Capítulo 24: Dolor
Elsa
Durante los últimos días sentía que algo extraño estaba pasando con todos a mi alrededor.
A simple vista, todo parecía normal, pero de alguna forma, había algo que no calzaba del todo. No podía decir que era exactamente, pero simplemente se sentía en el ambiente de alguna forma.
Ya habíamos pasado por Arica y Callao, una ciudad Perú, por lo que en ese momento estábamos navegando en dirección a la Isla de Pascua, uno de los destinos más esperados por todos.
Para nuestra suerte, las tres podríamos bajar esa vez, ya que la isla era muy pequeña y los que la conocían de la tripulación, ya no tenían nada más que ver.
En ese momento estábamos en la cubierta, en las sillas reclinables, pues ya era de noche y la hora de la cena ya había terminado.
Por alguna razón, la relación de Shaun y Lisa estaba algo distinta. La tensión sexual que siempre había habido entre los dos parecía aún más fuerte que antes, en especial porque se sonreían de la nada, de una manera muy sugerente y estaba segura de que eso no pasaba dos meses atrás.
Había intentado hablar con Lisa de lo que sucedía, pero ella solo evitaba el tema o decía que yo estaba viendo cosas que no estaban ahí.
En cuanto a Kyle y Amanda, bueno, ya todos sabíamos que algo había pasado entre ellos y que probablemente volvería a pasar porque los dos se llevaban tan bien que me daba un poco de náuseas. Ambos eran bastante intensos y románticos, solo era cosa de escucharlos hablar de temas como las relaciones o el amor. Eran todo lo contrario a mí.
Por mi parte, no había nada raro, en especial porque ni siquiera podía estar sola con Ariana sin actuar un poco extraño... bueno, bastante extraño.
Ella era tan dulce y su blanca y perfecta sonrisa me hacían querer correr y esconderme.
—No te puede no gustar el chocolate —le reclamó Lisa a Shaun.
—Es empalagoso.
—Eso lo hace bueno.
—No se cual es tú concepto de bueno cuando se refiere a alimentos, pero es erróneo.
—¿Sabes que más es erróneo?
—¿Tus horribles pantalones?
Lisa miró sus pantalones ofendida y luego frunció el ceño, mirando a Shaun con furia.
—Tú vida es errónea.
Shaun pareció desinteresado.
—¿Se supone que debería llorar?
—¿Y el chocolate blanco? —preguntó Amanda—. Es muy bueno.
Shaun negó.
—Shaun es distinto al promedio —Kyle le dio una palmada en el hombro a Shaun—, pero si le gustan las gomitas de tiburones.
Eso provocó que Lisa comenzará a reírse burlescamente, al mismo tiempo que Shaun le daba una mirada amenazante a Kyle.
—Por eso te oculto las cosas.
—¿Cómo el nombre de la mujer con la que tuviste sexo la otra vez?
Eso hizo que todas le prestáramos atención, menos Lisa, quien pasó de reír a toser sin control.
—¿Estás bien? —le pregunté, palmeando su espalda.
—S-sí... solo me atoré con saliva —explicó.
Ariana se levantó de su silla y fue con Kyle, para correrle los pies y sentarse en la misma silla, la cual estaba junto a la de Shaun.
Amanda y yo también nos acercamos, ella sentándose en el suelo junto a Ariana y yo en la misma silla que Lisa.
—No pareces la clase de hombre que, ya sabes...
Shaun la miró extrañado.
—¿Tiene sexo?
—O sea, con alguien que conoció en un crucero y ni siquiera conoce bien...
—De todas maneras, Kyle no sabe lo que dice —dijo, enderezándose.
—Lo sé... estas actuando distinto, así actúas después de que tienes sexo.
Ariana lo miró con algo de sorpresa.
—Tú sí que lo conoces.
Kyle asintió con orgullo.
—¿Por qué no simplemente sueltas el nombre? —preguntó Amanda.
—Quizás para proteger la privacidad de una pobre mujer —sugirió Lisa.
—Pero si no los conoce, ni nosotros a ella —se excusó Kyle—. Nada malo podría pasar.
—Por esa razón no está bien que hablemos de su vida sexual... ¿no?
Yo sabía que Lisa tenía mucha moral, pero incluso eso era mucho para ella. Nadie quería comentar la vida sexual de la chica, solo queríamos su nombre, aunque no sabía por qué, pues no servía de nada si no la conocíamos para nada.
En eso, Kyle abrió la boca y comenzó a tartamudear, mientras sacudía las manos como si estuviera ahogándose.
Todas lo miramos preocupadas, pero Shaun solo se puso de pie y le tapó la boca con la mano.
—Kyle y yo tenemos que hablar —informó Shaun, obligando a Kyle a ponerse de pie, sin destaparle la boca.
Kyle tenía una expresión de preocupación, tanto que parecía que sus ojos estaban por salirse de su lugar.
Shaun lo obligó a caminar y se despidió de todas para llevarse a Kyle con él hasta adentro.
—Eso fue... curioso —comentó Amanda.
—Bueno, Shaun no fue el único que encontró algo bueno en este crucero —anunció Ariana con una amplia sonrisa.
Las tres la miramos curiosas, pero yo sentía que eso no me iba a gustar para nada.
Ariana golpeó sus pies repetidas veces contra el suelo, como si estuviera corriendo, y entonces soltó:
—¡Hay una chica!
Eso fue suficiente para saber que lo siguiente acabaría con toda pisca de esperanza que tenía en mi ser.
Amanda se levantó del suelo y se sentó junto a ella en la silla.
—¿En serio? ¿Quién?
—Es una linda enfermera —respondió—. Cuando volvimos al barco luego de estar en Callao, me torcí un tobillo —subió sus pantalones, mostrando unas vendas en su tobillo derecho—. Entonces debí ir a la enfermería, donde la conocí.
—¿Cómo se llama? —preguntó Amanda.
—Courtney... tiene el cabello castaño y los ojos oscuros, además de unas pestañas largas y encrespadas —contó—. Tiene el rostro de una muñeca e incluso aún más perfecto.
—Aw, que tierna eres.
Mientras Amanda miraba a Ariana con un brillo en los ojos, Lisa me miraba de reojo con algo de preocupación, y podía apostar a que yo tenía una expresión de sufrimiento.
¿Por qué me sentía mal? Ariana no era mi novia, no tenía sentido que sintiera que mi corazón se había roto porque eso pasaba solo cuando tú pareja te dejaba, ¿no?
Tal vez las películas adolescentes estúpidas no estaban tan mal y el que la persona que te gustaba no te correspondiera, sí lastimaba... Hubiera preferido jamás averiguarlo.
Me paré de golpe del asiento y me estiré, fingiendo un bostezo.
—Tengo mucho sueño, creo que es mejor que vaya a descansar —sugerí—. Nos vemos mañana.
—Yo te acompañó —dijo Lisa, también poniéndose de pie.
—Duerman bien —nos dijo Ariana.
Ambas nos marchamos en dirección a nuestro cuarto con un ambiente de tensión rodeándonos.
Yo sabía que Lisa quería hablar y preguntar algo, pero que temía que yo me pusiera a la defensiva porque, sí, era exactamente lo que planeaba hacer.
Cuando entramos al cuarto, comenzamos a cambiarnos de ropa y entonces, Lisa por fin habló:
—Es normal que duela.
—No duele. No la conozco y ni siquiera habíamos formado una clase de relación de amistad —mentí—. Esta todo bien.
—Pero tenías esperanzas... y acaban de destruirse —siguió—. Es normal que estés deprimida.
—Lisa, solo es una chica.
—Que te gusta.
—No me gusta.
—¿Gustaba?
—No —negué bruscamente—. Sentía una mínima atracción por ella, pero nunca sentí la ilusión de llegar a más.
Yo no solía mentirle a Lisa, pero no quería que me viera triste porque sabía que se preocuparía más de lo que era necesario.
—Eres joven... vas a conocer a otra chica.
Esa fue la gota que rebalsó el vaso y me hizo soltar cosas que jamás hubiera soltado en otra situación.
—Tengo treinta años, Lisa. Treinta años en los que no he tenido ni siquiera una verdadera relación —me quejé—. Cuando me di cuenta de que era bisexual pensé que sería más fácil porque tenía más de donde elegir y mira... tú y Amanda le han gustado a más mujeres y hombres que yo...
—Pero no nos gustan las mujeres.
—¡Exactamente! —sentí mis ojos comenzar a picar—. Cuando por fin creí que había una mujer a la que le parecía medianamente simpática porque no soy estúpida, yo no soy simpática, resulta que me tarde mucho tiempo en hacer un movimiento y una bonita enfermera me arrebató toda pisca de oportunidad y no puedo hacer nada al respecto porque fue mi culpa.
—Aún no pasa nada entre ellas...
—Ya pasó más de lo que pasó y pasará conmigo —aseguré—. Ya solo tengo que aceptarlo.
Hubo un momento de silencio en el que supuse que Lisa estaba pensado en que más decir, pero no importaba lo que dijera, nada cambiara algo de las cosas.
—Lo siento mucho, amiga —Lisa se lanzó a abrazarme—. No está mal llorar, menos en los brazos de tu mejor amiga.
Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos para correr por mis mejillas y terminar cayendo sobre el hombro de Lisa.
Me sentía tan tonta. Tenía treinta años y estaba llorando por una mujer que no me veía de la misma manera... esos eran problemas de quinceañeras, no de adultas, ¿pero por qué dolía igual?
«Recuerda Elsa, hay peores cosas en el mundo que una persona que no te hace caso... Hay niños muriendo de hambre...».
Eso solo me hizo sentir peor. En ese momento entendí porque Lisa había llorado más en el momento que la conocí. Definitivamente esa no era una buena estrategia para detener el llanto de alguien.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top