Parte única
AU | ¿Ooc?
Ambientada en el periodo Edo.
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Megumi aprieta un puño sobre su muslo.
Cree que ha escuchado mal.
Desea haber escuchado mal.
—¿Qué dijiste? — pronuncia interrumpiendo el parloteo de su padre, a quien ha dejado de escuchar desde hace minutos.
—¿Qué? — gruñe Toji llevando sake a sus labios. — En este momento he dicho muchas cosas.
—Lo de Tsumiki. — gruñe por igual el hijo.
Toji se le queda viendo por un instante, como buscando encontrar en su propio hijo lo que según estaba relacionado con Tsumiki.
—Oh, sí, casaré a Tsumiki con el hijo del Daimyō del Clan Itadori.
—¿Por qué?
Toji mira a su hijo como si fuera un retardado.
—¿Cómo que por qué? Traerá mas beneficio a la familia. Una alianza que no aseguraría una fuerza militar superior. — le dio un trago a su bebida. — Seriamos el clan samurai mas poderoso.
Megumi siente algo caliente recorrer su cuerpo. Desea levantarse, golpear a su padre y luego ir hasta el castillo de los Itadori y enterrar su espada en el corazón del hijo del Daimyō, para asegurar así que no se atrevería nunca a tocar a Tsumiki.
—Tsumiki estará agradecida de cumplir con este honor. — Toji le da otro sorbo a su vaso de sake, ajeno al sentimiento de su hijo. — Le diré a Utahime que la prepare, partiremos dentro de un mes hacia el castillo de Clan Itadori.
Megumi se levanta y abandona la oficina de su padre.
Sus pasos son firmes mientras camina por los pasillos, solo hasta que llega a cierta ala del castillo y sin importarle que la doncella de Tsumiki le gruña sobre que no debería estar ahí, desliza la puerta de tatami e ingresa a la estancia de la castaña.
—¡Megumi! — lo riñe esta cuando lo ve.
Esta casi desnuda, apenas cubierta por un camisón. Las gotas que caen al suelo desde las puntas de su cabello le informan que acababa de tomar un baño.
Pero el moreno solo avanza con determinación, la toma por la cintura y choca sus labios con los de ella. No es un beso suave o tímido como los primeros que se dieron. Es hambriento, e incluso posesivo, como casi nunca Tsumiki había visto actuar a Megumi.
Y le gusta, tanto, que se pone se puntitas y le rodea el cuello con sus brazos.
La doncella en la puerta suspiro resignada y cierra la puerta para dejarlos a solas.
—¿Qué fue eso? — cuestiona Tsumiki ruborizada cuando Megumi se separo de ella.
Megumi se aleja y patea una mesa.
—¿Megumi? — lo insta hablar la castaña, colocando una mano sobre su espalda.
—Toji quiere darte como moneda de cambio.
Tsumiki traga grueso ante la noticia.
—No lo puedo creer — sus ojo se humedecen y aprieta sus manos sobre su camisón — Prometió que nunca me forzaría hacer algo que no quisiera.
Megumi voltea a mirarla pero Tsumiki le había dado la espalda un poco encorvada. Se acerco a ella por detrás y la abrazo.
Siempre habían estado juntos.
Cuando su padre se caso con la madre de Tsumiki, la viuda e hija única del jefe del tercer clan Samurai mas poderoso del país; Los Fushiguro, Tsumiki apenas tenía cinco años y él tres, y ella el mismo día que lo conoció lo arropó como a un verdadero hermano, y no como la carga del anterior matrimonio de Toji como algunos maliciosamente bisbiseaban.
Claro que esa imagen de familiaridad y hermandad entre ambos no duro lo suficiente.
Cuando Megumi cumplió la mayoría de edad empezó a notar en su cuerpo sensaciones extrañas que solo y únicamente Tsumiki era capaz de activar desde adentro de él. Intento controlarse, demonios que lo intento, pero todo autocontrol se acabo un día que fueron al lago mas cercano al Clan y, entre juegos y provocaciones, terminaron uniendo sus labios.
Y desde entonces lo habían mantenido en secreto. Salvo por Utahime, la doncella de Tsumiki, quien un día los cachó besándose en la alcoba. Y a pesar de lo estricta que era, quería a Tsumiki, y había optado guardar silencio.
—¿Qué haremos Megumi?
—Huiremos.
Tsumiki se volteo para mirarlo entre ojitos húmedos y expresión de sorpresa.
—¿En serio?
Megumi nunca había estado más dispuesto a algo en su vida.
Tsumiki nunca sería de nadie mas que de él.
La castaña se acerca y lo abraza de nuevo, depositando al final un beso en su pecho.
—Vamos, juntos.
Megumi pasa una mano por su cabello y deposita un beso en su cabeza.
—Juntos.
.
.
.
—Señor ¿Cuando les dirá la verdad?
Utahime miraba desde un punto clave a Megumi y Tsumiki abandonar el clan Fushiguro.
Toji Fushiguro desde su estudio ser servía más y más copas de sake. Cuando se hubo saciado hizo un gesto de gloria y jugueteo con el borde del vaso.
—Megumi toda su vida nada lo ha motivado por decisión propia... nada, a excepción de Tsumiki — Toji miró hacia afuera de su estudio, las estrellas como peces brillando en el cielo nocturno. — Nunca he sabido la razón.
—La vieja curandera lo llamó hilo rojo del destino — susurró Utahime mirando a los jóvenes alejarse cada vez más y más de los terrenos Fushiguro.
Toji chisto la lengua.
—Si, quizás sea eso — su voz apática demostró que él no creía en los lazos del destino. — Quería probar que tan lejos llegaría Megumi por la hija de mi difunta esposa. Si lucharía o dejaría pasar todo frente a sus ojos — deja el vaso en la mesa pequeña. — Tsumiki no merecía algo a medias. Pero ahí tienes, tan imprudente y decidido como su padre esperaría para proteger lo que es suyo.
Utahime miró de reojo al jefe del Clan, y ahí noto la sonrisa orgullosa de su padre.
—Entonces todo esto fue para despertar el verdadero espíritu del joven Megumi.
—Un día será jefe del Clan. — fue la corta respuesta de Toji.
—¿Cuanto tiempo los dejará que huyan?
—Dile a Nanami que vaya por mis hijos dentro de tres horas.
Utahime asintió e hizo una reverencia antes de retirarse.
Mientras caminaba por los pasillos del castillo pensó en su señorita y el joven Megumi. En su amor tan joven y las ganas de aferrarse el uno al otro. Y luego pensó que dentro de tres horas, ambos podrían decidir casarse y vivir el resto de sus días juntos.
***
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