Un festival.
La vida es muy valiosa para desperdiciarla.
Eso era algo que había aprendido desde que era consciente, desde que aquel había sentido el verdadero dolor por primera vez, el sufrimiento, el odio, el rencor, la ira... Y todas esas cosas deplorables de la catastrófica vida. Cuanto más tragedia se vive, más se sufre, más te empujan y te caes. Cuanto más te apuñalan, te desangras, mueres poco a poco, lentamente.
Cuando ya no quedan más lágrimas, ni aliento, ni ser... Entonces, sólo entonces, uno se da cuenta de lo que es vivir. Ahí es cuando se desea con todas las fuerzas querer tan siquiera sentir.
La vida es muy valiosa para desperdiciarla. Si. Pero aquí no iniciaré. Para comenzar, necesitamos situarnos en aquel MC Donals de California City Boulevard 9628.
Un joven de cabello dorado como el amanecer, atendía alegremente la caja de autoservicio. Bueno, quizá, si con alegre nos referimos a una mueca en lugar de una sonrisa, entonces si, estaba casi repleto de entusiasmo.
—Valter, pasa a freír las papas fritas, Peter se hará cargo de los autos—le habló el gerente haciendo que una mueca se le dibujara en el rostro—Acaba de quemarse.
—Bien, atenderé el último e iré—se limitó a responder para evitar que cualquier insulto se le escapará. Odiaba freír las papas.
Si. Muchos dicen que cuando eres joven la energía la tienes de sobra. Pero definitivamente Valter estaba en contra de ello, pues a sus veinte años energía era lo que le hacía falta.
Sin embargo, aquel castaño se obligó a si mismo a sonreír cuando observó el siguiente auto detenerse. Sonrisa que se le borró en automático cuando al bajar la ventanilla pudo divisar una cabellera negra que reconocería en cualquier parte.
—¡Cariño!—exclamó el chico con la mano sobre el volante, dejando a la vista su brazo cubierto por tatuajes.
—Jungkook, ¿Cuántas veces debo decirte que no me visites en el trabajo?—le regaño—Pueden despedirme. Y no me digas así, podrían malinterpretarlo.
—No vine a visitarte, vine a ordenar cómo cualquier otra persona y de paso, a verte—explicó sonriendo ingenuo. Como si no rompiera un plato. Pero definitivamente ese chico rompía la alacena completa.
—Bien, ¿Qué quieres?—soltó malhumorado.
—Tam amable como siempre—susurro divertido—Quiero que vayamos juntos al festival de...
—Me refería al menú Jeon, el menú.
—Ah, una cajita feliz—pidió sonriente cuan niño pequeño—Con juguetito.
—Lo imaginé—murmuró rodando los ojos divertido antes de teclear. ¿Algo más? ¿Alguna bebida en específico?
—Ya que me lo preguntas, si, quiero que vayamos al festival en el barrio chino—continuó mostrándole aquel anuncio en facebook—Eres chino ¿No? Supuse que, será cómo llevarte de vuelta a casa, pero sólo visitaríamos un barrio.
—Olvídalo, no iré al barrio chino, ahí roban—soltó el chico brindándole su cajita feliz.
—¡No van a robarte nada Lin! Exageras.
—Eso dijiste la última vez que visitamos el barrio coreano, y salí sin mi cartera—soltó el chico—Además, mi turno aún no termina.
—¡Vamos Lin! No puedes pasarte toda la vida detrás de un bendito autoservicio, caja registradora, de un escritorio o friendo benditas papas fritas, que sé cuánto odias.
—¡Hace mucho no me ponen a freír papas fritas!—soltó el castaño para defenderse.
—¡Valter! La freidora sigue esperándote—soltó el gerente desde la cocina.
Logrando que un peli negro lo observara con una sonrisa triunfante en su rostro.
—Maldición, tú ganas—espetó quitándose el delantal—Espérame en el estacionamiento, luego te alcanzo.
—Fue mala idea dejar el auto en doble fila—habló Valter caminando a su lado con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
—No creo que tardemos demasiado, sólo comeremos, veremos un par de dragones y luego volveremos, además deje las intermitentes prendidas—le respondió su compañero tranquilamente.
Había numerosas fiestas tradicionales chinas, la del Dragón había sido una de las más importantes que celebraban los chinos desde hace más de dos mil años. Ese día festivo caía el día cinco del quinto mes del calentario lunar chino, hacía muchísimo tiempo Lin Valter no asistía a un festival proveniente de su cultura, y menos a uno de los festivales más antiguos, no sólo de China, sino también del mundo, aquel festival conmemoraba la muerte de Qu Yuan, un poeta patriótico del período de los Reinos Combatientes, quien se había suicidado arrojándose al río Miluo, luego de que su reino materno cayera en manos enemigas. Esa era la historia que su padre siempre le repetía.
«Debes ser fuerte Lin. De esa manera nadie podrá vencerte» le decía mientras lo obligaba a golpear troncos con los puños.
—Wow, mira eso—exclamó su amigo sacándole de aquel mal recuerdo que se había instalado en su cabeza para atormentarle nuevamente—¡Todo es increíble!
Claro que todo era increíble. Pensó el castaño, las lámparas de papel rojas colgaban de estambres de casa en casa para adornar y alumbrar las calles, personas paseaban por la acera comiendo algún platillo típico como el Zongzi, que básicamente eran tamales de arroz glutinoso.
Minutos después, el festival dio inicio y personas comenzaron a desfilar al centro de la calle, la mayoría portando la vestimenta tradicional: el Hanfu.
—Mira allá Valter, ese dragón es enorme—exclamó Jungkook cuan niño pequeño al observar un súper héroe en acción.
—Se supone que es un dragón dorado—le explico al muchacho de pelo negro—Los chinos creen que realizar la danza del dragón ahuyenta a los espíritus malignos y toda la mala suerte.
—Me encanta, es tan...extraño—continuo Jungkook al seguir admirando—Tan peculiar.
—Claro que es extraño, su apariencia consiste en una combinación de nueve animales. Tiene cuernos de arce, ojos de langosta, morro de buey, nariz de perro, melena de León, garras de águila, un dragón y escamas de pez—comenzó a describir mientras señalaba cada parte.
—Pero, sólo mencionaste ocho—dijo.
—¿Ocho? Eso no puede...—de pronto guardo silencio y comenzó a repasar cada animal al observar la figura—No está la cola de serpiente.
—Y...¿Eso que significa? ¿Algo malo sucede si no está su cola?
—Algo...algo no anda bien—murmuro el chico observando paranoico hacía todos lados, había un mal presentimiento en todo eso.
—Valter, ¿Qué ocurre?
Entonces pudo observar a unas cuántas personas vestidas de negro en su totalidad escabullirse entre la gente que paseaba y eso no hizo más que alertarle.
—Jeon corre—mencionó serio.
—¿Qué?—le cuestionó confundido por tal petición.
—¡Jeon corre! ¡Corre!—gritó comenzando a correr y llevándose a su amigo consigo.
Ambos comenzaron a se deslizarse entre las personas mientras Lin observaba por encima de sus hombros como un par de hombres disfrazados como la cola de serpiente los perseguían.
Corrían y corrían, y podían sentir como ya les estaban pisando los talones, sus respiraciones ya estaban incontrolables, entonces dieron vuelta a la derecha para entrar a un callejón con la intención de perderles pero un "hombre" salió de la nada cerrándoles el paso del otro lado, al instante giraron para salir de ahí pero les fue imposible al toparse con cuatro enmascarados frente a ellos.
—Oigan, no qu-queremos problemas—habló Jungkook observando cómo se acercaban poco a poco para rodearles—Pueden tomar lo que quieran, mi celular, mi cartera pero...déjennos en paz.
Pero nadie mencionaba nada. Nadie hacía ruido.
—¡Ni siquiera sabemos pelear!—exclamo alterándose al dejarse llevar por tan espantosa situación.
De pronto el castaño llevo su brazo hacia atrás y con rapidez le depositó un fuerte puñetazo a uno de los cinco hombres que les rodeaban.
—¿Qué demonios?—espetó el peli negro observando como aquel tipo caía—Me dijiste que eras pacifista.
Sin embargo, el miedo terminó de invadirle cuando aquel misterioso señor desenvainó lo que parecía ser una katana.
—¡Corre!—le gritó a Jungkook antes de recibir un fuerte golpe en la cabeza.
Y entonces, el mundo dejó de existir para el.
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