Capítulo 27: Cumpleaños

Lisa

Luego de terminar mi horario de trabajo, o sea luego de que terminara la hora de la cena, Elsa llegó a mi lado.

—Vamos al comedor —me dijo, tomándome de la mano y jalándome fuera de la cocina.

—¿Por qué? —pregunté, confundida.

—Solo vamos.

Ya iban a ser las once y media y estaba un tanto cansada, por lo que mi único plan era ir a mi cuarto y dormir.

Seguí al Elsa sin reclamar más, pues debía admitir que un poco de curiosidad había surgido en mí. No tenía idea de lo que quería, pero debía ser importante.

Cuando llegamos al comedor de la tripulación, las luces estaban completamente apagadas, por lo que quedé aún más confundida.

—¿Qué hacemos aquí, Elsa?

Al hacer esa pregunta, las luces se encendieron y dejaron ver a gran parte de la tripulación ahí, rodeados de adornos brillantes, deliciosa comida y bebidas.

—¡Feliz cumpleaños! —exclamaron, un tanto descoordinados.

Eso me hizo ponerme completamente roja.

La tripulación ya había celebrado otros cumpleaños durante esos casi dos meses en el comedor, pero como yo no había comentado eso con nadie, supuse que, además de Elsa y Amanda, nadie lo sabía.

Todos los presentes me comenzaron a saludar y desearme un lindo día, aun cuando mi cumpleaños realmente empezaba a las doce.

Por suerte, al siguiente día nos detendríamos en Auckland, la capital de Nueva Zelanda, país que formaba parte de Oceanía, así que no tendríamos que levantarnos a hacer las típicas cosas de todos los días.

Además de los miembros de la tripulación, también estaban ahí Kyle y Shaun, quienes también se acercaron a saludarme. Kyle, como siempre tan efusivo, me dio un abrazo apretado y luego Shaun me dio unas palmaditas en la espalda... me preguntaba cómo se saludaban ellos para sus cumpleaños.

La fiesta duró hasta bastante tarde, pero los que tenían que bajar al día siguiente se marcharon antes de las una, mientras los que debían quedarse, se quedaron casi hasta las cuatro.

Yo había bebido un poco, bueno, bastante, pero no era la única. Elsa y Amanda también estaban bastante ebrias, tanto que de pronto vi a Amanda besando a Kyle en una esquina y a Elsa soltando unas lágrimas mientras veía a Ariana a lo lejos.

Ariana había estado un poco más distante esos días, en especial porque pasaba tiempo con su nueva conquista, quien, por suerte, no estaba ahí.

Las enfermeras y médicos tenían un trabajo crucial en el barco, por lo que no podían emborracharse, ni hacer tonterías. No era como que los demás tuviéramos muchas libertades, pero una vez a las mil quinientas no era terrible.

Cuando ya eran casi las tres y media, me senté en una silla y comencé a quejarme de que todo daba vueltas.

—¿Estás bien? —me preguntó Shaun.

Yo sonreí como una boba al verlo.

—Mejor ahora que estas aquí.

Sí, había dicho tal cosa en voz alta y al parecer me causaba gracia, pues mi sonrisa no se borraba de mi rostro. ¿Notaron lo peligroso que es emborracharte hasta no reconocer tus propias manos?

—Creo que deberías ir a dormir... le diré al Elsa... —cuando Shaun vio que Elsa no estaba por ahí, me miró preocupado—. Quizás Amanda...

Amanda seguía con Kyle y ambos estaban casi tan ebrios como yo.

Shaun frunció el ceño y suspiró.

—Bien, yo te llevaré.

Me ayudó a ponerme de pie y paso mi brazo izquierdo por sobre sus hombros para comenzar a avanzar.

Mi cerebro estaba tan afectado que todos los pasillos me parecían idénticos: puertas color crema y paredes blancas; ni siquiera podía leer los números en las puertas.

—¿Cuál es el número de tu habitación? —me preguntó.

—Una "s" y un palo —respondí.

—Eso no es un número, Lisa.

—Lo es, pero olvidé su nombre —dije con una risita.

—¡Lisa Briseida! ¡No es momento para jugar u olvidar números! —me reprendió.

—¿Qué te digo? Las matemáticas no eran lo mío —hice una pausa—. ¡Y no me llames Briseida!

—No me hagas enfadar entonces.

—¿Enfadar? —pregunté, separándome de él y pegándome a una de las paredes—. ¡Pero si tú me amas! —dije riendo.

—¿De dónde sacaste eso? ¿Te lo dijo Kyle? —preguntó, con algo de preocupación.

Yo negué.

—Sí no lo hicieras, no me dibujarías —argumenté—. En el Titanic, Jack dibuja a Rose, y ellos se aman...

—De pronto, todo el mundo saca el Titanic en la conversación —me interrumpió—. Ni siquiera es tan buena. Es larga, tediosa, extremadamente cursi y Rose es tan tonta como la puerta que no le compartió a Jack. Además, si ella hubiera pensado en alguien más que en sí misma, la historia hubiera terminado distinta.

—Ese no era el punto, te desviaste.

—Bien —rodó los ojos—. Hay unas cuantas diferencias entre eso y lo que pasa aquí. Primero, Rose le pidió que la dibujara. Segundo, estaba posando desnuda. Y, por último, Jack no era un artista realmente. Además, no tiene nada que ver que se amen con el dibujo.

—Ay, bueno, tú ganas —acepté de mala gana.

De todas maneras, Titanic no era de mis romances favoritos, en especial porque odiaba los finales tristes.

En ese momento, el barco hizo un movimiento un tanto brusco y ambos caímos contra una de las paredes. Shaun con la espalda pegada a ella y yo sobre su pecho.

—¡Chocamos! ¡Es un iceberg!

—No quiero arruinar tu fantasía, pero estamos en una zona en particular donde no hay icebergs, estamos lejos de la Antártica y aun más de Groenlandia...

—Oh, que buena noticia —dije, despegándome de él—. ¡Vamos a vivir!

—Bien, ahora vamos a tu cuarto y deja de ser escandalosa, la gente duerme —dijo, comenzando a arrastrarme—. ¿Cincuenta y uno?

—¿Qué? —pregunté sin entender.

—La "s" y el palo... es el número cincuenta y uno.

—¡Sí! —Shaun me miró con fastidio—. Lo siento —me disculpé nerviosa, bajando la voz.

Seguimos caminado hasta que llegamos frente a mí cuarto y me apoyé en la puerta.

—Eres un genio —le dije—. Un lindo genio con una talentosa legua.

Pude ver como sus mejillas se sonrojaban ante mi comentario y su expresión demostraba lo avergonzado que estaba.

—Solo entra y duerme —me pidió–. Nos vemos mañana.

Intenté meter la llave en la cerradura, pero estaba tan ebria que no podía encajarla.

Sentí como Shaun suspiró agotado detrás de mí y tomó mi mano para moverla y encajar la llave correctamente. Luego, la giró y sacó la llave.

Yo me volteé a verlo con una sonrisa.

—Eres tan bueno metiendo cosas.

—Entra, por favor —pidió con una expresión de sufrimiento.

Empujé la puerta, entré y cerré la puerta detrás de mí.

Debido a que para dormir debía subir una escalera que no estaba dispuesta a subir porque sabía que no podría, me tiré en la cama de Elsa como un saco de papas y me quedé en la posición que caí, con zapatos y el uniforme puesto.

Claramente tenía cambios de uniforme, por lo que no importaba si me quedaba dormida con ese, de todas maneras, ya estaba muy sucio en las mangas.

Cerré los ojos de inmediato y no tardé en quedarme dormida, aunque sabía que no podría durar mucho, pues cuando Elsa apareciera, haría ruido y me despertaría. Incluso ebria, era muy sensible a los sonidos.

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