía matarme —susurró acongojado—. No les importó que...

—Claro que no les importó, Jimin. Si te mataba o si te dejaba vivir... cualquiera de las dos opciones contribuiría al experimento. Ganábamos de una forma u otra. Tu vida era algo desechable.

—Basta...

—Hasta que... ellos se enteraron —Un timbre de resentimiento tintineaba en la voz de Yongsun—. Unos idiotas que formaban parte del experimento pero que no estaban de acuerdo con los métodos de nuestros padres. Cuando se enteraron de que estabas con el híbrido, fueron a socorrorte... Fueron tontos y murieron por su estupidez. Se lo merecían.

Jimin jadeó, recordando vagamente las personas que se aparecieron en su casa a mitad de la noche, la sangre, una pistola haciendo presiendo en su sien, Jungkook convirtiéndose en el depredador que decían que era, asesinando a ambos para protegerle.

Para protegerle.

—¿Quiénes fueron los que intentaron salvarme?

Yongsun arqueó una ceja, mas respondió. —La hermana de nuestra madre, y su esposo. Tu nacimiento siempre se mantuvo en secreto. Ellos ni siquiera sabían que existías, pensaron que mamá te había perdido en el parto.

Jimin cerró los ojos. No debió haber preguntado. Sus tíos... Dios, esto realmente era una pesadilla. Tenía que serlo.

—No sufras por su muerte. No te habrían caído bien. Mi tía era una mujer superficial y su esposo un pánfilo. Pero bueno, me alegra haberme puesto al día contigo, hermanito. Lamentablemente, hay cosas que no pueden retratarse —canturreó, cogiendo una aguja y una jeringa, más tarde, un cuchillo—. Muy bien... Si tuvieras que prescindir de un dedo de tu mano, ¿cuál sería?

—¿Cómo está?

—Mejor —respondió Moonbyul, sentada al lado de Yoongi, quien dormía en la cama—. Has sido muy dura con él.

—Se ha intentado matar —espetó indignada—. Si no lo hubiera visto, podría haber muerto de verdad, y el experimento se habría arruinado. Fue un acto estúpido y egoísta.

—Sólo fue un corte en el brazo, Yongsun...

—Sí, y eso habría bastado. Es débil. No cicatriza como un híbrido. Ni siquiera como una persona normal. Por eso necesitamos al maldito híbrido para poder salvar a este imbécil antes de que tire todo mi jodido esfuerzo por la borda. Si se muere, esto se acaba, Moonbyul.

—Tranquila —susurró, tomando las manos de Yongsun para calmarla—. Iré a entregar el paquete y volveré. Esto terminará pronto.

—Sé cuidadosa ¿quieres? Me muero si algo te pasa —La mano de Yongsun acarició su rostro y Moonbyul esbozó una media sonrisa.

—Estaré bien. ¿Dónde has dejado el dedo?

—Abajo —Hizo un mohín, asqueada—. De verdad no soporto ver esa cosa. Ni te imaginas cuánto ha gritado Jimin.

—Volveré pronto —aseguró, inclinándose para besar sus labios. Yongsun asintió y le dio dos palmaditas en el hombro.

—Te quiero.

—Yo a ti.

Cuando abandonó la habitación, Yongsun soltó un suspiro. Miró hacia la cama, encontrándose con Yoongi, quien dormía tranquilo, con una venda en el brazo.

Estarás mejor.

El mundo estará mejor.

El intercomunicador sonó cerca de una hora después.

—Voy entrando al bosque.

—No te acerques demasiado a la casa... Su olfato será suficiente para conducirlo al dedo.

Entendido.

Dejó el comunicador sobre la mesa y se dedicó a observar a su hermano. Él dormía, apoyado incómodamente contra la pared. ¿Debía traerle una almohada? Quizás una manta habría estado bien. Yongsun no se movió de su sitio, sin embargo, ensimismada en el rostro de Jimin.

Se parecía tanto al bebé que su mamá había sostenido en sus brazos. No podía creer que a pesar del tiempo, no todo había cambiado.

Pero ella lo había hecho.

Habían veces en las que Yongsun no era capaz de reconocerse a sí misma. Jamás se habría imaginado cortándole un dedo a alguien, menos a Jimin. Pero el experimento exigía sacrificios. Y quién era ella, para declinarlos.

Se mantuvo despierta, a la espera de que el comunicador volviese a sonar.

De que Moonbyul se reportara.

De que dijera que estaba bien y que la situación se hallaba controlada.

Inhaló hondo, mirando la luz fría del sótano. Sus uñas se hundieron en la madera de la mesa bajo sus manos, raspando con ansiedad, removiéndose a la espera de una señal que llegase por la radio.

Los seres humanos tenían esa mala manía de aferrarse a la más mínima gota de esperanza, aún cuando todo estaba perdido.

Yongsun no era una excepción.

Cuando llamó a través del comunicador y no hubo respuesta, lo apagó.

Él iba a llegar pronto.

Lo mejor sería esperarlo preparada.

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