Capítulo 30: Plan

Lisa

Luego de que Amanda me llamara, volví a dormirme y desperté recién a las once de la mañana.

Por supuesto, mi cabeza se sentía como si tuviera una guerra mundial dentro y mis ojos ardían como si alguien les hubiera exprimido un limón encima.

Elsa seguía a mi lado, dormida y por alguna razón, sus ojos estaban hinchados.

Con eso, recordé lo que había pasado. Nunca había visto a Elsa llorar tanto y me molestaba haber estado tan ebria como para no darle el apoyo que merecía.

Comencé a removerla para ver si quería hablar del asunto, y cuando abrió los ojos, lo primero que hice fue hablarle:

—¿Quieres hablar?

Elsa se frotó los ojos con un quejido, pero inmediatamente se sentó en la cama de golpe.

—No hay tiempo para eso —dijo—. Hay un peor problema.

—¿Qué puede ser tan urgente?

—Ayer vi algo... dos garzones abrieron una puerta de un turista con un alambre —comentó—. Tenemos que hacer algo.

Entonces, el recuerdo de lo que yo había oído más de un mes atrás, se hizo presente en mi cabeza.

—¿Qué habitación?

—Número treinta y dos. Tenemos que saber de quién es y luego revisar las cámaras.

—Ya sé de quien es —dije, en un estado de shock—. Es la habitación de Shaun.

En ese momento todo hacía sentido. Había logrado recordar que hablaban del hijo del capitán, o sea, hablaban de Shaun. Todo ese tiempo habían estado planeando entrar al cuarto de Shaun y, suponía, que robar.

—Tenemos que ver las cámaras —dijo Elsa, poniéndose de pie—. Y hay que llevar a Amanda, quizás ella los reconoce.

Yo asentí y me levanté con ella.

Ambas nos cambiamos de ropa rápido y yo llamé a Amanda para que nos viera en el pasillo.

Cuando salimos de la habitación, Amanda estaba justo llegando frente a la puerta.

—¿Qué pasó?

—Tenemos un problema, te contamos en el camino.

Elsa iba con el mapa del crucero en la mano, guiándonos hacia el cuarto de seguridad, donde estaban las personas mirando las cámaras repartidas alrededor del lugar; mientras yo iba explicándole las cosas a Amanda.

De pronto, Amanda se detuvo de golpe.

—Yo los vi —comentó—. ¡Era el cuarto de Shaun!

—¿Los viste?

—Estaban revisando la cerradura de la puerta.

—¿Y no dijiste nada?

—Me dijeron que el hospedado de la habitación les había pedido ayuda —dijo, un tanto avergonzada.

Elsa la miró con un tanto de decepción.

—Eres tan ingenua a veces...

—Realmente lo siento.

—No importa, por suerte aun no hacen nada —Elsa siguió caminando con nosotras detrás—. Deben estar esperando a la parada en que se bajan..., pero no podemos saber cuál es.

Cuando llegamos a la sala de seguridad, Elsa tocó la puerta y un hombre nos abrió la puerta.

—¿Quiénes son y qué quieren?

—Necesitamos revisar una cámara —dijo Elsa.

—¿Por qué?

—Queremos corroborar un incidente que sucedió anoche —explicó Elsa.

—¿Se puede saber que incidente?

—Si nos dejas pasar, claro.

Elsa y el hombre se quedaron mirando amenazantes, como si estuvieran haciendo guerra de miradas, hasta que, por fin, el hombre se rindió y se hizo a un lado para que pudiéramos pasar.

—¿En donde ocurrió el supuesto incidente? —preguntó el hombre al cerrar la puerta detrás de él.

—En un pasillo de las habitaciones de los huéspedes —contestó Elsa.

En ese momento, viendo todas las pantallas con cámaras, me sentí un tanto asustada. Si las personas que estaba ahí miraban todas las cámaras las veinticuatro horas del día, habían notado que yo, una simple cocinera, había entrado al cuarto de Shaun.

—¿Ven las cámaras todo el tiempo? —pregunté con nerviosismo.

—No todo el tiempo. Son muchas cámaras —el hombre se sentó en una silla, frente a unas pantallas—. En sólo el casino hay veinte. Estas van cambiando y en los pasillos no suelen pasar incidentes. Solo el hecho de que haya cámaras asusta a la gente y evita que hagan estupideces.

Comenzó a hacer algo con un teclado que tenía sobre el escritorio y las imagines en las pantallas comenzaron a cambiar. Había cuatro cámaras por pantalla y tres pantallas para los pasillos.

—¿Cuál habitación?

—Número treinta y dos —respondí yo.

El hombre siguió cambiando y pude notar que algunas cámaras no estaban funcionando.

—¿Por qué están en negro? —pregunté.

—A veces algunas se echan a perder, el servicio técnico les hace mantenimiento cuando eso pasa. Hoy día vendrán.

Cuando se detuvo, se volteó a vernos con poco ánimo.

—Es la que está en negro —dijo, dando un suspiro al final—. En unos minutos deberían revisarla.

—¿Y las grabaciones del mes pasado? —preguntó Elsa.

—Las grabaciones se borran cada mes —explicó él—. Ya deben haber desaparecido.

—¿Qué hacemos entonces? —pregunté.

—¿Es posible que alguien la haya manipulado? —preguntó Elsa.

El hombre se encogió de hombros.

—Dudo que alguien se dé el tiempo de hacerlo... robar en otros lugares es mucho más fácil. Nadie se sube con la intención de robar en un crucero —aseguró.

—A menos de que haya un famoso a quien solo podrían robar siguiendo hasta aquí —dije yo.

—En ese caso, mejor robar un banco —dijo el hombre—. Si realmente alguien quiere robar aquí, pues es muy estúpido.

Las tres nos miramos desanimadas. Sin las grabaciones, no teníamos nada.

—Bueno, gracias por tu ayuda —le dijo Elsa.

—Un gusto.

Salimos de la habitación y comenzamos a caminar por los pasillos nuevamente.

—Amanda, ¿tú los conoces o no? —preguntó Elsa—. Si los logramos investigar, podemos saber su parada y, por lo tanto, saber cuándo pretenden atacar —sugirió.

—¿Y si pretenden hacerlo mucho antes de bajar? —pregunté.

—Entonces son aún más estúpidos de lo que el hombre de seguridad cree, sería mucho más fácil descubrirlos. Fuera del barco, hay mucha más libertad —explicó.

—Creo que puedo sacar algo de información —dijo Amanda—. Veré lo que puedo hacer, ustedes deberían hablar con Shaun cuando vuelva a subir.

Las dos asentimos.

—Eso haremos —aseguré.

Amanda se despidió y fue en otra dirección, mientras Elsa y yo estuvimos en la cubierta esperando a que Shaun volviera un poco antes de las nueve de Auckland.

Cuando Kyle y Shaun aparecieron, lo primero que hicimos fue correr hacia ellos.

—Tenemos que hablar —le dije a Shaun.

Kyle hizo un sonido de dolor.

—Amigo, acaban de terminar contigo.

Shaun lo miró confundido.

—¿Cómo podría terminar conmigo si no tenemos nada?

Kyle apretó los labios y se hizo el desentendido. Yo hubiera reclamado algo si no hubiera sido porque había un asunto más importante.

—Vamos a tu cuarto —le dije.

—Momento, acabas de decirle que tiene que hablar y luego le dices que vayan a su cuarto... ¿Qué demonios quieres?

Fruncí mi ceño ante la pregunta de Kyle.

—Kyle, hay problemas más serios que lo que tú crees que pasa entre tu amigo y yo —le informé—. Ahora, vamos. Los cuatro.

Jalé a Shaun de la chaqueta y Elsa se ocupó de empujar a Kyle.

Cuando entramos al cuarto, cerré con pestillo y me volteé a verlos.

—Alguien quiere robarte —solté—. Alguien de la tripulación.

Shaun me miró sin entender, por lo que Elsa comenzó a explicar detalladamente lo que había pasado.

Esperaba que Shaun nos creyera, pues, por más que no fuera de mi agrado, no deseaba que nada malo le sucediera.

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