Capítulo 10: Día Libre
Lisa
Solo una semana y sentía mi cuerpo más adolorido de lo que se sentía luego de una vez en el gimnasio. Elsa y Amanda no estaban mejor, pero todas intentábamos mantenernos positivas.
Ya habíamos hecho dos paradas en dos distintas ciudades de Portugal y la próxima sería al día siguiente en una ciudad portuaria de Cabo Verde.
Ese día era mi día de descanso, pero Amanda y Elsa tenían que seguir con su trabajo, pues Amanda ya había descansado un día y Elsa probablemente lo haría pronto.
Sin Elsa, ni Amanda no tenía alguna idea de que hacer, así que decidí recorrer el lugar en busca de algo que me gustara. Debía decir que el solo pasear por el barco admirando los llamativos lugares y las actividades que hacían los turistas, era bastante divertido. Al nunca haber estado en un lugar así antes, todo me llamaba la atención.
Cuando llegué al sector del parque acuático, el cual quedaba en la cubierta, junto a otras entretenciones, vi a Ariana tomando fotos.
Me acerqué a ella extrañada y hablé, llamando su atención:
—¿Ariana?
Ella me miró con una sonrisa y algo de sorpresa.
—¿Lisa? ¿Qué haces aquí?
—Aquí trabajo —le respondí—. También Elsa y Amanda.
—¿En serio? ¿Por qué no lo dijeron?
—¿Por qué no lo dijiste tú?
Ella se encogió de hombros con una risa.
—No creí que fuera importante especificar que era fotógrafa en un crucero —respondió.
—Bueno, es agradable saber que estas aquí... ¿Qué haces para pasar el tiempo libre?
Ariana tapó el lente de su cámara y comenzó a caminar, conmigo siguiéndola.
—Lo mejor son las fiestas nocturnas y el casino, aunque el personal no suele asistir a las fiestas, tienen mucho trabajo siempre y terminan agotados —explicó—. A diferencia de los demás mi trabajo es muy flexible, así que he hecho de todo y tengo que bajar en cada puerto para tomar fotos.
—Suena divertido.
—Lo es, aunque las fotos que debo sacar no son las más artísticas de mi carrera —dijo con algo de tristeza—. Tienen que servir para publicidad, deben ser informativas.
—Creo que entiendo.
—Podemos ir a la piscina para adultos, es el mejor lugar para tomar algo de sol y disfrutar.
—Perfecto.
Cuando llegamos, lo primero que vi fue a Kyle tomando sol en una silla plegable, dejando ver sus perfectos abdominales y pectorales.
Si Kyle estaba por ahí, imaginaba que Shaun también lo estaba.
—¡Ari! —exclamó al verla, sacando sus lentes de sol—. ¡Oh, por Dios! —dijo al verme a mí—. ¡Shaun, tu novia está aquí!
Comencé a buscar a Shaun con la mirada, hasta que lo encontré dentro de la piscina. Salió a la superficie y peinó su cabello castaño hacia atrás, para luego apoyar sus brazos cruzados sobre el borde de la piscina y mirar a Kyle disgustado.
—No es mi novia y tiene nombre.
—Lo olvidé —dijo, mirándome avergonzado.
—Lisa, me llamo Lisa.
—Un nombre adorable para una chica adorable, te queda perfecto.
Le di una sonrisa avergonzada, al mismo tiempo que Ariana se sentaba en una silla de una mesa y llamaba a uno de los camareros.
—¿Me traes una margarita y para mi amiga un...?
—¿Piña colada?
El camarero asintió y se marchó.
Me senté en otra de las sillas y Kyle, quien se levantó de la silla para tomar sol, se sentó en otra.
—¿Y qué haces tú aquí? —me preguntó.
—Soy chef, especialista en pastelería.
—Amo los pasteles —comentó—. ¿Sabes hacer pastel selva negra?
—Claro.
Kyle se volteó para mirar a Shaun, quien se estaba secando el cabello con una toalla a un metro de distancia.
—Cásate con ella y prometo que jamás te llamaré a las tres de la madrugada ebrio otra vez.
—No me casaría con ella, aunque no hubiera más mujeres en el mundo y jamás dejaras de llamarme ebrio en la madrugada.
Kyle se enderezó con tristeza.
—Al menos lo intenté.
—¿Alguna chica lo ha amado realmente? —pregunté en susurro—. Porque me cuesta creerlo.
—Creo que no —respondió, en el momento en que llegaban nuestros tragos—. Su relación más larga fue a los quince y duro tres semanas.
En ese momento, Shaun le dio un golpe en la nuca.
—Te he dicho que no hables de mi vida privada con extrañas.
—Esta información vale millones —bromeó Ariana—. Tus admiradores pagarían por ella.
—¿Admiradores? —pregunté yo.
—Shaun es un artista —dijo Kyle—. Es un pintor y escultor.
Shaun lo miró furioso, pero yo solo pude sonreír victoriosa.
—¡Lo sabía! ¡Sabias dibujar!
—Claro que sabe dibujar —siguió Kyle—. Desde los cinco que pinta casi tan bien como Picasso.
—No me compares con Picasso —pidió Shaun—. No me gusta su estilo.
—A mí tampoco —concordé—, el cubismo no es mi estilo, las formas geométricas no me parecen algo visualmente placentero. Prefiero el impresionismo o el hiperrealismo mil veces.
Shaun me miró sorprendido.
—¿Sabes de arte?
—Más o menos. Si no hubiera estudiado gastronomía, hubiera estudiado arte —conté.
—Yo soy DJ —dijo Kyle, entrometiéndose—. De hecho, seré el DJ de la fiesta del sábado.
—Wow, eso es increíble —dije.
Luego de eso, Kyle siguió contando cosas sobre su trabajo y su música. Era una persona muy graciosa y divertida, además de muy comunicativa. Por otro lado, Shaun apenas emitía unas cuantas palabras, pero yo ya había notado que su personalidad era un poco más introvertida.
La tarde se había pasado muy rápido y luego de cenar, volví a mi habitación para descansar todo lo que no podía durante mis días de trabajo. El día siguiente sería un poco más relajado, pues las personas bajarían del barco para visitar la ciudad, pero aun así yo debía quedarme dentro.
No toda la tripulación podía bajar siempre del barco, pues en caso de cualquier emergencia debíamos estar disponibles, así que nos turnábamos para salir.
Cuando Elsa llegó, casi a las once, yo me enderecé en la cama de arriba y hablé:
—Tú amiga Ariana trabaja aquí.
Yo dormía en la cama de arriba, pues Elsa no disfrutaba tener que soportar la marea en una mayor altura y yo no tenía ningún problema con ello, por lo que no fue difícil ponernos de acuerdo en quien dormiría donde.
Elsa me miró desconcertada.
—¿Ariana? ¿La del avión?
Yo asentí frenéticamente.
—¿En qué?
—Es fotógrafa.
—Eso ya lo sé.
—Entonces no hagas preguntas tontas. Es uno de los fotógrafos que contrato la empresa.
Elsa se sentó en su cama y se quedó en silencio por un rato.
—Bien por ella —se limitó a decir y apagó la luz de la habitación para dormir.
Yo solo me tiré en la cama con una sonrisa. Yo conocía excesivamente bien a Elsa, y sabía que estaba fingiendo que no estaba emocionada, porque había notado como Ariana le había sacudido el piso.
Logré quedarme dormida unos minutos después de que Elsa apagara la luz, pero desperté a la una de la mañana por un extraño sueño.
Al despertar, sentí mi vejiga pedir ser descargada y con todo el dolor de mi alma, debí ir al baño.
Cuando terminé de hacer mis necesidades y me lavé las manos, oí voces que provenían del pasillo, por lo que decidí no abrir la puerta. Estaba en pijama y, aunque podía sonar algo tonto, no quería que nadie me viera así.
—Esta aquí, te lo dije. Su padre es el capitán —oí decir una voz masculina.
—¿Crees que podamos entrar a su habitación sin problema?
—Claro que sí. Tengo un plan y no es tan difícil como parece.
Eso me llamó la atención, pues no sonaba a que tuvieran buenas intenciones.
—Después lo hablamos, en otro lugar.
Luego de eso, las voces se disiparon y decidí abrir la puerta. Afuera no pude ver a nadie porque era probable que hubieran entrado a su cuarto o hubieran doblado en un pasillo.
Esperaba haber oído mal o que hubiera mal interpretado las cosas, pues no tenía sentido que parte del personal tuviera malas intenciones con los turistas o sus compañeros.
«Sí, debí oír mal», me dije en mi cabeza.
Seguí el camino hasta mi habitación y volví a la cama para poder dormir las horas que me quedaban y dar lo mejor de mí en el trabajo que pudiera tener al día siguiente.
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